El “movimiento litúrgico” del siglo XX aparece más como una desviación que como un desarrollo del movimiento promovido en el siglo anterior por el Abad benedictino de Solesmes, Don Próspero Guéranger 25. Éste último había entendido la renovación de la vida monástica como un retorno a la liturgia romana tradicional, después de las devastaciones operadas por el protestantismo y, en el seno de la Iglesia Católica, por el galicanismo y el jansenismo. Pero el “movimiento litúrgico” 26, que tuvo su punto de partida en Bélgica 27 y su principal centro de referencia en la abadía alemana de Maria Laach 28 fue, en cambio, entendido como una “irrupción de laicos en la participación activa en la vida de la Iglesia” 29.
Los reformadores tendían a suprimir la substancial diferencia entre el sacerdocio sacramental de los presbíteros y el sacerdocio común de los laicos, proponiendo una visión igualitaria y democrática de la Iglesia. Insinuaban la idea de una “concelebración” del sacerdote con el pueblo 30; sostenían que se debía “participar” activamente de la Misa, dialogando con el sacerdote, con exclusión de cualquier otra forma de legítima asistencia al Santo Sacrificio, tal como la meditación, el Rosario u otras oraciones privadas; propugnaban la reducción del altar a una mesa; consideraban como formas extra-litúrgicas de piedad, la comunión extra Missam, las visitas al Santísimo Sacramento, la adoración perpetua; manifestaban poca consideración por las devociones al Sagrado Corazón, a Nuestra Señora, a los Santos y, en general, por la espiritualidad ignaciana y por la doctrina moral de San Alfonso María de Ligorio. Se trataba, en una palabra, de una “reinterpretación” de la doctrina y de la estructura de la Iglesia, con el objeto de adaptarlas al mundo moderno.
El padre José Ariovaldo da Silva, que ha trazado una documentada historia del movimiento litúrgico en Brasil, fija la fecha de su nacimiento oficial en 1933 31. En aquel año, un monje benedictino llegado de Alemania, don Martin Michler 32, encargado de impartir un curso de liturgia en el Instituto Católico de Estudios Superiores, despertó con sus clases el entusiasmo de algunos estudiantes brasileños 33. Se formó entonces, dentro de la Acción Universitaria Católica (AUC), un Centro de Liturgia, cuyos trabajos se inauguraron con un retiro predicado por el sacerdote benedictino a dieciséis jóvenes, en una hacienda del interior del Estado de Río de Janeiro. Fue allí que el 11 de julio de 1933 se celebró la primera Misa dialogada y versus populum en el Brasil 34. Desde entonces don Michler comenzó a dialogar semanalmente la Misa para los universitarios en el Monasterio de San Benito de Río. “Se iniciaba, pues, el Movimiento Litúrgico en Brasil” 35.
Notas:
25 Sobre don Próspero Guéranger (1805-1875), restaurador de la vida monástica en Francia, cfr. D. PAUL DELATTE O.S.B., Dom Guéranger, Abbé de Solesmes, Plon-Nourrit, París, 1989, 2 vols. (2a. ed.) y recientemente CUTHBERT JOHNSON O.S.B., Prosper Guéranger (1805-1875): a liturgical theologian, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma, 1984. Cfr. también F. FURQUIM DE ALMEIDA, D. Guéranger, um douto na Lei Divina, in “Catolicismo”, Nº 66, junio de 1956, y los vocablos de B. HEURTEBIZE en DTC, vol. VI (1920), cols. 1894-1898, y de JACQUES HOURLIER en DSp, vol. VI (1967), cols. 10971106.
26 Acerca del “movimiento litúrgico”, cfr. OLIVIER ROUSSEAU, Histoire du mouvement liturgique, Ed. du Cerf, París, 1994; DIDIER BONNETERRE, Le Mouvement liturgique, Ed. Fideliter, Escurolles, 1980; B. NEUNHEUSET, Movimento Liturgico, en Nuovo Dizionario de Liturgia, a cargo de D. Sartore A. M. TRIACCA, Ediciones Paulinas, Roma, 1984. Ver además Liturgia: temi e autori Saggi di studio sul movimento litúrgico, a cargo de FRANCO BROVELLI, Ediciones Litúrgicas, Roma, 1990. Textos como Das Christliche Kultmysterium (1932) de D. ODO CASEL; Vom Geist der Liturgie (1918), Liturgische Bildung (1923), Die Sinne und die religiöse Erkenntis (1950), de ROMANO GUARDINI; Liturgie und Personlichkeit (1933) de DIETRICH VON HILDEBRAND, constituyeron las obras de referencia del movimiento.
27 En el congreso de las asociaciones católicas inaugurado en Malinas en 1909 por el cardenal Mercier, D. Lambert Beaudin (1873-1960), benedictino de Monte César, había sido el primero en sostener una visión horizontalista y “comunitaria” de la liturgia (B. FISCHER, Das “Mechelner Ereignis” vom 23.9.1909, en Liturgisches Jahrbuch, 9 [1959], pp. 203-219). Él fue también uno de los principales pioneros del “movimiento ecuménico”.
28 En la abadía de Maria Laach, se reencontraron unidos el abad J. Herwegen y sus monjes K. Mohlberg y O. Casel, con el joven sacerdote italo-alemán Romano Guardini y los profesores J. Dölger y A. Baumstark. Con el impulso de todos ellos, en 1918 comenzaron a editarse las tres colecciones Ecclesia Orans, Liturgiegeschichliche Quellen y Liturgiegeschichliche Forschungen.
29 ERWIN ISERLOH, Il Movimento liturgico, en HKG, tr. it. vol. X/1, Milán, 1980, p. 237.
30 Tal principio, condenado por el Concilio de Trento (Sesión 23, cap. 4, en DENZ.-H, Nº 1757), fue nuevamente proscrito por Pío XII (Encíclica Mediator Dei, in AAS, vol. 39, p. 556).
31 JOSÉ ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O movimento litúrgico no Brasil, Editora Vozes, Petrópolis, 1983. Cfr. también MONS. CLEMENTE ISNARD O.S.B., Reminiscências para a História do Movimento Litúrgico no Brasil, apéndice en B. BOTTE O.S.B., O movimento litúrgico Testemunho e recordações, Ediciones Paulinas, São Paulo, 1978, pp. 208-209.
32 Don Martín Michler (1901-1969) fue benedictino en Neusheim, en Maria Laach y en San Anselmo de Roma, recibiendo la influencia, además de Romano Guardini, de D. Beaudin y de Odo Casel. Cfr. D. ISNARD O.S.B., O papel de Dom Martinho Michler no Movimento Católico Brasileiro, in “A Ordem”, Nº 36, diciembre 1946, pp. 535-545.
33 Alceu Amoroso Lima, quien reconoció deber mucho a la influencia de Michler (A. AMOROSO LIMA, Memórias Improvisadas, Ed. Vozes, Petrópolis, 1973, p. 205), vio en él “una gran luz para todos” (ID., Hitler e Guardini, in “A Ordem”, Nº 36, diciembre 1946, p. 550). A esta influencia no se sustrajo otro intelectual católico brasileño, Gustavo Corção, que en su obra autobiográfica A descoberta do Outro (1944), según el P. Da Silva “deja transparecer la nítida influencia de las ideas vitalistas de Don Martín Michler” (J. ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, cit., p. 48; cfr. también A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., pp. 144-145).
34 J. ARIOVALDO DA SILVA O.F.M., O Movimento Litúrgico no Brasil, cit., pp. 41-42; MONS. C. ISNARD O.S.B. (O papel…, cit., pp. 535-539). Así recuerda Mons. Isnard este episodio: “En la sala principal él preparó un altar para la celebración de la misa. Pero, para gran sorpresa nuestra, en vez de recostar la mesa en la pared, la colocó en el centro de la sala y dispuso un semicírculo de sillas, diciendo que iba a celebrar de frente hacia nosotros. ¡Fue la primera misa celebrada de frente hacia el pueblo en Brasil!” (Reminiscências…, cit., p. 218). “Don Martín hizo todo eso con naturalidad, pero en aquel momento él consumaba una revolución dentro de nosotros, quebraba un tabú, y nos obligaba a seguirlo en otros pasos que nos haría dar” (ibid.).
35 J. A. DA SILVA, O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, cit., p. 43.