Dos reyes: el antepasado y el descendiente
Luis XIV, rey de Francia
(Hyacinthe Rigaud, siglo XVIII, Museo del Louvre, París)
Juan Carlos I, rey de España
El proceso revolucionario, considerado en su conjunto como en sus principales episodios, es visto por el pensador brasileño como el desarrollo por etapas, y a través de continuas metamorfosis, de algunas tendencias desarregladas del hombre occidental y cristiano, y de los errores y movimientos que éstas fomentan.
La causa más profunda de este proceso es, para Plinio Corrêa de Oliveira, una explosión de orgullo y de sensualidad que inspiró toda una cadena de sistemas ideológicos y una serie de acciones derivadas de ellos.
“El orgullo conduce al odio a toda superioridad, y, por tanto, a la afirmación de que la desigualdad es en sí misma, en todos los planos, inclusive y principalmente en los planos metafísico y religioso, un mal. Es el aspecto igualitario de la Revolución.
“La sensualidad, de suyo, tiende a derribar todas las barreras. No acepta frenos y lleva a la rebeldía contra toda autoridad y toda ley, sea divina o humana, eclesiástica o civil. Es el aspecto liberal de la Revolución.
“Ambos aspectos, que en último análisis tienen un carácter metafísico, parecen contradictorios en muchas ocasiones, pero se concilian en la utopía marxista de un paraíso anárquico en que una humanidad altamente evolucionada y «emancipada» de cualquier religión, viviría en profundo orden sin autoridad política, y en una libertad total de la cual, sin embargo, no derivaría ninguna desigualdad” 54.
Los autores contra-revolucionarios del siglo XIX, como de Maistre, de Bonald y Donoso Cortés, describieron bastante bien la Revolución en su secuencia de errores doctrinales. Lo que caracteriza la obra de Plinio Corrêa de Oliveira es, en cambio, la atención dada a los factores “pasionales”, y a la influencia de éstos sobre los aspectos estrictamente ideológicos del proceso revolucionario 55.
Conformándose a la costumbre de diversos autores espirituales, cuando habla de “pasiones” como causales de la Revolución, el autor se refiere a las pasiones desordenadas del alma humana 56. Y, de acuerdo con el lenguaje corriente, incluye en las pasiones desordenadas todos los impulsos al pecado existentes en el hombre como consecuencia del pecado original y de la triple concupiscencia denunciada en el Evangelio: la de la carne, de los ojos y la soberbia de la vida 57.
La Revolución tiene, pues, su primer origen y su más íntima fuerza propulsora en las pasiones desordenadas. Como los huracanes y los cataclismos, éstas tienen una fuerza inmensa, pero para destruir 58.
Notas:
54 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 31.
55 H.-D. NOBLE, Passions, in DTC, Vol. XI, 2 (1932), cols. 2211-2241; AIMÉ SOLIGNAC, Passions et vie spirituelle, in DSp, vol. XII, I (1984), cols. 339-357. Las pasiones pueden ser entendidas en sentido metafísico (cfr. S. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologica, I-IIae, q. 23 art. 2-4) y en un sentido psicológico. Noble define la pasión como “un acto único del apetito sensitivo, que comprende esencialmente una tendencia afectiva y una reacción psicológica” (col. 2215). Cfr. también GÉRARD BLAIS, Petit traité practique des passions humaines, Editions Paulines, Sherbrooke (Canadá), 1976; ANTOINE EYMIEU, Le gouvernement de soi-même. Essai de psychologie practique, Perrin, París, 1910. Indagando sobre las relaciones entre ideas, sentimientos y actos, Eymieu establece algunas grandes leyes psicológicas, de las cuales la primera es que la idea lleva al acto del cual es la representación. El segundo principio es que la acción suscita el sentimiento del cual ella debería ser la expresión normal. El tercero es que la pasión se aguza hasta el máximo, y emplea para los propios fines las fuerzas psicológicas humanas.
56 “Las tendencias [desordenadas] producen crisis morales, doctrinas erróneas y después revoluciones. Unas y otras, a su vez, exacerban las tendencias. Estas últimas llevan en seguida, por un movimiento análogo, a nuevas crisis, nuevos errores, nuevas revoluciones. Es lo que explica que nos encontremos hoy en tal paroxismo de impiedad y de inmoralidad, así como en tal abismo de desórdenes y discordias”. Y sobre la marcha de exceso en exceso de ese proceso, explica a continuación el doctor Plinio: “las pasiones desordenadas, yendo en un crescendo análogo al que produce la aceleración en la ley de la gravedad, y alimentándose de sus propias obras, acarrean consecuencias que, a su vez, se desarrollan según una intensidad proporcional” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., pp. 53-54).
57 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 67.
58 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 52.