El centro propulsor de la vida económica, política y social brasileña en los albores del siglo XX era São Paulo.
Extendida sobre una vasta altiplanicie a ochocientos metros sobre el nivel del mar, la ciudad había pasado de cerca de cincuenta mil habitantes en 1880 a más de trescientos cincuenta mil en 1910 40. Un río amplio y lento, el Tieté, baña uno de sus flancos, y una cadena de montañas, la Serra da Cantareira, la enriquece con sus aguas. Las casas eran de un solo piso, apretadas unas contra otras; pero las calles ya habían sido ensanchadas formando amplias vías arboladas, y en lugar de las casas coloniales surgen mansiones, construcciones modernas, anchas avenidas. Se muestra como una ciudad europea en los trópicos, destinada a un gran futuro.
En una correspondencia a Italia desde São Paulo, en julio de 1911, un escritor que se esconde bajo el seudónimo de “Italicus” la describe como una ciudad que vive en el período que precede y prepara el pleno florecimiento 41.
“São Paulo se ha desarrollado en veinte años con una celeridad norteamericana. Era una ciudad pequeña, conocida casi exclusivamente por su Facultad de Derecho. Los estudiantes eran toda su vida y todas las cosas tenían el movimiento a la vez solemne y calmo de las ciudades de provincia. (…)
“Ahora es una ciudad trepidante y bulliciosa de trabajo. Grandes comercios y grandes industrias se han establecido en pocos meses. Los bancos tienen un movimiento imponente. El periodismo… compite con el europeo” 42. Una fiebre de trabajo y de iniciativa devora la ciudad, mientras que el movimiento de los tranvías eléctricos, inaugurado en 1901, alcanza en 1910 la cifra prodigiosa de treinta millones de pasajeros. “Rumorea la ciudad, en febril movimiento./ La inmensa población como un río ondea./ Y, manchando el
mirar azul del firmamento,/ chimeneas se yerguen expeliendo humareda” 43. Las razones de esta extraordinaria ascensión, como observa Stefan Zweig,
son las mismas causas geopolíticas y climáticas que, cuatrocientos años antes, habían movido a Nóbrega a elegir esta localización como la más apropiada para una rápida irradiación hacia todo el Brasil 44. Desde el siglo XVII los paulistas demostraban mayores energías y capacidades que los otros brasileños. “Verdaderos «portadores» de la energía nacional, los paulistas conquistaron y descubrieron el país, semper novarum rerum cupidi; y esta apetencia de riesgo, de progreso y de expansión, en los siglos siguientes se transfirió al comercio y a la industria” 45.
São Paulo, la ciudad de los fazendeiros, “gente que tenía más orgullo de la hacienda que de la ciudad, y que cuando pensaba en ciudad situaba esa ciudad en Europa, más exactamente en París” 46, tiene el aspecto y el alma de una gran ciudad, en la cual confluyen culturas y modos de vivir europeos. La nota de fondo continúa siendo la de la bondad y de la universalidad portuguesas, que permite la fusión y la amalgama de elementos tan diversos. Si a la cabeza de la ascensión económica están sobre todo los inmigrantes italianos 47, francesa es la cultura, la cortesía, la vida social 48.
Recorriendo la calle 15 de Noviembre, la vía más elegante del llamado Triángulo céntrico, se encuentran negocios de nombres inconfundibles: Au Printemps, Au Louvre, Au Palais Royal. La librería Garraux, uno de los puntos de encuentro de la São Paulo elegante, importa de Europa no sólo libros, sino también champagne francés, vino del Rhin, chocolates suizos, mientras que el barrio más aristocrático de la ciudad se llama Campos Elíseos 49.
Georges Clemenceau destaca este aspecto en su relato de viaje a América del Sur en 1911: “La ciudad de São Paulo es tan curiosamente francesa en algunos de sus aspectos que, en toda una semana, no he tenido la sensación de encontrarme en el exterior. (…) La sociedad paulista (…) presenta el doble fenómeno de orientarse decididamente hacia el espíritu francés y de desarrollar paralelamente todos los trazos de la individualidad brasileña, que determinan su carácter. Indudablemente el paulista tiende a ser paulista hasta lo más profundo de su alma. Paulista tanto en Brasil como en Francia o en cualquier otro lugar. Dicho esto, decidme si alguna vez ha habido, bajo la figura de un comerciante, al mismo tiempo prudente y audaz que supo valorizar el café, un francés de modos más corteses, de conversación más agradable y de delicadeza de espíritu más aristocrática” 50. Vandeano de origen y de temperamento, pero protestante y republicano, Clemenceau ve reflejarse en el Brasil las paradojas de su propia alma y las contradicciones de la Belle Époque: espíritu aristocrático y positivismo ingenuo, confianza en los “inmortales principios” de la Revolución francesa y nostalgia de la civilización y de las maneras del Antiguo Régimen. “En aquel ambiente —todo hecho de esplendores y de ceremonia, realzado por la noble y alegre nota francesa— permanecía vivo, en materia de primera importancia como es la convivencia social, el viejo aroma de moralidad cristiana que nos había legado Portugal, país con el cual el Brasil había formado, no hacía mucho tiempo, un reino unido. Así, marcada por tales características, la aristocracia paulistana armonizó algunos de sus elementos fundamentales típicos: fe, vida social y selección 51.
Familia del Conde António Alvares Penteado
El año 1900 se había iniciado en São Paulo con un acontecimiento mundano que sellaba la alianza entre las dos dinastías que simbolizaban la elite económica y social de la ciudad al fin del siglo: el matrimonio entre la bella Eglantina, hija del conde Antonio Álvares Penteado, y el joven Antonio Prado Jr., hijo del Consejero Antonio Prado, alcalde en los diez años dorados de São Paulo, entre 1898 y 1908.
Algunos años después, otro casamiento, menos mundano y más recogido, unía dos antiguas familias del Brasil: el de João Paulo Corrêa de Oliveira y Lucilia Ribeiro dos Santos, celebrado el 15 de julio de 1906 en la Capilla del Seminario Episcopal de São Paulo por Mons. Francisco de Paula Rodrigues 52.
La familia pronto recibió la bendición de dos hijos, Rosée y Plinio, que la madre ofreció a Dios antes de nacer 53.
Notas:
40 Ibid., p. 180.
41 ITALICUS, Dove vive un milione di Italiani. Lo stato di San Paolo in Brasile, in “L’Illustrazione italiana”, Nº 34 (20 de agosto de 1911), pp. 177-200. La revista dedica un amplio reportaje al Estado de São Paulo, en el cual la tercera parte de la población es italiana. La colectividad italiana en 1911 comprende cerca de un millón de personas, de las cuales seiscientos mil trabajan en las haciendas u otras empresas agrícolas, ciento treinta mil habitan en la capital, los otros residen en los pueblos del interior del Estado (p. 181).
42 Ibid.
43 BATISTA CEPELOS, O fundador de S. Paulo, in E. WERNECK, Antologia Brasileira, cit., p. 326.
44 S. ZWEIG, Brasile. Terra dell’avvenire, cit., pp. 227-228.
45 Ibid, p. 228.
46 E. SILVA BRUNO, História e Tradições da Cidade de São Paulo, cit., vol III, p. 1315.
47 Esta inmigración de masas coincide con el fin de la esclavitud. La gran mayoría de los inmigrantes italianos que llegaron al Brasil se radicó en São Paulo. Casi todos obreros de la naciente industria paulista se concentraban sobre todo en el barrio del Brás, cuya calle principal era la Caetano Pinto. En 1881 había llegado al Brasil, a los veintisiete años, Francesco Matarazzo, acompañado por su esposa Filomena y por dos hijos. En 1910 ya poseía el mayor complejo industrial de América del Sur, las Industrias Reunidas F. Matarazzo. Cfr. VINCENZO GROSSI, Storia della colonizzazione europea nel Brasile e della emigrazione italiana nello Stato di San Paolo, Società Editrice Dante Alighieri, Milán, 1914; ANGELO TRENTO, Là dov’è la raccolta del caffè. L’emigrazione italiana in Brasile, 1875-1940, Antenore, Padua,1984; A presença italiana no Brasil, a cargo de ROVÍLIO COSTA e LUIS ALBERTO DE BONI, ed. it. a cargo de A. TRENTO, Fondazione Giovanni Agnelli, Turín, 1991.
48 El Conde de Gobineau cuenta que en una conversación con el Emperador Napoleón III éste le preguntó: “En suma, ¿qué le parecen los brasileños?”, y él respondió: “Pues bien, el brasileño es un hombre que desea apasionadamente ir a vivir a París” (Carta a Mme. de Gobineau del 7 de junio de 1869, cit. in GEORGES RAEDERS, Le comte de Gobineau au Brésil, Nouvelles Editions Latines, París, 1934, p. 53). “Parece que casi no existen brasileños que no hablan francés”, observa a su vez, admirada, INA VON BINZER, institutriz alemana de la familia Prado (Os Meus Romanos. Alegrias e Tristezas de uma educadora alemã no Brasil, Editora Paz e Terra, São Paulo, 1991, p. 18).
49 Cfr. PAULO CURSINO DE MOURA, São Paulo de outrora, Editora Itatiaia Limitada, Belo Horizonte, 1980, p. 19.
50 GEORGES CLEMENCEAU, Notes de Voyage dans l’Amérique du Sud, Utz, París, 1991 (1911), pp. 231-En un libro del BARÓN D’ANTHOUARD, aparecido en el mismo año 1911, con el título Le progrès brésilien. La participation de la France (Plon-Nourrit, París, 1911), el autor observa que “el Brasil (…) se adhiere hasta el fondo de su ser al movimiento de las ideas en Francia” (ibid, p. 41). “El brasileño muestra por la cultura francesa una poderosa atracción que nadie iguala; acompaña con la más viva simpatía nuestro movimiento intelectual, lee y conoce todos nuestros autores; es también sensible a nuestra producción artística. En fin, Francia es el país hacia el cual se dirigen todos sus sueños, el país del bienestar y del placer, de la elegancia y del lujo, de las novedades y de los grandes descubrimientos, de los sabios, de los artistas, de los filósofos” (ibid, p. 375).
51 J. S. CLA DIAS, Dona Lucilia (en adelante DL), 3 vol., Artpress, São Paulo, 1995, vol. I, p.85. Los Ribeiro dos Santos son recordados entre las familias que se distinguían en las recepciones de la aristocracia paulista. “Se respira un aire recogido de intimidad de familia en esas ceremonias en que, sin embargo, ostentaban uniformes, grandes cruces, diamantes y joyas” (WANDERLEY PINHO, Salões e Damas do Segundo Reinado, Librería Martins, São Paulo, 1942, 4ª ed., p. 112).
52 DL, vol. III, pp. 209-210. En el matrimonio estuvieron presentes entre otros, el Conde Antonio Alvares Penteado con su esposa Anna Paulina Lacerda; Manoel Antonio Duarte de Azevedo (18311912), Presidente del Senado y del Instituto Histórico e Geográfico de São Paulo; el historiador Afonso d’Escragnolle Taunay (1875-1958), futuro Presidente del Instituto Histórico e Geográfico e historiador de las Bandeiras. Mons. Francisco de Paula Rodrigues, nacido el 3 de julio de 1847 y muerto el 21 de junio de 1915, fue una de las figuras destacadas de la vida religiosa paulista de la transición entre los dos siglos. Canónigo de la Catedral de São Paulo (1874), Arcediano (1878), fue después Vicario General de la Diócesis, a la que gobernó ad interin tras la muerte del Obispo Mons. José de Camargo Barros (1906).
53 DL, vol. II, p. 67. La hermana de Plinio, Rosenda Corrêa de Oliveira, llamada Rosée, nacida el 6 de julio de 1907 y fallecida en 1993, se casaría con un hacendado de Minas Gerais, Antonio Castro Magalhães.