Cap. VII, 11. Visión del futuro de Papas y Santos

blank

 

La idea de una época histórica de triunfo de la Iglesia y de la Civilización Cristiana remonta, mucho antes de San Luis María Grignion de Montfort y de Plinio Corrêa de Oliveira, a santos como San Buenaventura, y en nuestro siglo fue asumida por otro gran apóstol mariano, San Maximiliano Kolbe.
Esta perspectiva de triunfo de la Iglesia, cabe reiterar, es absolutamente ajena a toda forma de milenarismo condenado por la Iglesia. En efecto, se trata de un período histórico que precede no solamente a la Parusía, sino al mismo dominio del Anticristo, y no propone ningún “Reino visible” de Jesucristo sobre la tierra. La presencia visible de Jesucristo volvería inútil la misión de la Iglesia.
La tesis de Plinio Corrêa de Oliveira es otra: el Reino de María será una edad en que la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, tendrá una influencia y desempeñará un papel primacial como nunca sucedió en la Historia. Aunque se quiera aplicar al Reino de María el trecho enigmático del Apocalipsis, en esto no entra milenarismo, pues el Reinado social de Jesucristo y de María pronosticado por Plinio Corrêa de Oliveira no excluye la presencia del pecado original ni la acción del demonio.
“Por más concreta, evidente y tangible que sea la realidad terrena del Reino de Cristo, como fue por ejemplo en el siglo XIII —escribe Plinio Corrêa de Oliveira—, es necesario no olvidar que este reino es solo una preparación y un proemio. En su plenitud, el Reino de Dios se realizará en el Cielo:
«Mi reino no es de este mundo» (Ju. 18,36)” 131.
“La Iglesia nos enseña, en efecto, que esta tierra es un lugar de exilio, un valle de lágrimas, un campo de batalla y no un lugar de delicias. (…) Por lo tanto imaginar un mundo sin luchas y sin adversidades es como concebir un mundo sin Jesucristo” 132.
En su expectativa de esta época bendita, el pensador brasileño es acompañado por numerosos Santos y teólogos antiguos y modernos. El Cardenal Ratzinger estableció un paralelo entre la Ciudad de Dios de San Agustín, enunciada durante la crisis del Imperio Romano, y aquel “momento culminante en el modo cristiano de pensar la historia” 133 representado por la Collationes in Hexaëmeron de San Buenaventura 134.
En esta obra San Buenaventura procura hacer algo semejante a lo que San Agustín había hecho en la Ciudad de Dios: “hacer comprensible el presente y el futuro de la Iglesia a partir de su pasado” 135.
La gloria de la “séptima edad”, de la que habla el Doctor Seráfico en el Hexaëmeron, se refiere a un triunfo temporal de la Iglesia situado en el mundo y en la historia 136. “La teología de la Historia de Buenaventura culmina en la esperanza de una era, dentro de la Historia, de descanso sabático dado por Dios. (…) No es aquella paz en la eternidad de Dios que nunca más tendrá fin y que seguirá a la ruina de este mundo; es una paz que Dios instituirá sobre esta misma tierra, espectadora de tanta sangre y lágrimas, como si quisiese aún mostrar, por lo menos en el momento del fin cómo habría podido o debido ser en realidad según sus designios” 137.
Las afirmaciones del Cardenal Ratzinger relativas a la teología de la Historia de San Buenaventura pueden igualmente ser bien entendidas a la luz del pensamiento de Santo Tomás. En efecto, si el hombre, como enseña el Doctor Angélico, es por su naturaleza un ser social 138, evidentemente es llamado no sólo a su santificación personal, sino a la santificación de la sociedad; y si la historia humana no alcanzase este auge de perfección social, con esto quedaría perjudicada la gloria de Dios que es el fin último de la creación.
Este fundamento teológico y filosófico está implícito en la perspectiva escatológica de muchos santos del siglo XX.
“¡Una gran época está por venir!” anuncia el beato Luis Orione: “Tendremos novos coelos et novam terram. La sociedad restaurada en Cristo reaparecerá más joven, más brillante, reaparecerá reanimada, renovada y guiada por la Iglesia. El catolicismo, pleno de divina verdad, de caridad, de juventud, de fuerza sobrenatural, se levantará en el mundo y se pondrá a la cabeza del siglo renaciente, para conducirlo a la honestidad, a la fe, a la felicidad, a la salvación” 139.
“Vivimos en una época —escribe a su vez San Maximiliano Kolbe— que podría ser llamada el comienzo de la era de la Inmaculada” 140. “…Bajo su estandarte se combatirá una gran batalla y nosotros enarbolaremos sus banderas sobre las fortalezas del rey de las tinieblas. Y la Inmaculada se tornará la Reina de todo el mundo y de cada alma particular, como preveía la bienaventurada Catalina Labouré” 141. “Entonces desaparecerán las luchas de clases y la humanidad se aproximará, tanto cuanto sea posible en esta tierra, a la felicidad, a un anticipo de aquella felicidad hacia la cual ya tiende naturalmente cada uno de nosotros. Es decir, a la felicidad sin límites, en Dios, en el Paraíso” 142. “En efecto, cuando esto suceda, la tierra se tornará un paraíso. La paz y la verdadera felicidad entrarán en las familias, en las ciudades, en las aldeas y en las naciones de toda la sociedad humana, pues donde Ella reine, aparecerán también las gracias de la conversión y de la santificación y la felicidad” 143.
El propio Pío XII, instituyendo la fiesta de María Reina y ordenando la renovación anual en aquel día de la consagración del género humano al Corazón Inmaculado de María, ponía en este acto “gran esperanza de que pueda surgir una nueva era, alegrada por la paz cristiana y por el triunfo de la religión” 144 y afirmaba que “la invocación del reino de María es (…) la voz de la fe y de la esperanza cristiana” 145, reafirmando en uno de sus últimos discursos la “certeza que la restauración del Reino de Cristo por María no podrá dejar de realizarse” 146.

 

Notas:

131 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A Cruzada do Século XX, cit.

132 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, A utopia e a mensagem, in “Folha de S. Paulo”, 19 de julio de 1980.

133 J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., p. 25.

134 S. BUENAVENTURA, Collationes in Hexaëmeron, seu Illuminationes Ecclesiae, in S. Bonaventurae opera omnia, Collegium S. Bonaventurae, Quaracchi 1883-1902, vol. V, pp. 372-454, tr. esp. Hexameron, BAC, Madrid, 1972. Estas conferencias fueron pronunciadas en París ante un numeroso auditorio de frailes, entre la Pascua y Pentecostés de 1273. Alois Dempf considera esta obra “la mayor y última filosofía de la historia de la Edad Media” (A. DEMPF, Sacrum Imperium, cit., p. 311). El Cardenal Ratzinger admite una fuerte influencia de Joaquín de Flora sobre San Buenaventura (San Bonaventura. La teologia della storia, cit., pp. 207-214), viendo en el primero “el precursor de una nueva comprensión de la historia, que hoy nos parece ser tan obviamente la comprensión cristiana, que resulta difícil creer que no haya sido así en algún momento” (ibid., p. 211).

135 J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., p. 43.

136 Ibid., pp. 23-24. Cfr. también MIGUEL BECCAR VARELA, São Boaventura, Doutor para o Reino de Maria, in “Catolicismo”, Nº 536, agosto 1995.

137 J. RATZINGER, San Bonaventura. La teologia della storia, cit., pp. 121, 302.

138 SANTO TOMÁS DE AQUINO, De Regimine Principum, I, 1. la tesis de Santo Tomás fue retomada por León XIII en la Encíclica Libertas y por Pío XI en la Quadragesimo Anno. CFR. JOSEPHUS GOENAGA, S.J., Philosophia socialis, C.I.S.I.C., Roma, 1964, pp. 39-40.

139 SAN LUIS ORIONE, carta del 3 de julio de 1936, in Lettere, 3a. ed. ampliada, Postulazione, vol. II, Roma, 1969, pp. 369-370. Sobre San Luis Orione (1872-1940), fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, cfr. CARLO STERPI, Lo spirito de Don Orione, Libreria Emiliana Editrice, Venecia, 1941; GIORGIO PAPASOGLI, Vita di Don Orione, con prefacio de S. Emcia. el CARD. GIUSEPPE SIRI, Gribaudi, Turín, 1974.

140 S. MAXIMILANO KOLBE O.F.M. Conv. (1894-1941), La difesa della Chiesa sotto il vessillo dell’Immacolata: la fondazione della milizia dell’Immacolata e i suoi primi sviluppi, in “Miles Inmaculatae”, julio-setiembre de 1939, actualmente in Gli scritti di Massimiliano Kolbe, tr. it. Ed. Città di Vita, Florencia, 1975-1978, vol. III, p. 555. Sobre el santo polaco cfr. también ANTONIO RICCIARDI O.F.M. Conv., Padre Massimiliano Kolbe, Postulatione Generale, Roma, 1960; MARÍA WINOWSKA, Le secret de Maximilien Kolbe, Ed. Saint Paul, París-Friburgo, 1971; La mariologia di S. Massimiliano Kolbe, Actas del Congreso Internacional de Roma (8-12 de octubre de 1984), a cargo de F. S. PANCHERI, Miscellanea Francescana, Roma, 1985.

141 S. M. KOLBE O.F.M. Conv., Carta al Padre Floriano Koziura del 30 de mayo de 1931, in Gli Scritti…, cit., vol. I, p. 550.

142 S. M. KOLBE O.F.M. Conv., La Regina della Polonia, in “Rycerz”, Mayo de 1925, actualmente en Gli Scritti…, cit., vol. III, p. 209.

143 S. M. KOLBE O.F.M. Conv., Calendario del “Rycerz” para el año 1925, actualmente en Gli Scritti…, cit., vol. III, p. 189.

144 PÍO XII, Encíclica Ad Coeli Reginam, cit.

145 PÍO XII, Discurso del 1º de noviembre de 1954, in DR, vol. XVI, p. 238.

146 PÍO XII, Radiomensaje del 17 de setiembre de 1958 al Congreso Mariano de Lourdes, in DR, vol. XX, p. 365.

Adelante

Índice

Contato