Objeción del Promotor de la Fe (“abogado del diablo”) a profecía hecha por San Luis Maria Grignion de Montfort en su “Tratado de la Verdadera Devoción” – La respuesta clara y sucinta que le fue dada

Obras de San Luis María Grignion de Montfort, BAC, Madrid, 1954, Tratado de la Verdadera Devoción, con Notas de los PP. Nazario Pérez S.I. y Fr. Gabriel María de Priego O.F.M.C.

 

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Estátua del Fundador de los Montfortanos que se encuentra en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano

 

Tratado, nº 47, p. 464: “…deben formarse grandes santos que sobrepujarán en santidad a la mayor parte de los otros santos, tanto como los cedros del Líbano exceden a los arbustillos” (71):

71 Sobre esta profecía objetó el Promotor de la Fe en el proceso de nuestro Santo que, «aunque no contradiga a la doctrina de la Iglesia, tampoco se apoya en ningún fundamento sólido».

Y le respondieron: «Si la predicción del futuro contingente se apoyara en algún fundamento, tampoco seria profecía. Sabemos, por otra parte, que estas predicciones están al abrigo de toda censura, con tal que no se opongan a las doctrinas reveladas, a la doctrina de la Iglesia o a la sana razón.

«El que pudo anunciar hace ciento cincuenta años que María sería revelada más perfectamente por el Espíritu Santo, cambiaría la faz del mundo y prepararía el reinado de Cristo, pudo prever con la misma luz la eminente santidad de algunos hombres… Aquí, pues, la persona del autor forma probabilidad extrínseca. La probabilidad intrínseca se halla en la naturaleza del acontecimiento anunciado, que puede referirse, o a este reinado de Cristo de que habla el piadoso autor, o a los últimos tiempos, de los que dijo Jesucristo: Verumtamen Filius hominis veniens, putas inveniet fidem in terra? [Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? – Luc. 18, 8] Si se aplica a ese tiempo de paz en que Cristo reine plenamente, es probable que esta época tenga Santos de eminente virtud. Si se aplica la predicción a los últimos tiempos, la probabilidad no es menor, porque la Providencia socorre tanto más eficazmente a su Iglesia cuanto la tempestad es más violenta y más inminente el peligro». — P. Naz.

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