Cap. VI, 6. La libertad de la Iglesia en el Estado comunista

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El pontificado de Juan XXIII, y después la apertura del Concilio, parecían haber inaugurado un nuevo clima de “deshielo” entre dos realidades ya definidas por el Magisterio como incompatibles 41.
El 7 de marzo de 1963 Juan XXIII recibió en audiencia en el Vaticano a Alexis Adjubei, yerno del jerarca supremo soviético Nikita Kruschev y director del “Izvestia”, órgano oficial del gobierno soviético 42. La Encíclica Pacem in terris 43, dada a conocer el 11 de abril de 1963, fue presentada a la opinión pública como base para una futura colaboración entre movimientos de inspiración cristiana y movimientos de inspiración socialista. En ella se inspirarían muchos teóricos de la convergencia entre católicos y comunistas, desde el filósofo francés Roger Garaudy hasta el italiano Franco Rodano, el inspirador del “compromiso histórico” 44. Mientras tanto, el Kremlim había hecho saber que, si en las reuniones del Concilio se debatiese el problema comunista, los observadores eclesiásticos de la iglesia greco-cismática se retirarían de la asamblea. Esta amenaza contribuyó a paralizar a los ambientes eclesiásticos para los cuales el ecumenismo constituía un imperativo de la hora presente.
La actitud de los gobiernos comunistas hacia la Iglesia Católica y a todas las otras religiones iba evolucionando de la persecución abierta a una tolerancia limitada, que permitía una cierta libertad, aunque restringida, de culto y de palabra. En la primera sesión del Concilio, algunos prelados conservadores con los que Plinio Corrêa de Oliveira estaba en contacto, concordaban con él acerca del hecho que no era lícito a los católicos el acuerdo con el régimen comunista, ni siquiera a cambio de la concesión de alguna libertad de culto. Pero consideraban que no era fácil demostrar la tesis. Él se dedicó, entonces, a un nuevo estudio, que apareció en agosto de 1963 en “Catolicismo”, bajo el título La libertad de la Iglesia en el Estado comunista 45. En la obra, dedicada al problema de la licitud de la “coexistencia pacífica” entre la Iglesia y el régimen comunista, el autor demostraba de manera inequívoca que los católicos no pueden aceptar ningún modus vivendi con el comunismo que implique en renunciar a defender el derecho de propiedad privada, sancionado por el 7º y el 10º Mandamientos. El ensayo, traducido inicialmente al español, francés e italiano, fue distribuido a los 2200 Padres conciliares y a los 450 periodistas de todo el mundo presentes en Roma, levantando una repercusión que traspasó la Cortina de Hierro 46. El 4 de enero de 1964, una versión integral del texto apareció en el diario romano “Il Tempo”, suscitando la atención de la opinión pública de la Ciudad Eterna. El libro tuvo numerosas ediciones en todo el mundo, habiendo sido traducido en varias lenguas, inclusive el húngaro y el polaco, y obtuvo una carta de aprobación firmada por el Card. Giuseppe Pizzardo, Prefecto de la S. Congregación de los Seminarios y Universidades, y por Mons. Dino Staffa, Secretario del mismo Dicasterio, más tarde Cardenal. En esta carta se auguraba “la más amplia difusión al denso opúsculo, que es un eco fidelísimo de los Documentos del Supremo Magisterio de la Iglesia”.
El núcleo del estudio es una tesis de Pío XII muy apreciada por Plinio Corrêa de Oliveira:
“De la forma dada a la sociedad, de acuerdo o no con las leyes divinas, depende y se insinúa también el bien o el mal de las almas; es decir, si los hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia de Cristo, en las circunstancias terrenas del curso de la vida, respiran el sano y vivo aliento de la verdad y de la virtud moral, o el bacilo morboso y con frecuencia letal del error y de la depravación” 47.
En efecto, el orden temporal puede ejercer una profunda acción, formativa o deformante, sobre el alma de los pueblos y de los individuos. La Iglesia no puede renunciar a rectificar este orden, ni siquiera con el pretexto de fines “espirituales”.
“Renunciar a enseñar los dos preceptos del Decálogo que fundamentan la propiedad privada importaría en presentar una imagen desfigurada de ese conjunto, y por lo tanto del propio Dios. Ahora bien, donde las almas tienen una idea desfigurada acerca de Dios, ellas se forman según un modelo errado, lo que es incompatible con la verdadera santificación” 48.
Por otro lado, la misión magisterial de la Iglesia tiene por objeto una enseñanza que constituye un todo indivisible. “La Iglesia no puede aceptar, en su función docente, un medio silencio, una media opresión, para obtener una media libertad. Sería una completa traición de su misión” 49.
Durante la congregación general del 20 de octubre de 1963, fue presentado a los Padres, por iniciativa de un grupo de obispos franceses, un “mensaje a la humanidad” redactado por los padres dominicos Chenu y Congar. El mensaje suscitó varias críticas en la Asamblea, entre las cuales la de no contener ninguna mención a la “Iglesia del Silencio”. En particular fue criticado por los obispos ucranianos en el exilio, que de inmediato presentaron una declaración en la cual se llamaba la atención del mundo sobre la ausencia en el Concilio de su Metropolita, Mons, Josef Slipyi, deportado a Siberia hacía ya diecisiete años, mientras en las reuniones de la Asamblea Conciliar participaban dos observadores del Patriarcado greco-cismático de Moscú, definido como “instrumento dócil y útil en las manos del gobierno soviético” 50.
La distribución de La Libertad de la Iglesia en el Estado comunista se sumó a otras dos importantes iniciativas: el 3 de diciembre de 1963, Mons. Antonio de Castro Mayer entregó oficialmente al Cardenal Amleto Cicognani, Secretario de Estado, una petición firmada por 213 Padres conciliares de 54 nacionalidades diversas, en la cual se pedía al Santo Padre que dispusiera la elaboración y el estudio de un esquema de constitución conciliar en el que: “1. Se exponga con gran claridad la doctrina social católica y se denuncien los errores del marxismo, del socialismo y del comunismo, desde el punto de vista filosófico, sociológico y económico.
“2. Sean apartados los errores y la mentalidad que preparan el espíritu de los católicos para la aceptación del socialismo y del comunismo, y que los vuelven propensos a éstos”.
Dichos errores y mentalidad, señalan los firmantes, “encuentran su origen en la Revolución Francesa” 51.

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El cuño contra-revolucionario de la petición era evidente, y revelaba cómo el texto del documento había sido inspirado por Plinio Corrêa de Oliveira 52. Mons. Geraldo de Proença Sigaud, por su parte, el 3 de febrero de 1964 entregó personalmente a Paulo VI una petición de 510 Prelados de 78 países, en la cual se imploraba que el Pontífice, en unión con todos los Obispos, consagrase el mundo, y de manera explícita a Rusia, al Corazón Inmaculado de María 53. También en este caso, la contribución del Dr. Plinio a la elaboración del texto había sido decisiva.
Las peticiones presentadas por los dos Obispos brasileños y el libro del Prof. Corrêa de Oliveira constituían, como él mismo lo hiciera notar en “Catolicismo”, un todo orgánico. “En su conjunto, los tres documentos constituyen, cada cual a su modo, tres episodios de inconfundible importancia, en la lucha contemporánea contra el mayor adversario del Santo Padre, de la Iglesia Católica y de la Cristiandad” 54.

 

Notas:

41 Sobre la Ostpolitik, cuyas premisas remontan a los años 20 (A. WENGER, Rome et Moscou 1900-1950, Desclée de Brouwer, París, 1987), cfr. GIANCARLO ZIZOLA, Giovanni XXIII. La fede e la politica, Laterza, Roma-Bari, 1988, pp. 55-211; A. RICCARDI, Il Vaticano e Mosca, cit., pp. 217-264. En 1976 el Padre Alessio Ulise Floridi, miembro durante 15 años, en carácter de “sovietólogo”, del colegiado de escritores de “La Civiltà Cattolica”, publicaba un libro titulado Mosca e il Vaticano (La Casa di Matriona, Milán, 1976) en el que analizaba la Ostpolitik vaticana bajo un ángulo inusual: el de la “disidencia” soviética, mostrando que aquellos que deberían haber sido los beneficiarios de la distensión fueron, en realidad, las víctimas. Posteriormente, recordando la participación en el Concilio Vaticano II de los “observadores” del Patriarcado de Moscú, cuyo vínculo de dependencia directa del Kremlin era conocido, afirmaba: “Es cierto que, de parte del Kremlin, había un profundo interés en impedir cualquier eventual tentativa del Concilio de condenar oficialmente el comunismo (…) La Iglesia Ortodoxa Rusa levantó sus reservas con respecto al Concilio después que quedó claro que el Concilio no condenaría al comunismo” (In tema de “dissenso” e di “Ostpolitik”, entrevista con el Padre Alessio U. Floridi, a cargo de R. DE MATTEI, in “Cristianità”, Nº 32, diciembre de 1977). Cfr. también DENNIS J. DUNN, Détente and Papal-Communist relation. 1962-1978, Westview Press, Boulder (Colorado), 1979; MIREILLE MAQUA, Rome-Moscou. L’Ostpolitik du Vatican, Cabay, Lovaina la Nueva, 1984.

42 Pocos días después el secretario del Partido Comunista italiano, Palmiro Togliatti, en plena campaña electoral, propuso oficialmente la colaboración entre católicos y comunistas, afirmando que la “utopía religiosa” puede servir como fermento revolucionario en el camino hacia el socialismo (cfr. “Rinascita”, 30 de marzo de 1963). En Italia, en las elecciones del 29 de abril de 1963, el PCI aumentó su votación en un millón de votos, provenientes sobre todo de ambientes católicos seducidos por el “diálogo” entre la Santa Sede y el régimen soviético.

43 Texto in AAS, vol. 55 (1963), pp. 257-304

44 Sobre ROGER GARAUDY (De l’anathème au dialogue, Plon, París, 1965), cfr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Garaudy esboça nova aproximação y A manobra Garaudy, in “Folha de S. Paulo”, 8 y 15 de marzo de 1970. Sobre FRANCO RODANO (Questione democristiana e compromesso storico, Editori Riuniti, Roma, 1977), cfr. A. DEL NOCE, Il cattolico comunista, Rusconi, Milán, 1981. Cfr. también GIANFRANCO MORRA, Marxismo e religione, Rusconi, Milán, 1976.

45 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A liberdade da Igreja no Estado comunista, in “Catolicismo”, Nº 152, mayo-agosto de 1963; ibid., Nº 161, mayo de 1964; después, con el título Acordo com o regime comunista: para a Igreja, esperança ou auto-demolição?, Editora Vera Cruz, São Paulo, 1974.

46 El estudio fue violentamente atacado en Polonia por el movimiento alegadamente “católico-comunista” Pax, en sus publicaciones “Kierunki” (Nº 8 del 3 de enero de 1964) y “Zycie i Mysl” (Nº 1-2 de 1964). También la revista “Wiez” de Varsovia se alineó con Pax. En Francia, el conocido periódico católico de París “L’Homme Nouveau” (5 de marzo de 1964) defendió la obra del Dr. Plinio, que a su vez fue atacada por la publicación progresista “Témoignage Chrétien” (Nº 1035 de 1964). Sobre la “anomalía” polaca, o sea, sobre aquel singular modelo histórico de convivencia entre la Iglesia Católica y el Estado comunista en Polonia, cfr. GIOVANNI BARBERINI, Stato socialista e Chiesa Cattolica in Polonia, CSEO, Bolonia, 1983; NORBERT A. ZMIJEWSKY, The Catholic-marxist ideological dialogue in Poland 1945-1980, Darmouth Publishing Cº, Aldershot, Inglaterra, 1991.

47 PÍO XII, Radiomensaje La solennità della Pentecoste, del 1º de junio de 1941, in AAS, vol. 33 (1941), p. 197.

48 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A liberdade da Igreja no Estado comunista, in “Catolicismo”, Nº 161, mayo de 1964. La exactitud de esta tesis fue demostrada por los últimos y dramáticos sucesos en Rusia y en los países ex miembros del Pacto de Varsovia, en los cuales varias décadas de dominio comunista produjeron tantos y tales daños en las facultades del hombre que aún no han podido recuperarse de ellos.

49 Ibid.

50 C. F. SVIDERCOSCHI, Storia del Concilio, cit., pp. 164-165. Dos días después de publicado este documento, el 23 de noviembre, Mons. Willebrands, hablando por el Secretariado para la unión entre los cristianos durante una conferencia de prensa, defendió a los observadores rusos, que a su juicio habían “manifestado un espíritu sinceramente religioso y ecuménico”, y lamentó el comunicado de los obispos ucranianos. Meses después, el 9 de febrero del año siguiente, el Cardenal Slipyi fue libertado de manera imprevista y llegó a Roma; lo mismo sucedió, en los primeros meses de 1965, con el Arzobispo de Praga, Mons. Josef Beran.

51 R. M. WILTGEN, S.V.D., Council News Service, cit., vol. I, p. 79. Cfr. el texto de esta petición in “Catolicismo”, Nº 157, enero de 1964.

52 El P. Wiltgen informaba que “poco antes de la entrega de las peticiones, el artículo de 16 páginas titulado «La libertad de la Iglesia en el Estado comunista», escrito por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, un laico católico profesor universitario en Brasil, fue distribuido a cada Padre conciliar. En el artículo son dadas pruebas doctrinarias para demostrar que es contrario a los principios católicos admitir que la Iglesia pueda existir y gozar de la indispensable libertad en un Estado comunista” (Council News Service, cit., vol. I, p. 79).

53 Cf. el texto del histórico documento en “Catolicismo”, Nº 159, marzo de 1964.

54 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, À margem de três documentos providenciais, in “Catolicismo”, Nº 159, marzo de 1964.

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