Santa María Goretti (6/7): conexión entre nudismo y anarquía

“Santo del Día”, 6 de junio de 1965


A D V E R T E N C I A

Este texto es trascripción y adaptación de cinta magnetofónica con conferencias del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigidas a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.

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Montaje sobre la única foto conocida de Santa María Goretti (1890-1902), encontrada en 2011 en el álbum de recuerdos de los condes Mazzoleni que acogieron a los Goretti en su finca cerca de Roma.

 

Hoy es el día de Santa María Goretti, virgen y mártir; murió por amor a la pureza y su reliquia se venera en nuestra capilla; siglo XX.

Mucho se podría decir sobre la fiesta de Santa María Goretti. Son cosas evidentes y, por tanto, no se prestan a un comentario extenso. Pero el contraste entre los dolorosos acontecimientos en el campo de la pureza que tienen lugar en nuestros días, por una parte, y, por otra, el ejemplo que nos dio santa María Goretti, es un contraste tan flagrante que no podemos dejar de hacer referencia a él hoy.

Basta recordar que mientras la Iglesia venera en el día de hoy a una santa que, aún en su infancia, sacrificó su vida por amor a la pureza, víctima de un ataque brutal, bárbaro, bestial, estamos en una época en la que se está introduciendo la escandalosa costumbre de los llamados monokinis. Y que el ya obsceno traje del bikini —obsceno a tal punto que no merecería ser mencionado en este ambiente— y que luego dará un paso más, porque la degradación sólo se detiene cuando llega al último punto de lo posible, no se detiene a menos que ya haya destruido todo lo que tiende a destruir, cuando llegue al último paso éste será el del nudismo más anarquista y completo. La contradicción entre estas dos situaciones es muy grande.

En esta contradicción vemos ya un elemento de poderosa meditación, para dar gloria a la Iglesia que sigue, en medio de la degradación del mundo actual, presentando a los hombres un modelo tan contrario a aquello para lo que el mundo contemporáneo tiende.

Hay aquí un factor de tristeza. Porque si la Iglesia, Santa, Católica, Apostólica, Romana, en su calendario de hoy, nos manda venerar a esta santa, la indiferencia de numerosos católicos ante esta progresiva degradación existe y vemos, entonces, cosas que gritan al Cielo y claman a Dios por venganza, como la introducción del bikini y luego el monokini, introducidos y aceptados como hechos más o menos indiferentes.

Pero tenemos la Santa Iglesia, fija, perenne, indestructible por la solidez y el carácter inconmovible del elemento divino. De modo que esto es para nosotros motivo de alegría, fuente de consuelo, inspiración para la lucha por estos valores, por grande que sea la desolación que pueda reinar en ciertos ambientes católicos a este respecto.

Santa María Goretti se nos presenta como una incitación a la fidelidad a la doctrina tradicional de la Iglesia, al celo de la Iglesia por la pureza, al valor que la Iglesia siempre ha inculcado que posee la pureza, de tal manera que vale más que el hombre pierda la vida a que sacrifique su pureza.

Debemos comprender que la virtud de una Santa María Goretti es sobrenatural, y debe llevarnos a hacer consideraciones también de carácter sobrenatural, comprendiendo que toda desolación del mundo actual puede ser dominada y transformada en motivo de alegría por la acción de lo sobrenatural. De modo que no debemos desanimar en la lucha.

Debemos recordar que la pureza fue restaurada y elevada a un grado hasta entonces desconocido en el mundo antiguo por el hecho de que la Religión Católica fue introducida entre los romanos. La Religión Católica permanece siempre la misma y la preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la Eucaristía, puede ser llamada en nuestros días, como fue llamada en el pasado, el “vino que engendra vírgenes”. Por tanto, tenemos entre nosotros la levadura de todas las victorias y la causa de todos los éxitos. Es solo ter fe, piedad, saber rezar, saber hacer penitencia, saber hacer reparación por los que pecan, que conseguiremos vencer esta inmensa ola de impiedad en el mundo contemporáneo.

Quisiera subrayar un punto. En toda esta cuestión social de la que tanto se habla, el problema de la pureza ocupa un lugar preponderante. No puede haber verdadero orden social sin verdadero orden familiar; y no puede haber verdadero orden familiar sin la virtud cuyo nombre llena a los hombres de respeto humano, sin que esa virtud sea practicada por los católicos hasta la última perfección, y practicada porque es conocida y admirada como tal. Es la virtud de la que poco se osa hablar, la virtud de la castidad según el estado de la persona: castidad perfecta, o castidad conyugal. Dos formas sagradas de virtud, que hay que adoptar y defender.

El orden político y el orden social se derrumban inevitablemente en los ambientes donde no se observa la virtud de la pureza. Ninguna lucha anticomunista, ninguna preservación del orden político y social, ninguna construcción de la Civilización Cristiana puede hacerse seriamente sin que, entre otras virtudes, esté en su base la virtud de la pureza, de la que Santa María Goretti nos dio tanto ejemplo.

Podemos tener esto presente cuando consideramos el lamentable y obsceno tema del nudismo. Uds. ven cómo la sociedad contemporánea avanza hacia el nudismo. Este camino hacia el nudismo es el objetivo de los anarquistas. Estos últimos celebran, en Europa, reuniones de nudismo completo, porque su lucha no es sólo por la abolición de toda forma de autoridad, sino también por la abolición de toda forma de pudor y, por tanto, de toda forma de vestir. Son cosas que se entremezclan, que constituyen un todo en el orden de la destrucción total.

Es doloroso comentarlo, pero hace uno o dos años se celebró en Inglaterra un congreso de anarquistas. Ese congreso se celebró en un castillo alquilado por el centro anarquista inglés —un castillo perteneciente a uno de los duques ingleses— y todo ese congreso se celebró con los hombres y las mujeres completamente desnudos. Se ve, pues, que nuestra sociedad, aún antes de adoptar las ideas anárquicas, se encamina desgraciadamente hacia esas ideas por medio de costumbres anárquicas. Hay un principio muy cierto, que es éste: cuando el hombre no actúa de acuerdo con sus ideas, acaba pensando de acuerdo con sus actos. El mundo contemporáneo se desliza así hacia el anarquismo.

Un conocido obispo, un fraile carmelita y otros sacerdotes con los que he hablado me dicen que es un síntoma doloroso de la degradación del siglo que a los penitentes les cueste, en el confesionario, pedir realmente perdón por sus pecados; que digan que se equivocaron al pecar, que se golpeen el pecho y pidan perdón. La contrición, la atrición, el propósito de no pecar gravemente, que es el elemento fundamental para que el sacramento de la penitencia tenga éxito, ¡son cosas que se han llegado a tomar como secundarias…!

En este sentido, el caso de Santa María Goretti nos ofrece un bello ejemplo. Ella sirve para ser nuestra patrona, para preservarnos en la virtud de la pureza, así como, si tenemos la desgracia de desviarnos de ese camino, para reconducirnos a una verdadera penitencia en materia de pureza. No sólo es la patrona de los que nunca han pecado contra la castidad, sino también la patrona de los que han pecado, para reconducirlos a una verdadera y sincera conversión.

Pedir a santa María Goretti que nos dé esta conservación y nos dé esta contrición es algo muy oportuno hoy. Tanto más oportuno cuanto que, si incluso perdonó [*] al hombre que la mató y alcanzó para un tipo tan depravado una forma tan elevada de virtud que incluso llegó a ser hermano lego de una Orden religiosa (cuando el progresismo no había penetrado en los recintos de la Santa Iglesia…), quien puede lo más, puede lo menos, ¡y podemos comprender ahí cuánta confianza se debe depositar en su intercesión!

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Canonización de Santa María Goretti por el Papa Pío XII (Basílica de San Pedro, 29 de junio de 1950)


NOTAS

[*] Santa María Goretti fue bestialmente asesinada por un hombre, a sus 12 años, que era una especie de pervertido y quería violarla. Ella prefirió la muerte a entregarse. El resultado es que murió, siendo todavía una niña, mártir de la pureza.
El asesino, Alessandro Serenelli, fue condenado a 30 años de prisión, los tres primeros de ellos en régimen de aislamiento. Seis años más tarde, en una prisión siciliana, Serenelli tuvo una visión y la describió así: “Marieta, como yo la llamaba, se me apareció en un hermoso jardín. Los barrotes desaparecieron para dar paso a un jardín. Y me ofreció 14 lirios, cada uno correspondiente a una de las puñaladas que le di”.
En 1929, Serenelli se había convertido en un preso modelo tras la visión, después de haber sido un recluso rebelde y problemático. Fue liberado tras cumplir 27 años de condena.

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