El papa Pío XII visita el barrio de San Lorenzo (en Roma) el 20 de julio de 1943, pocas horas después del bombardeo.
Ya en 1936 Plinio Corrêa de Oliveira había escrito: “Dentro de poco sólo los ciegos lo podrán negar, vendrá un diluvio internacional: la guerra mundial golpea las puertas de la Civilización occidental” 106. Al comienzo de 1939, él trazó en “O Legionário” un dramático cuadro de los acontecimientos internacionales. “En este mar tormentoso —afirmaba—, navega la Nave mística de San Pedro. Contra ella se forman misteriosos movimientos de olas, que degenerarán rápidamente en tempestad inmensa” 107.
El 1º de setiembre de 1939, después de la negativa polaca de ceder a Hitler el “corredor” de Dantzig, el ejército alemán invadió a Polonia. En su “Nota internacional” del 3 de setiembre, Plinio Corrêa de Oliveira comentó el acontecimiento con estas palabras:
“Todo lleva a creer que la guerra fue resuelta no por un simple pacto de no agresión, sino por un acuerdo secreto entre Rusia y el Reich, del cual deba resultar probablemente el fraccionamiento de Polonia. Así, parecen definirse las posiciones como siempre se presentaron a los que supieron ver: la estrecha proximidad ideológica entre el nazismo y el comunismo, traducida en una alianza militar positiva contra la civilización y la paz. Es la guerra que se inicia con todo su hediondo cortejo de muerte, de miseria y de sufrimientos, para intentar imponer a Europa un señor que es la antítesis de la civilización católica y el producto de una serie secular de errores, concretando el error contra la Verdad” 108.
Ese mismo 3 de setiembre, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania. Comenzaba la Segunda Guerra Mundial que Plinio Corrêa de Oliveira, en un artículo de cinco columnas en “O Legionário”, definía como “La guerra más enigmática de nuestro siglo” 109. El enigma estaba representado por el velo de aparentes contradicciones con las cuales “las oscuras fuerzas del mal” 110 desarrollaban sus maniobras para destruir todo cuanto aún sobrevivía de la Civilización Cristiana. El propósito de Plinio Corrêa de Oliveira continuaba siendo el de develar, con agudeza de vistas, el mysterium iniquitatis que se ocultaba en la Historia que le tocaba vivir.
Los primeros meses del conflicto testimoniaron un avance fulminante de Alemania, que ocupó Polonia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia. El 10 de junio de 1940, en vísperas de la entrada de las tropas alemanas a París y del armisticio entre Hitler y Pétain 111, Mussolini entró en la guerra del lado del Reich. En Inglaterra, mientras tanto, el 10 de mayo de 1940 Chamberlain había presentado la dimisión y había sido sustituido como Primer Ministro por Winston Churchill. El nuevo jefe del gobierno prometió al pueblo británico “lágrimas, sacrificios, sangre y sudor” hasta la victoria final, declarando en la Casa del Almirantazgo:
“Yo diría a la Casa, como lo he dicho a todos cuantos se han unido a este Gobierno: «No tengo otra cosa que ofrecer sino sangre, sacrificios, lágrimas y sudor». Me preguntáis: ¿cuál es nuestra política? Respondo: es la guerra librada por mar, tierra y aire, con todo nuestro poder y con toda la fuerza que Dios puede darnos; trabar la guerra contra una monstruosa tiranía, nunca sobrepujada en el oscuro y lamentable catálogo del crimen humano. Esta es nuestra política. Preguntáis: ¿cuál es nuestro objetivo? –Puedo responder en una sola palabra: es la victoria, victoria a toda costa, victoria a despecho de todo terror, victoria, por más largo y duro que pueda ser el camino; porque sin victoria no hay supervivencia” 112.
Plinio Corrêa de Oliveira siempre admiró en la figura de Churchill, aunque fuese protestante, la fuerza de carácter y firmeza de convicciones, cuando el rasgo común a los hombres políticos católicos de aquel tiempo parecía ser la disponibilidad para “transigir” y colaborar con el adversario 113.
A fines de junio de 1940, Churchill, después de haber rechazado todas las propuestas de paz, enfrentó la “batalla de Inglaterra” desencadenada por el Führer para doblegar al pueblo inglés. Ya en el mes de octubre, la tenacidad de la resistencia británica obligaba a Hitler a renunciar a su proyecto 114. La esperanza germánica de concluir la “guerra-relámpago” se desvanecía con la misma celeridad con que se había iniciado. Europa se encontraba, sin embargo, bajo la bota del Führer que anunciaba la creación de su “nuevo orden” milenario. El mapa geográfico europeo de 1941 parecía confirmar sus sueños: bajo la forma de Estados anexos, “protegidos”, colaboradores o satélites, la mayor parte de las naciones europeas ahora gravitaban en la órbita del Tercer Reich.
Para la Iglesia Católica, se trataba de una situación radicalmente nueva que, como ya fue observado, sólo tenía un precedente análogo en tiempos del expansionismo napoleónico 115. Comenzaba a hablarse de la posibilidad de una invasión nazi al Vaticano y de una deportación del Pontífice 116. El “silencio” acerca del nazismo del cual Pío XII fue acusado, no nació de este temor sino del de provocar, con su protesta solemne, reacciones más despiadadas contra los católicos y contra los mismos judíos 117. El Papa invocó su vocación de árbitro moral derivada de su magisterio espiritual. El Tratado de Letrán, que en su art. 24 garantizaba la neutralidad y la inviolabilidad de la Ciudad del Vaticano, le ofrecía una libertad de acción de la cual no había podido gozar ninguno de sus predecesores inmediatos.
“¿Con quién está el Papa?”. El Papa, respondía en “O Legionário” Plinio Corrêa de Oliveira a esta pregunta tantas veces repetida, es el Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro infalible de la Verdad, soberano de un reino espiritual e indestructible: “Supremo jerarca de todo el universo, el Santo Padre representa todo cuanto es divino, supraterrenal, inmutable, eterno” 118. Por lo tanto el Papa no tiene “aliados” ni “enemigos”. El Papa no está ni con Hitler ni con Stalin. “El Papa está con Jesucristo, con la indefectibilidad, con la eternidad. Y es el Papa el que va a vencer” 119.
A lo largo de la guerra Plinio Corrêa de Oliveira comentó con dolor los bombardeos sobre la Ciudad Eterna, sede del Vicario de Cristo 120, y expresó reiteradamente su unión al Pontífice y a la Santa Sede. “Si el Papa sufre, debemos sufrir con él, debemos luchar por él, debemos orar por él. En el umbral de 1944, formemos la resolución de esmerarnos mas que nunca en la devoción filial y entusiasta al Sumo Pontífice” 121.
Notas:
106 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Unidade nacional, in “O Legionário”, Nº 219, 22 de noviembre de 1936.
107 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Ainda o fascismo, in “O Legionário”, Nº 330, 8 de enero de 1939.
108 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Nota internacional, in “O Legionário”, Nº 364, 3 de setiembre de 1939; cfr. también ID., Ao celebrarmos o advento da Paz, não nos esqueçamos da lição que encerra esta guerra, in “O Legionário”, Nº 666, 13 de mayo de 1945.
109 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A guerra mas enigmática de nosso século, in “O Legionário”, Nº 381, 31 de diciembre 1939. Sobre la Segunda Guerra Mundial, cfr. las clásicas obras de WINSTON S. CHURCHILL, The Second World War, Cassell, Londres, 1948-1954 (6 vols.) y ALAN JOHN P. TAYLOR, The origins of the Second World War, Hamish Hamilton, Londres, 1961.
110 PÍO XII, Alocución al Sacro Colegio del 24 de diciembre de 1946, in IP, La pace internazionale, cit., p. 469.
111 “No comprendemos cómo se pueda desear el Reinado de Cristo en Francia, apoyando al mismo tiempo con desvelos de hermano a los que en Alemania injurian, vilipendian y persiguen a Nuestro Señor Jesucristo. No se puede ser al mismo tiempo amigo de San Pedro y de Herodes” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, As máscaras cairam, in “O Legionário”, Nº 504, 10 de mayo de 1942).
112 Cit. in M. GILBERT, Finest hour. Winston S. Churchill, 1939-1941, Heinemann, Londres, 1983, p. 333.
113 Cfr. por ejemplo PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Quisling, Mosley & C., in “O Legionário”, Nº 396 (14 de abril de 1940) en el que critica el “gran consorcio internacional Quisling, Mosley, Degrelle, Seyss-Inquart & Co.”.
114 “Durante la guerra —afirmará Pío XII— el pueblo inglés ha soportado más de lo que era soportable a las posibilidades humanas” (PÍO XII, Alocución al nuevo Ministro de Gran Bretaña del 30 de junio de 1947, in DR, vol. IX, p. 137).
115 J. CHÉLINI, L’Église sous Pie XII, cit., pp. 121-122.
116 Cfr. G. ANGELOZZI GARIBOLDI, Pio XII, Hitler e Mussolini, cit., pp. 193-194. En el momento en que Italia entró en la guerra, se había hablado de un exilio voluntario de Pío XII a un país neutral, para salvaguardar la independencia de su misión de Jefe de la Iglesia. El Arzobispo de Nueva York, Mons. Francis Joseph Spellman, había propuesto que el Papa buscase refugio en un país de América Latina y, según Giorgio Angelozzi Gariboldi, “se había pronunciado el nombre del Brasil” (ibid., p. 113). 117 G. ANGELOZZI GARIBOLDI, op. cit., pp. 148-149; A. RHODES, The Vatican in the age of dictators, cit., 337-352.
118 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Com quem está o Papa?, in “O Legionário”, Nº 589, 21 de noviembre de 1943. Cfr. también ID., Pastor Angelicus, in “O Legionário”, Nº 568, 27 de junio de 1943. “Nuestra posición entre los dos campos opuestos —afirma Pío XII en el Radiomensaje de Navidad del 24 de diciembre de 1947— es ajena de toda consideración de orden temporal. Estar con Cristo o contra Cristo: esta es toda la cuestión” (Pío XII, in DR, vol. IX, p. 394).
119 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Com quem está o Papa?, cit. Cfr. también ID., 7 dias em revista, in “O Legionário”, Nº 541, 20 de diciembre de 1942.
120 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O bombardeio de Roma, Nº 572, 25 de julio de 1943; ID., 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 597, 16 de enero de 1944. Por ocasión de la Navidad de 1944, publicó varios artículos comentando el Mensaje de Pío XII (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A mensagem de Natal, in “O Legionário”, Nº 647 (31 de diciembre de 1944), Nº 648 (7 de enero de 1945), Nº 649 (14 de enero de 1945) y Nº 651 (28 de enero de 1945).
121 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, 7 dias em Revista, in “O Legionário”, Nº 595, 1 de enero de 1944.