Conmemoración de todos los santos carmelitas: San Elías y la devoción a la Virgen

“Santo del Día” – 14 de noviembre de 1970


A D V E R T E N C I A

El presente texto es una adaptación de la transcripción de una grabación de una conferencia dada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a los miembros y cooperadores de la TFP, manteniendo así el estilo verbal, y no ha sido revisado por el autor.

Si el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, seguramente pediría una mención explícita de su disposición filial a rectificar cualquier discrepancia en relación con el Magisterio de la Iglesia. Es lo que hacemos aquí, con sus propias palabras, como homenaje a tan bello y constante estado de ánimo:

“Católico romano apostólico, el autor de este texto se somete con ardor filial a la enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Sin embargo, si por error, en él apareciera algo que no se ajustara a esa enseñanza, lo rechaza categóricamente”.

Las palabras “Revolución” y “Contrarrevolución” se utilizan aquí en el sentido que les da el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contrarrevolución“, cuya primera edición se publicó en el n.º 100 de “Catolicismo“ en abril de 1959.

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Conmemoración de todos los santos carmelitas

Hoy se conmemoran todos los santos de la Orden del Carmelo. Y son tantos los santos, tan grandes, tan numerosos, tan ilustres, ¡que casi no sabría cómo comentarlos! Tal vez podría decir algo sobre los santos de la Orden del Carmelo en su conjunto.

Órdenes religiosas y familias de almas en el Céu

Uds. saben que todos los santos de una orden religiosa forman una familia de almas en el Cielo, igual que en la tierra. Y aunque en el Cielo desaparecen las diferencias de nación y de poder, incluso desaparecen las diferencias jerárquicas de la Iglesia — en la Iglesia Gloriosa está presente personalmente Nuestro Señor Jesucristo, como Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, ejerciendo todos sus poderes, sin más delegados.

Todavía, las órdenes religiosas en el cielo, en el sentido siguiente, continúan, forman grandes grupos de almas, grupos de almas que se han santificado según una determinada escuela espiritual, y que por eso dan gloria a Dios de una determinada manera; y que por eso constituyen, en el coro de todas las alabanzas que Dios recibe por toda la eternidad, un coro propio, que es como una sola voz dentro del coro general. Y esta voz está formada por todos los santos de una Orden particular.

¿Qué podremos escuchar cuando, por la misericordia de Dios, lleguemos al cielo, qué podremos escuchar de los coros de la Orden del Carmelo? ¿Qué cantará esta voz de la Orden del Carmelo? ¿Qué armonías espirituales percibiremos, tejiéndose a través de esta voz única de la Orden del Carmelo? Estas voces son tan grandes, tan nobles, tan magníficas, tan diferentes, que constituyen una verdadera sinfonía, ¡una verdadera orquesta!

La especial familia de almas de los Carmelitas: San Elías y la devoción a Nuestra Señora

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 San Elías – Sillería del coro en la antigua iglesia del monasterio de la Cartuja de Buxheim, cerca de Memmingen – Alemania

Este conjunto de voces se abre con la gran voz imponente, regia y solemne de San Elías. Él es el primer santo carmelita, el primer santo que habló de la devoción a Nuestra Señora y que previó a Nuestra Señora cuando aquella nubecilla vino sobre el desierto y llovió desde esa nube. Eso representaba a Nuestra Señora que hace llover a Jesucristo, que genera a Jesucristo, que da fecundidad a toda la tierra. Es la gran voz de Elías, que cubre la historia de punta a punta.

Porque desde el momento en que Elías aparece en la historia, incluso en las penumbras del Antiguo Testamento, ¡su figura se coloca de modo radiante y permanece hasta el fin del mundo! Y en las últimas armonías de la historia, oiremos la voz carmelita de San Elías, brillando, increpando al anticristo, brillando contra él, llevando al pueblo a luchar contra él, ¡desenmascarándolo! Finalmente, siendo muerto por él. Es el gemido de San Elías. Y luego, ¡Nuestro Señor mismo que viene y con el soplo de su boca dispersa al anticristo y establece su reino!

En otras palabras, es una gran voz carmelita que cubre la historia y llena el coro carmelita de principio a fin. San Elías es la vida de la Orden del Carmelo.

Pero luego escucharemos las voces y los cantos de toda esa escuela de profetas que él fundó y que vivieron en las laderas del monte Carmelo. Es la voz de Eliseo, que es la voz de la fidelidad, la voz de la continuidad, la voz de la incondicionalidad, la voz de la unión completa con aquel que su Señor le dio como guía. Es la voz de todos los demás que estudiaron en esta escuela de profetas, hasta San Juan Bautista, que es por excelencia la voz que clama en el desierto, y que allana las montañas del orgullo y rellena los valles de la sensualidad de tal manera que endereza los caminos ante el Mesías que ha de venir. Es San Juan Bautista quien habla contra los judíos, contra Herodes, quien habla contra Salomé. Es San Juan Bautista cuya voz llena también toda la historia hasta nuestros días y hasta el fin del mundo. Es la voz del precursor.

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San Juan Bautista y Herodes Antipas – Pieter de Grebber, hacia 1640 – Museo Palais des beaux-arts, Lille, Francia

Se dice, aunque no hay pruebas de ello, que Nuestro Señor Jesucristo en persona quiso honrar esta escuela de profetas estudiando en ella. Sabemos que Nuestro Señor Jesucristo, aunque tenía el conocimiento infuso más perfecto que pueda imaginarse, porque era el propio Dios, quiso, sin embargo, por humildad, que su espíritu diera señales de abrirse, como el espíritu del hombre se abre a las cosas nuevas.

Y así como las imágenes o las pinturas nos enseñan, nos muestran a San José enseñando carpintería al Niño Jesús, debió ser conmovedor ver al Autor de todas las profecías en la escuela de los profetas, aprendiendo de un profeta de la escuela de los profetas cómo interpretar aquel texto del que él mismo era el Autor. La infinita humildad de Nuestro Señor es insondable y produce vértigo en el espíritu humano.

La Orden del Carmelo en la historia: apogeo y crisis

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Nuestra Señora entregando el escapulario a San Simón Stock

Hubo un período en el que la Orden del Carmelo entró en una especie de eclipse, y no está claro qué fue de ella. Llegaron las invasiones sarracenas y la Orden del Carmelo aparece en Europa. Entonces tenemos la aflicción y la oración de San Simón Stock, que sube al cielo, porque estaba huyendo, exiliado, de los sarracenos que habían invadido toda Europa, [y los carmelitas se vieron reducidos a] un pequeño número. Él sabía que su Orden no podía dejar de existir hasta el fin del mundo, pero no veía cómo podría continuar. Cuando rezó a la Virgen, la Virgen se le apareció, le reveló la devoción al sagrado Escapulario, le dio el Escapulario, que es como el manto de Elías y que es el que seguimos llevando, y la Orden Carmelita floreció en toda Europa.

Mezclado con esto estaba el sonido de las armas. Hubo, durante un tiempo, una Orden de Caballería Carmelita, que daba gritos de guerra, combatía en el sur de Francia, etc., y que ciertamente sirvió a la Cristiandad en las Cruzadas o en la lucha contra los sarracenos, que intentaban invadir el sur de Francia. Nunca he podido obtener información precisa sobre esta Orden Carmelita de Caballería.

Luego tenemos el luto de la Orden del Carmelo: es otro eclipse, la Edad Media declina y con la Edad Media en declive, también lo hace la Orden del Carmelo. Hasta que llegó la Contrarreforma y la Orden del Carmelo volvió a brillar con la voz ardiente de Santa Teresa de Jesús y el que ella llamaba mi frailecito, ¡que era San Juan de la Cruz! ¡Tan pequeño, tan bajito y tan extraordinario San Juan de la Cruz!

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La Virgen del Carmen con Santa Teresa y San Juan de la Cruz – Juan Rodríguez Juárez (1675 – 1728) – Museo Nacional de Arte – Ciudad de Mexico [INBA Transferencia – ExPinacoteca Virreinal de San Diego ]

Outra floração de santos, outro coro de louvores que se levanta em honra de Deus, de Nossa Senhora, até que vem nova decadência e entra Santa Teresinha do Menino Jesus e novo resplendor da Ordem do Carmo! Até [que] outra decadência [atinge] a Ordem do Carmo [e a deixa] na triste situação em que ela está hoje.

Otro florecimiento de santos, otro coro de alabanzas alzándose en honor de Dios, de Nuestra Señora, hasta que llega una nueva decadencia, pero entra Santa Teresa del Niño Jesús y ¡la Orden del Carmelo vuelve a brillar! Hasta que otra decadencia golpee a la Orden del Carmelo y la deje en la triste situación en que se encuentra hoy.

TFP: la Ordem Tercera del silencio

Los Carmelitas de la Orden Tercera no son ajenos a esto. Somos una Orden Carmelita en el exilio. Somos la Orden Carmelita del silencio. Somos la Orden Tercera del silencio. Porque somos carmelitas y nuestra muy injusta expulsión de la Orden del Carmelo no tiene valor jurídico. Pero la fidelidad continúa y la Orden del Carmelo, al menos en este grupo de terceros carmelitas, prolonga de alguna manera la mentalidad de la Orden del Carmelo en Brasil [1].

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Plinio Corrêa de Oliveira a izquierda de la imagen de Nuestra Señora de Fátima, como Prior Carmelita tercero de la Cofradía Virgo Flos Carmeli de los miembros de la TFP.

Todas estas voces se dirigen a Nuestra Señora. Nuestra Señora es la Reina de la Orden del Carmelo. La Orden del Carmelo es la primera Orden que se formó para alabar a Nuestra Señora. Y la devoción oficial de la Orden del Carmelo es la devoción de la esclavitud a Nuestra Señora [2]. El canto que Nuestra Señora recibirá en el cielo de todos sus carmelitas ¡será el canto de sus esclavos!

¿Qué significa aquí el esclavo? Es el que quiso ser perfecta y completamente fiel, el que quiso renunciar a posesiones, renunciar a derechos, renunciar a la disposición de sí mismo, renunciar incluso a sus buenos méritos, a los méritos de sus buenas obras, poniéndolo todo en manos de Nuestra Señora, para que Ella lo hiciera todo; y no quiso vivir sino para Nuestra Señora y en unión con Nuestra Señora. Esta orden tan unida a la Virgen, esta orden de esclavos de la Virgen, sin duda debe tener un lugar especial en el cielo. Y un lugar especial con Nuestra Señora. En otras palabras, debe tener un lugar muy especial en el Cielo, ¡y quizás el mejor lugar de todos!

Recuerdo que cuando era pequeño, y sabía poco sobre la devoción a Nuestra Señora, me imaginaba el Cielo organizado a la manera de las cortes terrenales, cuya historia conocía por haberlo leído. Así estaba la corte del Rey, la corte de Dios, todo el Cielo. Pero en honor de Nuestra Señora, habría una corte más pequeña que era, como en las cortes antiguas, la corte de la Reina Madre. Una corte más discreta, una corte más pequeña, menos brillante, pero muy digna y de gran esplendor.

Y le pedía a Dios lo siguiente: “Sé que vuestra corte es más hermosa, pero para mí quiero la corte de vuestra Madre. Cuando un día vaya al cielo, ponedme al lado de vuestra Madre, porque donde ella está, yo quiero estar. Otros pueden tener mejores lugares, eso está bien. ¡Pero yo quiero estar con ella! Allí es donde me siento llamado y donde quiero estar”.

Más tarde, cuando estudié más de cerca la devoción a la Virgen, me di cuenta de que mi visión era antropomórfica, es decir, que imitaba las cosas humanas, pero que las cosas celestiales no son así. Y que la Virgen es el punto de convergencia de toda la gloria del cielo, que luego se eleva hasta Dios. Y que en el centro de toda convergencia de la gloria del Cielo está la Virgen. Y que Ella es la mediadora necesaria, por voluntad de Dios, a la que ascienden todas las alabanzas y que, en última instancia, todas las alabanzas del cielo no serían nada si Dios no contara con las alabanzas de Nuestra Señora. Y que, sin la alabanza del Cielo, el Cielo para Dios sería simplemente la alabanza de Nuestra Señora, ¡de tal modo Ella es la que da la alabanza perfecta, la que da la gloria perfecta a Dios!

Así que me di cuenta de que quien estaba en el eje de la devoción a Nuestra Señora estaba en el eje de la devoción a Dios. No era una cosa colateral, una forma indirecta de llegar a Dios, sino la forma real y principal de llegar a Dios.

Quién sabe si, en medio de toda consideración de las familias religiosas que compondrán el Cielo, quién sabe si justo en el centro, en el punto principal, están exactamente los hijos carmelitas, a los que Nuestra Señora suscitó para ser sus esclavos hasta el fin del mundo, bajo la dirección de su mayor esclavo, que fue San Elías. Este hombre incomparable y asombroso, que tuvo la gloria, junto con Henoch, de dejar este mundo y permanecer vivo durante todo el curso de la historia, ¡sólo para volver al final para librar las últimas batallas por Dios! ¿Quién sabe si es eso?

Invoquemos a San Elías para que nos transforme ¡y transformemos a su vez la tierra!

En este día en que conmemoramos a todos los muertos de la Orden del Carmelo, recordemos que San Elías no está entre ellos, porque no murió. Que preside a todos, pero que está fuera. Y pongámonos bajo su obediencia, ya que él está fuera y nosotros también. Y que él —aunque confirmado en gracia— todavía tendrá que pasar por esta peregrinación en la que también estamos nosotros. Que sea nuestro jefe especial, nuestro padre especial, nuestro señor especial; que ayude a nuestras almas que tropiezan, que dé fervor a nuestras almas que brujulean; que dé claridad a nuestros espíritus indecisos, que dé firmeza a nuestras voluntades débiles, para que de un momento a otro, por una acción de San Elías, ¡seamos transformados y podamos, a su vez, transformar la tierra!

Pidámoslo hoy, en unión con todos los santos de la Orden del Carmelo. San Elías fue un instrumento en las manos de Nuestra Señora para los esclavos que ella tanto merece.

Esta sería la invocación para esta noche.


NOTAS

[1] Para más información sobre la participación del Prof. Plinio y su grupo en la Orden Tercera del Carmelo, véase Meu itinerário espiritual – Compilação de relatos autobiográficos de Plinio Corrêa de Oliveira, Vol. II, 3ª Parte, “O reconforto da Espiritualidade Carmelitana e da figura do Profeta Elias (pág. 111). [Em Portugués]

[2] La devoción de “Esclavitud a Nuestra Señora” se toma en el sentido que le da San Luis María Grignion de Montfort en su “Tratado de la Verdadera Devoción a Nuestra Señora”, del que el Prof. Plinio era un profundo devoto. Para más información ver:

Ambientes, Costumbres, Civilizaciones y la esclavitud a la Virgen Santísima

https://www.pliniocorreadeoliveira.info/ES_1951_Presentacion_Livro_ACCs.htm#(1)

Obedecer para ser libre

https://www.pliniocorreadeoliveira.info/ES_800920_obedecer_ser_libre.htm

A escravidão a Nossa Senhora é a suprema liberdade

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