“Por medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe también reinar en el mundo” 51. Las palabras que abren el Tratado constituyen un admirable resumen del mismo. Ellas despejan de inmediato el campo de cualquier equívoco, definiendo perfectamente la distinción de naturaleza y de misión entre María Santísima y Jesucristo: María es el medio, Jesucristo es el único fin. El autor establece, además, una relación entre dos acontecimientos diversos pero estrechamente conexos: el primero, constituido por la Encarnación del Verbo y por su Natividad; el segundo, envuelto en misterio, porque aún no ha ocurrido, es la plenitud del Reino de Jesús en el mundo. Un reino en la historia que, como aparecerá claramente del desarrollo del Tratado, no debe entenderse como la Parusía, sino como el triunfo de su Cuerpo Místico, la Iglesia, gracias a los prodigios nuevamente realizados, después de la Encarnación, por la unión entre el Espíritu Santo y la Virgen María 52. Este Reino es definido por San Luis Grignion como el Reino de María.
“El reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó por un diluvio de agua; el reino de Jesucristo terminó por un diluvio de sangre; pero vuestro reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa actualmente y se terminará por un diluvio de fuego, de amor y de justicia” 53.
San Luis María es un profeta que anuncia el advenimiento del Reino de María, pidiendo al Señor un diluvio de fuego del puro amor que purificará la humanidad y será encendido “de modo tan dulce y vehemente que todas las naciones, los turcos, los idólatras, los mismos judíos se abrasarán en él y se convertirán” 54.
¿Cuándo vendrá este tiempo feliz “en que la divina María sea reconocida Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al imperio de su grande y único Jesús? (…) Este tiempo —escribe Montfort— no llegará más que cuando se conozca y practique la devoción que yo enseño: «Ut adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariae»: Venga a nosotros el reinado de María para que venga, Señor, tu reinado” 55.
San Luis María afirma que el Reino de María será una época de florecimiento de la Iglesia nunca antes conocido en la historia. Llega a afirmar que, para instaurar esta época, “el Altísimo con su Santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos, cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos” 56.
El modo en que se realizará esta unión especial de María con las almas de sus apóstoles será la práctica de la “verdadera devoción”, cuyo secreto San Luis María revela y profundiza en el Tratado. La realeza de Nuestra Señora, explica, se deberá realizar en primer lugar en el interior de las almas; de allí se reflejará en la vida religiosa y civil de los pueblos considerados como un todo. “El Reino de María —concluye Plinio Corrêa de Oliveira— será, pues, una época en que la unión de las almas con Nuestra Señora alcanzará una intensidad sin precedentes en la Historia (excepción hecha, claro está, de casos individuales). ¿Cuál es la forma de esta unión en cierto sentido suprema? No conozco medio más perfecto para enunciar y realizar esta unión que la sagrada esclavitud a Nuestra Señora, tal como es enseñada por San Luis María Grignion de Montfort en el «Tratado de la Verdadera Devoción»” 57.
Notas:
51 S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Veradera Devoción…, cit., Nº 1.
52 “La unión entre la Inmaculada y el Espíritu Santo es tan inefable y perfecta —escribe san Maximilano María Kolbe— que el Espíritu Santo actúa únicamente a través de la Inmaculada. En consecuencia, Ella es la Medianera de todas las gracias del Espíritu Santo” (carta a Fray Salesio Micolajczyk, del 28 de julio de 1935). El Santo polaco llega a declarar que la Inmaculada es de cierta forma la encarnación del Espíritu Santo (cfr. H. M. MANTEAU-BONAMY O.P., Lo Spirito Santo e l’Immacolata, tr. it., LEMI, Roma, 1977, p. 61).
53 S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Súplica Ardiente para obtener Misioneros, Nº 16.
54 Ibid., Nº 17.
55 S. LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción, cit., Nº 217.
56 Ibid., Nº 47. Sobre los “Apóstoles de los últimos tiempos”, cfr. A. LHOUNEAU, La Vierge Marie et les apôtres des derniers temps d’après le B. Louis-Marie de Montfort, Mame, Tours, 1919; H. FREHEN, Le second avènement de Jésus-Christ et la «méthode» de saint Louis-Marie de Montfort, in “Documentation Montfortaine”, vol. 7 (1962), Nº 3; STEFANO DE FIORES S.M.M., La «missione» nell itinerario spirituale e apostolico de S. Luigi Maria di Montfort, in AA. VV., La missione monfortiana ieri ed oggi, Actas del 2do. Congreso intermonfortiano (1984), Centro Intermonfortiano di Documentazione, Roma, 1985.
57 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Prólogo a la edición argentina de Revolución y Contra-Revolución, cit., p. 33.
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