Los historiadores han resaltado las graves consecuencias que tuvo, en el plano geopolítico, el desmembramiento del Imperio Austrohúngaro. Pero aún no han salido a luz las consecuencias que esto acarreó en el plano de las mentalidades y las costumbres. Fue como un soplo vital que, imprevistamente, se debilitó en Europa. La atmósfera de estabilidad y de seguridad que, como recuerda Stefan Zweig 87, marcaba le Belle Époque, se esfumó rápidamente. Un viento de incertidumbre e inquietud tomó por asalto el Viejo Continente. Hasta 1914, nadie contestaba la superioridad de Europa. Después de la guerra, “ella duda de sí misma, de la legitimidad de su dominio, de la superioridad de su civilización y de su futuro” 88. Obras de títulos antes impensables, como “La declinación de Europa” del geógrafo Albert Demangeon y “El crepúsculo de Occidente” del escritor alemán Oswald Spengler, se volvieron verdaderos best-sellers.
Se consolidaba en el mundo el “mito americano” 89. “Mientras Europa parecía hundirse en el caos, rayaba sobre América el cenit del esplendor wilsoniano. Los Estados Unidos habían alcanzado su apogeo” 90. La América del Norte encarnaba una nueva way of life, que tenía su modelo centelleante y artificial en Hollywood, la ciudad californiana sede del nuevo imperio del cinematógrafo. En los años 20 —les années folles o, según la fórmula británica, the Roaring Twenties— Europa sufrió transformaciones que modificaron profundamente hábitos y costumbres de sus habitantes. La americanización fue impuesta sobre todo por el cine 91, que se transformó en la diversión más popular, al lado de deportes de masa como el fútbol y el boxeo, propagados por la radio y la prensa.
El nuevo estilo de vida, que representaba la antítesis del espíritu de la Belle Époque, no influenciaba solamente a las clases altas, sino que se extendía a las clases medias y a una amplia fracción de la clase obrera. Uno de sus símbolos era la emancipación de la mujer que, en muchos países europeos, como Francia e Italia, todavía no votaba pero ya presentaba una imagen de sí misma “moderna” y agresiva, muy distinta al tipo femenino tradicional. Es una nueva mujer, que se corta el cabello à la garçonne, usa faldas y mangas cada vez más cortas, conduce su propio automóvil, mientras que el tipo humano masculino es constituido por el hombre práctico y dinámico, que busca el éxito, según el modelo del self-made man norteamericano. El mito del dinero se impone implacablemente a la sociedad, paralelamente a una desenfrenada búsqueda del placer. La vida sufre una fuerte vulgarización bajo todos los puntos de vista: el trato social, las modas, el lenguaje.
También en Brasil, en los años 20, se comenzaba a notar una transformación en las tendencias. “Ese decenio fue, para nosotros —recordará Plinio Corrêa de Oliveira—, el de la «buena vida», de los gastos fabulosos, del café a precio alto, de los viajes interesantes a Europa, de las orgías y de la despreocupación (…). La inercia mental brasileña era completa. El famoso jazz band, el shimmy, el cine y el deporte monopolizaban todos los espíritus” 92. Definirá el “americanismo” como “un estado de espíritu subconsciente, con afloramientos concientes, que erige el goce de la vida en supremo valor del hombre y procura ver el universo y organizar la existencia de modo propiamente delicioso” 93.
En el centro de São Paulo, los salones superiores de los grandes almacenes Mappin exponen al público muebles ingleses, más modernos e “higiénicos” que los franceses. El fútbol comienza a atraer la simpatía de los jóvenes, mientras una nueva visión hedonista de la vida tiene su símbolo en Río de Janeiro, la ciudad de las playas y del carnaval. La Semana de Arte Moderno que tuvo lugar en São Paulo en 1922, con el patrocinio de la elite social paulista 94, ensayaba la revolución en la arquitectura, cuyo símbolo será Oscar Niemeyer, arquitecto comunista que proyectaría la nueva capital, Brasilia. En ese mismo año fue construido en São Paulo el edificio Martinelli, el mayor de América del Sur; el arquitecto ruso Gregori Warchavchik lanza el international style que alteraría las características típicas de los centros urbanos brasileños 95, mientras que Le Corbusier se volvía el nuevo ideal de los arquitectos de América Latina. La transformación radical de la ciudad, en menos de veinte años, reflejó la modificación igualmente profunda de las costumbres y de las ideas 96. Pero la familia Corrêa de Oliveira, en la que bajo el influjo materno se formaba el joven Plinio, representaba sin embargo una franja del Ancien Régime que sobrevivía y se oponía a las olas de la modernidad.
Notas:
87 “Se intentó encontrar una fórmula cómoda para definir el período que precedió a la primera guerra mundial, el tiempo en que crecimos. Creo ser lo más conciso posible diciendo: fue la edad de oro de la seguridad; (…) Nadie creía en guerras, en revoluciones y subversiones. Todo acto radical y toda la violencia parecía entonces imposible en la edad de la razón” (S. ZWEIG, Il mondo di ieri, tr. it., Mondadori, Milán, 1946, pp. 9, 10)
88 RENÉ RÉMOND, Introduction à l’histoire de notre temps, Seuil, París, 1974, vol. III, Le XX Siècle de 1914 à nos jours, p. 52. Cfr. también CARLO CURCIO, Europa, storia di un’idea, 2 vols., Valecchi, Florencia, 1958, vol. II, pp. 789-880; JEAN GIUFFAN, Histoire de l’Europe au XX siècle, 1918-1945, Editions Complexe, Bruselas, 1995.
89 Cfr. Apéndice I de la II parte de PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nobility and Analogous Traditional Elites in the Allocutions of Pius XII, Hamilton Press, York (Pensilvania), 1993, The United States: An Aristocratic Nation Whithin a Democratic State, pp. 135-330. Cfr. también A. FREDERICK MARK, Manifest Destiny and Mission in American History, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1963; ERNEST LEE TUVESON, Redeemer Nation: The Idea of America Millennial Role, University of Chicago Press, Chicago, 1968. En la segunda parte del siglo XX, mientras el proceso revolucionario avanzaba, los Estados Unidos ejercieron un papel semejante al de Europa en los siglos precedentes. Plinio Corrêa de Oliveira, recuerda un discípulo suyo, “comparaba este papel al desempeñado por Austria en el siglo XIX”. Así como el imperio de los Habsburgos representó el principal blanco de ataques de la internacional liberal de aquel tiempo, el imperio americano terminó convirtiéndose en el villano de la internacional progresista, que ve en él el símbolo del conservadurismo y del anticomunismo. En este nuevo contexto, el Dr. Plinio “pasó a apoyar las actitudes anticomunistas de los EE. UU., así como las presiones ejercidas por algunas fuerzas internas del país sobre el Gobierno, para obtener una política firme contra el expansionismo chino-soviético. Esta posición suya no implicaba, ni de lejos, la aceptación del american way of life como consentimiento a la influencia liberalizante del americanismo. Implicaba la constatación objetiva de que los EE. UU. son hoy una potencia sin la cual es imposible esperar que se pueda impedir el avance político-militar del comunismo internacional” (JULIO LOREDO DE IZCUE, carta al autor).
90 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A dynamite de Christo, in “O Legionário”, Nº 321, 5-11-1938.
91 En los años veinte sus héroes son Charlie Chaplin, Buster Keaton, Douglas Fairbanks, Rodolfo Valentino, Gloria Swanson, Mary Pickford.
92 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A dynamite de Christo, cit.
93 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O coração do sábio está onde há tristeza, “Catolicismo”, Nº 85, enero 1958, p.2.
94 J. DE AZEREDO SANTOS, Semana de arte moderno: precursora dos “hippies”, “Catolicismo”, Nº 256, abril 1972, p. 7.
95 En 1925 Warchavchik publicó en el “Correio da Manhã” de Río de Janeiro el artículo Acerca da Arquitetura moderna, en el que presentaba a Le Corbusier al público brasileño. Fue él quien construyó la primera casa “modernista” de Brasil, en la calle Santa Cruz, en São Paulo.
96 La urbanización de São Paulo cambió bajo la administración de Fabio Prado (1935-1938), pero sobre todo bajo Francisco Prestes Maia, alcalde de la ciudad de 1938 a 1945 y nuevamente de 1961 a 1965. Su filosofía urbanística fue expuesta en obras como São Paulo, metrópole do século XX (1942) y O plano urbanístico da cidade de São Paulo (1945).