El ejemplo de San Juan Bautista (29/8): “Se trata de decir NO al mal, en todas sus formas” (Papa Juan XXIII)

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Audiencia general del 29 de agosto de 1959, en Castel Gandolfo, en la festividad de la Decapitación de San Juan Bautista

El Santo Padre ilustra la necesaria firmeza en el servicio a la justicia y la verdad
(…) La vida cristiana no consiste simplemente en alabar al Señor y honrarlo con manifestaciones externas, sino en cumplir totalmente lo que prescriben los diez Mandamientos, que repiten —¡y con qué claridad y eficacia! — la ley natural impresa en el corazón de cada hombre.
Se trata de decir NO al mal, en todas sus formas; y precisamente por haber proclamado uno de estos NON LICET, la cabeza de Juan fue cortada y llevada en una bandeja; pero en cada siglo resplandece, también aquí en la tierra, en la gloria de innumerables catedrales, iglesias y monumentos.
En la vida cotidiana se oye repetir a menudo: la Iglesia podría ser más indulgente, podría acceder a algún pequeño compromiso… Esto nunca. El Papa puede ser tan bueno y clemente como se quiera, pero ante tristes realidades, ante miserables incumplimientos, su actitud, a cualquier precio, será firme, clara, inquebrantable, en cumplimiento y obediencia a la verdad.
Cuando el obispo se acerca al altar y se quita las insignias habituales para vestirse con los paramentos sagrados, dice una oración que es un programa sustancioso: «Exue me, Dómine, véterem hóminem cum móribus et áctibus suis: et índue me novum hóminem, qui secúndum Deum creátus est in justítia, et sanctitáte veritátis» [Revísteme, Señor, del hombre nuevo que ha sido creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad].
Así pues, el hombre nuevo que se viste y que es según la voluntad de Dios, está en la justicia y en la santidad de la verdad. Por lo tanto, no hacer justicia en las relaciones de la vida social es una injusticia que se comete ante todo contra los hermanos, pero se comete ante Dios, que ha venido a consagrar cada vez más esta ley de la justicia.
Además, proclamar y servir siempre a la verdad.
La verdad es algo santo. ¿Qué prescribe el octavo mandamiento? No dar falso testimonio. Esto significa que la mentira nunca debe tener cabida en la vida de un cristiano, a cualquier edad. La verdad es santa: tanto la que se refiere a las disposiciones de orden material, como especialmente la que concierne a la santa ley del Señor. Animados por estos propósitos, se comprende el martirio de San Juan Bautista; nos sentimos dispuestos, junto con el Papa, a sufrir, si es necesario, la prueba suprema de la sangre, antes que transgredir mínimamente los preceptos de Dios (cf. L’OSSERVATORE ROMANO, A. XCIX – N. 201, lunes 31 de agosto-martes 1 de septiembre de 1959, 1.ª página).

Nota: Hasta la fecha (28 de agosto de 2025), no hemos encontrado el documento mencionado en Internet (ni siquiera en la página web del Vaticano). Por lo tanto, ponemos a disposición esta traducción libre.

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