San Pablo Extramuros:
mosaicos del arco triunfal del siglo V. El sujeto
retrata el Apocalipsis de Juan, con el busto de Cristo
en el medio flanqueado por los 24 doctores de la
iglesia. San Pedro y San Pablo son retratados a la
derecha e izquierda del arco.
Hoy es la fiesta de San Pedro y San Pablo. Estamos
festejando el 19° centenario del martirio de los dos
apóstoles.
Respecto de los apóstoles San Pedro y San Pablo, Dom
Guéranger, en el Année Liturgique
[*], tiene las siguientes
palabras:
"Pedro y Pablo no cesan de oír en todo el
mundo la oración de sus devotos clientes. No
perdieron nada de su poder con el tiempo; y lo mismo
en el cielo que antes en la tierra, la magnitud de
los intereses generales de la Santa Madre Iglesia no
les absorbe de modo que desatiendan la petición del
más insignificante de los habitantes de esta
gloriosa ciudad de Dios, de la que fueron y siguen
siendo los príncipes.
"Y por ser uno de los triunfos del infierno en
nuestra época el haber dejado adormecer la fe, aun
de los justos, tenemos que insistir en que se sacuda
este sueño funesto, que nos llevarla nada menos que
a olvidar la parte más admirable de lo que quiso
hacer el Señor, al confiar a los hombres el cuidado
de continuar su obra y de representarle visiblemente
en la tierra.[...]
”San Ambrosio, Obispo de Milán, ensalza
también la acción apostólica, que es incesante,
eficaz y viva en la Iglesia, y expresa con
delicadeza y profundidad el oficio de Pedro y de
Pablo en la santificación de los elegidos. "La
Iglesia, dice, es una nave en la que tiene que
pescar Pedro; y en esta pesca tiene órdenes de usar
unas veces las redes y otras el anzuelo. ¡Grande
misterio! pues esta pesca es enteramente espiritual.
La red aprisiona, el anzuelo hiere; pero a la red va
el montón, al anzuelo el pez solitario
[1].
No temas, pez bueno, el anzuelo de Pedro; no mata,
sino que bendice; preciosa herida la suya, que en la
sangre permite encontrar la moneda de buena ley que
es necesaria para pagar el tributo del Apóstol y del
Maestro
[2].
”Por
tanto, no te creas tan poca cosa, porque tu cuerpo
sea débil: en tu boca tienes con qué pagar por
Cristo y por Pedro
[3].
”Pues hay un tesoro en nosotros, el Verbo de Dios;
la confesión de Jesús le pone en nuestros labios.
Por eso se dice a Simón: Anda mar adentro
[4],
es decir, al corazón del hombre; pues el corazón del
hombre, en sus consejos, es como las aguas profundas
[5].
Anda mar adentro, es decir, a Cristo; pues Cristo es
el depósito profundo de las aguas vivas
[6],
en el cual están los tesoros de la sabiduría y de la
ciencia
[7].
”Pedro sigue pescando continuamente; y todos
los días le dice el Señor: Entra mar adentro. Pero
me parece oír a Pedro: Señor, hemos trabajado toda
la noche y nada hemos cogido
[8].
Pedro sufre en nosotros, cuando nuestra devoción es
trabajosa.
”También Pablo en esos casos tiene su trabajo;
le habéis oído hoy que decía: ¿Quién está enfermo, y
que no enferme yo?
[9].
Obrad de modo que los Apóstoles no tengan que sufrir
por vosotros"
[10].
Las
palabras son muy hermosas y podríamos hacer un
comentario sobre cada una de ellas. Una es la primera
parte, esta interesante referencia de D. Guéranger de
que la Providencia permitió que la fe de los justos se
volviera somnolienta respecto al papel que San Pedro y
San Pablo desempeñan desde lo alto del cielo para el
bien de la Iglesia Católica y para la salvación de las
almas.
Es curioso, pero la devoción a los Apóstoles disminuyó
mucho, a excepción de la devoción a san Judas Tadeo, que
era exactamente un apóstol casi desconocido y a respecto
del cual había de parte de algunas personas una especie
de extrañeza instintiva: no sabían si no era Judas —no
el santo— también del Colegio Apostólico. Con esta
excepción, la devoción a los demás apóstoles disminuyó
mucho.
Y esta caída es todo lo que se puede imaginar de menos
razonable, porque está claro que la misión de estos
apóstoles no disminuye con el tiempo. Por el contrario,
debe entenderse que esta misión permanece íntegra hasta
el fin de los tiempos. Porque no fueron apóstoles de una
época, no fueron sólo personas que salvaban almas en
alguna ocasión, sino que son los que están luego después
de Nuestro Señor Jesucristo y que contienen en su
apostolado todas las épocas, porque hicieron una especie
de implantación de la Iglesia en los lugares donde más
tarde Ella floreció.
Entendiese, por lo tanto, que la devoción a ellos es más
que razonable. Y debemos ver en estas palabras de D.
Guéranger la oportunidad de recomendarnos a ellos, de
pedirles gracias, de modo que nos asistan y con este
cuidado se afervore nuestra devoción. Esta es la primera
consideración.
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La
pesca milagrosa
Miniatura
de un libro de coro - Alemania, c.1500 |
Hay otra consideración: una comparación entre la pesca
milagrosa y el papel de San Pedro y San Pablo. Me parece
interesante observar aquí la distinción entre apostolado
de red y apostolado de anzuelo, que solemos utilizar en
nuestro lenguaje. El apostolado de red son ciertas
campañas generales destinadas a atraer mucha gente.
El apostolado de anzuelo, o de pinza —el anzuelo no es
más que una pinza acuática— está hecho para atrapar a
este, a aquel o a ese otro. Y así tenemos dos
modalidades de apostolado expresadas aquí. [Dom
Gueranger] habla del apostolado de red y luego del
anzuelo, y cuando habla del anzuelo tiene palabras muy
hermosas. El anzuelo duele, lastima la boca de los
peces, pero con la sangre con que el pez se presenta,
viene el pago de la conversión.
Esto significa que a menudo hay conversiones duras,
conversiones a lo largo de las cuales la persona sufre,
sangra, pero estas conversiones hechas con sangre traen
consigo el precio de sí mismas. La sangre paga la deuda
de aquel que debe convertirse. Es un tipo de conversión
y es una conversión que se opera a través del dolor.
Pero hay otro tipo de conversión que se opera de una
manera más amplia, de una manera menos dolorosa, que es
por la red. Tomase a un mundo de personas, y la acción
de la misericordia es más palpable. Entonces se puede
ver un gran número de personas convertidas, y
convertidas con poco dolor.
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El
bautismo del Rey de los Francos, administrado
por San Remigio, constituyó hito decisivo para
la conversión al Cristianismo de los pueblos
bárbaros que invadieron el Imperio Romano (El
bautismo de Clovis, tapiz, Palácio de Tau, Reims) |
Ustedes tienen un maravilloso ejemplo de esto en la Edad
Media, donde se observó que por la conversión de reyes,
de ciertos reyes, naciones enteras se convirtieron. El
reino de los francos, por ejemplo, el reino de los
polacos y otros reinos, los reinos ánglicos, etc. Todo
el reino se convertía. Por supuesto que no se puede
imaginar que cada uno de esos hombres pasase por un
drama horrible hasta que se convirtiera. Pero era la red
que era arrojada y aportaba un mundo, una multitud de
peces a la Iglesia Católica.
Otra hermosa referencia es la que dice acerca de no
conseguir nada. San Pedro y San Pablo siempre tuvieron
enormes dificultades en su apostolado y luego tuvieron
resultados extraordinarios. No fueron apostolados
fáciles, no fue apostolado tipo happy end, cierto
tipo de falso apostolado como lo hacen ciertos
liturgicistas.
A esta gente le gustaba decir: fui a una fábrica y hablé
con fulano: "Amigos, buenos días", y todos contestaron
"buenos días". Y en poco tiempo toda la fábrica se
convirtió...
Lo que sucede es lo contrario. Es un apostolado difícil,
un apostolado pedregoso, en el que debemos pedir
continuamente a la Virgen que nos alcance la bendición
de Dios para nuestro apostolado. Sin esta ayuda
especial, este apostolado pedregoso no produce nada.
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La Virgen con el NIño y San Pedro con las
Llaves del Cielo
[Detalle de Virgen y Niño
en trono con Santos
- Carlo Crivelli, 1488 -Staatliche
Museen, Berlin]
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Hay una hermosa oración del cardenal Merry del Val en la
que pide tener siempre en cuenta que Dios estaba en el
origen de su apostolado, es decir, quien le había dado
las gracias, la idea,
los medios para empezar. Dios estaba en medio, porque
fue la acción de Dios, obtenida por las oraciones de la
Virgen, la que determinó la ayuda que hizo progresar el
apostolado, y Dios era el fin del apostolado, aquel a
quien el apostolado debe servir.
Deberíamos recordarlo. Si tuviéremos eso en mente, lo
haremos como San Pedro, que pidió la ayuda de Dios y la
red se agrietó de tan llena. Si no tuviéremos esto en
mente, nuestro apostolado corre el riesgo de ser
menguado, corre el riesgo de ser un apostolado ilusorio.
¿Por qué? Porque la gracia de Dios no vino. Así que la
referencia a la pesca milagrosa viene mucho a propósito
para tener esto en cuenta; tener, a lo largo de nuestro
apostolado, esa humildad, ese espíritu sobrenatural,
para entender que nosotros por si mismos no somos nada y
que en el orden sobrenatural no logramos nada; en el
propio orden natural necesitamos la ayuda de Dios.
Así que recomendémonos a la Virgen, que es la Mediadora
omnipotente, para que Ella nos lo alcance, porque
nuestras oraciones sin Ella no lo alcanzarían de ninguna
manera, pues no lo merecemos.
Por lo tanto, todo esto resulta en la gloria de Nuestra
Señora y en el deseo de que nos acerquemos cada vez más
a Ella, como nuestra madre muy amable, pero omnipotente
en cuanto suplicante. Aquella cuya oración puede
alcanzar todo y que nos puede alcanzar todo lo que
debemos desear.
NOTAS
De la virginidad,
XVIII.
Alusión al pez que fue a pescar
Pedro por orden del Señor un día que se le exigía el
tributo a su Maestro, y en cuya boca se halló con
qué pagar el impuesto por Jesús y por Pedro.
[3]
Hexameron, V.
Luc., V, 4.
Prov., XVIII, 4.
Joan., IV, XI.
Rom.,
XI, 33.
II Cor.,
XI, 29.
De la
Virginidad,
XVIII, XIX. Esta parte del
libro de la Virginidad está compuesta de un discurso
que se pronunció el día de la solemnidad de los
Santos Apóstoles. En la Liturgia Ambrosiana, se lee
hoy todavía, como Epístola de la fiesta, el pasaje
de la segunda carta a los Corintios donde se
encuentra el texto citado por San
Ambrosio.
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