Santa Gema Galgani (11 de abril): Dignidad y pureza angélicas

Catolicismo, n.º 583 – Agosto de 1999 (*)

 

Santa Gemma Galgani

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El retrato que vemos es el de santa Gema Galgani (1878-1913), conocida por las excelsas visiones y revelaciones con que fue agraciada por Dios. Era italiana y vivía en la ciudad de Lucca.

Pertenecía a la Orden Tercera de una Congregación Religiosa: los Pasionistas. La Orden Tercera es una asociación de laicos, en la que pueden participar incluso personas casadas sin adoptar propiamente el estado religioso. No viven en un convento, sino en el mundo, en el que intentan llevar una vida edificante y piadosa.

La fisonomía de la santa es impresionante. Impresiona por la armonía de sus rasgos, por la profundidad de la reflexión que expresa. Se ve que hay algo en la mirada de la Santa que se dirige muy al alto, muy arriba. Sus pensamientos no son terrenales. Hay algo de extraterreno en su fisonomía.

Para mí, la dignidad y la pureza angélica de su figura llaman la atención. Esta pureza y dignidad se aprecian en la forma en que su cabeza descansa sobre su cuello: erguida y de modo enteramente sin pretensiones.

No lleva ningún adorno. El pelo está simplemente arreglado. Su figura es muy limpia, pero no se ve nada que revele el deseo de adornarse.

Su traje es negro y sencillo. Sin embargo, Santa Gema revela una dignidad extraordinaria, junto con una pureza virginal que se manifiesta en algo impalpablemente resplandeciente en su tez. Se diría que su piel tiene algo de luminoso, así como la mirada.  Ésta es de una rectitud completa. Es la mirada de una mística empapada de lo que ve; y en cuya mirada se puede sospechar lo que percibe.

También es evidente en su fisonomía la manifestación de la virtud de la fortaleza. Quiere porque la fe le dice que quiera. Y su querer es inquebrantable. ¿Qué es lo que quiere? Servir a Dios, a Nuestra Señora, a la Iglesia Católica, y sigue ese camino, ¡independientemente de los obstáculos!

Ella es una representación física de la Mujer Fuerte descrita en la Sagrada Escritura, cuyo precio es incomparable. Vale la pena ir hasta los confines del universo para encontrarla, como a una piedra rara.


 

(*) Extractos de la conferencia del Prof. Plinio a los socios y cooperadores de la TFP, el 17 de enero de 1986. Sin revisión por el autor.

 

Traducción realizada con auxílio de www.DeepL.com/Translator (free version)

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