Amplios círculos de católicos en el extranjero han planteado una cuestión de conciencia de innegable importancia. Los lectores brasileños han recibido poca información al respecto, lo que les ha impedido seguir los debates de gran importancia para el futuro de la Iglesia que se están desarrollando en torno a este tema.
Dado que es deber de la ética periodística mantener al público informado sobre todo lo que, en la realidad contemporánea, puede interesarle legítimamente, y dado que nos parece que nuestros medios de comunicación católicos no pueden permanecer al margen de este tema, Catolicismo le dedica este número.
Se trata de dudas y perplejidades expresadas sobre la reciente reforma de la misa. Incluso entre el clero y los teólogos, hay quienes ven en el nuevo Ordo una «apertura» hacia los protestantes (en la foto de abajo, una cena luterana celebrada según la liturgia sueca).
En la foto de la derecha, Pablo VI aparece junto a los seis protestantes que participaron como observadores en los trabajos de la comisión pontificia encargada de redactar el nuevo texto de la Misa. A la derecha del Papa se encuentra el Sr. Max Thurian, un luterano del monasterio de Taizé.
En la carta apostólica Ecclesia Dei del 2 de julio de 1988, Juan Pablo II establece que “en todas partes deberán ser respetadas las disposiciones de todos aquellos que se sienten ligados a la tradición litúrgica latina, mediante una amplia y generosa aplicación de las directrices desde hace ya tiempo emanadas de la Sede apostólica, para el uso del Misal Romano según la edición típica de 1962” 126. Además, pide a los Obispos y a todos los que ejercen en la Iglesia el ministerio pastoral “garantizar el respeto de las justas aspiraciones” de todos aquellos fieles católicos “que se sienten vinculados a algunas formas litúrgicas y disciplinarias precedentes, de la tradición latina”.
Este importante documento tiene en cuenta todo lo ocurrido en la Iglesia después del Concilio Vaticano II. El “caso Lefèbvre”, que culminó en las consagraciones episcopales ilegítimas del 30 de junio de 1988, no es sino un síntoma preocupante del malestar difuso generado por la reforma litúrgica culminada con el Novus Ordo Missae de 1969 127. “La atracción teológica de la Misa tridentina —ha afirmado el Card. Alfons Stickler— está en relación directa con las deficiencias teológicas de la Misa procedente del Vaticano II” 128. El resultado de la reforma litúrgica, según el propio Cardenal Ratzinger, “en su realización concreta (…) no fue una reanimación sino una devastación” 129.
Cuando, en 1969, el nuevo Ordo Missae entró en vigor, algunos miembros eminentes de la Jerarquía, al igual que muchos teólogos y laicos, desenvolvieron serias críticas a la nueva liturgia de la Misa 130. A fines de octubre del mismo año, los Cardenales Ottaviani y Bacci presentaron a Paulo VI un Breve examen crítico del Novus Ordo Missae redactado por un escogido grupo de teólogos de varias nacionalidades. En la carta que dirigieron al Pontífice, se afirmaba que “el Novus Ordo Missae (…) representa, tanto en su conjunto como en los detalles, un impresionante alejamiento de la teología católica de la Santa Misa, tal como fue formulada en la sesión XXII del Concilio de Trento, el cual, fijando definitivamente los «cánones» del rito, erigió una barrera intrasponible contra cualquier herejía que atacase la integridad del misterio” 131. Desde aquella fecha comenzaron a multiplicarse las solicitudes de fieles de todas las nacionalidades, pidiendo el restablecimiento de la Misa tradicional o al menos la “par condicio” a su favor 132. Cabe recordar, entre otros, un “Memorandum” suscrito en 1971 por más de cien eminentes personalidades de todo el mundo, que pedían a la Santa Sede “considerar con la máxima seriedad la responsabilidad tremenda en que quedaría colocada ante la historia del espíritu humano, si no permitiese que la Misa tradicional subsista en el futuro” 133.
Plinio Corrêa de Oliveira acompañó con atención las fases de la polémica que se desarrolló en los órganos de prensa y en publicaciones especializadas, e informó acerca de ella al público de su país 134. El problema concernía a todo católico y, siendo así, no podía dejar indiferente al pensador brasileño, tan atento y sensible a cualquier materia que de algún modo afectase a la Iglesia. Estudió e hizo estudiar el tema, y se solidarizó plenamente con la obra escrita por Arnaldo Xavier da Silveira 135; pero, a pedido de una altísima autoridad eclesiástica, se abstuvo de dirigirse al público con la materia del libro, cuyas conclusiones, sin embargo, eran objeto de una concordancia firme y profunda por parte de los miembros de las varias TFPs, aunque éstas no hubiesen tomado sobre el asunto una posición oficial 136. Se trataba, en efecto, de un campo estrictamente teológico, ajeno a la competencia específica de la TFP, que se limita a la esfera temporal.
Tal vez se pueda establecer una analogía entre la posición que el Dr. Plinio asumió frente a la Ostpolitik y la que tomó frente al Novus Ordo de Paulo VI: en ambos casos manifestó una “resistencia” ante lo que sentía como perjudicial para la fe y como una imposición a su conciencia 137. Pero, mientras la posición asumida frente a la Ostpolitik fue pública, porque se relacionaba con aquel orden social que compete a los laicos instaurar de acuerdo a la doctrina de la Iglesia, su actitud hacia la nueva Misa se mantuvo extraoficial y privada. Apoyado en la opinión de numerosos e ilustres pastores y teólogos, Plinio Corrêa de Oliveira quiso permanecer fiel a la tradición litúrgica en la cual había sido educado, con la convicción de que el problema, de cualquier modo, se encuadraba en la crisis más amplia de la Iglesia postconciliar, y sólo en este cuadro podía ser resuelto (*).
Notas:
126 Cfr. el texto de la Carta Apostólica de Juan Pablo II in AAS, vol. 80 (1988), pp. 1495-1497. Muchos institutos religiosos reconocidos por la Santa Sede obtuvieron permiso para celebrar la Santa Misa según el Misal Romano tradicional. Entre éstos, la Fraternidad San Pedro, la Fraternidad de San Vicente Ferrer, el Opus Sacerdotale, los monjes benedictinos del Monasterio de Santa Magdalena de Barroux (Francia), el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote, de Gricigliano (Italia).
127 El 3 de abril de 1969 se dio a conocer la Constitución Apostólica Missale Romanum, que constaba de dos documentos: la Institutio generalis missalis Romani y el Novus Ordo Missae propiamente dicho, o sea, el nuevo texto de la Misa y las rúbricas que lo acompañan. Uno de sus principales artífices, Mons. ANÍBAL BUGNINI, secretario del Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, en su libro La riforma liturgica (1948-1975) (Edizioni Liturgiche, Roma, 1983) acentúa el papel desempeñado por Paulo VI, a quien considera “el verdadero realizador de la reforma litúrgica”: “el Papa vio todo, acompañó todo, examinó todo, aprobó todo” (p. 13).
128 Card. ALFONS M. STICKLER, L’attrativa teologica della Messa Tridentina, conferencia proferida en Nueva York para la asociación Christi fideles, mayo de 1995.
129 Card. J. RATZINGER, Klaus Gamber, l’intrépidité d’un vrai témoin, prefacio a Mons. KLAUS GAMBER, La réforme liturgique en question, Ed. Sainte-Madeleine, Le Barroux, 1992, p. 6.
130 Entre los numerosos trabajos críticos sobre la “Nueva Misa” y la reforma litúrgica, en su mayor parte compuestos por estudiosos laicos, señalamos: A. V. XAVIER DA SILVEIRA, La Nouvelle Messe de Paul VI: qu’en penser?, cit.; JEAN VAQUIÉ, La Révolution liturgique, Diffusion de la Pensée Française, Chiréen-Montreuil, 1971; LOUIS SALLERON, La Nouvelle Messe, Nouvelles Éditions Latines, París, 1976 (1971); WOLFGANG WALDSTEIN, Hirtensorge und Liturgiereform, Lumen Gentium, Schaan, 1977; MONS. K. GAMBER, Die Reform der Römischen Liturgie, F. Pustet, Ratisbona, 1979 (esta obra en su versión francesa, cit., contiene prefacios de los Cardenales Silvio Oddi, Joseph Ratzinger y Alfons M. Stickler); MICHAEL DAVIES, Pope Paul’s New Mass, The Angelus Press, Dickinson (Texas), 1980.
131 El estudio, promovido por Una Voce Italia, fue redactado por la misma asociación junto con un nuevo examen crítico del Novus Ordo Missae, obra de un liturgista y teólogo francés (Il Novus Ordo Missae: due essami critici, in “Una Voce”, supl. al noticiero Nº 48-49, enero-julio de 1979).
132 Tres peregrinaciones internacionales de católicos se dirigieron a Roma para reiterar la fidelidad a la Misa tradicional y al catecismo de San Pío X (CFR. GUGLIEMO ROSPIGLIOSI, La manifestazione del cattolici tradizionalisti riconfermano la fedeltà al messale e al catechismo, in “Il Tempo”, 19 de junio de 1970. Una compilación de las peticiones hechas hasta 1980 in Et pulsanti aperietur (Lc. 11, 10), Fl-Una Voce, Clarens, 1980.
133 Entre los firmantes figuraban: Romano Amerio, Augusto Del Noce, Marius Schneider, Marcel Brion, Julien Green, Henri de Montherlant, Jorge Luis Borges, los escritores ingleses Agatha Christie, Robert Graves, Graham Greene, Malcom Mudderidge, Bernard Wall, el violinista Yehudi Menuhin. Cfr. el texto y el elenco de los signatarios in “Una Voce”, Nº 7, julio de 1971.
134 Cfr. por ejemplo O direito de saber, in “Folha de S. Paulo”, 25 de enero de 1970 y “Catolicismo”, Nº 230 (febrero de 1970), en que informaba al público brasileño sobre las primeras manifestaciones de resistencia al Novus Ordo. Por su parte Mons. Castro Mayer publicaba una Carta Pastoral sobre o Santo Sacrifício da Missa (cfr. “Catolicismo”, Nº 227, noviembre de 1969). En 1971 apareció un amplio y documentado artículo de GREGORIO VIVANCO LOPES, Sobre a nova Missa: repercussões que o público brasileiro ainda não conhece, in “Catolicismo”, Nº 242, febrero de 1971.
135 El citado estudio de Arnaldo Xavier da Silveira analiza cuidadosamente el Novus Ordo, bajo la óptica de un conjunto de cuestiones teológicas, canónicas y morales centradas en el problema de la autoridad. El libro fue editado en São Paulo en 1970 y tuvo una difusión restringida. Más tarde fue reeditado en francés (op. cit.), junto con tres diferentes estudios ya antes publicados en portugués: Considerações sobre o Ordo Missae de Paulo VI, São Paulo, junio de 1970; Modificações introduzidas no Ordo de 1969, São Paulo, agosto de 1970; A infalibilidade das leis eclesiásticas, São Paulo, enero de 1971. Sobre esta obra afirmó el profesor Corrêa de Oliveira: “En su libro, Arnaldo Xavier da Silveira afirma expresamente su fidelidad inquebrantable a la doctrina y disciplina de la Iglesia. Y si levanta ciertos problemas de Teología o de Derecho Canónico, lo hace declarando de antemano que acata en toda la medida preceptuada por el Derecho Canónico lo que la propia Iglesia decida. Precisamente ésta es la posición de la TFP. Tenemos, pues, la conciencia enteramente tranquila en lo que respecta a nuestra perfecta unión con la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Sobre o decreto anti-TFP de D. Isnard, in “Folha de S. Paulo”, 27 de mayo de 1973); Cfr. A política de distensão do Vaticano com os regimes comunistas. Para a TFP: omitir-se? Ou resistir?, cit.
136 “Una vez definida la posición de las TFPs como asociaciones, es preciso observar, en cuanto a sus miembros y simpatizantes, que, como católicos (…), sufren personalmente la repercusión de los problemas específicamente religiosos que han convulsionado a la Iglesia después del Concilio Vaticano II. Es inevitable que, como simples católicos, ellos cambien entre sí opiniones sobre esas cuestiones. Concretamente, ese intercambio de opiniones jamás dio lugar a disensiones. Al contrario, de él ha salido un consenso firme y madurado acerca de los principales temas referentes al misterioso proceso de autodemolición por el cual atraviesa la Iglesia, y sobre la humareda de Satanás que penetró en ella. (…) El consenso, enteramente personal, de los miembros y simpatizantes de la TFP en ciertas materias extrañas a la esfera cívica, no constituye el pensamiento oficial de la TFP. Pero da lugar a un consenso extraoficial en la TFP”. Cfr. Imbroglio, détraction, délire — Remarques sur un rapport concernant les TFP, cit., pp. 176 y 177.
137 El Padre dominico ROGER-THOMAS CALMEL, en artículo publicado en “Itinéraires” en noviembre de 1971, tratando del problema de la asistencia a la Nueva Misa, afirmaba que “las condiciones de obligación legal fueron anuladas”, pero subsiste, al contrario, la obligación grave de confesar abiertamente la fe en la Misa católica (L’assistance à la Messe suivie de l’apologie pour le Canon Romain, in “Itinéraires”, Nº 157, noviembre de 1971, p. 6). Cfr. también A Missa Nova: um caso de consciência, compilado sob a responsabilidade dos padres tradicionalistas da Diocese de Campos, Artpress, São Paulo, 1982.
(*) N. del E. En el Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de julio de 2007, el Papa Benedicto XVI confirmó la licitud de la celebración de la Misa en latín según el rito tradicional, y dispone medidas para facilitar su celebración que amplían considerablemente las ya establecidas por su predecesor Juan Pablo II en la Carta Apostólica Ecclesia Dei, del 2 de julio de 1988.