(Haga click en la foto para una explicación de la portada)

Antecedentes doctrinales

 

Parte I

 

Una nueva mentalidad y una nueva doctrina

pretenden conciliar los antagonismos

más contradictorios 

·       ¿Pueden caer las barreras entre la verdad y el error, el bien y el mal, lo bello y lo horrendo? - El amortiguamiento del principio de contradicción en la raíz de la desconcertante apatía que hoy domina a la opinión pública.

·       Una nueva ideología que devora por dentro a todas las demás y que condiciona a fondo la España actual.

·       El pueblo español inducido a volverse contra su propia identidad histórica.


Capítulo 2

 

Una nueva ideología que devora por dentro a todas las demás: el ecumenismo

 

I — ¿Qué ha cambiado en ajedrez ideológico español?

 

Quien considera el panorama ideológico de la España de hoy sin detenerse en las primeras apariencias, constata que su nota característica es la casi total desaparición de la militancia definida como consecuencia del amortiguamiento del principio de contradicción.

 

1— Una peculiar visión de las cosas pone en jaque los fundamentos doctrinales de todas las corrientes

E n efecto, las corrientes ideológicas son aparentemente las mismas de hace cincuenta años. Y tal como ocurre en otros países, se oye hablar de una derecha, un centro y una izquierda, de monárquicos y republicanos, etc.

Pero existe una peculiar visión de las cosas que condiciona y modifica profundamente la actitud de los españoles de todas las corrientes ideológicas, políticas o religiosas. Los fundamentos doctrinales de cada una de ellas parecen haber perdido el carácter de verdad objetiva para la mayor parte de sus integrantes. Una nueva filosofía las erosiona por dentro en grado mayor o menor.

 

2— Las piezas del ajedrez tienen carcoma

La situación podría compararse a un tablero de ajedrez cuyas piezas de madera hubieran sido carcomidas. Es posible que esta corrosión no se note a simple vista. Cada pieza continúa siendo aparentemente la misma, pero como está hueca y sin peso, a cualquier momento una ráfaga de viento puede cambiar su posición en el tablero o incluso deshacerla. En realidad, hasta el propio tablero se encuentra carcomido...

¿Han cambiado las piezas de este ajedrez? Exteriormente no. Pero su contenido ya no es el mismo.

Esta situación no se verifica sólo en España; existe, en mayor o menor medida, en todo el mundo occidental. Sin embargo, es especialmente significativa en nuestra patria, que siempre fue la tierra de las definiciones y de las actitudes claras y categóricas.

 

¿Qué ha cambiado en el ajedrez ideológico-político?

Las corrientes ideológicas en La España de hoy son aparentemente las mismas de hace cincuenta años. Hay una derecha, un centro y una izquierda; monárquicos y republicanos, etc. pero los fundamentos doctrinales de cada una de esas corrientes parecen haberse diluido.

3— Un fenómeno que todos notan

Desde los más diversos sectores se han señalado síntomas de dicho fenómeno. Una personalidad eclesiástica tan conciliadora como el cardenal Tarancón comentó que en España y en la mayor parte de los países de Europa, la derecha y la izquierda políticas se muestran tan próximas “que ya no acierta uno a comprender quiénes son los verdaderamente conservadores y quiénes son los auténticamente avanzados”. [1]

Desde su ángulo de observación, el filósofo Julián Marías afirmó a su vez: “En cuanto a la oposición estrictamente política, casi nunca queda claro a qué se opone de verdad y a fondo; por ejemplo, no se sabe qué medidas de legislación o de gobierno serían eliminadas y corregidas en el caso de que uno u otro grupo ocupase el poder; y no se puede evitar la impresión de que, en muchos casos al menos, la oposición es verbal y se dejarían correr las cosas contra las cuales se ha protestado.” [2]

El historiador José Maria Garcia Escudero aplaude esta tendencia a la fusión de todas las corrientes: “El reformismo en el mundo ha ido integrando progresivamente a sus sucesivos oponentes: a los conservadores primero; luego a los liberales; después a los socialistas, y ahora puede que esté iniciando el proceso con los comunistas.” [3]

Ya no acierta uno a comprender quiénes son los verdaderamente conservadores y quiénes son los auténticamente avanzados” (Cardenal Tarancón)

El periodista Julio Cerón ha dedicado varios artículos a la falta de combatividad de la oposición. El título de una de sus crónicas lo dice todo: Los adversarios del PSOE son de dulce [4]*.

 

* Se podrían multiplicar las citas en este sentido. Véase, por ejemplo, la asombrosa conclusión a que llega el conocido periodista Emilio Romero respecto a la entrevista del líder de la oposición, Manuel Fraga Iribarne, con Felipe González en julio de 1985: “Los dos piensan lo mismo en casi todas las cosas actuales (...) En España hemos llegado a una situación maravillosa. Casi todos piensan lo mismo, y resultan diferentes en el escenario” (“Ya”, 24-7-1985).

“En cuanto a la oposición estrictamente política, casi nunca queda claro a qué se opone de verdad y a fondo” (Julián Marías)

El diputado socialista Enrique Mágica no es menos claro al respecto: “En la actualidad, el PSOE no tiene enemigo, ni a su derecha ni a su izquierda. Nos encontramos con una derecha invertebrada, que no cuenta con el apoyo incondicional de la Iglesia, que ha evolucionado a posturas reformistas y solidarias. Lo mismo pasa con sectores económicos y financieros que han dejado de ver en los socialistas a sus enemigos y nos consideran una fuerza que está modernizando las obsoletas estructuras que ahogaban nuestra vida económica” (“Diario 16”, 3-8-1983).

 

“En la actualidad el PSOE no tiene enemigos ni a su derecha ni a su izquierda. Nos encontramos con una derecha invertebrada…” (Enrique Múgica)

II — El ecumenismo transformado en un movimiento de convergencia universal entre las doctrinas y los sistemas más antagónicos

 

El fenómeno está ahí, marcando intensamente la realidad nacional. Todos pueden verlo, pero pocos aciertan a darle el nombre. Desde cierto punto de vista dicho fenómeno —que ha desdibujado por dentro no sólo las ideologías políticas, sino también las doctrinas en general— puede ser considerado como una ideología anti-ideológica: es el ecumenismo.

 

1- Una distinción que se impone: verdadero y falso ecumenismo

“En España hemos llegado a una situación maravillosa. Casi todos piensan lo mismo y resultan diferentes en el escenario” (Emilio Romero)

¡¿El ecumenismo?! ¿No es acaso un fenómeno religioso excelente que permitirá realizar la promesa de Nuestro Señor Jesucristo, “habrá un solo rebaño, un solo pastor”? (Jn. 10, 16).

Si se entiende el ecumenismo en su recto y tradicional sentido católico, sí. La Iglesia siempre ha querido reunir a todas las almas en el único redil guardado por el único pastor: el Vicario de Jesucristo y sucesor de Pedro. Para el cumplimiento de este sagrado deber, ¿quién puede negar que es legítimo disminuir, en toda la medida de lo posible, los enfrentamientos y las polémicas con aquellos a quienes se quiere atraer? Nada más natural, en efecto, que en esta tarea se dé primada a otras formas de interlocución con tal que las cuestiones se traten lealmente, sin dejar ninguna duda no sólo sobre lo que nos une, sino también sobre lo que nos separa.

“Los adversarios del PSOE son de dulce” ( Julio Cerón)

Hoy en día, sin embargo, el término ecumenismo está tomando frecuentemente, tanto en el lenguaje periodístico como en el coloquial, un significado cada vez más relativista.

Usaremos, por tanto, los términos ecumenismo, ecumenista y ecuménico en este último sentido.

 

2- Las ideas como mero instrumento de relación fraterna entre los hombres — el diálogo relativista

El ecumenismo, en su sentido relativista, es un movimiento de convergencia entre las más diversas corrientes religiosas, filosóficas y políticas del mundo contemporáneo. Su punto de partida es una peculiar visión de las cosas según la cual las ideas valen menos por su veracidad que por la forma como el hombre las expresa o manipula. Quedan reducidas a un mero instrumento de relación entre los hombres y pierden su carácter de certezas, que permiten alcanzar nuevas verdades*.

 

“La verdad no cambia a capricho del hombre”

El peligro del relativismo que pretende eliminar todas las barreras entre las opiniones y doctrinas.

 

Siempre es oportuno recordar la doctrina del Magisterio Pontificio sobre este tema.

*   *   *

Dice León XIII: “Ahora bien, la esencia de la verdad y del bien no puede cambiar a capricho del hombre sino que es siempre la misma y no es menos inmutable que la misma naturaleza de las cosas. Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia, ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas” (LEON XIII, Immortale Dei, 1-11-1885; Z 15).

*   *   *

Pio XII completa el pensamiento de León XIII: “Existe también otro peligro, que es tanto más grave cuanto se oculta bajo capa de virtud. Muchos hay que, deplorando la discordia del género humano y la confusión reinante en los espíritus, así como también llevados por un imprudente celo de la almas, son impelidos vigorosamente por un ardiente deseo de romper las barreras que separan entre si las personas rectas y honradas y abrazan un irenismo tal, que poniendo de lado las cuestiones que dividen a los hombres, pretenden no solamente combatir en unión de fuerzas contra el ateísmo avasallador, sino también conciliar opiniones contrarias, incluso en el campo dogmático. (...) Si tales personas no pretendiesen sino adecuar mejor, con alguna renovación, la enseñanza eclesiástica y sus métodos a las condiciones y necesidades actuales, casi no habría razón para temer; con todo, algunos, arrebatados por un imprudente irenismo, parecen considerar como óbice al restablecimiento de la unidad fraterna justamente aquello que se fundamenta en las leyes y principios legados por Cristo y en las instituciones por El fundadas, o lo que constituye la defensa y el sustentáculo de la integridad de la fe. Si esto se arruinase, se unirían todas las cosas, sí, pero solamente para la perdición” (Enciclica Humani Generis del 12-8-1950 in Discorsi e Radiomessaggi, vol. XII, p. 498).

* En la exposición sobre este ecumenismo irénico hemos consultado el estudio del profesor Plinio Corrêa de Oliveira, Trasbordo ideológico inadvertido y Diálogo. El pensador católico brasileño describe con aguda precisión, etapa por etapa, cómo el ecumenista, partiendo de un deseo exacerbado de unión entre los hombres y abstrayéndose de las exigencias de la verdad, llega a una concepción relativista y hegeliana de la Historia, de la naturaleza humana y del propio Universo.

 

Por consiguiente, el pensamiento lógico que distingue entre cosas verdaderas y falsas, buenas y malas, y las juzga en nombre de principios absolutos, se considera anacrónico. Y se evitan a cualquier precio no sólo la polémica —que es la confrontación clara y categórica de argumentos esgrimidos en nombre de certezas— sino también la mera discusión. La nueva relación ecuménica sólo será posible a través de un diálogo que tenga por fin primordial la búsqueda de la unidad entre los hombres, fruto de un amor mutuo que hay que estimular por encima de las doctrinas y de los sistemas de vida y de gobierno. Esta apetencia exacerbada de concordia universal entre los hombres, al margen de la verdad, acaba relativizando el valor de todas las opiniones Y negando que éstas sean objetivamente verdaderas o falsas. Se cae así en un relativismo total (ver recuadro al lado).

 

3- El ecumenismo asume una dialéctica de tipo hegeliano

El natural dinamismo de esta tendencia lleva a las personas a descubrir la insuficiencia de cualquier idea o principio y a buscar, por la confrontación de sus opiniones necesariamente parciales, una síntesis superadora que exprese el fondo de verdad inmanente a todos los hombres y más o menos presente, aunque fragmentada, en todas las religiones y todas las ideologías*. El ecumenismo adquiere, así, un contenido hegeliano.

 

* Es muy ilustrativa, en este sentido, una colaboración publicada en “Ecclesia”, revista oficiosa del Episcopado, sobre el decimosegundo centenario de la Catedral de Córdoba: “Lo que más debe interesar es el futuro, un futuro de entendimiento y cooperación que supere —por caducas e ineficaces— todas las posturas empobrecedoras de 'vencedores y vencidos, religión verdadera y religión falsa [sic], revancha histórica o nostalgia y vuelta al pasado'. Pensamos que en Córdoba podría ponerse en marcha un movimiento mundial de comprensión y fraternidad” (29-6-1985).

“Vida Nueva”, portavoz de una corriente clérigo-laical progresista, publica, con notoria complacencia y “como contribución a la aproximación cultural al Islam”, un estudio sobre los sufíes, secta mahometana esotérica y panteísta, cuyas concepciones están próximas a las de los más exacerbados ecumenistas. El estudio elogia el sufismo precisamente porque “vive la fraternidad comprometida con los seres humanos y el ecologismo hondo con todo lo creado”.

El trabajo publicado en “Vida Nueva” se empeña, por otra parte, en mostrar de manera simpática los aspectos de la secta islámica que agradan a los ecumenistas radicales y transcribe trechos de sus corifeos. Al-Hallay, uno de ellos, consideraba que todas las religiones eran “un Principio único” con numerosas ramificaciones. Rumi, otro sufí, decía que no era “ni cristiano, ni judío, ni musulmán”, pero completaba que “en todas ellas [las religiones] hay un perfume de verdad”. Un tercero, Ibn Arabi, recomendaba: “No te apegues exclusivamente a ninguna religión, de manera que dejes de creer en las otras (...) No acertarás a conocer la verdadera Verdad” (“Vida Nueva”, 2-3-1985).

Esta doctrina no se limita al campo religioso, sino que también se extiende al político. En este sentido afirma José Maria Garcia Escudero: “Que esas derechas y esas izquierdas se acepten a sí mismas como partes de una unidad superior” (A vueltas con las dos Españas, p. 190).

 

No afirmamos con ello, evidentemente, que todo militante del ecumenismo relativista sea un seguidor consciente de la sistematización filosófica, a la vez rígida y oscura, de Federico Hegel.

El curso de la historia y del proprio pensamiento se desarrolla —según la dialéctica hegeliana— por la ficción de doctrinas, fuerzas o sistemas en parte verdaderos y en parte falsos: los desinados a perecer (tesis) se encuentran con otros en ascensión (antítesis) y de ahí nace por superación una nueva verdad (síntesis) también relativa, que entra en choque dialéctico con otra, produciendo una nueva síntesis. Y así sucesivamente. Esta es la concepción hegeliana del Universo*.

 

* Jorge Verstrynge, entonces secretario general de Alianza Popular —el mayor partido conservador de la oposición— enunció, en un texto dedicado a la formación de jóvenes líderes de dicho partido, el pensamiento que inspira a muchos de los políticos actuales. “La cuestión —dijo el ex secretario general de AP— es la nueva mentalidad que necesitamos todos los europeos.” Esta mentalidad tiene dos características. Es relativista: “Nada de una idea maestra; es precisamente de eso de lo que hay que huir (...) La evolución no obedece a un determinado factor preponderante”; y se inspira en la síntesis hegeliana: “En los mecanismos mentales de análisis y de definición hay que ir a actitudes que sean auténticamente integradoras (...) La integración auténtica, no se conseguirá desechando lo contradictorio o superándolo artificialmente, sino pensando, simultáneamente lo que hasta ahora sólo se concebía contradictoriamente. Ese es el nuevo pluralismo, en el que las diferencias no se toleran meramente, sino que se asumen. Un pluralismo del que debemos empapamos pronto.” En términos políticos esto resulta en una derecha y una izquierda que se consideran mutuamente necesarias y benéficas para la evolución dialéctica de la sociedad: “Para ello se requiere, que la derecha y la izquierda sean consideradas no como excluyentes, sino, pluralísticamente, como complementarias. (...) Para nosotros, es tener el valor de mantener lo válido de nuestro punto de partida (la derecha), e integrar en él, aunque sea contradictorio, lo válido de la izquierda. Ese y no otro es el sentido del conservadurismo reformista” (La normalización democrática, pp. 7, 10, 12, 14-15).

 

4- Una nueva era histórica en la que los hombres se liberasen de las “exigencias artificiales” del principio de contradicción

Para los ecumenistas, la humanidad ha llegado a una etapa decisiva en la que se vislumbra la posibilidad de una convergencia en la cual se fundirán todas las opiniones, culturas, religiones, razas y pueblos; meros aspectos de una gran unidad fundamental hacia donde camina incoerciblemente la evolución histórica.

 

a) La muerte de las ideologías.— La era de las ideologías, con todas sus proyecciones definidas en la cultura y la civilización, estaría agonizando. Entraríamos, entonces, en una etapa dialécticamente necesaria de la evolución en donde se atomizarán tanto los grandes sistemas de pensamiento como las estructuras políticas, sociales y económicas. En dicha etapa se rechazará toda autoridad, dirección y disciplina*.

 

* Alain Touraine, uno de los teóricos socialistas más en boga, afirma: “Sentimos, más o menos confusamente, que las categorías más profundas de nuestra experiencia social, cultural y política ya no corresponden a la evolución del mundo de hoy, por lo que nos quedamos sin instrumentos de medida y orientación para evaluar cambios (...) Las crisis y los cambios no toman todo su sentido sino cuando se los sitúa en el marco de una amplia mutación social, a la vez decadencia y surgimiento, desorden y creación (...) La imagen vertical y jerárquica del mundo debe ser abandonada: por todas partes las reivindicaciones se apoyan sobre la naturaleza (...) rechazando el amaestramiento, la uniformización, la disciplina. (...) La descomposición urbana y la violencia, (...) la angustia ante las amenazas que pesan sobre el patrimonio genético y sobre el ecosistema, han acabado con el reino de la Razón y con el evolucionismo triunfante que ha animado la cultura de la industrialización, capitalista o socialista” (Au-delà de la crise, pp. 9-11).

El vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, opina de un modo similar: “Estamos ante el umbral, ante las puertas de una nueva forma de sociedad. Lo que explica la crisis de las ideas, de las ideologías procedentes de la situación anterior” (El futuro del socialismo, p. 32).

Jorge Verstrynge, ex secretario general de AP, opina lo mismo: “Ya aparecen las grietas que condenan a muerte al mundo anterior” Es “la crisis final del mismo”. “Nos hallamos hoy ante la evidencia de que la sociedad industrial (...) no es capaz de resolver los problemas vitales de la humanidad (...) Entre 1968 y 1980, se ha agrietado la base, que creíamos granítica, sobre la que reposa la sociedad industrial-tecnológica. La crisis cultural 1968-1970 demuestra que la sociedad llamada del bienestar produce ya no solo ‘mejor-estar’, sino también ‘mal-estar’ (...). Pero no se percibe sólo una crisis en la materia; lo es incluso primero del espíritu, de lo inmaterial. En ese campo, este siglo es el de las ilusiones perdidas. Hasta la ciencia ha quedado tocada de ala y no digamos las ideologías” (La normalización democrática, pp. 2, 3, 4, 6).

 

b) Frente a las incógnitas de una etapa de transición caótica: una expectativa optimista.— Mientras caen los viejos valores, dirá el ecumenista, y se gesta este mundo nuevo viviremos años que a muchos parecerán de un desorden profundo. Pero para cruzar esta fase de transición comprendiendo todas sus potencialidades creadoras —añadirá— es necesario adoptar frente a ella la actitud ecuménica, despreocupada y optimista de quien observa los acontecimientos en expectativa profética de una gran mutación en la vida de la humanidad. En nombre de este mundo nuevo se nos invitará a abandonar los antiguos criterios de una lógica absolutista que pretende encarcelar la realidad con sus esquemas rígidos y concatenados que distinguen, aceptan o excluyen. El verdadero ecumenista no deberá sobresaltarse, por tanto, al ver que en todos los campos se establece la convivencia entre situaciones consideradas incompatibles en el pasado*.

 

* En la conferencia ya citada, el diputado Verstrynge trata de demostrar que, para encarar la crisis de las ideologías y sus secuelas y captar las potencialidades de la actual fase histórica, es necesario abandonar el “pensamiento tradicional, aristotélico que (...) reduce de hecho la complejidad multidimensional de la realidad a una sola faz”. Tal pensamiento “disyunctivo, reductor, unidimensional, (...) empobrece la realidad, disocia lo que debe ser distinguido y opuesto, pero lo que es también inseparable y complementario: el orden y el desorden, el determinismo y la libertad, (...) la armonía y la discordia, (...) la libertad y la igualdad” (La normalización democrática, pp. 7-8).

Desde la izquierda, Alfonso Guerra completa el pensamiento: “¿Qué futuro nos depara esta situación actual que podríamos calificar de orfandad de ideas? (...) Soy optimista en alguna medida porque estoy convencido de la inevitabilidad de la evolución y, por tanto, de la seguridad del progreso histórico” (El futuro del socialismo, p. 32).

Entre las muchas formas de aceptación ecuménica de la autodemolición de la Iglesia —para usar la famosa expresión de Pablo VI en su discurso al Seminario Lombardo del 7 de diciembre de 1968— y de la progresiva extinción de los valores de la civilización cristiana, cabe destacar, por su papel en la España de hoy, una corriente teológico-pastoral que puede llamarse lúdica (de ludus: juego). Sus integrantes estimulan la adopción de una postura burlesca frente a todo, incluso lo sagrado. Las alegres blasfemias del P. Cortés, que aparecen en sus obras y en su viñeta semanal de “Vida Nueva”, son una clamorosa manifestación de esta postura. En el mismo sentido, pero más cauteloso, está el libro Dios es alegre del P. Martin Descalzo. Por su parte, el P. Luis Maldonado saluda el nacimiento en la Iglesia, a partir de un “humus teológico-antropológico” más terrenal y menos transcendente, de “una teología que algunos llaman festiva, lúdica e incluso dionisíaca” (Introducción a la religiosidad popular, p. 109), corriente que ganó impulso “en 1968 con el ‘mayo francés’, la ‘primavera de Praga’ y la irrupción de la ‘contracultura’” (ib., pp. 125-126). Es notable también la influencia de Nietzsche (cfr. ib., pp. 143-144) para quien la fiesta “consiste básicamente en la superación del ‘principium individuationis’” a través de la “aniquilación de las barreras”, “el impetuoso recorrido de todas las escalas anímicas”, “el desenfreno sexual (...) Para tener gozo en todo hay que llamar bueno a todo” (cfr. ib., pp. 134, 136, 143, 144). Aquí está la esencia de la actitud desprevenida y optimista con que el ecumenista enfrenta las contradicciones y desmanes del neopaganismo contemporáneo.

 

Hace unos años, una madre de familia, por ejemplo, rechazaría con indignación la idea de acoger en su casa a una meretriz. Hoy, en cambio, en la perspectiva ecuménica, deberá aprender a convivir con ella en paz, sin sentir su hogar deshonrado. Lo mismo se puede decir de la convivencia del hombre honesto con el delincuente, del piadoso con el blasfemo, de la persona de orden con el drogadicto, el homosexual, el punk, el anarquista, etc.*

 

* Es ilustrativa sobe este tema la apología que Sergio Vilar hace de Fourier —socialista utópico francés (1772-1837)— en la revista socialista “Sistema”. El autor preconiza la coexistencia lúdica y sin trabas de todas las formas posibles de conductas normales y aberraciones sexuales: “El pensamiento de Fourier es 'el más liberador que existe, es el Omniliberador (...) Sin la menor noción de pecado, sin complejos, las mujeres y los hombres vivirán a través de galaxias de deseos, en parejas permanentes o efímeras, en colectivos pequeños o en macrocolectividades, siempre con la posibilidad de establecer relaciones múltiples (...). Existen millares de variables y de situaciones ‘ambiguas’ que (...) él aplica en especial a quienes tienen un tipo u otro de prácticas bisexuales o combinatorias entre lo homo y lo heterosexual... (...) Fourier es luminoso y no tiene el menor reparo de proponer la organización pública de las propias instituciones ‘perversas’ (...) Fourier sigue siendo (...) plenamente vigente” (El santo erotismo o la revolución del placer in “Sistema” n° 48, mayo-82, pp. 105, 106, 114, 116, 117).

 

Dentro de la perspectiva ecumenista es normal que, a veces, tales antagonismos entren en fricción dialéctica. Sin embargo, no harán sino acelerar la marcha histórica hacia la unidad, siempre y cuando las confrontaciones —más o menos inevitables en este periodo de la muerte de un mundo y de nacimiento de otro— no se transformen en oposiciones absolutas e irreconciliables.

 

c) Una nueva naturaleza humana libre del principio de contradicción.— Esta quimera supone que, a la par de la evolución dialéctica de la historia, se opere una profunda transformación en la propia naturaleza humana. El hombre de este nuevo mundo ecumenista en gestación debe sufrir un salto cualitativo que promueva su naturaleza a la etapa de la buena voluntad. Allí, el hombre no recurrirá a ninguna discusión, y mucho menos a la polémica, en el trato con los demás. El diálogo fraterno, generoso y dialéctico será su único modo de relacionarse con los otros hombres, e incluso con la naturaleza y el cosmos.

El obstáculo que se opone a la evolución del hombre y de la historia, el auténtico mal que se trata de extirpar es el principio de contradicción o de identidad, éste sí condenado a muerte. Cuando alguien afirma absolutamente que una cosa es de un modo y no de otro, o simplemente, cuando afirma que una cosa es y otra no es, practica —en esta perspectiva ecuménica— el acto de maldad por excelencia que debe ser evitado. Porque niega la posibilidad de la contradicción dialéctica y, por consiguiente, niega la evolución histórica*.

 

* ¿No estará aquí la explicación del inexorable ostracismo en que son colocados hoy en día en diversos medios, incluso católicos, beneméritos y eminentes teólogos de la escuela tomista y del silencio con que se pretende cercar las obras de pensadores inspirados en dicha escuela?

 

El espíritu ecuménico deberá, pues, erradicar toda actitud mental o temperamental que lleve a optar de modo exclusivo frente a las cosas que se contradicen, pues la opción excluyente niega la armonía intrínseca que, para el relativista, existe en todo lo que es contradictorio*.

 

* La visión ecumenista del Universo, llevada hasta sus últimas consecuencias, toca en el viejo mito gnóstico de un ser único primero, inconsciente e indiferenciado que se desintegró. Según esta concepción, un dinamismo inmanente impulsa a todos los seres hacia su punto de partida unitario a través de la despersonalización creciente y de fusiones cada vez más abarcativas. José María García Escudero, empeñado propagador del ecumenismo, tiene frases enigmáticas que recuerdan dicho mito gnóstico.: “Esa angustia de sentirse cada uno escindido en la entraña misma de su ser, que le hace percibir en el otro lo parcial de su propia actitud y le obliga a experimentar la seducción del adversario, como si un doloroso apremio nos empujase a la integración platónica en el primitivo ser unitario” (A vueltas con las dos Españas, p. 45).

Siempre en la perspectiva ecumenista, en virtud de esa angustia que clama por una enigmática integración, el católico se sentirá atraído por el ateo, el monárquico por el republicano, el tradicionalista por el comunista. Y viceversa. Estas posiciones, de suyo incompletas, solo se completarán en una síntesis superadora. Naturalmente lo mismo se dará con las dos Españas: “Esas dos mitades de España combatiéndose a muerte y necesitándose mutuamente, y que, cuanto más furiosamente luchaban, era cuando más imperiosamente querían convertir el abrazo mortal en abrazo fraternal” (op. cit., p. 46).

García Escudero sueña, sin embargo, con un mundo integrado, en el que la propia dialéctica hegeliana seria superada, y las posiciones contrarias, reconociéndose tales, se aceptarán —simultáneamente— como partes complementarias de una unidad superior: “Para el más grande filósofo de los tiempos modernos [Hegel], la verdad no se deja encerrar de forma absolutamente clara y distinta en una sola proposición, sino que necesita, dialécticamente, tres proposiciones: tesis, antítesis y síntesis (...) La verdad no se da por entera en ninguna de esas proposiciones, aislada de las otras, sino en el conjunto de las tres: cuando tesis y antítesis son elevadas a la unidad superior de la síntesis (...) ¿Por qué no aprender en D'Ors que el proceso hegeliano de tesis, antítesis y síntesis no es el único escape dialéctico a las exigencias artificiales del principio de contradicción? Hay, dice, la posibilidad de que la antítesis actúe como condición simultánea inherente a la tesis: es la actitud de trascendental 'ironía', característica del pensamiento asertorio en contraste con la exclusión del contrario, propia del pensamiento apodíctico (...). La complementariedad actúa simultáneamente. ¿No es ésa la justificación más profunda (...) de la dicotomía derechas-izquierdas, de la existencia de las dos Españas? Supuesto, claro está, que esas derechas y esas izquierdas se acepten a sí mismas como partes de una unidad superior” (op. cit., pp. 188-190).

 

d) La era de la fraternidad, meta del proceso dialéctico.— Según esta concepción, los hombres así liberados de las cadenas espirituales del principio de contradicción entrarán en una nueva era: la de la fraternidad universal. Será de algún modo la realización del sueño utópico que la Revolución Francesa condensó en la célebre trilogía libertad, igualdad, fraternidad.

Dentro de esta perspectiva, dicha trilogía —llevada a extremo lógico— representa en el orden intelectual el paroxismo ecumenista. La libertad absoluta supone que se puede profesar cualquier creencia, por más arbitraria y caprichosa que sea, desvinculándola de los criterios de verdad, del sentido común, de la objetividad, etc.; la igualdad completa significa que ninguna creencia puede prevalecer sobre otra, pues no habiendo verdad absoluta, todas se equivalen; y la fraternidad seria la convivencia lúdica entre los hombres que vivirán la libertad y la igualdad completas.

Claro está que estas ideas, aquí presentadas en sus consecuencias extremas, no son enunciadas de este modo por ningún ecumenista, ya actúe en el campo religioso, ya en el político. No le conviene hacerlo, pues pondría en evidencia la radicalidad de la ideología relativista que preside este movimiento de convergencia de todos los sistemas. Con todo, esta concepción aparece más o menos matizada en todos los cuadrantes del pensamiento contemporáneo. Sus consecuencias extremas son el punto de encuentro de los ecumenistas más radicales y tienden a ser en el futuro el de todos los que se dejaren devorar por la nueva ideología relativista.

 

5- Catolicismo y marxismo en la dialéctica ecuménica

Dentro de las diversas corrientes que se enfrentan en nuestro siglo, la oposición más antagónica es la que existe entre católicos y marxistas. La mentalidad ecuménica va haciendo cesar ese enfrentamiento. El ecumenismo de sectores eclesiásticos frente al marxismo abarca desde omisiones y ciertas formas de colaboración, hasta el sincretismo ideológico de los teólogos de la liberación*.

 

* Esta tendencia a establecer puntos ideológicos de convergencia entre los principios de la doctrina social católica y el régimen marxista, ya fue denunciada con clarividencia y precisión por 213 obispos durante el Concilio Vaticano II en una petición formal a la magna asamblea solicitando que:

“1- Se exponga con grande claridad la doctrina social católica, y se denuncien los errores del marxismo, del socialismo y del comunismo, bajo el aspecto filosófico, sociológico y económico;

“2- Sean combatidos aquellos errores y aquella mentalidad que preparan el espíritu de los católicos para la aceptación del socialismo y del comunismo, que los tornan propensos a los mismos” (“Cruzada”, Buenos Aires, n° 48, abril de 1964). Sobre la posición del Concilio ante dicha petición se tratará en los capítulos 4 (ítem VI, 2) y 16 (ítem IV, 1).

 

Por su parte, los marxistas se presentan en un proceso de alejamiento de su antigua posición dogmática*, y de apertura hacia los cambios postconciliares en la Iglesia Católica**. Sobre este tema trataremos en la parte IV de este libro.

 

* Este proceso será considerado especialmente en el capítulo 6: La neorrevolución del PSOE, ¿una salida para el atolladero en que se encuentra la revolución marxista mundial?

 

** Confirmando la denuncia de los doscientos trece padres conciliares sobre las ventajas que una convergencia ecuménica católico-marxista ofrece a los socialistas, una declaración oficial del PSOE expresaba, ya en 1967, su satisfacción por la demolición de las barreras antisocialistas en los ambientes católicos. Atribuye el hecho a un cambio de actitudes verificado en los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI, así como al clima creado por el Concilio Vaticano II: “[El PSOE] reconoce la enorme distancia del tono y propósito que media entre el texto de la Encíclica Nostis et Nobiscum, dada al mundo por Pío IX (...) y el realista texto, tan pleno de esperanza, de la Populorum Progressio (...). La Iglesia tomó conciencia de las cuestiones sociales con retraso y con prejuicios. Comienza condenando al socialismo en la Nostis et Nobiscum, en la Quanta Cura y en el Syllabus, con Pío IX (...). León XIII continúa el combate (...). Juan XXIII en la Mater et Magistra habla de socialización con el cordial respeto característico de este Pontífice. (...) ¡Qué diferencia entre el tono imprecatorio del Syllabus y el sereno y realista clima de aggiornamento de la Pacem in Terris! No es hora de reavivar las recriminaciones, sino de comprensión. (...) Con este espíritu inició sus labores el Concilio Vaticano II, y su fruto ha sido la coyuntura de una Iglesia renovada.” Continúa el PSOE: “Entre la Nostis et Nobiscum de Pío IX (...) y la afirmación conciliar a través de la Gaudium et Spes (...) existe la enorme distancia espiritual que pueda caber entre una injusta y colérica condena y una mutua actitud de sonrisa y manos abiertas.”

Finalmente el Partido Socialista, mirando hacia el futuro, se declara satisfecho con las perspectivas que dejaba entrever el ecumenismo católico-socialista: “[El PSOE] tiene la convicción de que la España que suceda a la dictadura del general Franco (...) consolidará su propósito de renovación progresista con un efectivo acercamiento de católicos y socialistas colaboradores en la creación de un futuro común. Futuro que irán construyendo día a día, por la decisión socialista, que es también ecuménica, y por la presencia en el mundo español de una Iglesia que (...) se desconstantiniza” (apud M. AZCARATE, Los marxistas españoles y la religión, pp. 157-160, 167).

 

6- El supercapitalismo ingresa en la era ecuménica

También la antinomia capitalismo-comunismo viene siendo alterada por el ecumenismo.

Baste recordar la política de distensión inaugurada por el presidente Nixon en 1972 con sus viajes a China y a Rusia, y continuada por sus sucesores, pese a las evidentes ventajas brindadas al mundo comunista en el terreno diplomático, político, económico e incluso militar.

En el mismo sentido se inscriben las inversiones faraónicas que grandes multinacionales e instituciones financieras de Occidente efectúan en los países comunistas y cuyo resultado principal ha sido prolongar la vida de esos regímenes antinaturales*. No obstante, la propaganda ecumenista insiste en decir que esa inyección de capitales terminará por ablandar al comunismo, y permitirá llegar a alguna fórmula de convergencia entre el capitalismo de Estado y el capitalismo privado.

 

* Veamos, por ejemplo, lo que dicen siete senadores y diecisiete diputados federales de los Estados Unidos en una reciente carta abierta dirigida a los presidentes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, con fecha de 24 de septiembre de 1987.

“Estimados Sres. Candessus y Conable:

“Queremos llamar su atención sobre un tema digno de figurar en el orden del día del próximo encuentro anual entre el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que va a celebrarse próximamente en Washington D.C. Se trata de los préstamos multimillonarios no vinculados hechos por los bancos comerciales de Occidente a los bancos estatales de la Unión Soviética y de la Europa del Este. Como Vds. saben, este tipo de préstamos no están relacionados a transacciones mercantiles, proyectos o trabajos específicos. Son sólo préstamos de dinero que pueden ser usados al mero criterio del país receptor. (...)

“Un reciente informe preparado por el Instituto de Finanzas Internacionales, con sede en Washington, del que son miembros aproximadamente ciento setenta de los principales bancos comerciales del mundo, recomienda la progresiva desaparición de los préstamos no vinculados para países soberanos, a favor del retorno de los préstamos tradicionales ligados a objetivos específicos. Resulta irónico que esta recomendación, con la que estamos de acuerdo, venga siendo en general adoptada por los bancos occidentales con la desafortunada excepción de los préstamos a países del bloque oriental.

“Varios acontecimientos del año pasado agravan nuestra preocupación. Primero, la deuda externa bruta total de los países del bloque oriental llegó a casi ciento doce mil millones de dólares a finales de 1986 (...). Segundo, del total estimado de doce mil millones de dólares que fueron prestados a bancos de Europa oriental por bancos y gobiernos occidentales durante 1986, cerca de dos tercios de esa cantidad, o tal vez más, fueron créditos de caja no vinculados. Tercero, Rusia ha experimentado un incremento estimado del 45 por 100 en la tasa de servicio de su deuda en tan sólo dos años (de 1984 a 1986). Cuarto, Rusia y Checoslovaquia habitualmente obtienen un spread de tan sólo 1/8 de 1 por 100 en sus préstamos a medio plazo —seis o siete veces más barato que los spreads ofrecidos a las mayores naciones deudoras de América Latina—. Quinto, en gran parte por causa de la disminución de la entrada de moneda fuerte, los préstamos de los bancos occidentales están siendo, en alguna medida, desviados por Moscú hacia objetivos perjudiciales a los intereses vitales para la seguridad de Occidente. (...)

“Este tema no es nuevo. El 2 de junio de 1987, dieciocho preeminentes diputados federales y senadores enviaron una carta al presidente Reagan instándole a levantar este tema en la cumbre económica de Venecia.”

Firman la carta los diputados federales Jack Kemp, Toby Roth, William Broomfield, Byron Dorgan, Beau Boulter, George Wortley, Jim Courter, Tom DeLay, Harry Hyde, John Porter, Tom Lantos, Don Sundquist, Douglas Applegate, Cass Ballenger, Robert Lagomarsino, Dick Cheney y Jon Kyl; y los senadores William Proxmire, Orrin Hatch, Jack Garn, John Heinz, Robert Kasten Jr., Steve Symms y Dennis DeConcini.

 

La oposición entre católicos y marxistas también sufrió una profunda transformación

Ya en 1967 una declaración oficial del PSOE expresaba su satisfacción por el “acercamiento de católicos y socialistas colaboradores en la creación de un futuro común. Futuro que irán construyendo día a día, por la decisión socialista que es también ecuménica, y por la presencia en el mundo español de una Iglesia que.... se desconstantiniza”.

Los protagonistas de diálogo institucional entre La Iglesia y el Gobierno socialista. A la izquierda, Alfonso Guerra y los ministros Ledesma y Maravall; a la derecha, monseñor Delicado, monseñor Yanes y monseñor Sebastián. A lo largo de 1983 se entrevistaron cuatro veces en el despacho del vicepresidente del Gobierno.

III — Cómo penetra el ecumenismo en el hombre de la calle

 

Ahora bien, el fenómeno del ecumenismo, en su vertiente meramente doctrinal, afecta primordialmente a las clases dirigentes.¿Hasta qué punto echa raíces en el hombre de la calle? La nueva mentalidad no ha llegado al común de los españoles y de las españolas a través de complicadas lecciones sobre la dialéctica de Hegel. Sin embargo, se ha difundido con una intensidad y en una extensión mucho mayores de lo que se podría pensar, alimentada por factores a los cuales nos referiremos a continuación.

 

1- La repercusión, en el público, del ecumenismo de los sectores dirigentes

Las actitudes ecuménicas de tantos dirigentes religiosos, políticos y sociales van creando en la opinión pública la impresión de que las posturas ideológicas definidas son cosas del pasado. En el capítulo 5, España en el quirófano, desarrollaremos con más detalle este aspecto importantísimo de la realidad nacional.

 

2- El relativismo práctico de quien sólo se interesa por sus propias ventajas

Cada vez es mayor el número de españoles que, absorbidos por las crecientes preocupaciones de la vida cotidiana o atraídos por el deseo desenfrenado de gozar la vida, manifiestan pereza y desinterés en relación a los grandes ideales, a los panoramas universales, a los problemas morales o ideológicos. Son conducidos de ese modo a una forma de relativismo práctico en cuyo extremo está el llamado pasotismo.

En consecuencia, amplios sectores de la sociedad casi han perdido el interés por la vida pública. Si éste se dice socialista y el otro liberal, si aquél se manifiesta conservador y el otro progresista, si uno está a favor de la reforma agraria y aquél en contra, todo esto representa tan poco para dichos sectores y les despierta un interés tan pequeño, que se inclinan por una posición u otra conforme las impresiones o conveniencias del momento. Frente a los problemas que afecten, por ejemplo, la institución de la familia, el sistema educativo, el régimen económico, la estructura política del Estado, en fin, el futuro de la Iglesia o del país, preferirán no tomar posición.

Aquí surge una pregunta: ¿Puede una propaganda hábilmente concebida fomentar en grandes sectores del público inercias perezosas o fobias por estos problemas generales de la vida pública? ¿Puede fomentar tendencias a encarar la vida sólo desde el punto de vista particular y del goce individual? Parece evidente que sí. A lo largo de estas páginas encontraremos la respuesta a esta pregunta.

De cualquier modo, al hombre común que va resbalando suavemente hacia esa especie de apostasía implícita, sin romper formalmente con la religión católica pero abandonándola en la práctica, la doctrina ecuménica y sus perspectivas de un mundo nuevo le sirven de justificación racional para acallar su conciencia.

 

3- Volver al pueblo español contra su propia identidad histórica: la intolerancia ecuménica

El ecumenismo va insinuándose en los espíritus y dando origen a una nueva mentalidad. Tal mentalidad los va haciendo entrar en choque con las tradiciones religiosas y socioculturales más característicamente españolas y más definidamente católicas; y también con lo que hoy queda en España capaz de afirmar que existe una verdad absoluta y que por ella debe regirse la vida individual y social de los hombres.

“Sea pues vuestro lenguaje: si, si; no, no”

El ecumenismo relativista va insinuándose en los espíritus dando origen a una nueva mentalidad. Esa mentalidad va alejando a nuestro pueblo de las tradiciones religiosas y socioculturales más característicamente españolas y definidamente católicas, y le va haciendo entrar en choque con quienes afirman que existe una verdad absoluta por la que debe regirse la vida individual y social de los hombres. Es decir, se está preparando el terreno para una persecución ecuménica contra aquellos españoles que profesen públicamente la fe católica y sigan la doctrina tradicional e inmutable de la Iglesia y que hagan suyo el precepto de Nuestro Señor Jesucristo: “Sea pues vuestro lenguaje: sí, sí; no, no” (Mt. 5, 37).

Expulsión de los mercaderes del Templo. (Detalle) Fresco de Giotto.

El ecumenismo deja ver en esto un espíritu de discriminación que llega a los extremos del exclusivismo y hasta de la intolerancia. En efecto, pretende conducir al español contra la España no relativista, identificada con los héroes y con las glorias de nuestra Historia; la España caballeresca y católica que no teme combatir el mal y el error. En nombre de la propia unidad fraterna y del consenso se está volviendo al español contra el español. Sí, porque es nuestra misma identidad histórica la que el ecumenismo está enjuiciando, precisamente porque en ella brilló, en sus mejores aspectos, el principio de contradicción en defensa de la Fe y de la civilización cristiana.

No negamos, por supuesto, que en las manifestaciones del principio de contradicción hubo abusos o excesos. Pero abusus non tollit usum. Por otra parte, abuso mucho mayor es manipular la mentalidad de un pueblo para crear una fermentación demagógica y tendenciosa que aniquila lo más genuino de su espíritu y lo lleva a tener una injustificable vergüenza de las glorias de su pasado.

Esta intolerancia contra los héroes y las glorias hispánicas —a la que nos referiremos en el próximo capítulo— tarde o temprano intentará la persecución ecuménica contra aquellos españoles que hoy estén dispuestos a sostener públicamente la doctrina tradicional e inmutable de la Iglesia y a hacer suyo el precepto de Nuestro Señor Jesucristo: “Sea pues vuestro lenguaje: sí, sí; no, no. Lo que esto sobrepasa, es del Malo” (Mt. 5, 37)*.

 

*La intolerancia ecumenista se ha manifestado en más de una ocasión a través de campañas intimidatorias que tuvieron lugar en España tras la transición política. Así, el cardenal primado don Marcelo González Martín y ocho obispos que se solidarizaron con él tuvieron que sufrir una impresionante campaña difamatoria tan sólo por haber dicho que los católicos podían votar no a la nueva Constitución en el referéndum de 1978. Sus palabras llegaron a ser maliciosamente deformadas para facilitar la ofensiva de la prensa. La Sociedad Cultural Covadonga denunció públicamente tal campaña: “Cuando alguien expresa su opinión dentro del debate, con razones de peso, con dignidad y con corrección, no es comprensible que estalle contra él una ofensiva, casi se diría general; que sus palabras sean deformadas y que se vea expuesto a la incomprensión y a la cólera generales. Pues es una manera de intimidar y silenciar a aquellos que quieren hablar en cierta dirección. El tan amplio estruendo publicitario desencadenado contra las declaraciones del Cardenal Primado de España, monseñor González Martín, y contra los ocho obispos que con él se solidarizaron, reunían todas las características indicadas” (“ABC”, 14-12-1978).

Monseñor Plá y Gandía, obispo de Sigüenza-Guadalajara, negó a un conocido agnóstico la autorización para ser padrino de un bautismo. Por causa de esa decisión canónica se desató contra él una injusta campaña de difamación (Cfr. “ABC”, “El Correo Español-El Pueblo Vasco”, “Ya”, 14-3-1984; “El Correo Español-El Pueblo Vasco”, 15-3-1984; “Diario 16”, 16-3-1984; “El País”, 22-6-1984).

En virtud de su valiente posición contra el aborto, monseñor Guerra Campos, obispo de Cuenca, fue también víctima de ataques injustos por parte de sectores católicos tolerantes y progresistas (cfr., p. ej., Abel Hernández Los zaguanes del pasado in “Diario 16”, 25-7-1985).

TFP-Covadonga ha tenido que enfrentar también persecuciones ecuménicas. Por ejemplo, cuando publicó —iniciativa perfectamente legal en un régimen democrático— la lista de los senadores y diputados que votaron a favor y en contra del aborto. Los presidentes socialistas del Congreso y del Senado presentaron un requerimiento al Fiscal General del Estado para que estableciera si correspondía o no una sanción penal contra TFP-Covadonga. Iniciado en consecuencia el procedimiento judicial previo, éste acabó en el sobreseimiento de las diligencias, seguido —ante la desistencia del fiscal— del archivo definitivo de la denuncia (cfr. “Covadonga Informa”, Madrid, enero-febrero de 1984).

La tiranía del consenso tolera con dificultad las discrepancias. Viene al caso recordar la referencia de Víctor Hugo a “la intolerancia de los tolerantes y el furor de los moderados” (Les Travailleurs de la Mer, Gallimard, Paris, p. 182).

Las ofensivas publicitarias de la intolerancia ecumenista se destinan no sólo a hacer que el oponente tímido se calle, sino que haga el propósito de nunca más levantar la cabeza. Estas campañas vejatorias asumen muchas veces el aspecto de una verdadera paliza: son torrenciales y recurren a la difamación personal, en vez de mostrar el eventual error de su víctima. La presentan como oscurantista, nostálgica de todas las crueldades y barbaries —reales o imaginarias— practicadas a lo largo de la Historia de España.

La embestida polémica de los ecumenistas es lo contrario del diálogo que predican, porque busca desmoralizar y callar para siempre a sus oponentes.

Otras veces el relativismo ecumenista se servirá de la conspiración del silencio para quitar toda resonancia a la palabra de sus adversarios, creando la imposibilidad de que sus obras circulen y sean conocidas por el público, u obligándoles a pagar una publicidad que hará de sus obras una empresa muchas veces ruinosa.


NOTAS

 

[1] “Vida Nueva”, 5-4-1986, p.9.

[2] “La Vanguardia”, 8-3-1985.

[3] GARCIA ESCUDERO, A vueltas con las dos Españas, p. 154.

[4] “ABC”, 30-1-1985.