Plinio Corrêa de Oliveira

D. Antonio de Castro Mayer

D. Geraldo de Proença Sigaud

Luis Mendonça de Freitas

 

Socialismo y

Propiedad Rural

 Bookmark and Share


Sección II

OPINIONES SOCIALIZANTES QUE PREPARAN EL AMBIENTE PARA LA “REFORMA AGRARIA SOCIALISTA” 

EXPOSICIÓN Y ANÁLISIS


CAPÍTULO IV

 ¿Debe la opinión católica pronunciarse sobre la “Reforma Agraria Socialista”?

 

El pronunciamiento de uno o varios Obispos nunca envuelve a toda la Iglesia; ni siquiera a todo el Episcopado de un país. Cada Obispo habla por sí, y depende sólo y directamente del Papa, Vicario de Jesucristo.

Así, pues, aunque dos de los autores de este estudio estén revestidos del carácter episcopal, ello no encierra otra responsabilidad que la de quienes lo escribieron.

Sin embargo, es comprensible, que algún lector se pregunte si, siendo religiosa la esfera de la Iglesia, es legítimo que Obispos o aun católicos legos tomen la doctrina católica como criterio para analizar la “Reforma Agraria Socialista”, que es, en sí misma, materia económica y social.

También es comprensible que eclesiásticos o fieles, leyendo este trabajo, se pregunten si, desde el punto de vista de la Iglesia, es oportuno en las actuales circunstancias.

Para atender a estas preguntas escribimos este Capítulo.

 

Proposición 31

IMPUGNADA

AFIRMADA

La “Reforma Agraria Socialista” es asunto económico y social. No se interfiere en el terreno de la Religión.

La Iglesia nada tiene que decir, pues, a este respecto.

La Iglesia Católica es la depositaria, la maestra y la defensora de la ley de Dios. Le pertenece, pues, enseñar cuáles son los actos humanos conformes con el Decálogo y cuáles no.

Hay un mandamiento que reza; “No robarás”. Compete a la Iglesia declarar si la “Reforma Agraria Socialista” es, o no, contraria a este mandamiento.

 

COMENTARIO

 Se admite comúnmente que nuestra civilización es cristiana. Y aun se considera que su más bello florón es precisamente su título de cristiana.

Ahora bien, ¿qué es una civilización cristiana sino aquella en que todas las esferas de la vida pública y privada, las costumbres, las instituciones, la cultura, el arte, la economía, la política y las leyes reciben el influjo del Evangelio? En estas condiciones, no es posible afirmar que la Iglesia no tiene influencia moral alguna para ejercer sobre la economía brasileña.

En los tiempos, ya remotos, en que imperaba el laicismo positivista en el Brasil, había tendencia a aislar la Religión de la vida. Hoy esa tendencia casi desapareció por completo.

*   *   *

Muchos suponen que la cuestión social tiene como única o causa la pobreza de los operarios. De tal suerte que si se consiguiese resolver estos problemas materiales, las relaciones entre las clases volverían rápidamente a la normalidad, sin ninguna intervención de la Iglesia.

Esta tesis, que no pocos propietarios profesan, tiene resabios de materialismo y, por la primacía que concede a lo económico, no puede dejar de ser vista con simpatía por socialistas y comunistas.

La doctrina católica le es diametralmente opuesta.

*   *   *

Considerada en sus últimas consecuencias, la proposición impugnada, niega a la Iglesia toda acción en la vida de los pueblos y de las civilizaciones.

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 Pio IX condenó la proposición impugnada

Pío IX

Proposición condenada: “La Iglesia nada debe mandar que obligue a las conciencias de los fieles en orden al uso de las cosas temporales [1].

 La cuestión social es principalmente moral y religiosa

León XIII

Algunos comulgan con la opinión, demasiado vulgarizada, de que la “cuestión social”, como vulgarmente se dice, es solamente “económica”; pero la verdad es que principalmente es moral y religiosa, y por este motivo, debe ser resuelta, sobre todo, en conformidad con las leyes de la moral y de la Religión [2].

 La cuestión social es, en su sentido más profundo, una cuestión religiosa

Pío XII

La cuestión social, queridos hijos, es sin duda también una cuestión económica, pero mucho más es una cuestión que se refiere a la regulación ordenada de la sociedad humana, y, en su sentido más profundo, una cuestión moral y, por consiguiente, religiosa [3].

A la “Reforma Agraria Socialista”, siendo, por varios títulos, uno de los aspectos de la cuestión social, se le puede aplicar adecuadamente esta doctrina.

 La “Reforma Agraria” en cuanto cuestión moral queda bajo la competencia de la Iglesia

San Pío X

San Pío X afirmó que la Religión es la “regla suprema y soberana señora cuando se trata de los derechos y deberes del hombre [4].

 Sin la Iglesia los problemas sociales no tienen solución

Pío XI

La Iglesia es “la única que, como en todos los demás campos, también en el terreno social puede traer verdadera luz [5].

León XIII

La cuestión social “es de tal naturaleza que, si no se apela a la Religión, y a la Iglesia, es imposible encontrarle una solución eficaz [6].

 La solución de los problemas materiales del operario no basta para resolver la cuestión social

León XIII

Admítase que sea concedido un doble salario a aquellos que ofrecen su trabajo; admítase que la duración de ese trabajo sea reducida; admítase también que sea favorable el precio de los alimentos; sin embargo, si el operario escucha esas doctrinas que oye frecuentemente, si sigue esos ejemplos que lo convidan a libertarse de todo respeto a la voluntad Divina y adopta costumbres depravadas, sucederá necesariamente, que se agotan sus bienes y el fruto de sus trabajos. La dura experiencia muestra cuán angustiosa y miserable es la vida de la mayor parte de los operarios que, a pesar de recibir un salario bastante elevado, a cambio de pocas horas de trabajo, se entregan a la corrupción de costumbres, desligándose por completo de la disciplina de la Religión [7].

León XIII

En todas partes se apela a los valores espirituales y morales; y con toda razón, porque el mal que hoy se combate es, ante todo, considerado en su primera fuente, mal de naturaleza espiritual, y de esa fuente como por lógica diabólica, todas las monstruosidades del comunismo.

“Ahora bien, entre los valores morales y religiosos tiene indiscutible preeminencia la Iglesia Católica. Luego el mismo bien de la humanidad exige que no se pongan trabas a su acción.

“Si se procede de otra forma, y, al mismo tiempo, se pretende alcanzar esa finalidad con medios puramente económicos y políticos, se cae en las redes de un error peligroso. Y, cuando se excluye la Religión de la escuela, de la educación, de la vida pública, y se ponen en ridículo los representantes del Cristianismo y sus ritos sagrados, ¿acaso no se fomenta el materialismo, donde tiene sus raíces el comunismo? Ni la fuerza mejor organizada, ni los ideales de la tierra, aunque sean los mayores y más nobles, pueden dominar un movimiento que tiene por base, precisamente, desmedida estima de los bienes terrenos [8].

 La insustituible eficacia de la Iglesia en la lucha contra el socialismo

León XIII

...para alejar esta peste del socialismo, la Iglesia posee una fuerza como nunca tuvieron ni las leyes humanas, ni las represiones de los magistrados, ni las armas de los soldados [9].

Pío XI

Pío XI afirmó que es “la fe cristiana que asegura las bases del derecho y de la justicia social”, y que es “el espíritu de fraternidad y caridad inculcado por el Evangelio, el único que puede garantizar una sincera colaboración entre las clases [10].

Pío XI

Ni los errores de los socialistas ni de los comunistas estarían aún vigentes si los que gobiernan a los pueblos no hubiesen despreciado los maternales preceptos y advertencias de la Iglesia [11].

 La Iglesia debe promover la civilización cristiana

San Pío X

San Pío X afirmó que la Iglesia debe “restaurar en Cristo no sólo cuanto propiamente pertenece a la divina misión de la Iglesia, que es guiar las almas a Dios, sino también todo cuanto se deriva espontáneamente de aquella divina misión, en la forma que hemos explicado, esto es, la civilización cristiana, con el conjunto de todos y cada uno de los elementos que la constituyen [12].

 La Iglesia, Maestra y fundamento de la vida de las naciones y de los pueblos

León XIII

Obra inmortal de Dios misericordioso es su Iglesia; la cual, aunque por sí y por su propia naturaleza atiende a la salvación de las almas y a que alcancen la felicidad en los cielos, aun dentro del dominio de las cosas caducas y terrenales procura tantos y tan señalados bienes, que ni más en número ni mejores en calidad resultarían si el primer y principal objeto de su institución fuese asegurar la prosperidad de la presente vida.

“A la verdad, donde quiera que puso la Iglesia el pie, hizo al punto cambiar el estado de las cosas e informó las costumbres populares con virtudes antes desconocidas y con una nueva civilización; y así los pueblos que la recibieron sobresalieron entre los demás por la mansedumbre, por la equidad y por la gloria de su historia [13].

León XIII

La Religión Cristiana supo velar y promover, tan perfectamente, todo cuanto es útil a los hombres que viven en sociedad, que parece, en frase de San Agustín, no haber podido hacer más para tornar la vida agradable y feliz, aunque no hubiese tenido otra finalidad que el de proporcionar y aumentar las ventajas y los bienes de esta vida mortal [14].

 

Proposición 32

IMPUGNADA

AFIRMADA

La Iglesia debe apoyar la “Reforma Agraria Socialista”, bajo pena de exponerse a los mayores riesgos. En efecto, si las  clases dirigentes no toman la iniciativa pacífica de esas transformaciones, las clases oprimidas las llevarán a cabo por la revolución. Lo que será mil veces peor.

Por otra parte, si la Iglesia no levanta esa bandera, parecerá solidarizarse con los abusos del régimen agrario actual y atraerá sobre sí el furor de las masas. Con eso habrá apostasías, persecuciones y calamidades sin cuento.

La Iglesia, en lugar de enfrentar las situaciones, debe adaptarse a ellas para influenciarlas.

La Iglesia no puede callar ante la injusticia y menos todavía hacerse solidaria con ella, cualesquiera que sean las consecuencias que de ahí se sigan.

Ella puede y debe reaccionar contra los abusos de la estructura agraria actual, pero sin condenar sus líneas maestras, que son buenas.

A las clases dirigentes compete orientar el País y no ceder frente a los demagogos.

Los trabajadores rurales brasileños no son, por otra parte, chacales sedientos de sangre de los cuales deba recelarse todo.

 

COMENTARIO

 Algunas consideraciones de menor relieve sobre la proposición impugnada.

La Iglesia no es “clase dirigente”, porque ella no es clase. Por su naturaleza y su misión, abarca en sí a todas las clases. El Clero, sí, puede ser llamado clase. Pero su posición, es en cuanto tal, muy peculiar. Pues si el Clero, como las otras clases, forma un medio bien definido, y por la dignidad de su ministerio se sitúa en las esferas dirigentes, debe, entretanto, convivir íntimamente con todas las clases. Es natural que se siente a la mesa del grande como del pequeño, ocupando siempre el mismo lugar: el de ministro y representante de Jesucristo.

Esto le facilita la sublime misión de predicar y promover la paz entre las diversas clases sociales. Aquella paz que San Agustín definió muy bien, no como una tranquilidad cualquiera, sino como la tranquilidad del orden [15].

*   *   *

Esta misión, debe ser desempeñada por el Clero, no para evitar el “furor de las masas”, sino para seguir a Jesucristo, Príncipe de la Paz. Y esto aunque en cumplimiento de ella sea necesario enfrentar la saña feroz de la demagogia.

En tal caso, habrá quizás “apostasías, persecuciones y calamidades”. Esta perspectiva no amedrenta al buen Sacerdote, pues sabe que la Iglesia nació en medio de ellas y como un árbol inmenso y frondoso cubrió toda la tierra.

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 Un error condenado por San Pío X: la Iglesia debe adaptarse a la vida civil para influenciarla

San Pío X

Proposición modernista: “Debe cambiarse la actitud de la autoridad eclesiástica en las cuestiones políticas y sociales, de tal manera que no se entremeta en las disposiciones civiles, sino que procure amoldarse a ellas para penetrarlas de su espíritu [16].

 

Proposición 33

IMPUGNADA

AFIRMADA

El papel de la Iglesia es estar en pro de los pobres contra los capitalistas. Por tanto, debe apoyar la campaña actual por la “Reforma Agraria Socialista”.

La Iglesia no va contra los capitalistas, ni contra el capitalismo en sí. Tan solamente se manifiesta contra los abusos de éste y contra los malos capitalistas.

Ya se demostró que la “Reforma Agraria Socialista”, además de injusta, es nociva para todo el País, para los pobres como para los ricos. El amor a los pobres no lleva, por tanto, a abrazar tal “Reforma”.

 

COMENTARIO

 La palabra “pobreza” pide una aclaración. Es necesario distinguir entre los que son absolutamente pobres, esto es, los que empleados o desempleados, viven en condición infra-humana, y los que, relativamente pobres, viven en condiciones suficientes y dignas, pero que constituyen la parte menos acomodada de la población.

La pobreza de los primeros constituye una situación de la que la Iglesia se conduele maternalmente y hace lo posible por eliminar, o, por lo menos, mitigar. Se puede decir que el éxito en esta tarea es una gloria específicamente suya, pues no puede ser alcanzado sin el concurso inapreciable de la caridad cristiana. A los pobres de este género ama la Iglesia como un tesoro que le fue particularmente confiado por Jesucristo. Los ama como una madre afectuosa ama al hijo doliente, junto al cual representa, a título especial, la Providencia de Dios.

La Iglesia, pues, está a favor de los pobres. Esto significa para ella un punto de honor.

Pero una cosa es estar pura y simplemente a favor de los pobres y otra es estar a favor de ellos contra los ricos, los poderosos o los nobles. Si se trata de esto, es necesario distinguir: contra los malos ricos que oprimen a los pobres, contra los gobiernos que los acosan con impuestos y confiscan toda propiedad particular en favor del Estado, esto sí. Para éstos valen las palabras de Jesucristo: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja que un rico entrar en el Reino de los Cielos [17], Y las del libro de la Sabiduría: “Los poderosos serán poderosamente atormentados [18]. Pero contraria a los nobles, a los buenos ricos o potentados, que cumplen rectamente con su alta misión, no. Antes bien, ella los apoya maternalmente y los cerca de prestigio y de la consideración que merecen.

Una comparación aclarará el asunto. Así como la Iglesia está al lado de los pobres, está también al lado de los huérfanos y de las viudas, de los ancianos y de los enfermos. Pero ¿quiere esto decir que sea contraria a quien no sea viuda o huérfano, a quien sea joven o a quien goce de buena salud? Es evidente que no. Solamente se mostrará contraria a quienes persigan a huérfanos o viudas o pretendan oprimir a ancianos o enfermos.

Del mismo modo, la Iglesia no es contraria de quienes no son pobres, sino de quienes persigan a los pobres o les nieguen lo que les pertenece por derecho.

En resumen, como ya dijimos [19], la Iglesia es favorable a una sociedad constituida por diversas clases armoniosamente jerarquizadas y ligadas, unas a otras, por el amor de Jesucristo.

Su desvelo maternal, se extiende también a los relativamente pobres, pero a título de algún modo diverso. Ama a éstos como hijos, en especial como hijos menores, que, sin embargo, precisan menos de su apoyo que los otros, más pobres.

*   *   *

Pero, así como es justo que la madre ame a sus hijos más pequeños y a los enfermos, como tales, justo es también que ame a los hijos más robustos y que han triunfado en la vida, alegrándose por ello y dándole gracias a Dios por el éxito de éstos. En consecuencia, la Iglesia se alegra maternalmente con la prosperidad de sus hijos de la clase media y alta, invitándoles a corresponder a este amor con una actitud justa y generosa para con los necesitados.

 

TEXTOS DE LA SAGRADA ESCRITURA

 Acerca del deber que incumbe a la Iglesia, de hablar contra el abuso del poder o de la fortuna, cabe citar aquí algunos textos de la Sagrada Escritura:

 El Evangelio contra los malos ricos

San Lucas

Ay de vosotros, los que sois ricos, porque ya tenéis vuestra consolación. Ay de vosotros, los que estáis hartos, porque padeceréis hambre [20].

 Contra los apegados a los bienes terrenos

Santiago

Ea, pues, ¡oh ricos!, llorad, levantad el grito a la vista de las desdichas que han de sobreveniros. Podridas están vuestras riquezas, y vuestros vestidos han sido roídos por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata han sido comidos del orín, y el orín será testigo contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Atesorasteis ira contra vosotros para los últimos días [21].

 El libro de la Sabiduría condena a los que abusan del poder

Libro de la Sabiduría

Dad oídos (a mis palabras) vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos, y os gloriáis del vasallaje de muchas naciones. Porque la potestad os la ha dado el Señor; del Altísimo tenéis esta fuerza: el cual examinará vuestras obras, y escudriñará (hasta) los pensamientos... Pues aquellos que ejercen potestad sobre otros, serán juzgados con extremo rigor. Porque con los pequeños se usará de compasión; pero los poderosos serán poderosamente atormentados. Porque no exceptuará Dios persona alguna, ni respetará la grandeza de nadie; pues al pequeño y al grande Él mismo los hizo, y de todos cuida igualmente. Si bien, a los más fuertes amenaza mayor suplicio [22].

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 La Iglesia no quiere la lucha sino la concordia entre las clases

Pío XI

Nuestro Predecesor, de feliz memoria, en su Encíclica se refería principalmente a aquel sistema económico en que, ordinariamente, unos contribuyen con el capital y otros con el trabajo para el común ejercicio de la economía, como él mismo la definió en una frase lapidaria: “Nada vale el capital sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital” (Encíclica Rerum Novarum).

“Fue esta especie de economía que León XIII procuró regular con el mayor empeño, según las normas de la justicia; de donde se sigue que de por sí no es condenable. Y realmente, por su naturaleza, no es viciosa: solamente viola el orden debido, cuando el capital esclaviza a los operarios o a la clase proletaria para que los negocios y todo el régimen económico estén en sus manos y reviertan en utilidad propia, sin importarse con la dignidad humana de los operarios, con la función social de la economía y con la propia justicia social y el bien común [23].

 La Iglesia censura a los que encienden la lucha de pobres contra ricos

Benedicto XV

Trabajarían pésimamente por el bien del operario —convénzanse de esto— los que, pretextando mejorar las condiciones de existencia, no le diesen la mano sino para la conquista de los bienes frágiles y perecederos de esta vida, descuidasen ilustrarlo sobre sus deberes a la luz de los principios de la doctrina cristiana, y llegasen al punto de excitar siempre más su ánimo contra los ricos, entregándose a esas declaraciones amargas y violentas por medio de las cuales nuestros adversarios suelen impulsar a las masas para la subversión de la sociedad.

“Para alejar peligro tan grave será necesaria, Venerable Hermano, vuestra vigilancia. Prodigando consejos —como ya lo habéis hecho— a los que intentan directamente mejorar la condición de los operarios, les pediréis que eviten las destemplanzas del lenguaje que caracteriza a los socialistas Y penetren profundamente de espíritu cristiano toda su acción, ya tienda a realizar, ya a difundir la defensa de esta causa. Si falta este espíritu cristiano, sin hablar del mal incalculable que esta acción acarrearía, ciertamente no resultaría beneficio ninguno de ella. Séanos lícito esperar que todos sean dóciles a vuestras instrucciones; si alguno se muestra obstinado, removedlo sin dudar del cargo que le estuviere confiado [24].

 La Iglesia no es contraria al capitalismo en sí

Pío XII

Todo espíritu recto debe reconocer que el régimen económico del capitalismo industrial contribuyó a hacer posible, y hasta estimular el progreso del rendimiento agrícola; y que permitió, en muchas regiones del mundo, elevar a un nivel superior la vida física y espiritual de la población del campo. No es, pues, este régimen en sí mismo a quien se debe acusar, sino el peligro que amenazaría, en caso de que su influencia llegase a alterar el carácter específico de la vida rural, asimilándola a la vida de los centros urbanos e industriales, haciendo del “campo” tal como es entendido aquí, una simple extensión o anexo de la “ciudad”.

“Esta práctica y la teoría que la apoya, es falsa y nociva [25].

 La Iglesia no es contraria a los ricos: es lícito enriquecerse

Pío XI

Ni está vedado a los que se emplean en la producción aumentar justa y debidamente su fortuna; antes, la Iglesia enseña que es justo que quien sirve a la sociedad y le aumenta los bienes, se enriquezca también de estos mismos bienes conforme a su condición, en tanto que lo haga con el respeto debido a la ley de Dios y salvos los derechos del prójimo, y que los bienes se empleen según los principios de la fe y de la recta razón [26].

 La Iglesia no es contraria a los poderosos, sino contra los que abusan del poder

León XIII

Si los jefes de Estado se dejasen arrastrar a una dominación injusta, si pecaran por abuso del poder o por orgullo, si no proveyesen al bien del pueblo, sepan que un día tendrán que dar cuentas a Dios, y esas cuentas serán tanto más severas cuanto más santa fuere la función que ejercen y más elevado el grado de dignidad de que estuvieren investidos [27].

 

Proposición 34

IMPUGNADA

AFIRMADA

Aunque haya alguna injusticia en la “Reforma Agraria Socialista”, la Iglesia no es mediadora de los capitalistas y latifundistas.

Habría inconveniente para ella en serlo, pues, se tornaría odiosa a las clases menos favorecidas y perdería así muchas almas.

Si la Iglesia exige condiciones de existencia dignas y suficientes para los pobres, y afirma el derecho de los ricos, a ser ricos, no lo hace por cálculos oportunistas, ni por preferencias por una clase en particular.

Ella recuerda un principio enseñado por Jesucristo, a cuya observancia se deben conformar igualmente individuos, familias, grupos sociales y el propio Estado.

Si no debe luchar por una clase, debe hacerlo por cualquiera de los principios cuya salvaguarda le confió su Divino Fundador.

 

COMENTARIO

 La idea de que la Iglesia pueda entrar en lucha parece incompatible con la misión de paz que Jesucristo le confió. Sin embargo, no es así. El verdadero responsable de una guerra, dice Montesquieu, no es quien la declara, sino quien la hace necesaria [28].

Jesucristo es el Príncipe de la Paz. Pero si alguno toma la iniciativa de perturbar la paz, El lo repelerá, porque nadie invade un Reino sin que, inmediatamente, el Rey le declare la guerra.

Por esto que Jesucristo, sin dejar de ser el Príncipe de la Paz, declaró la guerra al error y al mal, diciendo: “No vine a traer la paz, sino la espada [29].

Ya dijimos [30] que San Agustín definió la verdadera paz: “tranquilidad del orden” [31]. La paz de la conciencia, por ejemplo, es la tranquilidad de una conciencia en orden. Nuestro Señor es el Príncipe de esta Paz.

Pero hay una tranquilidad resultante del desorden, de la cohabitación indolente y cínica del bien con el mal. Es una paz falsa, la paz de los pantanos. Y de ésta Jesucristo es enemigo invencible y glorioso, denominado León de Judá por la Escritura [32]. Exactamente lo mismo se debe decir de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo.

*   *   *

Además, si la Iglesia tiene por misión predicar la concordia entre las clases, le cabe enseñar a cada una sus deberes, y no silenciar los de una de ellas a fin de atraérsela para sí, desinteresándose de la otra.

Tal procedimiento desleal dejaría el campo abierto a la demagogia socialista, de la cual las fuerzas católicas pasarían a ser tributarias y no atraería hacia la Iglesia a los pequeños, que por esa maniobra intentaba conquistar.

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 Los deberes no son sólo para los grandes

San Pío X

…predicad osadamente los deberes a los grandes y a los pequeños [33].

 La Iglesia predica a los ricos y a los pobres sus respectivos deberes

León XIII

Obliga (la Iglesia) a los ricos con el grave precepto de que den lo superfluo a los pobres, y les amenaza con el juicio divino que les condenará a eterno suplicio, si no alivian las necesidades de los indigentes. En fin, eleva y consuela el espíritu de los pobres, ora proponiéndoles el ejemplo de Jesucristo, que “siendo rico, se hizo pobre por nosotros” (2 Cor. 8, 9), ora recordándoles las palabras con que les declaró bienaventurados, prometiéndoles la eterna felicidad.

“¿Quién no ve que aquí está el mejor medio de arreglar el antiguo conflicto surgido entre los pobres y los ricos? Porque, como lo demuestra la evidencia de las cosas y de los hechos, si este medio es desconocido o relegado, sucede forzosamente, que, o se verá reducida la mayor parte del género humano a la vil condición de esclavos, como en otro tiempo sucedió entre los paganos, o la sociedad humana se verá envuelta por continuas agitaciones, devorada por rapiñas y asesinatos, como deploramos haber acontecido en tiempos muy cercanos [34].

 La Iglesia debe y sólo ella puede promover la paz social

Pío XI

Sólo la Iglesia puede “...unir... entre sí a todas las clases sociales y al pueblo todo entero mediante los sentimientos de una profunda benevolencia [35].

 Se progresa luchando y no callando

León XIII

...tanto más se ha de vituperar la desidia de los cristianos cuanto que se pueden desvanecer las falsas acusaciones y refutar las opiniones erróneas, ordinariamente con poco trabajo; y, con alguno mayor, siempre. Finalmente, a todos es dado oponer y mostrar aquella fortaleza que es propia de los cristianos, y con la cual no raras veces se quebrantan los bríos de los adversarios y se desbaratan sus planes. Fuera de que el cristiano ha nacido para la lucha, y cuanto ésta es más encarnizada, tanto con el auxilio de Dios es más segura la victoria: “Confiad: Yo he vencido al mundo” (Jo. 16, 33)” [36].

 Contra el socialismo, resistencia fuerte

Pío XI

Parecen... ignorar o no tener en la debida cuenta los gravísimos y funestos peligros de éste (socialismo) los que no tratan de resistirle fuerte y enérgicamente, como pide la gravedad de circunstancias [37].

 No venceremos a nuestro adversario atraillándonos a él

Pío XII

Nos, pedimos una fe firme: una fe absoluta, sin reservas y sin reticencias, una fe que no vacile ante las últimas consecuencias de la verdad, que no retroceda ante sus más rigurosas aplicaciones. No os dejéis engañar, como tantas otras, después de mil experiencias desastrosas, por el sueño falaz de ganar para vosotros al adversario a fuerza de marchar a remolque de él y de modelaros según él [38].

 No es con silencios astutos con lo que se convence a los socialistas

Pío XI

 Quien quiera ser apóstol entre los socialistas, es preciso que profese franca y lealmente toda la verdad cristiana, y que de ningún modo cierre los ojos al error [39].

 No se conquista a los malos aliándose con ellos

Juan XXIII

Por desgracia no todos los trabajadores católicos están convencidos de esta fuerza divina que tienen de su parte, y con su tibieza y timidez no se aprestan a la salvación de tantos hermanos suyos. Por desgracia, se alimenta entre algunos un doloroso equívoco, como escribíamos a nuestros hijos de Venecia en agosto de 1956: “El peligro de que penetre en las mentes el especioso axioma de que para realizar la justicia social, para socorrer las miserias de toda clase y para imponer el respeto a las leyes tributarias es absolutamente necesario asociarse con los que niegan a Dios, con los opresores de las libertades humanas, e incluso doblegarse a su capricho. Lo que es falso en las premisas y es tristemente funesto en la aplicación” (Advertencia y Exhortación al Clero y al laicado venecianos)” [40]. 

 

Proposición 35

IMPUGNADA

AFIRMADA

No valía la pena hacer tanto ruido. La Iglesia siempre se conservó al margen de las luchas y de los tumultos y ha obtenido buenos resultados.

Ella comprende, en efecto, que en vez de irritar la opinión pública y combatirla, es mejor cerrar los ojos a sus errores y dirigirla mansamente.

Es falso que la Iglesia se haya conservado siempre al margen de luchas y tumultos. Procediendo así, traicionaría su misión de Iglesia militante.

Jesucristo no huyó de los tumultos y de la lucha, sino que los enfrentó hasta ser crucificado. Es el ejemplo que sigue la Iglesia.

Es falso que no se debe irritar nunca la opinión pública. Por el propio interés del pueblo a veces es necesario enfrentarla.

Por otra parte, también es falso imaginar que la opinión pública nacional está toda a favor de la “Reforma Agraria Socialista”.

 

COMENTARIO

 El ejemplo de Jesucristo no está de acuerdo con la proposición impugnada. Al contrario. Dijo al pueblo judío cuanto debía decirle, y notando que sus oyentes se irritaban, no se calló.

“Dirigir mansamente”... eufemismo que en este caso significa “vivir cómodamente, sin molestias”.

No. El Evangelio no es escuela de cobardes [41].

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 La Iglesia, en el cumplimiento de su misión, suscitará siempre odios

León XIII

Cuanto más la Iglesia emplea su celo por el bien moral y material de los pueblos, tanto mayor es el odio que le profesan esos hijos de las tinieblas que por todos los medios tientan ofuscarle su divina belleza y ponerle trabas a su obra vital y redentora. ¡De cuántos sofismas echan mano, de cuántas calumnias! [42].

 La combatividad, un deber de la Iglesia Militante

León XIII

…negarse a combatir por Jesucristo es combatir contra Él, y el mismo Señor dice que renegará en los cielos delante del Padre, de los que no Lo hayan confesado delante de los hombres en la tierra (Lc. 9, 26) [43].

 León XIII censura a los que no quieren combatir por Jesucristo

León XIII

 Porque algunos dicen que no conviene hacer frente al descubierto a la impiedad fuerte y pujante, no sea que la lucha exaspere los ánimos de los enemigos. Cuanto a quienes así hablan, no se sabe si están a favor de la Iglesia o en contra de ella; pues, aunque dicen que son católicos, querrían que la Iglesia dejara que se propagasen impunemente ciertas maneras de opinar, de que ella disiente. Llevan los tales a mal la ruina de la fe y la corrupción de las costumbres; pero nada hacen para poner remedio, antes con su excesiva indulgencia y disimulo perjudicial acrecientan no pocas veces el mal [44].

 Retroceder o callar ante el enemigo: cobardía

León XIII

Retroceder ante el enemigo, o callarse, cuando de todas partes se levanta tanto alarido contra la verdad, es propio del hombre cobarde o de quien vacila en el fundamento de sus creencias [45]. 

Retroceder o callarse ante los malos: estímulo para el mal

León XIII

León XIII

…la pusilanimidad de los buenos fomenta la audacia de los malos [46].

…los que se guían por la prudencia de la carne y fingen ignorar que todo cristiano debe ser un buen soldado de Cristo, los que esperan premios de vencedores con una vida muelle y sin combate, éstos no sólo no atajan el paso a los malos, sino que, por el contrario, les van allanando el camino [47].

Pío XI advierte contra la indolencia y la timidez de los buenos

Pío XI

…la indolencia y timidez de los buenos, que se abstienen de toda resistencia o resisten con desgana, provee, a los adversarios de la Iglesia, un nuevo ímpetu de pretensiones y de audacia [48].

 La combatividad por la causa de Cristo, tradición del Papado

León XIII

Nuestros Predecesores, deseando promover la felicidad de los pueblos, emprendieron luchas de todo género, soportaron penosas fatigas y nunca dudaron en exponerse a graves dificultades; con los ojos fijos en el cielo, no bajaron su frente ante las amenazas de los malos, ni cometieron la bajeza de dejarse desviar de su deber, por lisonjas o promesas [49].

 El buen católico no huye a la persecución

San Pío X

Sabe la Iglesia que contra ella no prevalecerán las puertas del infierno; pero tampoco ignora que habrá en el mundo opresiones, que sus apóstoles son enviados como corderos entre lobos, que sus seguidores serán siempre el blanco del odio y del desprecio, como de odio desprecio fue víctima su divino Fundador [50].

León XIII

¿Qué fue lo que dijo Él (Nuestro Señor) a sus discípulos, enviándolos a sembrar el tesoro de su doctrina por todos los pueblos? Nadie lo ignora: “Seréis perseguidos de ciudad en ciudad, seréis odiados y vilipendiados por mi nombre, seréis llevados a los tribunales y condenados al suplicio”. Y deseando animarlos a la prueba, Él mismo se presentó como ejemplo: “Si el mundo os odia, sabed que, primero que a vosotros, Me odió a Mí” (Jo. 15, 18)” [51].

 

Proposición 36

IMPUGNADA

AFIRMADA

La historia enseña que después de los grandes desbordamientos, el orden natural de las cosas se reconstruye por sí mismo, con los correctivos que eran necesarios. Esto, por ejemplo, se dio en Francia después del Terror. Es, además, lo que se encuentra en la propia rectitud de las fuerzas de la naturaleza. Ya lo decían los Romanos: “Apartarás la naturaleza con el tridente, pero ella por fin volverá — “Naturam expelles furca, tamen usque recurret” [52]. Una reacción violenta de la Iglesia provocaría gran derramamiento de sangre, y hasta sacrilegios, para no conseguir evitar nada. Es mejor entonces, no reaccionar; entrar en un régimen de concesiones y orientar la Revolución de manera que se origine el menor número posible de conmociones.

Es misión de la Iglesia oponerse a toda forma de error o mal y no sólo a los que sean de efectos muy duraderos.

¿Es, además, absolutamente cierto que todo vuelve por fin al orden natural? Sin Jesucristo no hay orden verdadero. Y es posible que una civilización que Le abandonó se conserve así cerrada a la gracia, hasta el fin de los siglos.

Pactar con la Revolución es fomentar las pasiones desordenadas que le dan origen. No es así, ni callándose acerca de la verdad o del error, como se guía al pueblo hacia el bien.

Es preciso contar con el auxilio divino y afirmar animosamente la verdad. De ahí sólo pueden seguirse consecuencias buenas: la victoria o el martirio.

 

COMENTARIO

El propio ejemplo de la Revolución Francesa muestra lo contrario de lo que afirma la proposición impugnada. Sus errores no encontraron, ni en Francia, ni en el resto de Europa, reacción suficiente. Desarmada la vigilancia general después del Terror, esos errores se generalizaron por el mundo, gracias a la benévola indolencia de la inmensa mayoría.

Se preparaba así, remotamente, el terreno para la diseminación universal del comunismo [53].

Las borrascas de la historia no suelen ser efímeras y de poca importancia.

*   *   *

Adaptarse a los medios malos para orientarlos, y esto hasta el punto de asimilar el mal o colaborar con él, supone un error condenado por Pío IX en el “Syllabus” [54].

No raras veces, lo inspira no solamente el temor, sino también la simpatía, consciente o no, con el propio mal. 

 

Proposición 37

IMPUGNADA

AFIRMADA

Aunque censurable e injusta la “Reforma Agraria Socialista” está en el espíritu del tiempo y vendrá: es inútil oponerle ninguna reacción.

Ella es, tal vez, un castigo de Dios para la impiedad de las clases dirigentes. No es justo exigir que el Clero, que no mereció la cólera divina, se sacrifique tentando impedir su realización.

La Iglesia fue instituida para guiar el espíritu de los tiempos y no para dejarse guiar por él.

¿Conseguirá ella dirigirlo en la actual coyuntura universal? Para Dios nada es imposible, y si la fe mueve montañas,  puede también mover el espíritu del tiempo.

No luchar contra una ley injusta, y censurar que el celo sacerdotal se vuelva contra ella so pretexto de que tal vez sea un castigo divino, es lo mismo que no combatir una epidemia porque ésta tal vez sea castigo de Dios, y pensar que el Clero no se debe exponer al contagio porque no cometió los pecados que dieron origen al castigo.

 

COMENTARIO

 La actitud de la Iglesia frente al espíritu de una época determinada, no puede ser la de una retirada sistemática. Si ese espíritu es el de Cristo Jesús, debe acrecentarlo de todos los modos. Si es malo, debe oponerse a él también por todos los medios. Si tiene algo de bueno y algo de malo, la Iglesia debe aceptar lo que es bueno y combatir lo que es malo.

En la proposición impugnada, hay una aceptación resignada de todo cuanto es nuevo, “resignación” que muchas veces deja entrever un afán sistemático de la novedad por la novedad misma.

*   *   *

Afirmar que la “Reforma Agraria Socialista” puede ser un castigo para las clases dirigentes, como si no lo fuera también para todo el País, inclusive los trabajadores, es caer en el error de los socialistas, que ven en la propiedad privada una ventaja exclusiva de los propietarios, y no de todo el cuerpo social.

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 La Iglesia no transige con los errores de ninguna época...

Pío IX

Pío IX condenó la siguiente proposición: “El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y avenirse a una transacción con el progreso, con el liberalismo y con la civilización moderna [55].

 …ni constituye un estorbo para la civilización

Pío IX

Pío IX condenó a los que afirman que el Clero es “enemigo del progreso, de la ciencia y de la civilización…” [56].

 Esta intransigencia no obsta a la eficacia de su acción

San Pío X

Proposición condenada: “La Iglesia se muestra incapaz de defender eficazmente la moral evangélica, porque obstinadamente se adhiere a doctrinas inmutables que no pueden conciliarse con el progreso moderno [57].

 No es en “el espíritu del tiempo” sino en la filosofía del Evangelio en lo que se basa la civilización católica

León XIII

Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su divina virtud, había penetrado profundamente en las leyes, instituciones y costumbres de los pueblos, en todos los órdenes y problemas del Estado; cuando la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de honor y de altura que le correspondía, florecía en todas partes secundada por el favor de los príncipes y por la legítima tutela de los magistrados; y el sacerdocio y el imperio, concordes entre sí, departían con toda felicidad en amigable consorcio de voluntades e intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes muy superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de ellos, y quedará consignada en un sin número de monumentos históricos, ilustres e indelebles que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá nunca desvirtuar ni oscurecer.

“Si la Europa cristiana domó las naciones bárbaras y las hizo pasar de la fiereza a la mansedumbre, de la superstición a la verdad; si rechazó victoriosa las irrupciones de los mahometanos; si conserva el cetro de la civilización; si se ha mostrado guía y maestra de todos los pueblos en todo aquello que honra a la humanidad; si ha procurado a los pueblos el bien de la verdadera libertad en sus diferentes formas; si con muy sabia providencia ha creado tan numerosas y heroicas instituciones para aliviar a los hombres en sus desgracias, no hay que dudarlo, todo ello lo debe agradecer en su mayor parte a la religión, en la que encontró inspiración para acometer y ayuda para llevar a cabo cosas tan grandiosas [58]. 

El amor a la novedad por la novedad

San Pío X

El amor de novedades, si no se modera prudentemente, basta por sí sólo para explicar cualesquiera errores [59].

 

Proposición 38

IMPUGNADA

AFIRMADA

Puede que el reparto de la tierra sea injusto según los principios jurídicos actuales. Pero, si el pueblo soberano, por sus representantes legítimamente elegidos, prescribiera ese reparto, este simple hecho lo tornaría justo. Pues justo es lo que sea conforme a la ley.

Por esto mismo, aprobada legalmente la expropiación, no habrá cuestión moral o religiosa que pueda originarse de ahí.

La teoría que coloca la soberanía popular por encima de la ley de Dios está condenada.

En determinada forma de gobierno, el pueblo puede escoger a los que van a ejercer la autoridad pública. Pero estos últimos no tienen el derecho de violar la ley de Dios.

La propiedad, como la familia, procede de la ley natural y de la ley divina. El Estado, ni la instituyó ni la puede suprimir. No tiene, pues, el derecho de quitar lo que es de unos para dárselo a otros.

 

COMENTARIO

 La proposición impugnada, subyacente en gran número de trabajos favorables a la “Reforma Agraria Socialista”, pone de manifiesto el carácter totalitario de esta última. El pueblo es soberano en la plenitud del término, esto es, señor absoluto, precisamente a la manera de un sultán, un cacique u otro déspota cualquiera con relación a sus desdichados súbditos, en monarquías paganas. Un acto de la voluntad popular puede, pues, privar, mañana mismo a innumerables personas, de propiedades honestamente adquiridas, exactamente como un acto de voluntad de un sultán podía en un momento, incorporar al erario público los bienes de cualquier desdichado. A eso conduce el socialismo, sea el nazista de camisa parda, sea el marxista de bandera roja.

Según la doctrina católica el poder del soberano —sea éste una persona o un grupo, reciba su investidura por vía hereditaria o por vía electiva— está siempre limitado. El soberano debe obedecer a la ley de Dios, y respetar escrupulosamente la familia, la propiedad, todos los derechos que el hombre tiene por ser hombre y que el Estado no le puede quitar. Las leyes que pasen este límite son, en principio, nulas.

Y la “Reforma Agraria Socialista” debe tenerse como contraria a la ley de Dios en virtud del sabio principio de la limitación natural de los poderes del Estado.

 

TEXTOS PONTIFICIOS

 Omnipotencia de Dios, y no del Estado

León XIII

Pero por lo que respecta al imperio o mando político, la Iglesia enseña rectamente que éste viene de Dios [60].

 “No hay potestad sino de Dios”

León XIII

...el poder público por sí propio, no proviene sino de Dios, porque sólo Dios es el verdadero y Supremo Señor de las cosas, al cual todas necesariamente están sujetas y deben obedecer y servir, hasta tal punto, que todos los que tienen derecho de mandar, de ningún otro lo reciben si no es de Dios, Príncipe Sumo y Soberano de todos. “No hay potestad sino de Dios” (Rom. 13, 1)” [61].

 En Dios, y no en el pueblo está la fuente del poder

León XIII

…muchos modernos, siguiendo las huellas de aquellos que en el siglo anterior se dieron el nombre de filósofos, dicen que toda potestad viene del pueblo, por lo cual, los que la ejercen en la sociedad, no la ejercen como suya, sino como delegada a ellos por el pueblo, y con tal condición que pueda ser revocada por el mismo pueblo que la delegó. Muy otra es en este punto, la creencia de los católicos, según los cuales el derecho de mandar se deriva de Dios, como de principio natural y necesario.

“Interesa hacer notar, en este lugar, que los que han de gobernar la cosa pública pueden, en algunos casos, ser elegidos por la voluntad y juicio de la multitud: a ello no se opone ni repugna la doctrina católica. Con cuya elección se designa ciertamente el príncipe, mas no se confieren los derechos del principado, ni se da el mando, sino que se establece quien lo ha de ejercer. No se discute aquí sobre las formas de gobierno, pues no hay por qué la Iglesia no apruebe el principado de uno solo o de muchos, con tal que sea justo y tienda a la común utilidad. Por lo cual, salva la justicia, no se prohíbe a los pueblos el que adopten aquel sistema de gobierno que sea más apto y conveniente a su modo de ser o a las instituciones y costumbres de sus antepasados [62].

 La fuente de todos los derechos no está en la multitud ni en el Estado

León XIII

León XIII condenó la siguiente afirmación: “Todo está, pues, en manos del pueblo libre; la autoridad existe por mandato o concesión del pueblo; tanto que, mudada la voluntad popular, es lícito destronar a los príncipes aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles está o en la multitud o en el Gobierno del Estado, organizado, por supuesto, según los nuevos principios [63].

 Omnipotencia del Estado: principio anticristiano

Pío IX

Pío IX condenó la siguiente afirmación: “El Estado, como origen y fuente que es de todos los derechos, tiene un cierto derecho suyo ilimitado del todo [64].

 Una norma legislativa del Estado no basta por sí sola para crear un derecho

Pío XII

El simple hecho de ser declarado por el poder legislativo norma obligatoria en el Estado, tomado sólo y por sí, no basta para crear un verdadero derecho. El “criterio del simple hecho” solamente vale para Aquel que es el Autor y la regla soberana de todo derecho: Dios. Aplicarlo al legislador humano indistinta y definitivamente, como si su ley fuera la norma suprema del derecho, es el error del positivismo jurídico en el sentido propio y técnico de la palabra; error que está en la base del absolutismo del Estado y que equivale a una deificación del Estado mismo [65].

 Sana democracia — lo contrario de omnipotencia del Estado

Pío XII

Una sana democracia, fundada sobre los inmutables principios de la ley natural y de las verdades reveladas, será resueltamente contraria a aquella corrupción que atribuye a la legislación del Estado un poder sin freno ni límites y que hace también del régimen democrático, no obstante las contrarias pero vanas apariencias, un verdadero y simple sistema de absolutismo [66].

 Principio anticristiano: la opinión pública está por encima de la ley de Dios

Pío IX

…ciertos hombres, sin tener en cuenta alguno de los principios más firmes de la sana razón se atreven a proclamar que “la voluntad del pueblo manifestada en la llamada opinión pública o de otro modo, constituye una suprema ley, libre de todo derecho divino o humano” [67].

 El origen del poder público no está en la multitud

León XIII

…el origen del poder público debe atribuirse a Dios y no a la multitud [68].

 Principio anticristiano: el capricho de la multitud lo puede todo

León XIII

León XIII condenó el racionalismo, conforme a cuyas doctrinas “...la autoridad pública no recibe de Dios ni el principio, ni la majestad, ni la fuerza del mando, sino más bien de la masa del pueblo, que, juzgándose libre de toda sanción divina, sólo ha permitido someterse a aquellas leyes que ella misma se diese a su antojo [69].

 Soberanía popular, mito demagógico

León XIII

La naturaleza misma enseña que toda la potestad, cualquiera que sea y dondequiera que resida, proviene de su suprema y augustísima fuente que es Dios; que la soberanía popular que dicen residir por derecho natural en la muchedumbre independientemente de Dios, aunque sirve a maravilla para halagar y encender las pasiones, no se apoya en razón alguna que merezca consideración, ni tiene en sí bastante fuerza para conservar la seguridad pública y el orden tranquilo de la sociedad [70].


NOTAS

[1] Pío IX, Encíclica “Quanta Cura”, de 8 de diciembre de 1864 — A.A.S., volumen III, pág. 165 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1895).

[2] León XIII, Encíclica “Graves de Communi”, de 18 de enero de 1901 — A.A.S., volumen XXXIII, pág. 389 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1900, 1901).

[3] Pío XII, Discurso de 12 de setiembre de 1948, con ocasión del 80º aniversario de la Juventud Italiana de Acción Católica — “Discorsi e Radiomessaggi”, volumen X, pág. 210.

[4] San Pío X, Encíclica “Vehementer Nos”, de 11 de febrero de 1906 — A.A.S., volumen XXXIX, pág. 5 (Romae — 1906).

[5] Pío XI, Encíclica “Divini Redemptoris”, de 19 de marzo de 1937 — A.A.S., Volumen XXIX, pág. 85.

[6] León XIII, Encíclica “Rerum Novarum”, de 15 de mayo de 1891 — A.A.S., volumen XXIII, pág. 647 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1890, 1891).

[7] León XIII, Encíclica “Graves de Communi”, de 18 de enero de 1901 — A.A.S., Volumen XXXIII, pág. 380 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1900, 1901).

[8] Pío XI, Encíclica “Divini Redemptoris”, de 19 de marzo de 1937 — A.A.S., volumen XXIX, págs. 104-105.

[9] León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, de 28 de diciembre de 1878 — A.A.S., vol. XI, pág. 375 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1893).

[10] Pío XI, Encíclica “Con Singolari Compiacenza”, de 18 de enero de 1939 — “Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios”. Acción Católica Española, Madrid, 1955, pág. 1145.

[11] Pío XI, Encíclica “Divini Redemptoris”, de 19 de marzo de 1937 — A.A.S., volumen XXIX, pág. 85.

[12] San Pío X, Encíclica “Il Fermo Proposito”, de 11 de junio de 1905 — A.A.S., volumen XXXVII, pág. 747 (Romae — 1904, 1905).

[13] León XIII, Encíclica “Immortale Dei”, de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, pág. 161 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1885).

[14] León XIII, Encíclica “Arcanum Divinae Sapientiae”, de 10 de febrero de 1880 — A.A.S., vol. XII, pág. 386 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1854).

[15] Cfr. XIX “De Civ. Dei”, c. 13.

[16] San Pío X, Encíclica “Pascendi Dominici Gregis”, de 8 de setiembre de 1907 — A.A.S., vol. XL, pág. 631 (Romae — 1907).

[17] Mt. 19,24.

[18] Sab. 6, 7.

[20] Lc. 6, 24-25.

[21] Stgo. 5, 1-3.

[22] Sab. 6, 2 ss.

[23] Pío XI, Encíclica “Quadragesimo Anno”, de 15 de mayo de 1931 — A.A.S., volumen XXIII, págs. 209-210.

[24] Benedicto XV, Carta “Soliti Nos”, de 11 de marzo de 1920, a Mons. Marelli, Obispo de Bérgamo — A.A.S., vol. XII, págs. 110-111.

[25] Pío XII, Discurso, de 2 de julio de 1951, al Primer Congreso Internacional sobre los Problemas de la Vida Rural — “Discorsi e Radiomessaggi”, vol. XIII, páginas 199-200.

[26] Pío XI, Encíclica “Quadragesimo Anno”, de 15 de mayo de 1931 — A.A.S., volumen XXIII, pág. 222.

[27] León XIII, Encíclica “Inmortale Dei”, de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, pág. 163 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1885).

[28] Montesquieu, “L'Esprit des Lois”, Liv. X, Cap. 2 — “Editions Garnier”, 1922, tomo I, págs. 133-134.

[29] Mt. 10, 34.

[30] Cfr. Comentario a la Proposición 32.

[31] XIX “De Civ. Dei”, c. 13.

[32] Ap. 5,5.

[33] San Pío X, Carta Apostólica “Notre Charge Apostolique”, de 25 de agosto de 1910 — A.A.S., vol. II, pág. 630.

[34] León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, de 28 de diciembre de 1878 — A.A.S., vol. XI, pág. 375 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1893).

[35] Pío XI, Encíclica “Ubi Arcano”, de 23 de diciembre de 1922 — A.A.S., volumen XIV, pág. 688.

[36] León XIII, Encíclica “Sapientiae Christianae”, de 10 de enero de 1890 — A.A.S., volumen XXII, págs. 390-391 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1889, 1890).

[37] Pío XI, Encíclica “Quadragesimo Anno”, de 15 de mayo de 1931 — A.A.S., volumen XXIII, págs. 216-217.

[38] Pío XII, Discurso, de 12 de setiembre de 1947, a la Unión Internacional de las Ligas Femeninas Católicas — “Discorsi e Radiomessaggi”, vol. IX, pág. 228.

[39] Pío XI, Encíclica “Quadragesimo Armo”, de 15 de mayo de 1931 — A.A.S., volumen XXIII, pág. 214.

[40] Juan XXIII, Discurso, de 1º de mayo de 1959, a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos — A.A.S., vol. LI, Nº 7, pág. 358.

[41] Cfr. Plinio Corrêa de Oliveira, “Em defesa da Ação Católica”, Editora “Ave María”, San Pablo, 1943, págs. 283 ss.

[42] León XIII, Encíclica “Pervenuti”, de 19 de marzo de 1902 — A.A.S., volumen XXXIV, pág. 524 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1901, 1902).

[43] León XIII, Encíclica “Sapientiae Christianae”, de 10 de enero de 1890 — A.A.S., volumen XXII, pág. 404 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1889, 1890).

[44] Ídem, pág. 398.

[45] Ídem, pág. 390.

[46] Ídem, pág. 390.

[47] Ídem, pág. 399.

[48] Pío XI, Encíclica “Quas Primas”, de 11 de febrero de 1925 — A.A.S., volumen XVII, pág. 605.

[49] León XIII, Encíclica “Inscrutabili Dei Consilio”, de 21 de abril de 1878 —   A.A.S., vol. X, págs. 587-588 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1908).

[50] San Pío X, Encíclica “Il Fermo Proposito”, de 11 de junio de 1905 — A.A.S., volumen XXXVII, págs. 746-747 (Romae — 1904, 1905).

[51] León XIII, Encíclica de 19 de marzo de 1902 — A.A.S., volumen XXXIV, pág. 515 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1901, 1902).

[52] Horacio, “Epístolas” — 1, 10, 24.

[53] Cfr. Plinio Corrêa de Oliveira, “Revolución y Contra-Revolución” Traducción en lengua castellana, “Ediciones Cristiandad”, Barcelona (España), 1959, páginas 19 ss Nota del sítio: puede verse en el link de arriba la traducción más reciente en castellano].

[54] Cfr. Textos Pontificios de la Proposición 37.

[55] Pío IX, “Syllabus”, de 8 de diciembre de 1864, Proposición 80 — A.A.S., volumen III, pág. 176 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1895).

[56] Pío IX, Encíclica “Quanta Cura”, de 8 de diciembre de 1864 — A.A.S., volumen III, pág. 164 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1895).

[57] San Pío X, Decreto “Lamentabili”, de 3 de julio de 1907 — A.A.S., vol. XL, páginas 477-478 (Romae — 1907).

[58] León XIII, Encíclica “Immortale Dei”, de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, pág. 169 (Ex Typographia Polyglota S.C. de Propaganda Fide — 1885).

[59] San Pío X, Encíclica “Pascendi Dominici Gregis”, de 8 de setiembre de 1907 — A.A.S., vol. XL, pág. 635 (Romae — 1907).

[60] León XIII, Encíclica “Diuturnum Illud”, de 29 de junio de 1881 — A.A.S., volumen XIV, pág. 5 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1896).

[61] León XIII, Encíclica “Immortale Dei”, de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, pág. 162 (Ex Typographia Polyglota S. C. de propaganda Fide —1885).

[62] León XIII, Encíclica “Diuturnum Illud”, de 29 de junio de 1881 —A.A.S., volumen XIV, pág. 4 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1896).

[63] León XIII, Encíclica “Humanum Genus”, de 20 de abril de 1884 — A.A.S., volumen XVI, pág. 426 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1906).

[64] Pío IX, “Syllabus”, de 8 de diciembre de 1864, Proposición 39 —A.A.S., volumen III, pág. 172 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1895).

[65] Pío XII, Discurso, de 13 de noviembre de 1949, para la inauguración del nuevo Año Judicial de la Sagrada Rota Romana — “Discorsi e Radiomessaggi”, volumen XI, pág. 271.

[66] Pío XII, Radiomensaje de Navidad de 1944 — “Discorsi e Radiomessaggi”, volumen VI, pág. 243.

[67] Pío IX, Encíclica “Quanta Cura”, de 8 de diciembre de 1864 — A.A.S., volumen III, pág. 163 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1895).

[68] León XIII, Encíclica “Inmortale Dei”, de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, pág. 174 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1885).

[69] León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, de 28 de diciembre de 1878 — A.A.S., vol. XI, pág. 370 (Ex Typographia Polyglota S. C. de Propaganda Fide — 1893).

[70] León XIII, Encíclica “Immortale Dei” de 1º de noviembre de 1885 — A.A.S., volumen XVIII, págs. 171-172 (Ex Typographia Polyglota S. C, de Propaganda Fide —1885).