Cap. IV, 5. Las profundidades de la Revolución

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Dos eclesiásticos, dos mundos

Arriba, el cardenal Rafael Merry del Val, secretario de Estado de San Pío X.

Abajo, monseñor Jacques Gaillot, obispo titular de Parthemia, obispo destituido de Evreux.

 

El pensador brasileño distingue en la Revolución tres profundidades que, cronológicamente, hasta un cierto punto se interpenetran.
La dimensión más profunda es la de las tendencias. Cuando las tendencias desordenadas del hombre se rehúsan a conformarse con un orden de cosas que debería guiarlas y corregirlas, comienzan a modificar las mentalidades, los modos de ser, las costumbres y las expresiones artísticas.
De estos estratos profundos, la crisis pasa al terreno ideológico. Es la revolución en las ideas. El Dr. Plinio recuerda la frase de Paul Bourget en su célebre obra Le démon du midi: “Es necesario vivir como se piensa, so pena de, tarde o temprano, acabar pensando como se vive” 52. Inspiradas por el desarreglo de las tendencias rebeldes, hacen eclosión doctrinas nuevas. Éstas procuran a veces, al inicio, un modus vivendi con las antiguas, y se expresan de modo que mantienen con ellas un simulacro de armonía que, sin embargo, habitualmente no tarda en transfomarse en lucha declarada.
La revolución en los hechos sucede a la revolución en las ideas cuando éstas pasan a producir, por medios cruentos o incruentos, la transformación de las instituciones, de las leyes y de las costumbres, tanto en la esfera religiosa cuanto en la sociedad temporal 53.

 

Notas:

52 PAUL BOURGET, Le démon du midi, Libraire Plon, París, 1914, vol. II, p. 375.

53 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 50-51.

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