El 14 de octubre 1952, veinte arzobispos se reunieron en Río de Janeiro para sentar las bases de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) con la finalidad de “coordinar y subsidiar las actividades de orientación religiosa, de beneficencia, de filantropía y de asistencia social” en todo el territorio nacional 17. Monseñor Hélder Câmara, elevado a obispo auxiliar de Río de Janeiro, fue designado como primer secretario y encargado de los trabajos preparatorios del proyecto de la CNBB 18. Desde 1954 la organización episcopal, tomando una posición de preminencia sobre las diócesis, se convirtió en la “voz” oficiosa de la Iglesia en Brasil 19. Dentro de ella, Mons. Hélder Cámara 20 se presentó como la figura destinada a asumir, por lo menos en parte, el papel “carismático” ya desempeñado por el cardenal Leme en la renovación religiosa de los años 30. Fue en este período que se manifestó el “viraje hacia la izquierda” del episcopado brasileño, gracias también a la obra del nuevo nuncio pontificio Armando Lombardi (1954-1966), que además de haber favorecido el nombramiento de obispos progresistas, colaboró con Mons. Câmara en la formulación de las declaraciones sociales más “avanzadas” 21.
En mayo de 1956, la Conferencia de los Obispos del Nordeste, organizada por Mons. Câmara en Campina Grande (Paraíba) y en presencia del propio presidente de la República, J. Kubitschek, quien clausuró los trabajos, denunció las “terribles injusticias” del país, anunciando que los obispos se habrían puesto “del lado de los oprimidos, para cooperar con ellos en un trabajo de promoción y de redención” 22. La cuestión de la “justicia social” y de la “Reforma Agraria” estaba destinada a convertirse en el caballo de batalla de la CNBB, sobre todo a partir de 1958, en el nuevo pontificado de Juan XXIII.
Después de la constitución de la CNBB, dos sucesos de alcance continental tuvieron gran influencia sobre la acción de la jerarquía brasileña: la creación, en 1955, por iniciativa de Mons. Câmara, del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) y la Revolución cubana de 1959 23.
“En el punto de partida de la irrupción de la política en el seno de la institución eclesiástica —escribe Pierre Vayssière— encontramos el CELAM, un órgano de enlace entre los diversos episcopados del continente, creado en 1955 por iniciativa de Mons. Hélder Câmara” 24.
Hacia fines de los años 60 un grupo de teólogos sudamericanos comenzó a formular una “teología de la liberación” 25 cuyo espíritu penetró en la Segunda Asamblea General del CELAM, realizada en Medellín en 1968, con la presencia de Pablo VI 26. La nueva corriente teológica, que afirmaba querer aplicar en América Latina las recomendaciones del Concilio Vaticano II, presentaba la misión de Jesucristo como una obra preponderantemente de liberación social y política. Utilizaba las ciencias sociales, y particularmente la metodología marxista, como instrumento para “liberar las clases oprimidas”. En esta perspectiva el teólogo se convertía, según la fórmula gramsciana, en un “intelectual orgánico del proletariado” 27, teniendo como principal función la de aproximar el “reino de la justicia sobre la tierra” 28.
En este mismo período ocurrió la revolución cubana, que “figuró en el imaginario latinoamericano como el paradigma de cualquier revolución futura”, surgiendo “como un detonador capaz de encender una inmensa explosión, cuya onda de choque continental debía derribar los regímenes conservadores, para desembocar en la «segunda independencia» de América Latina” 29. La guerrilla revolucionaria, según el esquema castro-guevarista, llegó a conflagrar una veintena de países de Centro y Sudamérica, llevando el continente al borde del caos.
En la vida religiosa y civil de Brasil y de América Latina, el izquierdismo religioso se difundió rápidamente a través de un proceso “que fue sostenido por miembros del episcopado y por la Acción Católica en los medios obreros y universitarios, y que se manifestó por el nacimiento de las comunidades eclesiales de base” 30. A comienzos de 1962, en el seno de la Juventud Universitaria Católica (JUC), fue aprobado un documento llamado “Estatuto Ideológico” que propugnaba el “socialismo” y la “revolución brasileña”. De la JUC y de la JEC (Juventud Estudiantil Católica) 31, las dos asociaciones estudiantiles de la Acción Católica, nació una nueva organización, la Acción Popular 32, que propugnaba una abierta acción revolucionaria para subvertir los fundamentos de la sociedad brasileña 33. Afirmaba situarse al lado de la “corriente socialista que está transformando la sociedad moderna”, adhiriendo al “papel de vanguardia desempeñado por la Revolución Soviética” 34.
Este itinerario ya había sido oportunamente previsto por Plinio Corrêa de Oliveira. Él veía en esos desvíos el desarrollo lógico del progresismo que había combatido en los años 30 y 40. Y veía en la TFP a la gran opositora a tales desviaciones, así como el desarrollo legítimo del movimiento católico precedente, en absoluta fidelidad al Magisterio perenne de la Iglesia.
La vida religiosa de Brasil, según un historiador contemporáneo, estaba desde entonces destinada a oscilar entre dos polos: el progresista y el representado por la TFP 35.
Notas:
17 Cfr. M. KORNIS D. FLAKSMAN, Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), in DHBB, vol. II, pp. 884-889. “Monseñor Juan B. Montini, Secretario de Estado del Vaticano y futuro Papa Paulo VI, ejerció una gran influencia sobre el Papa Pío XII para que la organización fuese aprobada” (ibid., p. 884).
18 SERGIO BERNAL, La Iglesia del Brasil y el compromiso social, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1986, p. 46.
19 Un alto dignatario de la CNBB, el Cardenal Aloisio Loscheider, la habría definido sin más como el vocero oficioso del Vicario de Cristo (cfr. “O Povo”, Fortaleza, 16 de febrero de 1981).
20 Mons. Câmara “pronto pasó a detentar un poder de hecho, si no de derecho, muy superior al del Cardenal de Río, Mons. Jaime Câmara, primera personalidad, por su cargo, en la Iglesia nacional” (RICHARD MARIN, D. Hélder Câmara. Les puissants et les pauvres, Les Éditions de l’Atelier, París, 1995, p. 83). “En el caleidoscopio nacional, Mons. Hélder Câmara es un portaestandarte (…). Él resume en su persona toda la evolución de una Iglesia en ruptura con el orden social tradicional” (CHARLES ANTOINE, L’Église et le pouvoir au Brésil. Naissance du militarisme, Desclée de Brouwer, París, 1971, p. 77).
21 “Convencido de la necesidad de una renovación de la Iglesia en el país, que podría hacerse efectiva a través de la CNBB, Mons. Lombardi mantuvo encuentros semanales con Mons. Hélder y asistió a varios encuentros de la CNBB donde apoyó las declaraciones sociales más avanzadas” (M. KORNIS D. FLAKSMAN, Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), cit., p. 885). “Gran amigo de D. Hélder Câmara, con quien almorzaba una vez por semana, sólido aliado de los que desarrollaban las nuevas estrategias del catolicismo brasileño, [Mons. Lombardi] presidió, durante su nunciatura, la creación de 48 diócesis, 11 Arzobispados y 16 Prelaturas. Durante esos 10 años fueron nombrados 109 Obispos y 24 Arzobispos, que conforman hoy la mayoría en el episcopado del país” (MÁRCIO MOREIRA ALVES, A Igreja e a política no Brasil, Editora Brasiliense, São Paulo, 1979, p. 80). Márcio Moreira Alves observa que los nombramientos de los obispos conservadores son todos anteriores a 1955, fecha del comienzo de la nunciatura de Mons. Lombardi; desde entonces, con la sola excepción de Mons. José Angelo Neto, nombrado en 1960, todos los Obispos del Brasil son de línea claramente progresista (ibid.).
22 R. MARIN, op. cit., p. 84. Desde las primeras reuniones, realizadas en Belém do Pará (1953) y Aparecida (1954), la CNBB colocó sobre la mesa el problema de la “Reforma Agraria”.
23 Cfr. JOSÉ OSCAR BEOZZO, A Igreja no Brasil, in A Igreja Latino-Americana às vésperas do Concílio, Ediciones Paulinas, São Paulo, 1993, pp. 46-77. Cfr. también A Igreja nas bases em tempo de transição (1974-1985), PAULO JOSÉ KRISCHKE y SCOTT MAINWARING (eds.), L & PM Editores, Porto Alegre, 1986; C. ANTOINE, L’épiscopat brésilien dans les décennies du développement, in “Études”, Nº 1-2, junio-julio de 1986, pp. 15-26; J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil. De João XXII a João Paulo II, de Medellín a Santo Domingo, Vozes, Petrópolis, 1994; J. F. REGIS DE MORAIS, Os Bispos e a política no Brasil, Cortez Editora, São Paulo, 1982; THOMAS C. BRUNEAU, The Church in Brasil, University of Texas Press, Austin, 1982.
24 PIERRE VAYSSIÈRE, Les révolutions d’Amérique Latine, Seuil, París, 1996, p. 263.
25 La primera formulación sistemática fue hecha en 1971 por el teólogo peruano GUSTAVO GUTIÉRREZ (Teologia della Liberazione, tr. it., Queriniana, Brescia, 1972). Nacido en 1928 y graduado por la Universidad de Lovaina, el P. Gutiérrez fue durante muchos años profesor de la Universidad de Michigan, ejerciendo, como observa Pierre Vayssière (op. cit., p. 358) una notable influencia en el mundo universitario norteamericano. Entre los teólogos que echaron las bases de la “teología de la liberación” recordamos a los jesuitas Jon Sobrino y Juan Luis Segundo, el franciscano Genesio (a.) “Leonardo” Boff y Mons. Hélder Câmara, quien “aun cuando no fuera un teólogo de profesión dio, con la palabra y la acción, una enorme contribución al desarrollo de la teología de la liberación” (BATTISTA MONDIN, I teologi della liberazione, Borla, Milán, 1977, p. 36). Además de Mons. Câmara, apoyaron el desarrollo ideológico y la organización del movimiento obispos como Leonidas Proaño en Ecuador, Oscar Romero en El Salvador, Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz en México, Carlos Zambrano Camader en Colombia. Sobre la “teología de la liberación” ver también ARMANDO BANDERA O.P., La Iglesia ante el proceso de liberación, BAC, Madrid, 1975; P. MIGUEL PORADOWSKI, El marxismo en la teología, Speiro, Madrid, 1976; MONS. ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO, De Medellín a Puebla, Editorial Católica, Madrid, 1980.
26 Cfr. B. MONDIN, I teologi della liberazione, cit. p. 31. “Es en el encuentro del CELAM en Medellín que la teología de la liberación adquiere su derecho de ciudadanía” (R. VIDALES, Acquisizioni e compiti della teologia latino-americana, in “Concilium”, Nº 4, 1974, p. 154.
27 JOSÉ FRANCISCO GÓMEZ, El intelectual orgánico según Gramsci y el teólogo de la liberación en América Latina, in “Cristianismo y Sociedad”, México, Nº 91, 1987, pp. 102-104.
28 ÁLVARO DELGADO, Le clergé en révolte, in “La Nouvelle Revue Internationale”, Nº 4, abril de 1973, 70-71 (pp. 65-75).
29 P. VAYSSIÈRE, Les révolutions d’Amérique Latine, cit., p. 127, 124.
30 MICHAEL SIEVERNICH, Théologie de la Libération, in DSp, vol. XV (1991), p. 501.
31 La JUC y la JEC, que constituían las dos ramas estudiantiles de la Acción Católica Brasileña (ACB), fueron reconocidas por la Jerarquía eclesiástica en 1950 y se disolvieron de hecho con el fin de la ACB en 1966.
32 Cfr. HAROLDO LIMA ALDO ARANTES, História da Ação Popular da JUC ao PC do B, Editora AlfaOmega, São Paulo, 1984, y el término Ação Popular (AP) por M. KORNIS y D. FLAKSMAN, in DHBB, vol. I, pp. 16-17. El primer coordinador nacional de la nueva organización fue Herbert José de Souza y su principal ideólogo el sacerdote jesuita P. Henrique de Lima Vaz. El Documento de Base de enero de 1963 afirmaba: “La Acción Popular opta por una política de preparación revolucionaria, que consiste en la movilización del pueblo, sobre la base de desarrollo de sus niveles de conciencia y organización del capitalismo (nacional e internacional) y del feudalismo” (cit. en P. J. KRISCHKE, A Igreja e as crises políticas no Brasil, Vozes, Petrópolis, 1979, p. 85). “Sería difícil diferenciar un pronunciamiento así de las orientaciones oficiales de los partidos marxistas. La diferencia significativa, empero, es que partía de sectores que tenían acceso al pueblo a través de la vasta red eclesiástica de parroquias, escuelas, instituciones de asistencia social, etc.” (ibid.).
33 Cfr. ALOIZIO AUGUSTO BARBOSA TORRES, Acção Popular, Capítulo deplorável na história do Brasil Católico, in “Catolicismo”, Nº 183, marzo de 1966.
34 H. LIMA A. ARANTES, op. cit., p. 37.
35 Fray OSCAR DE FIGUEIREDO LUSTOSA O.P., Presencia de la Iglesia en la sociedad brasileña, in Manual de Historia de la Iglesia, de QUINTÍN ALDEA y EDUARDO CÁRDENAS, Editorial Herder, Barcelona, 1987, vol. X, pp. 1334-1335. “Entre ambos grupos se coloca el grueso de la tropa cristiana (Obispos, Sacerdotes y laicos), conservadores y liberales, y en las más diversas oportunidades oscilarán, sea aprobando las tesis reaccionarias, sea apoyando ciertas reivindicaciones progresistas” (ibid., p. 1335).
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