Cap. III, 4. La Acción Católica en la encrucijada

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En una carta dirigida el 27 de octubre de 1935 al Cardenal Leme y a los obispos brasileños, Pío XI expresaba su deseo de que también en Brasil fuese constituida la Acción Católica 36. Ese mismo año se funda la Acción Católica Brasileña, con el objetivo de realizar un apostolado “para la difusión y la actuación de los principios católicos en la vida individual, familiar y social” 37. Su función era la de coordinar todas las asociaciones y las obras católicas ya existentes en el país, sujetándolas a una única orientación. De acuerdo a sus estatutos, ella debería colocarse bajo la inmediata dependencia de la Jerarquía eclesiástica, actuando fuera de cualquier organización partidista. El 4 de abril de 1937 la Acción Católica fue solemnemente establecida en la arquidiócesis de Río de Janeiro y Alceu Amoroso Lima, más conocido por el seudónimo de Tristão de Athayde 38, fue nombrado primer presidente nacional, mientras que la dirección efectiva quedó confiada a una comisión episcopal compuesta de cinco miembros. El modelo era el italiano, que valorizaba las diócesis como núcleos relativamente autónomos dentro de las organizaciones y reagrupaba las asociaciones según criterios de edad y sexo 39.
En Brasil ya existía en esta época un movimiento católico poderoso y organizado, que tenía como su punta de lanza a las Congregaciones Marianas y, dentro de éstas, a Plinio Corrêa de Oliveira como su líder natural. La creación de la Acción Católica no estuvo exenta de problemas, por una cierta superposición organizativa que fatalmente provocó. Rebasando las intenciones del Pontífice, se verificó de hecho una tendencia a absorber en la nueva estructura todas las organizaciones preexistentes. Los problemas no nacían solamente de los contrastes organizativos, sino del riesgo de que movimientos de antigua tradición e indiscutible raigambre, como las Congregaciones Marianas, perdiesen o diluyesen su identidad específica. Por otro lado la Acción Católica, en Brasil como en muchos otros países donde se había implantado, resultaba más permeable a las nuevas influencias progresistas.
Al momento de crearse la Acción Católica, las Congregaciones Marianas alcanzaban en Brasil su pleno desarrollo. En vísperas de 1938 se contaban mil Congregaciones Marianas con 150.000 congregados, de los cuales 25.000 en São Paulo 40. El P. Irineo Cursino de Moura proclamaba “la cruzada moderna del ejército de María para la restauración de las reliquias religiosas de nuestro glorioso pasado”, indicando como líderes y como “apóstoles marianos, de la Tierra de Santa Cruz (…) los Tristão de Athayde, los diputados Mario Ramos y Plinio Corrêa de Oliveira y tantos otros que, como leones, se han batido para que nuestra Constitución sea promulgada finalmente en nombre de Dios Todopoderoso” 41.
Al promediar los años treinta, Tristão de Athayde y Plinio Corrêa de Oliveira aparecían como los indiscutidos líderes católicos de Brasil 42. El primero, en Río, presidente de la naciente Acción Católica; el segundo, en São Paulo, animador de las Congregaciones Marianas. La vida y el apostolado de estos dos hombres estaban, sin embargo, destinadas a divergir, hasta volverse dos itinerarios paralelos y contrapuestos.
A Amoroso Lima se debió el deslizamiento de la Acción Católica brasileña hacia posiciones abiertamente maritainistas 43. Ex discípulo de Bergson, en la Sorbona, más tarde convertido al catolicismo, Athayde sigue una evolución típica de muchos intelectuales de su tiempo, del filo-tradicionalismo al progresismo de Maritain y Teilhard de Chardin, cuya obra lo reconcilió “con el evolucionismo que estaba en la espontaneidad de su pensamiento” 44. Si es verdad, como fue señalado, que “Don Vital encarna la negación del eclecticismo, del espíritu de indefinición” 45, el itinerario ecléctico de Amoroso Lima representó en el Brasil la antítesis de la coherencia católica de Don Vital 46, de la cual Plinio Corrêa de Oliveira aparece como legítimo heredero.
Mientras Río de Janeiro representaba el polo progresista de la vida religiosa del país, personificado en Amoroso Lima, en São Paulo se desarrolla el polo tradicional, cuyo “liderazgo laico” se encontraba, como recuerda el Padre da Silva, “en las manos de Plinio Corrêa de Oliveira” 47. La ideología del líder paulista, observa el mismo P. da Silva, se resumía bien en esta frase: “¿Queremos un Brasil verdaderamente brasileño? Hagamos de él un Brasil verdaderamente católico. ¿Queremos matar la propia alma de Brasil? Arranquémosle su fe” 48.

 

Notas:

36 Cfr. “A Ordem”, XVI, enero de 1936, pp. 5-11.

37 MÓNICA KORNIS DORA FLAKSMAN, Ação Católica Brasileira (ACB), in DHBB, vol. I, p. 11.

38 Alceu de Amoroso Lima, conocido bajo el seudónimo de Tristão de Athayde, nació en Río de Janeiro el 11 de diciembre de 1893 y falleció en Petrópolis el 9 de agosto de 1983. En su formación intelectual desempeñaron un rol profundo el evolucionismo de Silvio Romero, el idealismo de Benedetto Croce y el vitalismo de Henri Bergson, a cuyas clases en París asistió en 1913. En 1928 se convirtió al catolicismo, bajo la influencia del pensador católico Jackson de Figueiredo, y a la muerte de éste le sucede como director del Centro Dom Vital y de la revista “A Ordem”, dando inicio a una nueva fase de su vida, que lo presenta sucesivamente como estrecho colaborador del cardenal Leme, secretario general de la Liga Electoral Católica (1932), y primer presidente de la Acción Católica Brasileña (1935-1945). Bajo la influencia de Maritain, sin embargo, inició una revisión de sus principios filosóficos y políticos, que lo llevó a retornar a sus concepciones liberales anteriores a su conversión. En esta perspectiva ideológica promovió la organización del Partido Demócrata Cristiano (PDC), del cual redactó el manifiesto programático, participando en 1949 del así llamado “Movimiento de Montevideo”, que tenía el objetivo de organizar la Democracia Cristiana en toda América Latina. Saludó con entusiasmo el Concilio Vaticano II, recibiendo la influencia de las nuevas tendencias del progresismo católico. Para un análisis del confuso y contradictorio itinerario intelectual de Amoroso Lima, cfr. CUNHA ALVARENGA (José de Azeredo Santos), História das variações do Sr. Tristão de Athayde, in “Catolicismo”, Nº 43, julio de 1954.

39 Eran requisitos esenciales para los militantes de la A. C., definidos en sus estatutos, llevar “vida ejemplar”, observar la “práctica de los sacramentos” y adherirse a los “programas de la ACB y de la respectiva organización”.

40 P. A. MAIA S.J., História das Congregações Marianas, cit., p. 61.

41 Ibid., p. 93.

42 En este período, tal como Plinio Corrêa de Oliveira en São Paulo, “Athayde es considerado el gran líder del pensamiento católico brasileño, el coordinador de las fuerzas espirituales de la Nación. Él es aclamado como un hombre cuya calma, prudente y fructífera actividad resultó en la espléndida victoria de las reivindicaciones católicas en la Asamblea Nacional Constituyente” (Hna. MARIA ANCILLA O’NEILL, M.A., Tristão de Athayde and the Catholic social movement in Brazil, The Catholic University of America Press, Washington, 1939, p. 118). Plinio conoció a Alceu de Amoroso Lima en 1930, según lo recuerda el mismo Amoroso Lima en el Legionário (Cfr. TRISTÃO DE ATHAYDE, Belo exemplo, in “O Legionário”, Nº 97, 8 de mayo de 1932).

43 Cfr. JOSÉ PERDOMO GARCÍA, El Maritenismo en Hispanoamérica, in “Estudios Americanos”, Sevilla, Nº 11, 1951, pp. 567-592; A. AMOROSO LIMA, Maritain et l’Amérique Latine, in “Revue Thomiste”, vol. 48, 1948, pp. 12-17; EDUARDO SERAFIM DE OLIVEIRA, A influência de Maritain no Pensamento de Alceu Amoroso Lima, in “A Ordem”, Nº 78. “Es sobre todo a través de Amoroso Lima —observa Villaça— que Maritain viene ejerciendo una influencia profunda y decisiva en la renovación cultural del catolicismo brasileño” (O pensamento católico no Brasil, cit., p. 15).

44 MARIETA DE MORAIS FERREIRA LEDA SOARES, Lima, Alceu Amoroso, in DHBB, vol. III, p. 1831.

45 A. C. VILLAÇA, O pensamento católico no Brasil, cit., p. 10.

46 Amoroso Lima intentó después presentar al fundador del Centro Dom Vital, Jackson de Figueiredo, a quien sucediera en la dirección, como un “revolucionario inconsciente”. “Para las nuevas generaciones, si llamamos a Jackson revolucionario estaremos más próximos de la verdad que dándole el calificativo de reaccionario del que él tanto se enorgullecía” (TRISTÃO DE ATHAYDE, Foi à 25 anos, in “Diário de Belo Horizonte”, 29 de noviembre-1 de diciembre de 1953). En realidad, como observa José de Azeredo Santos en “Catolicismo”, Jackson representaba “un fardo incómodo para aquellos que abandonaron su bandera a mitad del camino y que cambiaron a Don Vital y Veuillot por el infeliz D. La Cerda y por Maritain” (Jackson, um fardo incômodo, “Catolicismo”, Nº 37, enero de 1954, p. 4). El padre Villaça, que definió a Amoroso Lima como “entrañadamente liberal”, observa que “si Jackson marcó a fondo el alma de Alceu, no le cambió la tendencia liberal, que permaneció intacta” (O pensamento católico no Brasil, cit., p. 13).

47 J. ARIOVALDO DA SILVA, O.F.M., O Movimento litúrgico no Brasil, p. 28.

48 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, O Concílio, in “O Legionário”, 2 de julio de 1939, p. 2; J. ARIOVALDO DA SILVA, O.F.M., O Movimento Litúrgico no Brasil, cit., p. 28.

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