Algunos de los principales temas abordados por Plinio Corrêa de Oliveira fueron tratados también por otros pensadores católicos contemporáneos, genéricamente definidos como “tradicionalistas”. Basta recordar aquí los nombres del filósofo belga Marcel De Corte 126, del fundador francés de la Cité Catholique, Jean Ousset 127, del filósofo italiano Augusto Del Noce 128, del historiador suizo Gonzague de Reynold 129, del pensador español Francisco Elías de Tejada 130.
Revolución y Contra-Revolución no fue, empero, solamente una obra intelectual, sino también el germen vital de un movimiento destinado a desarrollarse y a extenderse en todo el mundo. Plinio Corrêa de Oliveira se distingue de muchos intelectuales tradicionalistas contemporáneos justamente por el papel que atribuyó al pensamiento vivo, destinado a comunicarse a través de la acción personal y a organizarse en el apostolado de conquista. Ésta inédita unión de pensamiento y de acción no fue comprendida por algunos ambientes tradicionalistas, acostumbrados a conciliar la doctrina contra-revolucionaria con una praxis política inspirada en diversas teorías. Esto sucedió sobre todo en Francia, después de la experiencia de la Action Française.
Francia, “Hija Primogénita de la Iglesia”, fue la patria de la Contra-Revolución católica, que allí reveló sus talentos más penetrantes, desde el P. Pierre de Clorivière a Mons. Henri Delassus. Pero entre el fin del siglo XIX y comienzos del XX, bajo la influencia de Charles Maurras 131 y con el surgimiento de la Action Française, se operó un “viraje” del pensamiento tradicionalista francés en un sentido positivista y naturalista 132. Uno de sus exponentes, Louis Dimier, durante las lecciones dadas en el Instituto de la Action Française en 1906, enumeraba entre los “maestros de la contra-revolución” autores como Sainte-Beuve, Balzac, Taine, Renan y hasta el socialista Proudhon 133. Esto sucedía en los mismos años en que, en la Iglesia, se infiltraba el modernismo social de Le Sillon condenado por San Pío X. La analogía entre el modernismo y la Action Française no escapó a la observación de un autor contra-revolucionario como Augustin Cochin, que así la resumió:
“El modernista, llevando el movimiento hasta su extremo, querría colocar la Iglesia en el lugar reservado a Dios. También hoy existe quien coloque el cuerpo antes que el espíritu y el orden antes que el fin: Maurras defiende el cuerpo por el orden que presenta; Le Roy 134 compromete el espíritu; es la misma doctrina: intelectual en Le Roy, materialista en Maurras” 135.
Inicialmente algunos católicos contra-revolucionarios, como el P. de Pascal 136 y el benedictino D. Besse 137, colaboraron con la Action Française, apreciando en ella su dinamismo y la eficacia de sus intervenciones. Se trató, empero, de una colaboración en el plano estrictamente práctico, condicionada a la fidelidad del movimiento a la Iglesia. Pero la Action Française, en su evolución de movimiento político hacia escuela de pensamiento, vio la doctrina maurrasiana prevalecer sobre la contra-revolucionaria 138.
La actitud prudente de San Pío X, que resumió su juicio sobre los escritos de Maurras con la fórmula “damnabiles non damnandos”, constituye un punto de referencia irremplazable 139. El Pontífice aprobó la condenación de Maurras, pero aplazó su promulgación pública, juzgándola inoportuna en un momento de abierto conflicto con el gobierno francés. Los secuaces de Maurras pusieron el acento sobre el segundo término, que manifiesta sólo un juicio contingente, de carácter diplomático, designando una oportunidad y no una apreciación. En el damnabiles de San Pío X permanece toda la sustancia de un claro juicio doctrinal, que no permite a ningún católico verdadero tener a Maurras como maestro.
El juicio de Plinio Corrêa de Oliveira sobre la Action Française, formulado varias veces en “O Legionário”, fue coherente con la posición del Magisterio de la Santa Sede 140.
Entre la doctrina de la Iglesia y la profesada por los dirigentes de la Action Française, más allá de las afinidades o de las convergencias en el plano estrictamente político, existía una incompatibilidad de fondo.
Al lado de las influencias maurrasianas 141, en algunos ambientes culturales tradicionalistas de Francia de la posguerra se imprimió la marca de antiguos errores como el jansenismo y el galicanismo. Tales errores se contraponen al espíritu católico romano, que es antes de todo universalidad y capacidad de comprender el bien, dondequiera que se manifieste, con las legítimas modalidades propias a cada realidad. Pero lo que ha caracterizado dichos ambientes, fue sobre todo una mentalidad derrotista y capitulacionista, difícilmente conciliable con las tesis combativas y llenas de esperanza de Revolución y Contra-Revolución 142.
Por singular que parezca, la influencia más profunda de Revolución y Contra-Revolución en Europa se dio, aparte de la península ibérica, sobre todo en Italia, país carente de una cultura tradicionalista en el sentido estricto de la palabra.
En efecto, el pensamiento contra-revolucionario europeo se resumía en la fórmula “Trono y Altar”, o sea en la fidelidad a la Iglesia y a las dinastías que en el curso de la Historia encarnaron la tradición católica. Pero en Italia, tras la liquidación de las dinastías anteriores a la unificación realizada por el Piamonte saboyano y la invasión de Roma en 1870, el foso abierto entre el Papado y la Casa de Saboya no dejó espacio para un legitimismo contrarevolucionario. Incluso después de la caída de la monarquía en 1946, los monárquicos se aferraron a posiciones liberal-nacionalistas, mientras los católicos eran desviados hacia la Democracia Cristiana, responsable por el deslizamiento del mundo católico de posguerra hacia la izquierda 143. De esta manera, en la tierra escogida por la Providencia para colocar la Cátedra de Pedro, faltó una acción política auténticamente católica, mientras que el Partido Comunista más fuerte y organizado de Occidente, siguiendo las lecciones de Antonio Gramsci, pudo llevar adelante la estrategia del “compromiso histórico” que alcanzó su éxito en mayo de 1996, con la conquista del poder por parte de los neo-comunistas.
Mientras la revolución contestataria de los años 70 asolaba a Italia, nacía, aglutinado en torno de los principios de Revolución y Contra-Revolución, traducido y publicado en Piacenza por Giovanni Cantoni 144, el grupo Alleanza Cattolica, que desde 1973 comenzó a publicar la revista “Cristianità”. También se inspiraron en Revolución y Contra-Revolución otros grupos y movimientos surgidos posteriormente, entre ellos el Centro Cultural Lepanto, fundado en Roma en el año 1982 (*) 145.
Notas:
126 De MARCEL DE CORTE (1905-1944), cfr. Philosophie des moeurs contemporaines, Éditions Universitaires, Bruselas, 1944; L’homme contre lui-même, Nouvelles Editions Latines, París, 1962. Sobre De Corte cfr. MIGUEL AYUSO TORRES, DANILO CASTELLANO, JUAN VALLET DE GOYTISOLO, In memoriam Marcel De Corte, in “Verbo”, Nºs. 327-328 (1994), pp. 761-794.
127 JEAN OUSSET (1914-1994), Pour qu’il règne, Dominique M. Morin, París, 1986. La obra de Ousset, publicada en 1957, tuvo numerosas ediciones en Francia y diversas traducciones. El movimiento La Cité Catholique, fundado por Ousset en 1947, se transformó en 1963 en el Office International des Oeuvres de Formation Civique et d’Action Culturelle selon le Droit Naturel et Chrétien. Tuvo su mayor desarrollo intelectual en España, alrededor de la revista “Verbo” dirigida por Juan Vallet de Goytisolo (Cfr. ESTANISLAO CANTERO, A los treinta años, in “Verbo”, Nºs. 301-302, enero-febrero de 1992, pp. 7-16).
128 Sobre AUGUSTO DEL NOCE (1910-1989), autor, además de las obras ya citadas, de L’epoca della secolarizzazione (Giuffré, Milán, 1970, e Il suicidio della Revoluzione (Rusconi, Milán, 1979), cfr. ROCCO BUTTIGLIONE, Augusto Del Noce. Biografia di un pensiero, Piemme, Casale Monferrato, 1991; R. DE MATTEI, Augusto Del Noce y el suicidio de la Revolución, in “Verbo”, Nºs. 337-338 (1995), pp. 871-886.
129 Del Conde GONZAGUE DE REYNOLD (1880-1970), cfr. sobre todo L’Europe tragique, Spes, París, 1934; La formation de l’Europe, Plon, París, 1944-1952, 10 vol.
130 De FRANCISCO ELÍAS DE TEJADA (1917-1978), cfr. La monarquía tradicional, Rialp, Madrid, 1954, y sobre esta figura cfr. el reciente estudio de M. AYUSO TORRES, La filosofía jurídica y política de Elías de Tejada, Fundación Francisco Elías de Tejada, Madrid, 1994.
131 Charles Maurras (1869-1952), fundador del periódico y del movimiento “Action Française”, ejerció gran influencia sobre varias generaciones de intelectuales franceses. Un amplio cuadro de su obra se lee en EUGEN WEBER, L’Action Française, Stock, París, 1964. Cfr. también ROGER HAVARD DE LA MONTAGNE, Histoire de l’Action Française, Amiot-Dumont, París, 1950; COLETTE CAPITAN PETER, Charles Maurras et l’idéologie d’Action Française, Seuil, Paris, 1972; VICTOR NGUYEN, Aux origines de l’Action Française. Intelligence et politique a l’aube du XXe. siècle, Fayard, París, 1991.
132 Dicho “viraje” fue bien descrito por RAFAEL GAMBRA CIUDAD, en La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional, Rialp, Madrid, 1964, pp. 21-31 y en la voz “Tradicionalismo”, in GER, vol. XXII (1975), pp. 671-673. Gambra distingue entre un tradicionalismo de derechas, católico y contra-revolucionario, y un tradicionalismo de izquierda que, influenciado por Comte, llega, a través de Taine y Renan, a la Action Française. Cfr. también R. DE MATTEI, Augustin Cochin e la storiografia contro-rivoluzionaria, in Storia e Politica, vol. 4 (1973), pp. 570-585.
133 LOUIS DIMIER, Les maîtres de la contre-révolution au XIX siècle, Nouvelle Librairie Nationale, París, 1907, pp. 115-135 (Balzac), pp. 161-184 (Sainte-Beuve), pp. 187-208 (Taine), pp. 209-230 (Renan), pp. 279-303 (Proudhon).
134 ÉDOUARD LE ROY (1870-1954), seguidor de Bergson, fue el filósofo que intentó conferir una base doctrinal al modernismo. Muchas obras del P. Garrigou-Lagrange fueron escritas precisamente para refutar su fundamental agnosticismo.
135 A. COCHIN, Abstraction révolutionnaire et réalisme catholique, Desclée de Brouwer, París-Lille, 1960, pp. 54-55. “El método de la Action Française —observa Stéphanie Rials— no ignora la trascendencia, pero la trata de forma utilitarista a través de la interpretación positivista. La humanidad de Comte se vuelve la nación de Maurras. La trascendencia se dobla ante la dimensión horizontal, la inmanencia es idolatrada, la Providencia es negada” (Révolution et Contre-Révolution au XIX siécle, cit., pp. 48-49).
136 Del P. GEORGES DE PASCAL (1840-1918), véanse entre otros libros Enseignement social, vues sociales d’un homme de tradition, Rondelet, París, 1899; Révolution et Contre-Révolution, le centenaire de 1789 et les conservateurs catholiques, avec une lettre de M. le Marquis de La Tour du Pin, Impr. de Saudaux, París, 1911; Les Religions laïques, Nouvelle Librairie Nationale, París, 1913.
137 JEAN-MARTIAL BESSE (1861-1920), historiador y erudito benedictino, ocupó en 1909 la cátedra de Syllabus en el Institut d’Action Française. De él, además de L’Église et les libertés, cit., cfr. Église et Monarchie, Jouve, París, 1910; Le catholicisme libéral, Desclée, París, 1911; Les Religions laïques, Nouvelle Librairie Nationale, París, 1913.
138 Este aspecto fue notado por Jean Madiran: “A la generación de católicos formados católicamente, que llegaron a la Action Française por fuerza de un «compromiso para la acción», le sucedió una generación de formación maurrasiana que ya no era sensible a lo que podía haber de chocante, y en cualquier caso de inaceptable para un cristiano, en el pensamiento de Maurras” (J. MADIRAN, L’intégrisme, histoire d’une histoire, Nouvelles Editions Latines, París, 1964, p. 97).
139 El 2 de enero de 1914 la Congregación del Index juzgó que cinco libros de Maurras (Chemin du Paradis, Anthinea, Les amants de Venise, Trois idèes politiques y L’Avenir de l’intelligence), así como la revista “L’Action Française” por él dirigida, merecían condenación. San Pío X reputó oportuno postergar la promulgación del decreto, pero la excomunión fue lanzada más tarde por Pío XI, en 1926. En 1939, después de haber sido firmada, por parte del consejo directivo de la Action Française, una declaración de sumisión, las sanciones relativas al periódico fueron levantadas por Pío XII (cfr. Decreto del Santo Oficio del 10 de julio de 1939; respuesta de la Sagrada Penitenciaría del 24 de julio del mismo año) pero continuó en vigencia la condenación de los escritos de Maurras indicados por el Index. Cfr. también LUCIEN THOMAS, L’Action Française devant l’Église. De Pie X a Pie XII, Nouvelles Éditions Latines, París, 1965; MICHAEL SUTTON, Nationalism, positivism and Catholicism. The politics of Maurras and French catholics, Cambridge University Press, Londres, 1982. OSCAR L. ARNAL, Ambivalent Alliance. The Catholic Church and the Action Française. 1899-1939, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1985; ANDRÉ LADOUZE, Dominicains français et Action Française, Les Editions Ouvrières, París, 1989.
140 Cuando la excomunión a la Action Française fue revocada por Pío XII, el Dr. Plinio puso fin a la polémica con estas palabras: “No hay mal peor que la pretensión de ser más católico que el Papa. Roma habló: la causa está juzgada. Que nadie se entregue a entusiasmos incondicionales o a rigor desproporcionado” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Action Française, in “O Legionário”, Nº 359, 30 de julio de 1939. Cfr. también ID., A Action Française e a Liga das Nações, in “O Legionário”, Nº 276, 26 de diciembre de 1937; ID. Action Française, in “O Legionário”, Nº 349, 21 de mayo de 1938.
141 Cfr. por ejemplo el número especial de la revista “Itinéraires” dedicado a Maurras (Nº 22, abril de 1968), con artículos de Jean Madiran, Henri Charlier, Jean Ousset, Pierre Gaxotte, Roger Joseph, V. A. Berto, Henri Rambaud, Gustave Thibon, Jean-Baptiste Morvan, Jacques Vier, Louis Salleron, Georges Lafly, Marcel De Corte.
142 Una descripción de esta mentalidad se encuentra en el folleto La mano che estingue, la voce che adormenta, publicado por el Ufficio Tradizione, Famiglia, Proprietà, Roma, 1996.
143 Para un análisis de este itinerario, cfr. R. DE MATTEI, Il centro che si portò a sinistra, Fiducia, Roma, 1994, y el manifiesto del Centro Cultural Lepanto, Prodi il Kerensky italiano?, in “Il Tempo” e “Il Giornale”, 14 de mayo de 1996. Cfr. también GIOVANNI CANTONI, La lezione italiana, Cristianità, Piacenza, 1980.
144 La primera traducción italiana de la obra, por las ediciones Dell’Albero, remonta a 1969. La segunda, con un ensayo introductorio de G. CANTONI, “L’Italia tra «Rivoluzione e Contro-Rivoluzione»”, apareció en 1972, publicada por las Ediciones “Cristianitá”. La tercera, con un postfacio de PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, titulado “Revolución y Contra-Revolución veinte años después”, en 1977. “En esta obra —escribía Giovanni Cantoni en su introducción— se encuentran todos los elementos que nos permiten definirla como la expresión, en forma de tesis, del pensamiento contra-revolucionario en la era de la Revolución cultural” (Introducción, cit., p. 49). De G. CANTONI, cfr. también Plinio Corrêa de Oliveira al servizio di un capítolo della dottrina sociale della Chiesa: il commento del Magistero alla “parábola dei talenti”, in “Cristianità”, Nº 235, noviembre de 1994.
(*) N. del E.: Entre las nuevas ediciones de Revolución y Contra-Revolución publicadas en todo el mundo desde 1995, cuando la redacción del presente libro estaba concluida, tres de ellas aparecieron en Italia, una a cargo de la ya citada editora Cristianità (Piacenza, 1995), la siguiente a cargo del Ufficio Tradizione, Famiglia, Proprietà (Roma, 1999) y la tercera por cuenta de Alleanza Cattolica (Ed. Sugarco, Milán, 2009). Actualmente la obra suma 44 ediciones en 16 países, en 9 lenguas (portugués, español, italiano, francés, inglés, alemán, polaco, rumano, bielorruso), totalizando más de 148.850 ejemplares.
145 El Centro Cultural Lepanto, fundado en Roma en el año 1982 por el autor de estas páginas, se afirmó en Italia y en Europa por sus intervenciones doctrinales acerca de temas como el nuevo Concordato (1985), el Tratado de Maastricht (1992), el peligro islámico (1993), la legalización del “matrimonio” de homosexuales (1994), y la denuncia de la colaboración entre católicos y neo-comunistas en Italia.