Entre los años 60 y el comienzo de los años 70, la izquierda internacional desencadenó en América Latina una ofensiva de gran envergadura, que pretendía valerse del clero progresista y los ambientes católicos para desestabilizar los regímenes políticos que aún eran sustancialmente conservadores. Pero encontró en su camino a Plinio Corrêa de Oliveira y las TFPs.
Cuando en julio de 1968 se difundió un desconcertante documento del sacerdote belga Joseph Comblin 56, profesor en el Instituto Teológico de Recife, Plinio Corrêa de Oliveira juzgó que era llegado el momento de reaccionar abiertamente contra la infiltración comunista ya propagada en el clero. Dirigió una carta a Mons. Hélder Câmara, arzobispo de Recife, en la que denunciaba, en el texto del P. Comblin, “el llamado a la subversión en el país, a la revolución en la Iglesia, (…) la calumnia contra el Poder Civil, la Jerarquía Eclesiástica, las Fuerzas Armadas y la Magistratura, y la configuración de un cuadro groseramente falsificado de la realidad nacional” 57. “De todas las campañas organizadas por el movimiento Tradición, Familia y Propiedad —afirma el P. Antoine— la más espectacular es sin duda la de julio de 1968” 58. En dos meses, de julio hasta agosto, los militantes de la TFP consiguieron más de un millón y medio de firmas contra la infiltración comunista en la Iglesia, por las calles de 158 ciudades de Brasil. Entre las firmas se contaron las de 19 arzobispos y obispos, de varios ministros, de decenas de diputados y de políticos. El padre René Laurentin, que se encontraba de paso en Brasil, recuerda: “Grupos de jóvenes recogían firmas por doquiera, en las estaciones ferroviarias, en los aeropuertos y en otros lugares públicos. Los autores de esta iniciativa me solicitaron muy amablemente en un supermercado de Curitiba. Enarbolaban un estandarte de terciopelo rojo con la insignia de un león en pie. Invitaban a firmar «contra el comunismo»” 59. La petición fue presentada oficialmente en el Vaticano el 7 de noviembre de 1969; nunca llegó respuesta de la Santa Sede, pero el progresismo sufrió en Brasil una momentánea frenada, y el padre Comblin fue obligado a abandonar el país.
En enero de 1969, por ocasión de una conferencia proferida a los estudiantes de Harvard, Mons. Câmara propuso la admisión de China comunista en la ONU y la integración de Cuba en el sistema latinoamericano. La respuesta de la TFP no se hizo esperar: “En un denso artículo aparecido en el cotidiano «O Estado de São Paulo» —recuerda Sebastião A. Ferrarini en su libro La prensa y el Arzobispo rojo— el presidente del Consejo Nacional de la TFP (…) expresa todo su desacuerdo con las propuestas desconcertantes del Prelado, que, según sus palabras, hace una típica inversión de valores, siguiendo el ejemplo de Marx, dando el primado a la economía” 60. Fue después de este análisis del Dr. Plinio que Mons. Câmara quedó conocido en Brasil, y después en el mundo entero, como el “Arzobispo rojo” 61.
Al término de 70 días de campaña, 40 caravanas de cooperadores habían visitado 514 ciudades y divulgado 165 mil ejemplares de un número especial de “Catolicismo”.
Notas:
56 Joseph Comblin nació en 1932 en Bruselas. Tras completar sus estudios eclesiásticos en Lovaina y Malinas, donde fue ordenado Sacerdote en 1947, se trasladó en 1958 a América Latina, donde enseñó Teología y Pastoral en diversos institutos y universidades. Entre sus obras más conocidas figura Théologie de la Révolution (Éditions Universitaires, París, 1970), en la que define al hombre como un “animal revolucionario”.
57 “Catolicismo”, Nº 211, julio de 1968.
58 C. ANTOINE, L’Église et le pouvoir au Brésil, cit., p. 144. “La ocasión inmediata del desencadenamiento de las operaciones fue la publicación de un estudio reservado elaborado por el teólogo belga P. Joseph Comblin, a pedido de D. Hélder (…) Lanzada oficialmente el 10 de julio, la campaña llegó defintivamente a su término el 12 de setiembre siguiente. Durante ese período, los militantes de la TFP recogieron 1.600.000 firmas en las calles de 158 ciudades del país” (ibid., pp. 144-145). Según Márcio Moreira Alves, “la mayor campaña que ellos (los miembros de la TFP) emprendieron, contra Mons. Hélder Câmara y sus amigos, obtuvo según sus organizadores 1.600.368 firmas, entre las cuales las de diecinueve Arzobispos y Obispos, de numerosos ministros, de decenas de diputados y otros políticos” (A Igreja e a política no Brasil, cit., p. 230). “El Brasil se volvió el centro de la actividad de los medios reaccionarios de la Iglesia latinoamericana”, anota, alarmado, el ultra-progresista ÁLVARO DELGADO (Le Clergé en révolte, cit., p. 72).
59 RENÉ LAURENTIN, L’Amérique Latine à l’heure de l’enfantement, Seuil, París, 1970, p.132.
60 SEBASTIÃO ANTONIO FERRARINI, A imprensa e o Arcebispo vermelho (1964-1984), Ediciones Paulinas, São Paulo, 1992, p. 63. En una entrevista concedida a la periodista italiana Oriana Fallaci, Mons. Câmara se declaraba “de acuerdo con el análisis de la sociedad capitalista” hecho por Marx, y expresaba su anhelo de “una sociedad rehecha desde el comienzo sobre bases socialistas y sin derramamiento de sangre” (O. FALLACI, Intervista con la Storia, Biblioteca Universale Rizzoli, Milán, 1980, 4a. ed., pp. 577-583).
61 Entre los obispos que en aquella ocasión se distanciaron de la TFP, el público brasileño notó con cierto asombro a Mons. Vicente Scherer y al entonces Cardenal de Salvador de Bahía, Mons. Eugenio Sales (cfr. “Catolicismo”, Nºs. 212-214, agosto-octubre de 1968).
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