“Si la Revolución es el desorden, la Contra-Revolución
es la restauración del Orden.
Y por Orden entendemos la paz de Cristo en el Reino de Cristo.
O sea la Civilización Cristiana, austera y jerárquica, fundamentalmente sacral,
antiigualitaria y antiliberal”.
Revolución y Contra-Revolución, la obra inseparablemente ligada al nombre de Plinio Corrêa de Oliveira, salió a luz en abril de 1959, por ocasión del centésimo número de la revista “Catolicismo” 1 (*).
La palabra “Revolución”, que en su origen significaba el movimiento celeste de los astros, asumió un nuevo significado en el siglo XVIII, sobre todo después de la Revolución Francesa, que se convirtió en el arquetipo de todas las revoluciones, incluso de aquellas que históricamente la precedieron. El estudio de las revoluciones es hoy un tema de fondo del pensamiento político 2. “Revolución —afirma el filósofo Augusto Del Noce— es la palabra llave para entender nuestra época” 3 y “el análisis de la idea de revolución es el primer problema de la filosofía” 4. Guerra y revoluciones, observaba por su lado Hannah Arendt, son las constantes que “han determinado la fisonomía del siglo veinte” 5. Pero, mientras las guerras constituyen uno de los fenómenos más antiguos del pasado, “las revoluciones en sentido propio no existían antes de la edad moderna y son el más reciente de todos los grandes fenómenos políticos” 6.
Es con el iluminismo que el término “revolución” cambia de significado y pasa a expresar un fenómeno ocurrido en determinada época, destinado a condicionar en profundidad el curso de la Historia. Voltaire habla con frecuencia de una “révolution des esprits”, una revolución de las mentes, de la cual los filósofos, los llamados iluministas, estaban lanzando las semillas. “Ella —escribe en 1769— ya está en curso desde hace 15 años; y en otros 15 años, después de una mañana tan bella, vendrá el mediodía” 7. De hecho, este concepto de una verdadera y propia regeneración o palingenesia de la sociedad asumió su significado moderno en virtud de lo sucedido en Francia entre 1789 y 1795 8.
La Revolución, para Plinio Corrêa de Oliveira, no indica la subversión de cualquier orden constituido, ni la Contra-Revolución constituye una genérica actitud de reacción frente a una realidad a la cual se opone. Él quiere dar a estos vocablos el sentido preciso que le dieron, desde la Revolución Francesa, el Magisterio Pontificio y el fecundo filón de pensamiento católico que, inspirándose en ese Magisterio y a veces anticipándolo, fue llamado “contra-revolucionario” 9.
El autor más conocido de dicha corriente es el pensador saboyano Conde Joseph de Maistre 10, a quien se debe una de las primeras reflexiones sobre la Revolución de 1789. Pero esta escuela de pensamiento tuvo una amplitud que excede en mucho a los nombres de sus exponentes habitualmente mencionados. Aún antes de de Maistre, el jesuita P. Pierre de Clorivière 11 intuyó la profundidad de la Revolución Francesa, trazando de ella un sorprendente cuadro: “La Revolución que hemos visto desencadenarse —escribe en 1794— presenta tres caracteres principales previstos por las Sagradas Escrituras: ella ha sido imprevista, es grande, será general” 12. En esta línea de pensamiento se encuentran, en el siglo XIX, autores como Louis de Bonald 13, Juan Donoso Cortés 14, Karl Ludwig von Haller 15, el Cardenal Edouard Pie 16, el obispo Mons. Charles Freppel 17 y, al inicio del siglo XX, Mons. Henri Delassus 18, valeroso apologista que fue tenido en particular consideración por Plinio Corrêa de Oliveira. Es necesario no olvidar, junto a estos autores, la enseñanza de los Papas, sobre todo del Beato Pío IX y de San Pío X, cuya Carta Notre Charge Apostolique, de 1910, que resume todo su pensamiento, puede ser definida, según el benedictino D. Besse, “la Contra-Revolución en acto” 19.
El pensamiento de los contra-revolucionarios, en este sentido, está emparentado pero se distingue del de los conservadores 20, que tienen en Edmund Burke 21 a su precursor; y se entrelaza, en cambio, con el de los llamados “ultramontanos”, adversarios del liberalismo católico e intransigentes defensores del Primado pontificio en el siglo XIX, tales como Louis Veuillot 22 en Francia, San Antonio María Claret 23 en España y, en Inglaterra, los grandes convertidos como el Cardenal Henry Edward Manning 24 y el P. Frederick William Faber 25.
A tantos nombres de representantes intelectuales es necesario agregar por lo menos el de un estadista que simboliza la Contra-Revolución católica en el siglo XIX: el Presidente del Ecuador D. Gabriel García Moreno 26, cuya figura es rica en analogías con la de Plinio Corrêa de Oliveira.
Revolución y Contra-Revolución se inscribe, por lo tanto, en un filón católico que marca con su propia historia y fisonomía la Historia moderna. Esta línea de pensamiento está caracterizada por una integral adhesión al Magisterio Pontificio en todas sus expresiones, y por una reflexión en profundidad acerca del proceso histórico iniciado con la Revolución Francesa. La obra de Plinio Corrêa de Oliveira, sin embargo, no es una repetición del pensamiento contra-revolucionario precedente, sino su genial reelaboración y desarrollo, que hace del autor un auténtico maestro de esta escuela en el siglo XX. Él, de hecho, por un lado reelaboró y sistematizó, con una extraordinaria capacidad de síntesis, el pensamiento precedente; y por otro lado lo enriqueció con dimensiones nuevas e inexploradas.
Notas:
1 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolução e Contra-Revolução, Boa Imprensa Ltda., Campos, 1959. La obra tuvo cinco ediciones en Brasil y numerosas en el mundo hispánico, en Francia, Estados Unidos, Canadá, Italia, Alemania, Polonia, Rumania y Bielorrusia. Fue igualmente difundida en Australia, Sudáfrica y Filipinas.
(*) N. del E. – En el año 2005 fue publicada la 1ª edición peruana de Revolución y Contra-Revolución (Tradición y Acción por un Perú Mayor, Lima, 187 pgs.) como homenaje de sus discípulos peruanos al ilustre autor, al cumplirse 10 años de su fallecimiento.
2 Cfr. entre otras obras JEAN BAECHLER, Les phénomènes révolutionaires, Presses Universitaires de France, París, 1970; KARL GRIEWANK, Der neuzeitliche Revolutionsbegriff. Entsehung und Entwichung, Europäsche Verlagsnstalt, Frankfurt am Main, 1969; ROMAN SCHNUR, Revolution und Weltzbürgerkrieg, Duncker u. Hambolt, Berlín, 1983; CARLO MONGARDINI Y MARÍA LUISA MANISCALCO, L’Europa moderna e l’idea de Rivoluzione, Bulzoni, Roma, 1990; CHARLES TILLY, European Revolutions 1492-1992, Blackwell, Oxford, 1993.
3 A. DEL NOCE, Lezioni sul marxismo, Giuffré, Milán, 1972, p. 8.
4 A. DEL NOCE, Tramonto o eclissi dei valori tradizionali, Rusconi, Milán, 1971, p. 156.
5 HANNAH ARENDT, On Revolution, Faber & Faber, Londres, 1963, p. 1.
6 Ibid., p. 1.
7 FRANÇOIS AROUET DE VOLTAIRE, carta del 2 de marzo de 1769, in Oeuvres, Société Literaire Typographique, Kehl, 1785-1789, Vol. XLVI, p. 274.
8 Sobre la Revolución Francesa, además de la clásica síntesis de PIERRE GAXOTTE, La Révolution Française (Complexe, Bruselas, 1988), cfr. las reediciones de los estudios de AUGUSTIN COCHIN (18761916), La Révolution et la libre pensée, Copernic, París, 1976 (1924), y Les Sociétés de pensée et la démocratie moderne, Copernic, París, 1978 (1925), que influenciaron la “revisión” histórica de FRANÇOIS FURET, Penser la Révolution Française, Gallimard, París, 1988; F. FURET MONA OZOUF (eds.), Dictionnaire critique de la Révolution Française, Flammarion, París, 1988. Sobre los orígenes culturales: ERNST CASSIRER, Die Philosophie der Aufklärung, Mohr, Tubingen, 1932; P. HAZARD, La crise de la conscience européene, cit.; ID., La pensée européene au XVIII siècle, de Montesquieu a Lessing, 3 vols., Boivin, París, 1946; DANIEL MORNET, Les origines intelectuelles de la Révolution, Colin, París, 1933; BERNARD GROETHUYSEN, Philosophie de la Révolution Française, Gallimard, París, 1956. Sobre el aspecto religioso, cfr. la importante obra de JEAN DE VIGUERIE, Christianisme et Révolution, Nouvelles Éditions Latines, París, 1986.
9 Falta una exposición orgánica y profundizada del pensamiento de la Contra-Revolución católica; tratan del asunto, con heterogeneidad de posiciones: FERNAND BALDENSPERGER, Le mouvement des idées dans l’émigration française (1789-1815), Plon, París, 1925, 2 vol.; DOMINIQUE BAGGE, Les idées politiques en France sous la Restauration, P.U.F., París, 1952; JEAN-JACQUES OECHSLIN, Le mouvement ultra-royaliste sous la Restauration: son ideólogie et son action politique (1814-1830), Libraire générale de Droit et de Jurisprudence, París, 1960; JACQUES GODECHOT, La Contre-Révolution, doctrine et action (1789-1804), P.U.F., París, 1961; R. RÉMOND, Les droites en France, Aubier Montaigne, París, 1982; STÉPHANE RIALS, Révolution et Contre-Révolution au XIX siècle, Albatros, París, 1987; E. POULAT, Antireligion et Contre-Révolution, in ID., L’antimaçonnisme catholique, Berg International, París, 1994. Tiene además gran utilidad la serie de artículos escritos por el Prof. F. FURQUIM DE ALMEIDA en “Catolicismo”, sección Os católicos franceses no século XIX, desde el Nº 1 (enero de 1951) hasta el Nº 80 (agosto de 1957).
10 Los escritos del Conde JOSEPH DE MAISTRE (1753-1821) fueron recogidos en las Oeuvres complètes, conteniendo sus obras póstumas y toda su correspondencia inédita (Vitte y Perroussell, Lyon, 18841886, 14 vols.; ed. ne varietur, ibidem, 1924-1928). A pesar de la abundancia de la bibliografía sobre el autor, falta un estudio exhaustivo sobre De Maistre. Para una introducción, cfr. la compilación Joseph De Maistre tra illuminismo e restaurazione, LUIGI MARINO (ed.), Centro Studi Piamontesi, Turín, 1975, y DOMENICO FISICHELLA, Il pensiero político di De Maistre, Latera, Roma-Bari, 1993.
11 Del Padre PIERRE JOSEPH PICOT DE CLORIVIÈRE (1735-1820), cfr. los Études sur la Révolution, in Pierre de Clorivière, contemporain et juge de la Révolution, con introducción de RENÉ BAZIN, J. de Gigord, París, 1926. Cfr. también el amplio vocablo de PIERRE MONIER-VINARD S.J., Clorivière, in DSp, Vol. II (1953), cols. 974-979. El P. de Clorivière fue el último jesuita que pronunció sus votos en Francia antes de la supresión de la Compañía de Jesús, y sería su restaurador después de 1814. Ha sido introducida su causa de beatificación.
12 P. DE CLORIVIÈRE, Études sur la Révolution, cit., p. 115.
13 Sobre el Vizconde LUIS-AMBROIS DE BONALD (1754-1830), cuyas Oeuvres Complètes fueron publicadas por Migne en tres volúmenes (París, 1859), cfr. la clásica obra de H. MOULINIÉ, De Bonald. La vie, la carrière politique, la doctrine, F. Alcan, París, 1916; cfr. también MARY HALL QUINLAN, The historical thought of the Vicomte de Bonald, Catholic University of America Press, Washington, 1953; ROBERT SPAEMANN, Der Ursprung der Soziologie aus dem Geist der Restauration. Studien über L.G.A. de Bonald, Kõsel, Munich, 1959; C. CONSTANTIN, in DTC, vol. II, 1 (1910), cols. 958-961.
14 Sobre Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas (1809-1853), véase el estudio introductorio que CARLOS VALVERDE añadió a su edición de las Obras Completas, BAC, Madrid, 1970, vol. I, pp. 1166 (con amplia bibliografía). La carta que Donoso Cortés dirigió al Cardenal Fornari el 19 de junio de 1852 puede ser considerada uno de los más lúcidos manifiestos de la Contra-Revolución católica del siglo XIX. El texto original está en J. DONOSO CORTÉS, Obras Completas, cit., vol. II, pp. 746-762.
15 KARL LUDWIG VON HALLER (1768-1854) es autor de Restauration der Staat-Wessenschaft, oder Thorie des natürlich geselligen Zustands; der Chimãredes Kustlich-bürgerlichen entgegensetzt, Steiner, Winterthur, 1816-1843, 6 vol. Cfr. más recientemente La Restaurazione della Scienza política, de MARIO SANCIPRIANO, Utet, Turín, 1963-1976, 3 vol. Sobre Haller, véase también MICHEL DE PREUX, Charles Louis de Haller. Un légitimiste suisse, A la Carte, Sierre, 1996.
16 Sobre el Card. EDOUARD-LOUIS PIE (1815-1880), cfr. Les Oeuvres de Monseigneur l’Évêque de Poitiers (10 ediciones, siendo la última de ellas de J. Ledars, París, 1890-94, 10 vol.). Cfr. también Mons. LOUIS BAUNARD, Histoire du Cardinal Pie, Évêque de Poitiers, Oudin, Poussielgue, 1886, 2 vols., y los estudios de ETIENNE CATTA, La doctrine politique et sociale du Cardinal Pie, Nouvelles Editions Latines, París, 1959, y de THÉOTIME DE SAINT-JUST, La royauté sociale de Notre-Seigneur Jésus Christ, d’aprés le Cardinal Pie, Ed. Sainte Jeanne d’Arc, Chiré-en-Montreuil, 1988.
17 Mons. CHARLES FREPPEL (1827-1891) fue consultor del Concilio Vaticano I, en el que sostuvo la infalibilidad pontificia, y desde 1869 Obispo de Angers, donde fundó en 1875 la Universidad Católica. Cfr. sus Oeuvres polémiques, in 10 vol. (Palme, París, 1874-1878) y La Révolution Française, Trident, París, 1987 (1889).
18 Mons. HENRI DELASSUS (1836-1921), ordenado sacerdote en 1862, ejerció el ministerio en la ciudad de Lille, donde desde 1874 fue propietario, director y principal redactor de la Semana religiosa de la diócesis de Cambrai, que al crearse la diócesis de Lille tomó el nombre de esta última, y lo proyectó como “uno de los baluartes de la lucha contra el liberalismo, el modernismo y todas las formas de conspiración mundial anticristiana” (E. POULAT, Intégrisme et Catholicisme intégral, Casterman, Tournai, 1969, pp. 258-259). Formó parte del Sodalitium Pianum y San Pío X lo elevó a Prelado Doméstico en 1904, a Protonotario Apostólico en 1911 y al cargo de decano del capítulo de la Catedral de Lille en 1914, reconociendo, por ocasión de su jubileo sacerdotal, el celo con que defendió la doctrina católica (Actes de Pie X, Maison de la Bonne Presse, París, 1936, t. VII, p. 238). Sus principales obras son Il problema dell’ora presente, cit., después reformulado en La conjuration antichrétienne: le temple maçonnique voulant s’élever sur les ruines de l’Église catholique, Desclée, París, 1910, 3 vol., con una carta-prefacio del Cardenal Merry del Val.
19 Don JEAN MARTIAL BESSE, L’Église et les libertés, Nouvelle Libraire Nationale, París, 1913, p. 53.
20 Cfr. PIETER VERECK, Conservatism, in EB, vol. 27 (1986), pp. 476-484; ID., Conservatism from John Adams to Churchill, Greenwood Press, Westport, 1978; Conservatism in Europe, 1770-1945, Thames and Hudson, Londres, 1977; RUSSELL KIRK, The conservative mind; from Burke to Elliot, Regnery Gateway, Washington D.C., 1986 (1953).
21 El nacimiento oficial del conservadorismo internacional se remonta a la publicación en 1790 de la obra de EDMUND BURKE (1729-1797) Reflections on the Revolution in France. Sobre Burke, la literatura es vastísima. Nos limitamos a señalar las obras de ALFRED COBBAN, Edmund Burke and the revolt against the Eighteen Century, Allen and Unwin, Londres, 1978 (reimpresión de la edición de 1929), y The Debate on the French Revolution (1789-1800), Adam and Charles Black, Londres, 1960, 2ª ed., y recientemente CRAWFORD B. MACPHERSON, Burke, Oxford University Press, Nueva York, 1980; MICHAEL FREEMAN, Edmund Burke and the critique of political redicalism, Basil Blackwell, Oxford, 1980.
22 Sobre LOUIS VEUILLOT, cfr. nota 41 del cap. II, y entre las obras, L’illusion libérale, in Oeuvres, cit., vol. 10, pp. 315-361.
23 SAN ANTONIO MARÍA CLARET (1807-1870). Fundador de la Congregación Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María, Arzobispo de Santiago de Cuba (1849-1857), confesor de la Reina Isabel II en Madrid, y más tarde uno de los protagonistas del Concilio Vaticano I, en el cual defendió la infalibilidad pontificia. Fue beatificado por Pío XI en 1934 y canonizado por Pío XII el 7 de mayo de 1950. Cfr. Escritos autobiográficos y espirituales, BAC, Madrid, 1959, y el vocablo de JOSÉ MARÍA VIÑAS, in BSS, vol. II, (1962), cols. 205-210.
24 Sobre el Cardenal Henry Edward Manning (1808-1892), cfr. DAVID NEWSOME, The convert Cardinals: John Henry Newman and Henry Edward Manning, Murray, Londres, 1993.
25 Sobre el Padre oratoriano Frederick William Faber (1814-1863), cfr. RONALD CHAPMAN, Father Faber, Burns and Oates, Londres, 1961.
26 Gabriel García Moreno (1821-1875), durante su mandato presidencial concluyó un concordato con la Santa Sede (1863) que es considerado el modelo de los concordatos católicos del siglo XIX, y consagró la República del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús (1873). “Su existencia fue una continua batalla contra las fuerzas políticas adversas tendientes a la descristianización, y por eso fue objeto de un odio profundo por parte de los enemigos que lo hicieron asesinar a la entrada de la Catedral de Quito” (SILVIO FURLANI, sub voce, in DTC, Vol. V, 1950, col. 1936). Cfr. también P. ALPHONSE BERTHE, García Moreno, Président de l’Équateur, vengeur et martyre du droit chrétien, Téqui, París, 1926, 2 vols.