Sección II
OPINIONES SOCIALIZANTES QUE
PREPARAN EL AMBIENTE PARA LA “REFORMA AGRARIA SOCIALISTA”
EXPOSICIÓN Y ANÁLISIS
CAPÍTULO IV
¿Debe
la opinión católica pronunciarse sobre la “Reforma Agraria
Socialista”?
El pronunciamiento de uno o varios Obispos nunca
envuelve a toda la Iglesia; ni siquiera a todo el Episcopado de un
país. Cada Obispo habla por sí, y depende sólo y directamente del
Papa, Vicario de Jesucristo.
Así, pues, aunque dos de los autores de este estudio
estén revestidos del carácter episcopal, ello no encierra otra
responsabilidad que la de quienes lo escribieron.
Sin embargo, es comprensible, que algún lector se
pregunte si, siendo religiosa la esfera de la Iglesia, es legítimo
que Obispos o aun católicos legos tomen la doctrina católica como
criterio para analizar la “Reforma Agraria Socialista”, que es, en
sí misma, materia económica y social.
También es comprensible que eclesiásticos o fieles,
leyendo este trabajo, se pregunten si, desde el punto de vista de la
Iglesia, es oportuno en las actuales circunstancias.
Para atender a estas preguntas escribimos este
Capítulo.
Proposición 31 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
La “Reforma
Agraria Socialista” es asunto económico y social. No se
interfiere en el terreno de la Religión.
La Iglesia nada
tiene que decir, pues, a este respecto. |
La Iglesia
Católica es la depositaria, la maestra y la defensora de la
ley de Dios. Le pertenece, pues, enseñar cuáles son los actos
humanos conformes con el Decálogo y cuáles no.
Hay un
mandamiento que reza; “No robarás”. Compete a la Iglesia
declarar si la “Reforma Agraria Socialista” es, o no,
contraria a este mandamiento. |
COMENTARIO
Se admite comúnmente que nuestra civilización es
cristiana. Y aun se considera que su más bello florón es
precisamente su título de cristiana.
Ahora bien, ¿qué es una civilización cristiana sino
aquella en que todas las esferas de la vida pública y privada, las
costumbres, las instituciones, la cultura, el arte, la economía, la
política y las leyes reciben el influjo del Evangelio? En estas
condiciones, no es posible afirmar que la Iglesia no tiene
influencia moral alguna para ejercer sobre la economía brasileña.
En los tiempos, ya remotos, en que imperaba el
laicismo positivista en el Brasil, había tendencia a aislar la
Religión de la vida. Hoy esa tendencia casi desapareció por
completo.
* * *
Muchos suponen que la cuestión social tiene como
única o causa la pobreza de los operarios. De tal suerte que si se
consiguiese resolver estos problemas materiales, las relaciones
entre las clases volverían rápidamente a la normalidad, sin ninguna
intervención de la Iglesia.
Esta tesis, que no pocos propietarios profesan,
tiene resabios de materialismo y, por la primacía que concede a lo
económico, no puede dejar de ser vista con simpatía por socialistas
y comunistas.
La doctrina católica le es diametralmente opuesta.
* * *
Considerada en sus últimas consecuencias, la
proposición impugnada, niega a la Iglesia toda acción en la vida de
los pueblos y de las civilizaciones.
TEXTOS PONTIFICIOS
Pio IX condenó la
proposición impugnada
Proposición
condenada: “La Iglesia nada debe mandar que obligue a las
conciencias de los fieles en orden al uso de las cosas temporales”
.
La cuestión social es
principalmente moral y religiosa
“Algunos
comulgan con la opinión, demasiado vulgarizada, de que la
“cuestión social”, como vulgarmente se dice, es solamente
“económica”; pero la verdad es que principalmente es moral y
religiosa, y por este motivo, debe ser resuelta, sobre todo, en
conformidad con las leyes de la moral y de la Religión”
.
La cuestión social es, en
su sentido más profundo, una cuestión religiosa
“La
cuestión social, queridos hijos, es sin duda también una cuestión
económica, pero mucho más es una cuestión que se refiere a la
regulación ordenada de la sociedad humana, y, en su sentido más
profundo, una cuestión moral y, por consiguiente, religiosa”
.
A la “Reforma Agraria Socialista”, siendo, por
varios títulos, uno de los aspectos de la cuestión social, se le
puede aplicar adecuadamente esta doctrina.
La “Reforma Agraria” en
cuanto cuestión moral queda bajo la competencia de la Iglesia
San
Pío X afirmó que la Religión es la “regla suprema y soberana
señora cuando se trata de los derechos y deberes del hombre”
.
Sin la Iglesia los
problemas sociales no tienen solución
La
Iglesia es “la única que, como en todos los demás campos, también
en el terreno social puede traer verdadera luz”
.
La
cuestión social “es de tal naturaleza que, si no se apela a la
Religión, y a la Iglesia, es imposible encontrarle una solución
eficaz” .
La solución de los
problemas materiales del operario no basta para resolver la cuestión
social
“Admítase
que sea concedido un doble salario a aquellos que ofrecen su
trabajo; admítase que la duración de ese trabajo sea reducida;
admítase también que sea favorable el precio de los alimentos; sin
embargo, si el operario escucha esas doctrinas que oye
frecuentemente, si sigue esos ejemplos que lo convidan a libertarse
de todo respeto a la voluntad Divina y adopta costumbres depravadas,
sucederá necesariamente, que se agotan sus bienes y el fruto de sus
trabajos. La dura experiencia muestra cuán angustiosa y miserable es
la vida de la mayor parte de los operarios que, a pesar de recibir
un salario bastante elevado, a cambio de pocas horas de trabajo, se
entregan a la corrupción de costumbres, desligándose por completo de
la disciplina de la Religión”
.
“En
todas partes se apela a los valores espirituales y morales; y con
toda razón, porque el mal que hoy se combate es, ante todo,
considerado en su primera fuente, mal de naturaleza espiritual, y de
esa fuente como por lógica diabólica, todas las monstruosidades del
comunismo.
“Ahora bien, entre los valores morales y religiosos
tiene indiscutible preeminencia la Iglesia Católica. Luego el mismo
bien de la humanidad exige que no se pongan trabas a su acción.
“Si se procede de otra
forma, y, al mismo tiempo, se pretende alcanzar esa finalidad con
medios puramente económicos y políticos, se cae en las redes de un
error peligroso. Y, cuando se excluye la Religión de la escuela, de
la educación, de la vida pública, y se ponen en ridículo los
representantes del Cristianismo y sus ritos sagrados, ¿acaso no se
fomenta el
materialismo,
donde tiene sus raíces el comunismo? Ni la fuerza mejor
organizada, ni los ideales de la tierra, aunque sean los mayores y
más nobles, pueden dominar un movimiento que tiene por base,
precisamente, desmedida estima de los bienes terrenos”
.
La insustituible eficacia
de la Iglesia en la lucha contra el socialismo
“...para
alejar esta peste del socialismo, la Iglesia posee una fuerza como
nunca tuvieron ni las leyes humanas, ni las represiones de los
magistrados, ni las armas de los soldados”
.
Pío
XI afirmó que es “la fe cristiana que asegura las bases del
derecho y de la justicia social”, y que es “el espíritu de
fraternidad y caridad inculcado por el Evangelio, el único que puede
garantizar una sincera colaboración entre las clases”
.
“Ni
los errores de los socialistas ni de los comunistas estarían aún
vigentes si los que gobiernan a los pueblos no hubiesen despreciado
los maternales preceptos y advertencias de la Iglesia”
.
La Iglesia debe promover
la civilización cristiana
San
Pío X afirmó que la Iglesia debe “restaurar en Cristo no sólo
cuanto propiamente pertenece a la divina misión de la Iglesia, que
es guiar las almas a Dios, sino también todo cuanto se deriva
espontáneamente de aquella divina misión, en la forma que hemos
explicado, esto es, la civilización cristiana, con el conjunto de
todos y cada uno de los elementos que la constituyen”
.
La Iglesia, Maestra y
fundamento de la vida de las naciones y de los pueblos
“Obra
inmortal de Dios misericordioso es su Iglesia; la cual, aunque por
sí y por su propia naturaleza atiende a la salvación de las almas y
a que alcancen la felicidad en los cielos, aun dentro del dominio de
las cosas caducas y terrenales procura tantos y tan señalados
bienes, que ni más en número ni mejores en calidad resultarían si el
primer y principal objeto de su institución fuese asegurar la
prosperidad de la presente vida.
“A la verdad, donde quiera
que puso la Iglesia el pie, hizo al punto cambiar el estado de las
cosas e informó las costumbres populares con virtudes antes
desconocidas y con una nueva civilización; y así los pueblos que la
recibieron sobresalieron entre los demás por la mansedumbre, por la
equidad y por la gloria de su historia”
.
“La
Religión Cristiana supo velar y promover, tan perfectamente, todo
cuanto es útil a los hombres que viven en sociedad, que parece, en
frase de San Agustín, no haber podido hacer más para tornar la vida
agradable y feliz, aunque no hubiese tenido otra finalidad que el de
proporcionar y aumentar las ventajas y los bienes de esta vida
mortal” .
Proposición 32 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
La Iglesia debe apoyar la “Reforma Agraria Socialista”, bajo pena
de exponerse a los mayores riesgos. En efecto, si las clases
dirigentes no toman la iniciativa pacífica de esas
transformaciones, las clases oprimidas las llevarán a cabo por la
revolución. Lo que será mil veces peor.
Por otra parte, si la Iglesia no levanta esa bandera, parecerá
solidarizarse con los abusos del régimen agrario actual y atraerá
sobre sí el furor de las masas. Con eso habrá apostasías,
persecuciones y calamidades sin cuento.
La Iglesia, en lugar de enfrentar las situaciones, debe adaptarse
a ellas para influenciarlas. |
La Iglesia no puede
callar ante la injusticia y menos todavía hacerse solidaria con
ella, cualesquiera que sean las consecuencias que de ahí se sigan.
Ella puede y debe
reaccionar contra los abusos de la estructura agraria actual, pero
sin condenar sus líneas maestras, que son buenas.
A las clases
dirigentes compete orientar el País y no ceder frente a los
demagogos.
Los trabajadores
rurales brasileños no son, por otra parte, chacales sedientos de
sangre de los cuales deba recelarse todo. |
COMENTARIO
Algunas consideraciones de menor relieve sobre la
proposición impugnada.
La Iglesia no es “clase dirigente”, porque ella no es
clase. Por su naturaleza y su misión, abarca en sí a todas las clases.
El Clero, sí, puede ser llamado clase. Pero su posición, es en cuanto
tal, muy peculiar. Pues si el Clero, como las otras clases, forma un
medio bien definido, y por la dignidad de su ministerio se sitúa en las
esferas dirigentes, debe, entretanto, convivir íntimamente con todas las
clases. Es natural que se siente a la mesa del grande como del pequeño,
ocupando siempre el mismo lugar: el de ministro y representante de
Jesucristo.
Esto le facilita la sublime misión de
predicar y promover la paz entre las diversas clases sociales. Aquella
paz que San Agustín definió muy bien, no como una tranquilidad
cualquiera, sino como la tranquilidad del orden
.
* * *
Esta misión, debe ser desempeñada por el Clero, no para
evitar el “furor de las masas”, sino para seguir a Jesucristo, Príncipe
de la Paz. Y esto aunque en cumplimiento de ella sea necesario enfrentar
la saña feroz de la demagogia.
En tal caso, habrá quizás “apostasías, persecuciones y
calamidades”. Esta perspectiva no amedrenta al buen Sacerdote, pues sabe
que la Iglesia nació en medio de ellas y como un árbol inmenso y
frondoso cubrió toda la tierra.
TEXTOS PONTIFICIOS
Un error condenado por San
Pío X: la Iglesia debe adaptarse a la vida civil para influenciarla
Proposición
modernista: “Debe cambiarse la actitud de la autoridad eclesiástica
en las cuestiones políticas y sociales, de tal manera que no se
entremeta en las disposiciones civiles, sino que procure amoldarse a
ellas para penetrarlas de su espíritu”
.
Proposición 33 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
El papel de la Iglesia es estar en pro de los pobres contra los
capitalistas. Por tanto, debe apoyar la campaña actual por la
“Reforma Agraria Socialista”. |
La Iglesia no va
contra los capitalistas, ni contra el capitalismo en sí. Tan
solamente se manifiesta contra los abusos de éste y contra los
malos capitalistas.
Ya se demostró que la
“Reforma Agraria Socialista”, además de injusta, es nociva para
todo el País, para los pobres como para los ricos. El amor a los
pobres no lleva, por tanto, a abrazar tal “Reforma”. |
COMENTARIO
La palabra “pobreza” pide una aclaración. Es necesario
distinguir entre los que son absolutamente pobres, esto es, los que
empleados o desempleados, viven en condición infra-humana, y los que,
relativamente pobres, viven en condiciones suficientes y dignas, pero
que constituyen la parte menos acomodada de la población.
La pobreza de los primeros constituye una situación de
la que la Iglesia se conduele maternalmente y hace lo posible por
eliminar, o, por lo menos, mitigar. Se puede decir que el éxito en esta
tarea es una gloria específicamente suya, pues no puede ser alcanzado
sin el concurso inapreciable de la caridad cristiana. A los pobres de
este género ama la Iglesia como un tesoro que le fue particularmente
confiado por Jesucristo. Los ama como una madre afectuosa ama al hijo
doliente, junto al cual representa, a título especial, la Providencia de
Dios.
La Iglesia, pues, está a favor de los pobres. Esto
significa para ella un punto de honor.
Pero una cosa es estar pura y simplemente
a favor de los pobres y otra es estar a favor de ellos contra los ricos,
los poderosos o los nobles. Si se trata de esto, es necesario
distinguir: contra los malos ricos que oprimen a los pobres, contra los
gobiernos que los acosan con impuestos y confiscan toda propiedad
particular en favor del Estado, esto sí. Para éstos valen las palabras
de Jesucristo: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja
que un rico entrar en el Reino de los Cielos”
,
Y las del libro de la Sabiduría: “Los poderosos serán poderosamente
atormentados” .
Pero contraria a los nobles, a los buenos ricos o potentados, que
cumplen rectamente con su alta misión, no. Antes bien, ella los apoya
maternalmente y los cerca de prestigio y de la consideración que
merecen.
Una comparación aclarará el asunto. Así como la Iglesia
está al lado de los pobres, está también al lado de los huérfanos y de
las viudas, de los ancianos y de los enfermos. Pero ¿quiere esto decir
que sea contraria a quien no sea viuda o huérfano, a quien sea joven o a
quien goce de buena salud? Es evidente que no. Solamente se mostrará
contraria a quienes persigan a huérfanos o viudas o pretendan oprimir a
ancianos o enfermos.
Del mismo modo, la Iglesia no es contraria de quienes no
son pobres, sino de quienes persigan a los pobres o les nieguen lo que
les pertenece por derecho.
En resumen, como ya dijimos
,
la Iglesia es favorable a una sociedad constituida por diversas clases
armoniosamente jerarquizadas y ligadas, unas a otras, por el amor de
Jesucristo.
Su desvelo maternal, se extiende también a los
relativamente pobres, pero a título de algún modo diverso. Ama a éstos
como hijos, en especial como hijos menores, que, sin embargo, precisan
menos de su apoyo que los otros, más pobres.
* * *
Pero, así como es justo que la madre ame a sus hijos más
pequeños y a los enfermos, como tales, justo es también que ame a los
hijos más robustos y que han triunfado en la vida, alegrándose por ello
y dándole gracias a Dios por el éxito de éstos. En consecuencia, la
Iglesia se alegra maternalmente con la prosperidad de sus hijos de la
clase media y alta, invitándoles a corresponder a este amor con una
actitud justa y generosa para con los necesitados.
TEXTOS DE LA SAGRADA ESCRITURA
Acerca del deber que incumbe a la Iglesia, de hablar
contra el abuso del poder o de la fortuna, cabe citar aquí algunos
textos de la Sagrada Escritura:
El Evangelio contra los malos
ricos
“Ay
de vosotros, los que sois ricos, porque ya tenéis vuestra consolación.
Ay de vosotros, los que estáis hartos, porque padeceréis hambre”
.
Contra los apegados a los
bienes terrenos
“Ea,
pues, ¡oh ricos!, llorad, levantad el grito a la vista de las desdichas
que han de sobreveniros. Podridas están vuestras riquezas, y vuestros
vestidos han sido roídos por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata han
sido comidos del orín, y el orín será testigo contra vosotros y devorará
vuestras carnes como fuego. Atesorasteis ira contra vosotros para los
últimos días” .
El libro de la Sabiduría
condena a los que abusan del poder
“Dad
oídos (a mis palabras) vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos, y
os gloriáis del vasallaje de muchas naciones. Porque la potestad os la
ha dado el Señor; del Altísimo tenéis esta fuerza: el cual examinará
vuestras obras, y escudriñará (hasta) los pensamientos... Pues aquellos
que ejercen potestad sobre otros, serán juzgados con extremo rigor.
Porque con los pequeños se usará de compasión; pero los poderosos serán
poderosamente atormentados. Porque no exceptuará Dios persona alguna, ni
respetará la grandeza de nadie; pues al pequeño y al grande Él mismo los
hizo, y de todos cuida igualmente. Si bien, a los más fuertes amenaza
mayor suplicio” .
TEXTOS PONTIFICIOS
La Iglesia no quiere la lucha
sino la concordia entre las clases
“Nuestro
Predecesor, de feliz memoria, en su Encíclica se refería principalmente
a aquel sistema económico en que, ordinariamente, unos contribuyen con
el capital y otros con el trabajo para el común ejercicio de la
economía, como él mismo la definió en una frase lapidaria: “Nada
vale el capital sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital” (Encíclica
Rerum Novarum).
“Fue esta especie de economía
que León XIII procuró regular con el mayor empeño, según las normas de
la justicia; de donde se sigue que de por sí no es condenable. Y
realmente, por su naturaleza, no es viciosa: solamente viola el orden
debido, cuando el capital esclaviza a los operarios o a la clase
proletaria para que los negocios y todo el régimen económico estén en
sus manos y reviertan en utilidad propia, sin importarse con la dignidad
humana de los operarios, con la función social de la economía y con la
propia justicia social y el bien común”
.
La Iglesia censura a los que
encienden la lucha de pobres contra ricos
“Trabajarían
pésimamente por el bien del operario —convénzanse de esto— los que,
pretextando mejorar las condiciones de existencia, no le diesen la mano
sino para la conquista de los bienes frágiles y perecederos de esta
vida, descuidasen ilustrarlo sobre sus deberes a la luz de los
principios de la doctrina cristiana, y llegasen al punto de excitar
siempre más su ánimo contra los ricos, entregándose a esas declaraciones
amargas y violentas por medio de las cuales nuestros adversarios suelen
impulsar a las masas para la subversión de la sociedad.
“Para alejar peligro tan grave
será necesaria, Venerable Hermano, vuestra vigilancia. Prodigando
consejos —como ya lo habéis hecho— a los que intentan directamente
mejorar la condición de los operarios, les pediréis que eviten las
destemplanzas del lenguaje que caracteriza a los socialistas Y penetren
profundamente de espíritu cristiano toda su acción, ya tienda a
realizar, ya a difundir la defensa de esta causa. Si falta este espíritu
cristiano, sin hablar del mal incalculable que esta acción acarrearía,
ciertamente no resultaría beneficio ninguno de ella. Séanos lícito
esperar que todos sean dóciles a vuestras instrucciones; si alguno se
muestra obstinado, removedlo sin dudar del cargo que le estuviere
confiado”
.
La Iglesia no es contraria al
capitalismo en sí
“Todo
espíritu recto debe reconocer que el régimen económico del capitalismo
industrial contribuyó a hacer posible, y hasta estimular el progreso del
rendimiento agrícola; y que permitió, en muchas regiones del mundo,
elevar a un nivel superior la vida física y espiritual de la población
del campo. No es, pues, este régimen en sí mismo a quien se debe acusar,
sino el peligro que amenazaría, en caso de que su influencia llegase a
alterar el carácter específico de la vida rural, asimilándola a la vida
de los centros urbanos e industriales, haciendo del “campo” tal
como es entendido aquí, una simple extensión o anexo de la “ciudad”.
“Esta práctica y la teoría que
la apoya, es falsa y nociva”
.
La Iglesia no es contraria a
los ricos: es lícito enriquecerse
“Ni
está vedado a los que se emplean en la producción aumentar justa y
debidamente su fortuna; antes, la Iglesia enseña que es justo que quien
sirve a la sociedad y le aumenta los bienes, se enriquezca también de
estos mismos bienes conforme a su condición, en tanto que lo haga con el
respeto debido a la ley de Dios y salvos los derechos del prójimo, y que
los bienes se empleen según los principios de la fe y de la recta razón”
.
La Iglesia no es contraria a
los poderosos, sino contra los que abusan del poder
“Si
los jefes de Estado se dejasen arrastrar a una dominación injusta, si
pecaran por abuso del poder o por orgullo, si no proveyesen al bien del
pueblo, sepan que un día tendrán que dar cuentas a Dios, y esas cuentas
serán tanto más severas cuanto más santa fuere la función que ejercen y
más elevado el grado de dignidad de que estuvieren investidos”
.
Proposición 34 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
Aunque haya alguna injusticia en la “Reforma Agraria Socialista”,
la Iglesia no es mediadora de los capitalistas y latifundistas.
Habría inconveniente para ella en serlo, pues, se tornaría odiosa
a las clases menos favorecidas y perdería así muchas almas. |
Si la Iglesia exige
condiciones de existencia dignas y suficientes para los pobres, y
afirma el derecho de los ricos, a ser ricos, no lo hace por
cálculos oportunistas, ni por preferencias por una clase en
particular.
Ella recuerda un
principio enseñado por Jesucristo, a cuya observancia se deben
conformar igualmente individuos, familias, grupos sociales y el
propio Estado.
Si no debe luchar por
una clase, debe hacerlo por cualquiera de los principios cuya
salvaguarda le confió su Divino Fundador. |
COMENTARIO
La
idea de que la Iglesia pueda entrar en lucha parece incompatible con la
misión de paz que Jesucristo le confió. Sin embargo, no es así. El
verdadero responsable de una guerra, dice Montesquieu, no es quien la
declara, sino quien la hace necesaria
.
Jesucristo es el Príncipe de la Paz. Pero si alguno toma
la iniciativa de perturbar la paz, El lo repelerá, porque nadie invade
un Reino sin que, inmediatamente, el Rey le declare la guerra.
Por esto que Jesucristo, sin dejar de ser
el Príncipe de la Paz, declaró la guerra al error y al mal, diciendo: “No
vine a traer la paz, sino la espada”
.
Ya dijimos
que San Agustín definió la verdadera paz: “tranquilidad del orden”
.
La paz de la conciencia, por ejemplo, es la tranquilidad de una
conciencia en orden. Nuestro Señor es el Príncipe de esta Paz.
Pero hay una tranquilidad resultante del
desorden, de la cohabitación indolente y cínica del bien con el mal. Es
una paz falsa, la paz de los pantanos. Y de ésta Jesucristo es enemigo
invencible y glorioso, denominado León de Judá por la Escritura
.
Exactamente lo mismo se debe decir de la Iglesia, Cuerpo Místico de
Cristo.
* *
*
Además, si la Iglesia tiene por misión predicar la
concordia entre las clases, le cabe enseñar a cada una sus deberes, y no
silenciar los de una de ellas a fin de atraérsela para sí,
desinteresándose de la otra.
Tal procedimiento desleal dejaría el campo abierto a la
demagogia socialista, de la cual las fuerzas católicas pasarían a ser
tributarias y no atraería hacia la Iglesia a los pequeños, que por esa
maniobra intentaba conquistar.
TEXTOS PONTIFICIOS
Los deberes no son sólo para
los grandes
“…predicad
osadamente los deberes a los grandes y a los pequeños”
.
La Iglesia predica a los
ricos y a los pobres sus respectivos deberes
“Obliga
(la Iglesia) a los ricos con el grave precepto de que den lo superfluo a
los pobres, y les amenaza con el juicio divino que les condenará a
eterno suplicio, si no alivian las necesidades de los indigentes. En
fin, eleva y consuela el espíritu de los pobres, ora proponiéndoles el
ejemplo de Jesucristo, que “siendo rico, se hizo pobre por nosotros”
(2 Cor. 8, 9), ora recordándoles
las palabras con que les declaró bienaventurados, prometiéndoles la
eterna felicidad.
“¿Quién no ve que aquí está el
mejor medio de arreglar el antiguo conflicto surgido entre los pobres y
los ricos? Porque, como lo demuestra la evidencia de las cosas y de los
hechos, si este medio es desconocido o relegado, sucede forzosamente,
que, o se verá reducida la mayor parte del género humano a la vil
condición de esclavos, como en otro tiempo sucedió entre los paganos, o
la sociedad humana se verá envuelta por continuas agitaciones, devorada
por rapiñas y asesinatos, como deploramos haber acontecido en tiempos
muy cercanos”
.
La Iglesia debe y sólo ella
puede promover la paz social
Sólo
la Iglesia puede “...unir... entre sí a todas las clases sociales y
al pueblo todo entero mediante los sentimientos de una profunda
benevolencia” .
Se progresa luchando y no
callando
“...tanto
más se ha de vituperar la desidia de los cristianos cuanto que se pueden
desvanecer las falsas acusaciones y refutar las opiniones erróneas,
ordinariamente con poco trabajo; y, con alguno mayor, siempre.
Finalmente, a todos es dado oponer y mostrar aquella fortaleza que es
propia de los cristianos, y con la cual no raras veces se quebrantan los
bríos de los adversarios y se desbaratan sus planes. Fuera de que el
cristiano ha nacido para la lucha, y cuanto ésta es más encarnizada,
tanto con el auxilio de Dios es más segura la victoria: “Confiad: Yo
he vencido al mundo” (Jo. 16, 33)”
.
Contra el socialismo,
resistencia fuerte
“Parecen...
ignorar o no tener en la debida cuenta los gravísimos y funestos
peligros de éste (socialismo) los que no tratan de resistirle fuerte y
enérgicamente, como pide la gravedad de circunstancias”
.
No venceremos a nuestro
adversario atraillándonos a él
“Nos,
pedimos una fe firme: una fe absoluta, sin reservas y sin reticencias,
una fe que no vacile ante las últimas consecuencias de la verdad, que no
retroceda ante sus más rigurosas aplicaciones. No os dejéis engañar,
como tantas otras, después de mil experiencias desastrosas, por el sueño
falaz de ganar para vosotros al adversario a fuerza de marchar a
remolque de él y de modelaros según él”
.
No es con silencios astutos
con lo que se convence a los socialistas
“Quien
quiera ser apóstol entre los socialistas, es preciso que profese franca
y lealmente toda la verdad cristiana, y que de ningún modo cierre los
ojos al error” .
No se conquista a los malos
aliándose con ellos
“Por
desgracia no todos los trabajadores católicos están convencidos de esta
fuerza divina que tienen de su parte, y con su tibieza y timidez no se
aprestan a la salvación de tantos hermanos suyos. Por desgracia, se
alimenta entre algunos un doloroso equívoco, como escribíamos a nuestros
hijos de Venecia en agosto de 1956: “El peligro de que penetre en
las mentes el especioso axioma de que para realizar la justicia social,
para socorrer las miserias de toda clase y para imponer el respeto a las
leyes tributarias es absolutamente necesario asociarse con los que
niegan a Dios, con los opresores de las libertades humanas, e incluso
doblegarse a su capricho. Lo que es falso en las premisas y es
tristemente funesto en la aplicación” (Advertencia y Exhortación al
Clero y al laicado venecianos)” .
Proposición 35 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
No valía la pena hacer tanto ruido. La Iglesia siempre se conservó
al margen de las luchas y de los tumultos y ha obtenido buenos
resultados.
Ella comprende, en efecto, que en vez de irritar la opinión
pública y combatirla, es mejor cerrar los ojos a sus errores y
dirigirla mansamente. |
Es falso que la
Iglesia se haya conservado siempre al margen de luchas y tumultos.
Procediendo así, traicionaría su misión de Iglesia militante.
Jesucristo no huyó de
los tumultos y de la lucha, sino que los enfrentó hasta ser
crucificado. Es el ejemplo que sigue la Iglesia.
Es falso que no se
debe irritar nunca la opinión pública. Por el propio interés del
pueblo a veces es necesario enfrentarla.
Por otra parte,
también es falso imaginar que la opinión pública nacional está
toda a favor de la “Reforma Agraria Socialista”. |
COMENTARIO
El ejemplo de Jesucristo no está de acuerdo con la
proposición impugnada. Al contrario. Dijo al pueblo judío cuanto debía
decirle, y notando que sus oyentes se irritaban, no se calló.
“Dirigir mansamente”... eufemismo que en este caso
significa “vivir cómodamente, sin molestias”.
No. El Evangelio no es escuela de cobardes
.
TEXTOS PONTIFICIOS
La Iglesia, en el
cumplimiento de su misión, suscitará siempre odios
“Cuanto
más la Iglesia emplea su celo por el bien moral y material de los
pueblos, tanto mayor es el odio que le profesan esos hijos de las
tinieblas que por todos los medios tientan ofuscarle su divina belleza y
ponerle trabas a su obra vital y redentora. ¡De cuántos sofismas echan
mano, de cuántas calumnias!” .
La combatividad, un deber de
la Iglesia Militante
“…negarse
a combatir por Jesucristo es combatir contra Él, y el mismo Señor dice
que renegará en los cielos delante del Padre, de los que no Lo hayan
confesado delante de los hombres en la tierra (Lc. 9, 26)”
.
León XIII censura a los que
no quieren combatir por Jesucristo
“Porque
algunos dicen que no conviene hacer frente al descubierto a la impiedad
fuerte y pujante, no sea que la lucha exaspere los ánimos de los
enemigos. Cuanto a quienes así hablan, no se sabe si están a favor de la
Iglesia o en contra de ella; pues, aunque dicen que son católicos,
querrían que la Iglesia dejara que se propagasen impunemente ciertas
maneras de opinar, de que ella disiente. Llevan los tales a mal la ruina
de la fe y la corrupción de las costumbres; pero nada hacen para poner
remedio, antes con su excesiva indulgencia y disimulo perjudicial
acrecientan no pocas veces el mal”
.
Retroceder o callar ante el
enemigo: cobardía
“Retroceder
ante el enemigo, o callarse, cuando de todas partes se levanta tanto
alarido contra la verdad, es propio del hombre cobarde o de quien vacila
en el fundamento de sus creencias”
.
Retroceder o callarse ante los malos: estímulo para el
mal
“…la
pusilanimidad de los buenos fomenta la audacia de los malos”
.
“…los
que se guían por la prudencia de la carne y fingen ignorar que todo
cristiano debe ser un buen soldado de Cristo, los que esperan premios de
vencedores con una vida muelle y sin combate, éstos no sólo no atajan el
paso a los malos, sino que, por el contrario, les van allanando el
camino”
.
Pío XI advierte contra la
indolencia y la timidez de los buenos
“…la
indolencia y timidez de los buenos, que se abstienen de toda resistencia
o resisten con desgana, provee, a los adversarios de la Iglesia, un
nuevo ímpetu de pretensiones y de audacia”
.
La combatividad por la causa
de Cristo, tradición del Papado
“Nuestros
Predecesores, deseando promover la felicidad de los pueblos,
emprendieron luchas de todo género, soportaron penosas fatigas y nunca
dudaron en exponerse a graves dificultades; con los ojos fijos en el
cielo, no bajaron su frente ante las amenazas de los malos, ni
cometieron la bajeza de dejarse desviar de su deber, por lisonjas o
promesas” .
El buen católico no huye a la
persecución
“Sabe
la Iglesia que contra ella no prevalecerán las puertas del infierno;
pero tampoco ignora que habrá en el mundo opresiones, que sus apóstoles
son enviados como corderos entre lobos, que sus seguidores serán siempre
el blanco del odio y del desprecio, como de odio desprecio fue víctima
su divino Fundador” .
“¿Qué
fue lo que dijo Él (Nuestro Señor) a sus discípulos, enviándolos a
sembrar el tesoro de su doctrina por todos los pueblos? Nadie lo ignora:
“Seréis perseguidos de ciudad en ciudad, seréis odiados y
vilipendiados por mi nombre, seréis llevados a los tribunales y
condenados al suplicio”. Y deseando animarlos a la prueba, Él mismo
se presentó como ejemplo: “Si el mundo os odia, sabed que, primero
que a vosotros, Me odió a Mí” (Jo. 15, 18)”
.
Proposición 36 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
La historia enseña que después de los grandes desbordamientos, el
orden natural de las cosas se reconstruye por sí mismo, con los
correctivos que eran necesarios. Esto, por ejemplo, se dio en
Francia después del Terror. Es, además, lo que se encuentra en la
propia rectitud de las fuerzas de la naturaleza. Ya lo decían los
Romanos: “Apartarás la naturaleza con el tridente, pero ella por
fin volverá — “Naturam expelles furca, tamen usque recurret” .
Una reacción violenta de la Iglesia provocaría gran derramamiento
de sangre, y hasta sacrilegios, para no conseguir evitar nada. Es
mejor entonces, no reaccionar; entrar en un régimen de concesiones
y orientar la Revolución de manera que se origine el menor número
posible de conmociones. |
Es misión de la
Iglesia oponerse a toda forma de error o mal y no sólo a los que
sean de efectos muy duraderos.
¿Es, además,
absolutamente cierto que todo vuelve por fin al orden natural? Sin
Jesucristo no hay orden verdadero. Y es posible que una
civilización que Le abandonó se conserve así cerrada a la gracia,
hasta el fin de los siglos.
Pactar con la
Revolución es fomentar las pasiones desordenadas que le dan origen.
No es así, ni callándose acerca de la verdad o del error, como se
guía al pueblo hacia el bien.
Es preciso contar con
el auxilio divino y afirmar animosamente la verdad. De ahí sólo
pueden seguirse consecuencias buenas: la victoria o el martirio. |
COMENTARIO
El propio ejemplo de la Revolución Francesa muestra lo
contrario de lo que afirma la proposición impugnada. Sus errores no
encontraron, ni en Francia, ni en el resto de Europa, reacción
suficiente. Desarmada la vigilancia general después del Terror, esos
errores se generalizaron por el mundo, gracias a la benévola indolencia
de la inmensa mayoría.
Se preparaba así, remotamente, el terreno
para la diseminación universal del comunismo
.
Las borrascas de la historia no suelen ser efímeras y de
poca importancia.
* *
*
Adaptarse a los medios malos para
orientarlos, y esto hasta el punto de asimilar el mal o colaborar con
él, supone un error condenado por Pío IX en el “Syllabus”
.
No raras veces, lo inspira no solamente el temor, sino
también la simpatía, consciente o no, con el propio mal.
Proposición 37 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
Aunque censurable e injusta la “Reforma Agraria Socialista” está
en el espíritu del tiempo y vendrá: es inútil oponerle ninguna
reacción.
Ella es, tal vez, un castigo de Dios para la impiedad de las
clases dirigentes. No es justo exigir que el Clero, que no mereció
la cólera divina, se sacrifique tentando impedir su realización. |
La Iglesia fue
instituida para guiar el espíritu de los tiempos y no para dejarse
guiar por él.
¿Conseguirá ella
dirigirlo en la actual coyuntura universal? Para Dios nada es
imposible, y si la fe mueve montañas, puede también mover el
espíritu del tiempo.
No luchar contra una
ley injusta, y censurar que el celo sacerdotal se vuelva contra
ella so pretexto de que tal vez sea un castigo divino, es lo mismo
que no combatir una epidemia porque ésta tal vez sea castigo de
Dios, y pensar que el Clero no se debe exponer al contagio porque
no cometió los pecados que dieron origen al castigo. |
COMENTARIO
La actitud de la Iglesia frente al espíritu de una
época determinada, no puede ser la de una retirada sistemática. Si ese
espíritu es el de Cristo Jesús, debe acrecentarlo de todos los modos. Si
es malo, debe oponerse a él también por todos los medios. Si tiene algo
de bueno y algo de malo, la Iglesia debe aceptar lo que es bueno y
combatir lo que es malo.
En la proposición impugnada, hay una aceptación
resignada de todo cuanto es nuevo, “resignación” que muchas veces deja
entrever un afán sistemático de la novedad por la novedad misma.
* *
*
Afirmar que la “Reforma Agraria Socialista” puede ser un
castigo para las clases dirigentes, como si no lo fuera también para
todo el País, inclusive los trabajadores, es caer en el error de los
socialistas, que ven en la propiedad privada una ventaja exclusiva de
los propietarios, y no de todo el cuerpo social.
TEXTOS PONTIFICIOS
La Iglesia no transige con
los errores de ninguna época...
Pío
IX condenó la siguiente proposición: “El Romano Pontífice puede y
debe reconciliarse y avenirse a una transacción con el progreso, con el
liberalismo y con la civilización moderna”
.
…ni constituye un estorbo
para la civilización
Pío
IX condenó a los que afirman que el Clero es “enemigo del progreso,
de la ciencia y de la civilización…”
.
Esta intransigencia no obsta
a la eficacia de su acción
Proposición
condenada: “La Iglesia se muestra incapaz de defender eficazmente la
moral evangélica, porque obstinadamente se adhiere a doctrinas
inmutables que no pueden conciliarse con el progreso moderno”
.
No es en “el espíritu del
tiempo” sino en la filosofía del Evangelio en lo que se basa la
civilización católica
“Hubo
un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados.
Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su
divina virtud, había penetrado profundamente en las leyes, instituciones
y costumbres de los pueblos, en todos los órdenes y problemas del
Estado; cuando la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente
sobre el grado de honor y de altura que le correspondía, florecía en
todas partes secundada por el favor de los príncipes y por la legítima
tutela de los magistrados; y el sacerdocio y el imperio, concordes entre
sí, departían con toda felicidad en amigable consorcio de voluntades e
intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes muy
superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de ellos, y
quedará consignada en un sin número de monumentos históricos, ilustres e
indelebles que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá
nunca desvirtuar ni oscurecer.
“Si la Europa cristiana domó las
naciones bárbaras y las hizo pasar de la fiereza a la mansedumbre, de la
superstición a la verdad; si rechazó victoriosa las irrupciones de los
mahometanos; si conserva el cetro de la civilización; si se ha mostrado
guía y maestra de todos los pueblos en todo aquello que honra a la
humanidad; si ha procurado a los pueblos el bien de la verdadera
libertad en sus diferentes formas; si con muy sabia providencia ha
creado tan numerosas y heroicas instituciones para aliviar a los hombres
en sus desgracias, no hay que dudarlo, todo ello lo debe agradecer en su
mayor parte a la religión, en la que encontró inspiración para acometer
y ayuda para llevar a cabo cosas tan grandiosas”
.
El amor a la novedad por la novedad
“El
amor de novedades, si no se modera prudentemente, basta por sí sólo para
explicar cualesquiera errores”
.
Proposición 38 |
IMPUGNADA |
AFIRMADA |
Puede que el reparto de la tierra sea injusto según los principios
jurídicos actuales. Pero, si el pueblo soberano, por sus
representantes legítimamente elegidos, prescribiera ese reparto,
este simple hecho lo tornaría justo. Pues justo es lo que sea
conforme a la ley.
Por esto mismo, aprobada legalmente la expropiación, no habrá
cuestión moral o religiosa que pueda originarse de ahí. |
La teoría que coloca la
soberanía popular por encima de la ley de Dios está condenada.
En determinada forma de
gobierno, el pueblo puede escoger a los que van a ejercer la
autoridad pública. Pero estos últimos no tienen el derecho de violar
la ley de Dios.
La propiedad, como la
familia, procede de la ley natural y de la ley divina. El Estado, ni
la instituyó ni la puede suprimir. No tiene, pues, el derecho de
quitar lo que es de unos para dárselo a otros. |
COMENTARIO
La proposición impugnada, subyacente en gran número de
trabajos favorables a la “Reforma Agraria Socialista”, pone de manifiesto
el carácter totalitario de esta última. El pueblo es soberano en la
plenitud del término, esto es, señor absoluto, precisamente a la manera de
un sultán, un cacique u otro déspota cualquiera con relación a sus
desdichados súbditos, en monarquías paganas. Un acto de la voluntad
popular puede, pues, privar, mañana mismo a innumerables personas, de
propiedades honestamente adquiridas, exactamente como un acto de voluntad
de un sultán podía en un momento, incorporar al erario público los bienes
de cualquier desdichado. A eso conduce el socialismo, sea el nazista de
camisa parda, sea el marxista de bandera roja.
Según la doctrina católica el poder del soberano —sea éste
una persona o un grupo, reciba su investidura por vía hereditaria o por
vía electiva— está siempre limitado. El soberano debe obedecer a la ley de
Dios, y respetar escrupulosamente la familia, la propiedad, todos los
derechos que el hombre tiene por ser hombre y que el Estado no le puede
quitar. Las leyes que pasen este límite son, en principio, nulas.
Y la “Reforma Agraria Socialista” debe tenerse como
contraria a la ley de Dios en virtud del sabio principio de la limitación
natural de los poderes del Estado.
TEXTOS
PONTIFICIOS
Omnipotencia de Dios, y no del
Estado
“Pero
por lo que respecta al imperio o mando político, la Iglesia enseña
rectamente que éste viene de Dios”
.
“No hay potestad sino de Dios”
“...el
poder público por sí propio, no proviene sino de Dios, porque sólo Dios es
el verdadero y Supremo Señor de las cosas, al cual todas necesariamente
están sujetas y deben obedecer y servir, hasta tal punto, que todos los
que tienen derecho de mandar, de ningún otro lo reciben si no es de Dios,
Príncipe Sumo y Soberano de todos. “No hay potestad sino de Dios” (Rom.
13, 1)” .
En Dios, y no en el pueblo está
la fuente del poder
“…muchos
modernos, siguiendo las huellas de aquellos que en el siglo anterior se
dieron el nombre de filósofos, dicen que toda potestad viene del pueblo,
por lo cual, los que la ejercen en la sociedad, no la ejercen como suya,
sino como delegada a ellos por el pueblo, y con tal condición que pueda
ser revocada por el mismo pueblo que la delegó. Muy otra es en este punto,
la creencia de los católicos, según los cuales el derecho de mandar se
deriva de Dios, como de principio natural y necesario.
“Interesa hacer notar, en este
lugar, que los que han de gobernar la cosa pública pueden, en algunos
casos, ser elegidos por la voluntad y juicio de la multitud: a ello no se
opone ni repugna la doctrina católica. Con cuya elección se designa
ciertamente el príncipe, mas no se confieren los derechos del principado,
ni se da el mando, sino que se establece quien lo ha de ejercer. No se
discute aquí sobre las formas de gobierno, pues no hay por qué la Iglesia
no apruebe el principado de uno solo o de muchos, con tal que sea justo y
tienda a la común utilidad. Por lo cual, salva la justicia, no se prohíbe
a los pueblos el que adopten aquel sistema de gobierno que sea más apto y
conveniente a su modo de ser o a las instituciones y costumbres de sus
antepasados”
.
La fuente de todos los derechos
no está en la multitud ni en el Estado
León
XIII condenó la siguiente afirmación: “Todo está, pues, en manos del
pueblo libre; la autoridad existe por mandato o concesión del pueblo;
tanto que, mudada la voluntad popular, es lícito destronar a los príncipes
aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles
está o en la multitud o en el Gobierno del Estado, organizado, por
supuesto, según los nuevos principios”
.
Omnipotencia del Estado:
principio anticristiano
Pío
IX condenó la siguiente afirmación: “El Estado, como origen y fuente
que es de todos los derechos, tiene un cierto derecho suyo ilimitado del
todo” .
Una norma legislativa del
Estado no basta por sí sola para crear un derecho
“El
simple hecho de ser declarado por el poder legislativo norma obligatoria
en el Estado, tomado sólo y por sí, no basta para crear un verdadero
derecho. El “criterio del simple hecho” solamente vale para Aquel
que es el Autor y la regla soberana de todo derecho: Dios. Aplicarlo al
legislador humano indistinta y definitivamente, como si su ley fuera la
norma suprema del derecho, es el error del positivismo jurídico en el
sentido propio y técnico de la palabra; error que está en la base del
absolutismo del Estado y que equivale a una deificación del Estado mismo”
.
Sana democracia — lo contrario
de omnipotencia del Estado
“Una
sana democracia, fundada sobre los inmutables principios de la ley natural
y de las verdades reveladas, será resueltamente contraria a aquella
corrupción que atribuye a la legislación del Estado un poder sin freno ni
límites y que hace también del régimen democrático, no obstante las
contrarias pero vanas apariencias, un verdadero y simple sistema de
absolutismo” .
Principio anticristiano: la
opinión pública está por encima de la ley de Dios
“…ciertos
hombres, sin tener en cuenta alguno de los principios más firmes de la
sana razón se atreven a proclamar que “la voluntad del pueblo
manifestada en la llamada opinión pública o de otro modo, constituye una
suprema ley, libre de todo derecho divino o humano”
.
El origen del poder público no
está en la multitud
“…el
origen del poder público debe atribuirse a Dios y no a la multitud”
.
Principio anticristiano: el
capricho de la multitud lo puede todo
León
XIII condenó el racionalismo, conforme a cuyas doctrinas “...la
autoridad pública no recibe de Dios ni el principio, ni la majestad, ni la
fuerza del mando, sino más bien de la masa del pueblo, que, juzgándose
libre de toda sanción divina, sólo ha permitido someterse a aquellas leyes
que ella misma se diese a su antojo”
.
Soberanía popular, mito
demagógico
“La
naturaleza misma enseña que toda la potestad, cualquiera que sea y
dondequiera que resida, proviene de su suprema y augustísima fuente que es
Dios; que la soberanía popular que dicen residir por derecho natural en la
muchedumbre independientemente de Dios, aunque sirve a maravilla para
halagar y encender las pasiones, no se apoya en razón alguna que merezca
consideración, ni tiene en sí bastante fuerza para conservar la seguridad
pública y el orden tranquilo de la sociedad”
.
NOTAS
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