“Más allá de las tristezas y
de los castigos sumamente probables hacia los cuales caminamos,
nos esperan los resplandores sacrales de la aurora del Reino de María”
El Siglo XX, que se abriera en un clima de confianza optimista en el futuro, se cierra en una atmósfera de incertidumbre y de confusión. La palabra “caos”, usada con frecuencia por Plinio Corrêa de Oliveira para indicar la meta anárquica de la Revolución, a partir de los años 90 se volvió de uso habitual en la prensa y en las propias conversaciones corrientes del hombre de la calle, para indicar una total falta de claridad y de puntos de referencia. A la euforia con que el Occidente acogió el fin de la guerra fría, la liberación de los países del Este europeo y la reunificación de Alemania, le sucedió un sentimiento cada vez más difundido de preocupación y de inquietud 1.
La “crisis” descrita con cuarenta años de antecedencia por Plinio Corrêa de Oliveira en Revolución y Contra-Revolución, parece estar llegando a su maduración final. Nunca en la Historia la humanidad pareció estar tan distante del modelo ideal de la Civilización Cristiana señalado por el Magisterio Pontificio.
El siglo que se cierra, afirmó Juan Pablo II al comienzo de su Pontificado, “ha sido hasta ahora un siglo de grandes calamidades para el hombre, de grandes devastaciones no sólo materiales, sino también morales; más aún, quizá sobre todo morales” 2. En su Encíclica Evangelium Vitae, el Papa ha reafirmado esta evaluación sobre nuestro tiempo: “El siglo XX será considerado una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes” 3. Este juicio es precisamente lo inverso de aquel otro lleno de optimismo, que había saludado la aurora del siglo al ritmo del ballet Excelsior. El Siglo XX no será recordado como la era triunfal del progreso, sino como la época de los sacrificios humanos en masa y de la barbarie tecnológica. La mundialización de las guerras, el nacimiento del universo de los campos de concentración, el aborto en escala planetaria, son expresiones diversas pero coincidentes del gran holocausto que este siglo ofrendó al mito de la Modernidad 4.
Al “sueño de construcción” de un nuevo mundo, que hoy entra en ocaso, le sucede un “sueño de destrucción” que embiste contra el edificio de la modernidad, para abatirlo desde sus cimientos 5. Fracasado el seudo “orden nuevo” propugnado por los totalitarismos, el mundo se precipita en un “nuevo desorden mundial”, en el cual pareciera encontrar su consumación definitiva la marcha autodestructora de la Revolución. “Caos y postmodernidad son conceptos que van aproximándose cada vez más, hasta el punto de tender a fundirse” 6.
Las grandes filosofías de la historia nacidas con la Revolución Francesa —la hegeliana, la positivista, la marxista— se revelan incapaces de comprender el sentido de los acontecimientos y de prever su dirección. La crisis de la idea de progreso desenmascara la impostura de una filosofía profana de la historia, opuesta a la filosofía cristiana. Y paralelamente, la Teología cristiana de la Historia, que es la base del pensamiento contra-revolucionario, reaparece hoy en toda su vigencia y actualidad.
Notas:
1 Hoy, según Ignacio Ramonet, “se puede hablar efectivamente de una «geopolítica del caos» para definir este período que atraviesa el mundo” (Le planète des désordres, en el número dedicado a la geopolítica del caos in “Manière de voir 33 Le Monde Diplomatique”, febrero de 1997). Ya en 1991 el director del “Corriere della Sera”, Ugo Stille, en un editorial con el significativo título El desorden mundial, escribía: “El año de 1990 se había inaugurado bajo el signo de la esperanza y del optimismo. Por lo contrario, 1991 se presenta como un año difícil, lleno de incógnitas y de peligros, sobre un fondo de turbulencia y de confusión” (U. STILLE, Il disordine mondiale, in “Corriere della Sera”, 2 de enero de 1991). Entre la nueva literatura sobre el tema, cfr. PIERRE LELLOUCHE, Le nouveau monde. De l’ordre de Yalta au désordre des nations, Grasset, París, 1992; GIANNI STATERA ROBERTO GRITTI, Il nuovo disordine mondiale, Franco Angeli, Milán, 1994; ALBERTO CAVALLARI, L’Atlante del disordine. La crisi geopolitica di fine secolo, Garzanti, Milán, 1994. “El examen más superficial de la realidad —escribía en 1992 Plinio Corrêa de Oliveira— pone en evidencia que la palabra «caos» se volvió una palabra de moda” (PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Os dedos do caos e os dedos de Deus, in “Catolicismo”, Nº 499, julio de 1992).
2 JUAN PABLO II, Encíclica Redemptor Hominis del 4 de marzo de 1979, Nº 17.
3 JUAN PABLO II, Encíclica Evangelium Vitae del 25 de marzo de 1995, Nº 17. Este juicio reitera el ya pronunciado por el Pontífice el 14 de agosto de 1993 en Denver, por ocasión de la VIII Jornada Mundial de la Juventud (AAS, vol. 86, 1994, p. 419).
4 Los primeros en demoler este mito son hoy sus propios autores. Cfr. por ejemplo el libro del conocido historiador marxista inglés ERIC HOBSBAWM, The Age of the Extremes. The Short Twentieth Century. 1914-1991, Penguin, Londres, 1994.
5 R. DE MATTEI, 1900-2000. Due sogni si sucedono, cit., pp. 11-28. Sobre la nueva “teoría del caos”, cfr. también JEAN-LUC MÉLENCHON, À la conquête du chaos, Denoël, París, 1991; JAMES GLEICK, Chaos, Heinemann, Londres, 1989.
6 PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Os dedos do caos e os dedos de Deus, cit.