Parte I

 

 

Capitulo 1

 

 

 

 

 

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Parte I

* Panorama de una sociedad y una economía generadas por el capitalismo de Estado: miseria y degradación en las condiciones de vida

* El contexto psicológico y religioso en que viven los católicos cubanos: negación radical de la Doctrina Católica y de la ley natural en las leyes civiles y en la vida social

Capitulo 1 - El régimen castrista condujo a la miseria y a la absoluta dependencia de Moscú a la otrora floreciente “Perla de las Antillas" 

Es innegable que el proceso de “reestructuración” económica impulsado por el régimen soviético, constituye, en sí mismo, un reconocimiento por parte de sus más altas autoridades del total colapso del capitalismo de Estado. Lo mismo podría decirse respecto de similares actitudes adoptadas por otros regímenes de los países del Este europeo.

La amplitud de ese reconocimiento muestra claramente que el fracaso del capitalismo de Estado no se debió a causas circunstanciales, que por su propia naturaleza pueden variar de país a país, y hasta de región a región. Por el contrario, la causa radicó en la propia esencia de ese sistema, y a su aplicación implacable, hasta nuestros días, en el mundo comunista.

La anterior constatación bastaría para otorgar a un observador de la realidad contemporánea la certeza —previa a cualquier análisis concreto— de que en Cuba, sujeta durante tres décadas con extremo rigor a un régimen similar, las condiciones de vida no pueden ser diversas. De todos modos, se cree conveniente presentar un conjunto de datos concretos sobre las condiciones económicas y sociales de la isla-prisión, que no hacen sino confirmar enteramente esa legítima premisa.

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Previamente, resultará de utilidad mostrar algunos trazos de la prometedora situación económico-social de Cuba antes de la Revolución y en seguida, como contraste, aportar elementos descriptivos sobre la actual situación de miseria y postración de la isla, a que la condujo el régimen castrista. Ello servirá para que el lector mida la magnitud de la aventura en que se embarcó el Episcopado cubano optando por una política de colaboración, y hasta coincidencia, en ciertas metas, con el sistema comunista generador de ese estado de miseria. Esa aventura episcopal, por su parte, será analizada en las Partes II y III de esta crónica. 

Desmontando la “leyenda roja” sobre la Cuba pre-revolucionaría

Si bien el gobierno de la isla al momento de la Revolución castrista haya merecido de la Historia severos reparos desde el punto de vista político, e incluso moral, es un hecho que Cuba había entrado, desde la década del 50, en un período de crecimiento económico y mejoría social. En 1950, llegó a la isla la Misión Truslow, enviada por el Banco Interamerícano de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) para evaluar sus condiciones económicas generales, teniendo en vista la concesión de créditos. El Informe emitido por dicha Misión destacó numerosos aspectos positivos en el desarrollo económico de ese país caribeño, que lo colocaban entre los primeros países de América (1), y muy por encima de cualquier otra nación de su área.

Pocos años después, visitaba Cuba el profesor Harry Oshima, de la Universidad de Stanford, para efectuar una investigación sobre la estructura económica del país. Sus conclusiones, publicadas por el “Food Research Institute” de dicha Universidad, no sólo elogiaban el orden metodológico con que la autoridad económica aplicaba el sistema de cuentas nacionales, sino que constataba el status privilegiado de la isla en términos de renta y de consumo per cápita. Oshima constató que Cuba poseía un standard de vida superior al de Puerto Rico, y similar al de varios Estados norteamericanos (2).

Por su parte, la Enciclopedia Británica, en su edición de 1959, afirmó en artículo dedicado a analizar las leyes sociales del continente, que Cuba era el país más adelantado de América en materia de legislación social, incluyendo a los propios Estados Unidos (3).

Carlos y Manuel Márquez Sterling, en su libro “Historia de la isla de Cuba” (4), dedican un capítulo a desenmascarar lo que denominan la “leyenda roja’’ sobre la situación del país antes de la Revolución. Los datos concluyentes aportados por ambos historiadores abundan. De una larga lista, extraemos algunas muestras: remuneración de obreros y empleados, cuarto lugar en el mundo, y segundo en toda América, después de Estados Unidos; salarios agrícolas, séptimo en el mundo y segundo en América; tercer menor índice de analfabetismo en América; un médico por cada 980 habitantes, segundo lugar en América; un dentista por cada 2.978 habitantes, tercer lugar en América; 58 periódicos de circulación diaria y 126 revistas, segundo lugar en América; un estudiante por cada 273 habitantes, cuarto lugar en América; consumo de carne per cápita, segundo lugar en América, etc.

El Dr. Norman Luxenburg, profesor de la Universidad de Iowa (5), recuerda que mientras en 1957 había en Cuba 6.421 médicos, Costa Rica poseía apenas 379. Hoy, en cambio, este último país posee similar número de facultativos que la isla-prisión, lo que significa un índice de crecimiento varias veces superior. Luxenburg agrega que el nivel y la expectativa de vida, así como las tasas de mortalidad infantil en la Cuba pre-revolucionaria, eran comparables a los exhibidos por países de Europa Occidental. 

Cuba, transformada en país mendigo-mercenario del comunismo internacional

En contraste, ¿cuál es el panorama económico-social de un sistema que ingenuos admiradores esparcidos por las tres Américas insisten en presentar como modelo a ser imitado en América Latina, y en el cual algunos — como el Cardenal Arns, de Brasil— llegaron a ver “señales del Reino de Dios”?

El propio Castro, hablando en 1986 ante militantes del Partido Comunista de Cuba reunidos en el Teatro Carlos Marx de La Habana, reconoció que en materia económica “las cosas nunca estuvieron tan mal” (6). Según informa el diario “Folha de S. Paulo”, Cuba descendió del 4° lugar en América Latina, en términos de renta per cápita, al 21° lugar. El periodista francés Jean Pierre Clerc, durante muchos años corresponsal de “Le Monde” en América Latina, en su libro “Fidel de Cuba” muestra que “sin la ayuda maciza de la Unión Soviética, la Cuba de Fidel ya estaría arruinada económicamente” (7). En reunión del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) —una especie de Mercado Común de los países socialistas— realizada a comienzos de 1989 en la Habana, se reconoció que la isla “es el país menos desarrollado económicamente” dentro de la órbita comunista, ocupando un incómodo lugar junto con Vietnam y Mongolia (8).

En abril de 1989, el mismo día de la llegada de Gorbachev a La Habana, un telegrama de la agencia UPI informaba desde allí (9) que “los cinco mil millones de dólares que regala la Unión Soviética cada año a Cuba” representan “el 51 por ciento del total de la ayuda soviética a países del tercer mundo y han ayudado a mantener a Cuba a flote en los últimos 30 años”. La noticia agregaba que el “modelo” cubano “ha sido muy costoso y no ha aportado nada o casi nada al crecimiento económico de la isla”. La misma noticia incluyó la reveladora versión de “una conocida fuente soviética”: “Cada cubano sabe sobre la ayuda soviética y todos los cubanos saben que es debido a esa ayuda y otras asistencias, que la Revolución cubana ha podido sobrevivir”. La dependencia económica total de Cuba en relación a Rusia, quedaba así en evidencia, de fuente insospechada. La fabulosa inyección de dinero, alrededor de 500 dólares anuales por cada cubano —que no ha significado un desarrollo de la máquina productiva del país, sino que meramente ha impedido el desmoronamiento del régimen, y financiado sus aventuras militares en el exterior— transformó a la isla en un país mendigo— mercenario al servicio del comunismo internacional.

En abril de 1990, agencias internacionales consignaron que, según fuentes soviéticas, Cuba es el mayor deudor de la URSS: el total de la deuda cubana llegó a la astronómica cifra de veinticuatro mil millones de dólares (10). 

En la vida cotidiana de la isla, panorama de miseria...

Es útil presentar también algunos aspectos de la miseria tal como se manifiesta en la vida cotidiana del cubano de hoy. En julio de 1988, hablando en la Tercera Reunión de las Empresas de La Habana, Castro criticó duramente al director de la Empresa Estatal de Jabonería y Perfumería, por la falta de productos de higiene. Admitió que el régimen no tiene dinero para comprar pasta de dientes en el mercado occidental, y prometió estridentemente, a modo de consuelo: “Para los años 1991 o 1992, si quieren lavarse más la boca, se lavarán la boca”. El tirano llegó a calificar la situación del conjunto de las empresas estatales de La Habana, como siendo “una locura, un caos, una anarquía”... (11) 

...racionamiento, “colas”, suciedad...

En virtud del racionamiento que existe en la isla desde 1962, pero sobre todo debido a la falta crónica de productos, los infelices cubanos son obligados a hacer filas para todo. Jean-Francis Held, periodista de la revista francesa “Paris Match”, que no esconde sus simpatías por la Cuba de Castro, reconoció en un reportaje sobre la isla: “Las filas. Por todas partes, en todo momento, para comprar medias, para tomar un helado, comer una pizza, para no importa qué cosa. Yo calculé: cada cubano dedica por lo menos dos horas por día a hacer filas” (12). El demógrafo y sociólogo español Martín Sagrera, en artículo “Un testimonio socialista sobre Cuba” (13), escrito luego de un viaje a la isla-prisión, escribe: “La Habana, (...) la que se adivina fue un día bella ciudad está degradada, más aún, sucia, hasta un grado increíble. En este marco ruinoso impacta también al viajero menos advertido la frecuencia de larguísimas colas —20, 30, 50 personas— para comprar cualquier cosa: comida, café, tabaco, ropa. La alimentación, después de veinticinco años, sigue rigurosamente racionada, y los pocos artículos de venta libre tienen precios prohibitivos.

Según el escritor exiliado Armando Valladares, expreso político del régimen, cada cubano en tesis puede comprar sólo un kilo de carne por mes, siendo que frecuentemente falta la carne vacuna para proveer esa cuota. En relación a la vestimenta y al calzado, por la “libreta de racionamiento” sólo se puede comprar un pantalón y una camisa de trabajo cada seis meses, y un par de zapatos de pésima calidad una vez por año (14).

Comenta un diario brasileño: “Las colas y el mercado negro son un problema enfrentado por los cubanos desde los primeros años de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959. Teóricamente, la población cubana tiene acceso a todos los productos básicos a precios reducidos, pero los problemas crónicos de escasez obligan a la población a enfrentar inmensas colas o a recurrir al mercado negro. Los “profesionales de las filas”, muchos de ellos dedicados prácticamente a tiempo integral a esa actividad, ocupan los primeros lugares por la madrugada. En seguida, pueden optar por comprar los productos para venderlos en el mercado negro, o vender su lugar en la fila” (15). El corresponsal de la agencia France Presse en La Habana, Bertrand Rosenthal, comenta sobre el mismo fenómeno: “El diario del Partido Comunista, «Granma», reconoció el martes (7 de noviembre de 1988) las dificultades en la distribución de leche fresca, aceite y carne que existen en La Habana”. “De hecho, agrega, la prensa cubana no hace referencia más que a una pequeña porción de la parte visible del iceberg: en La Habana puede observarse la formación nocturna de colas para entrar, a la mañana, a mercados semi-vacíos. Casi han desaparecido la carne, el pescado, los productos lácteos, las hortalizas, las frutas y el café. De varias provincias llega información de que está racionada la venta de huevos, uno de los elementos básicos de la dieta cubana” (16).

Ya en 1986, durante el Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, el propio Castro había reconocido la insuficiencia de bienes de consumo, y su baja calidad. Según despachos provenientes de La Habana, el dictador “se refirió particularmente al calzado, al vestuario, a los muebles y hasta a las tapas para las botellas y a los artefactos de cocina y de baño, como ejemplos” (17).

En abril de 1989, Israel Torres, de 26 años, miembro del conjunto artístico «Saludos Cubanos», aprovechó una escala en España para pedir asilo en ese país. En declaraciones a un periodista del diario “ABC” (18), afirmó: “Muchas veces tienes que escoger entre comer, y comprarte unos zapatos o un pantalón. Ambas cosas son imposibles”. Sobre los productos que escasean más, respondió: “Depende de la época. Carne no hay casi nunca, a no ser de pollo y, naturalmente, comprado a través de la cartilla de racionamiento. Aunque es ilusorio, por ejemplo, comprar un pollo entero. Lo máximo que se consigue es un cuarto. Después hay otro tipo de productos que escasean periódicamente: el algodón higiénico, por ejemplo, o la pasta de dientes”. En el mercado paralelo, “los precios son inaccesibles. Un kilo de carne puede llegar a costar medio salario mínimo de un trabajador”, concluyó. No extraña que después de 30 años de Revolución, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) haya establecido que el consumo de calorías per cápita viene disminuyendo en Cuba desde 1959 (19).

La tristemente famosa “libreta de racionamiento” cumplió, en marzo de 1989, su 27° aniversario. Una noticia procedente de Méjico informaba que si bien para Castro la libreta es “un símbolo de progreso” (sic), la adquisición nominal de artículos de consumo esenciales ha venido reduciéndose año tras año, en artículos tales como el arroz, el pollo, la carne, el pescado, el café, la leche y el pan, básicos en la dieta regular del pueblo cubano (20).

Desde los primeros meses de 1990 hasta hoy, esa situación de penuria no ha hecho sino agravarse. El 23 de enero de ese año, el régimen anunció, entre otras medidas de racionamiento, la disminución de la cuota diaria de pan de 100 gramos, para 80, al tiempo que su precio en La Habana subió un 30 por ciento (21). 

...falta de saneamiento básico, escasez de agua, basureros por todas partes

La miseria producida por el régimen socialista se refleja también en el resto de los sectores de la vida cubana. Un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) describe otros aspectos de esa situación crítica.

Sobre el saneamiento básico y el abastecimiento de agua, el Informe comenta: “En 1977 la fiebre tifoidea se desató en la más vieja sección de La Habana, cuando heces humanas se filtraron en el sistema de abastecimiento de agua”. Desde entonces, “debido a la frecuencia con que ocurren estos casos, el Ministerio de Salud Pública exhorta al público a hervir toda el agua que utiliza” (22). El Informe explica a continuación que, debido a la vejez de las tuberías de agua, que tienen más de 45 años, cerca del 50% del agua potable se pierde. “En consecuencia, la situación empeora con el paso de los años, y en la actualidad ya alrededor de 300.000 personas no obtienen mucha agua en ciertos vecindarios de la capital”. “La escasez de agua, continúa el Informe, se ha convertido en una queja persistente en todo el país” (23).

Respecto del sistema de alcantarillado, el Informe recuerda que de éste depende en buena medida la salud pública de una nación. En Cuba, “en la actualidad, mientras una pequeña parte de la población goza del beneficio de una adecuada eliminación de las excretas humanas, el alcantarillado se encuentra en un estado tan deplorable que frecuentemente afecta al país de manera negativa. La ciudad de La Habana es un ejemplo de esto: su alcantarillado fue construido entre 1908 y 1913 y fue diseñado para una población máxima de 600.000 personas”, siendo que “en la actualidad, la capital tiene más de un millón de habitantes”. “El sistema de alcantarillado, para expresarlo en términos suaves, está sobrecargado”, recibiendo seis veces más líquido que lo admitido por su capacidad. En efecto, “se estima que alrededor de un millón de metros cúbicos de líquido entra en el sistema cada día, es decir, aproximadamente 6 metros cúbicos por segundo, pero el alcantarillado solamente puede absorber de manera eficiente un metro cúbico por segundo. El resultado es que las tuberías se rompen frecuentemente” (24).

Según el Informe de la OEA, la colecta de basura en la propia capital de Cuba es enteramente deficiente. Dado el clima tropical, en que los desperdicios se descomponen rápidamente, ratones, cucarachas e innúmeros insectos se aglomeran en lugares donde se acumula la basura a la espera de ser recogida. Lo cual resulta en un ambiente urbano altamente insalubre (25). 

Mientras “teólogos de la liberación” ven en la isla “señales del Reino de Dios”, se acentúa la escasez de viviendas y el hacinamiento

Admiradores incondicionales del régimen, que han visitado la isla-prisión —en especial, ciertos “teólogos de la liberación”— se jactan de que en Cuba no existen “villas miseria”.

La realidad muestra todo lo contrario. Es tal el deterioro de barrios enteros de las grandes ciudades, como La Habana, que se puede afirmar que constituyen en su conjunto inmensas "villas miseria”. El citado Informe de la OEA es elocuente: “De acuerdo al censo de vivienda realizado en 1970, el 9.4 % de la población residía en viviendas en mal estado, el 15.5 % en hogares construidos con techo de palma y el 0.1 % en viviendas provisionales. En otras palabras, 2.1 millón de personas residían en viviendas inadecuadas”, de una población total de aproximadamente 10 millones de habitantes.

El Informe continúa: “Esta es una situación extremadamente deficiente tanto en la zona rural como urbana. Con frecuencia muchas personas tratan de solucionar el problema por sí mismas y, como consecuencia, han aparecido barrios marginales a través de las capitales provinciales. En la ciudad de La Habana, por ejemplo, hay 94 barrios pobres (que los cubanos llaman «barrios insalubres»)”, y el gobierno ha evitado aportar datos sobre cuántos de ellos existen en todo el país. El Informe constata también, basado en las propias estadísticas oficiales, que en La Habana “la mayoría de los edificios se encuentran en condiciones verdaderamente insalubres” (25).

En enero de 1990, el semanario eclesiástico brasileño “O Lutador”, constataba: “Además de la falta de libertad, hay también mucha pobreza en Cuba. Una pobreza colectiva. La falta de viviendas es crónica y enorme. Es elevado el número de personas que viven hacinadas, incluso aquellas que trabajan” (27). 

Desenmascarando el “mito” de la salud

Con relación al “mito” de la salud, uno de los más alardeados por el régimen, es preciso poner en duda las estadísticas oficiales al respecto. Razones de peso no faltan para ello. Según denunció el escritor cubano-norteamericano Armando Valladares, actual Embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, entre la documentación aprehendida en la isla de Granada por tropas norteamericanas, “se hallaba un expediente entregado por el gobierno de Cuba a Maurice Bishop con instrucciones sobre cómo preparar y mantener dos juegos de estadísticas: uno para consumo internacional, y un juego confidencial que refleja la realidad” (28). Un “Boletín Especial” confidencial, editado en 1988 por el Partido Comunista de Cuba, realizado por el Equipo de Opinión del Pueblo del Departamento de Orientación Revolucionaria de la Provincia de Holguín, refleja la realidad de la medicina cubana. El documento evalúa la calidad de la atención médica a través de una encuesta. La misma revela que de 10.756 personas consultadas, un 87,6 % emitió opiniones desfavorables. Entre los casos narrados, se cuentan los de mujeres que mueren durante el parto por incompetencia médica, señoras embarazadas que temen ser hospitalizadas, quirófanos contaminados, errores graves en diagnósticos clínicos, malos tratos y negligencia por parte del personal de salud (29).

La revista “Coyuntura Económica”, de la conceptuada Fundación Getulio Vargas, de Brasil, publica interesantes consideraciones sobre el maquillaje de las estadísticas cubanas referentes a la medicina, e informaciones sobre la situación médica en la isla (30).

“En ese país, escribe la revista, donde la información estadística llega a ser un secreto de Estado, ya se reconoce el notorio deterioro de los llamados indicadores de salud, bastante sospechosos, ellos mismos, de haber sido manipulados. Por ejemplo, la mortalidad infantil de menores de 1 año de edad avanzó de 19 para 20 por mil entre 1981 y 1984, según datos oficiales entregados por el gobierno cubano a la Organización Mundial de la Salud (ver el “World Report” del Banco Mundial, de 1983 y 1985). Por lo demás, médicos y demógrafos de las organizaciones internacionales, desde la Organización Panamericana de la Salud a la Organización Mundial de la Salud, si bien estén regiamente financiadas por los países occidentales, siempre trataron de maquillar la realidad sanitaria cubana".

“De hecho, prosigue la revista, algunas enfermedades infantiles, consideradas oficialmente como erradicadas, tales como el sarampión y la parálisis infantil, volvieron a aparecer en los discursos de Fidel Castro, pero sin embargo están ausentes en las estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud”. Más adelante, el artículo habla de la “completa carencia de productos farmacéuticos” en la isla. “Sin duda, continúa, existe una generalizada falta de productos específicos para cardiopatías u otras patologías, antibióticos, vitaminas, etc. Una de las pocas farmacias que funcionan en La Habana, en la Avenida 23, todavía hoy exige receta médica para la venta de un simple jabón, o una aspirina. La razón es clara: dificultar al máximo que se agote el pequeño stock existente”.

El artículo agrega: “Para dorar la píldora, de vez en cuando la medicina anuncia hazañas espectaculares. Ahora es el turno del vitiligo. Cuba está atrayendo enfermos con promesas de cura y consultas a US$ 35, más frascos de pociones a US$ 3, y pasaje aérea con estadía incluida por US$ 1.000. Pero según el presidente de la Sociedad Brasileña de Dermatología, sección paulista, Dr. Souza Sittar, se trata de un «tratamiento engañoso». Como también es engañoso el tan exaltado sistema de salud cubano”.

A comienzos de 1990, el canal de televisón italiano TG2 trasmitió un reportaje de la periodista María Giovanna Maglie sobre las reales condiciones económicas y sociales de la isla. En dicho programa se desenmascaró con valentía el “mito de la asistencia médica cubana”, siendo calificado como “una impostura” (31).

No hemos pretendido ser exhaustivos en la materia económica y social, ni mucho menos, dada la naturaleza del presente estudio. Lo anterior no es sino una muestra, cuyos ejemplos pueden multiplicarse en cada aspecto arriba analizado de la Cuba de hoy. A lo largo de las páginas que siguen, el lector encontrará, en su momento oportuno, otros datos sobre las reales condiciones de vida del “paraíso” cubano.

 

Documentos de actualidad sobre el colapso económico en Cuba

Los documentos y estudios concluyentes sobre el colapso del sistema económico comunista en Cuba abundan, si bien que no encuentren un eco proporcionado en la prensa internacional.

Pueden citarse, a modo de referencia bibliográfica complementaria, el estudio “Estancamiento económico”, preparado por el Dr. Manuel Sánchez Pérez, que en 1984 fuera Viceministro de Economía del régimen, y hoy vive exiliado en España (32); el documento “A treinta años de Revolución: un análisis económico”, preparado por el economista cubano-americano Ernesto Betancourt, quien fuera consultor económico de la OEA, el Banco Mundial, la AID y el Banco Interamericano de Desarrollo (33); la conferencia “El estado actual de la economía en Cuba”, dictada por el destacado economista y profesor de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), Dr. Antonio Jorge (34); y el libro “The Cuban Economy: Dependency and Development”, editado por Antonio Jorge y Jaime Suchlicki (35).

Notas

1) “Report on Cuba-Findings and Recommendations of an Economic and Technical Mission organized by the International Bank for Reconstruction and Development in collaboration with the Government in Cuba in 1950”, Francis Adam Truslow, Chief of Mission, International Bank for Reconstruction and Development, Washington, D.C., 1951.

2) “A new estimate of the national income and product of Cuba in 1953”, Food Research Institute Studies, Stanford, California, noviembre de 1961.

3) Enciclopedia Británica, tomo VI, 1959, p. 833.

4) Regents Publishing Company Inc., New York, 1975, capítulo 34, pp. 303 y sgs.

5) “A Look at Castro’s Statistics”, “Cuban Update”, octubre de 1984, Washington, D.C.; y “Evaluando el «éxito» del castrismo”, del mismo autor, “The Miami Herald”, 1983.

6) “Folha de S. Paulo”, Brasil, 10-2-87.

7) Artículo de Gilles Lapouge comentando el referido libro, en “O Estado de S. Paulo”, Brasil, 11-12-88.

8) “Diario Las Américas”, Miami, 20-1-89.

9) “Diario Las Américas”, Miami, 2-4-89.

10) “Jornal da Tarde”, Rio de Janeiro, Brasil, 10-4-90.

11) “Diario Las Américas”, Miami, 10-7-88.

12) “Paris Match”, Agosto de 1984, p. 5.

13) "ABC”, Madrid, 2-1-84.

14) “La realidad de la Perla del Caribe”, “ABC”, Madrid, 2-1-84.

15) “O Estado de S. Paulo”, Brasil, 18-10-88.

16) “Diario Las Américas”, 9-11-88.

17) “O Estado de S. Paulo”, 5-2-86.

18) “ABC” 11-4-89.

19) Artículo “Cuba: treinta años de atraso”, escrito por el periodista y diputado peruano Alfredo Barnechea, “El Nuevo Herald”, Miami, 20-1-89.

20) Artículo “27 años de racionamientos en Cuba”, “Diario Las Américas”, Miami, 9-4-89.

21) Artículo “Después de racionar el pan, Fidel prepara «fase dura»”, “Folha de S. Paulo”, Brasil, 18-2-90.

22) “La Situación de los Derechos Humanos en Cuba”, Séptimo Informe, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, OEA, 1983, p. 207.

23) op. cit., ídem, ibíd.

24) op. cit., ídem, ibíd., pp. 208-209.

25) op. cit. ídem, ibíd., p. 210.

26) op. cit., ídem, ibíd., p. 211.

27) Artículo “Iglesia en Cuba: ¿alguna esperanza para los años 90?”, “O Lutador”, Brasil, 6-1-90.

28) “Diario Las Américas”, Miami, 30-8-88.

29) Un facsímil del Informe, que logró ser sacado de Cuba clandestinamente, fue editado por la Fundación Cubano Americana, de Washington, en 1988.

30) Ib Teixeira, “Ascençâo e morte da medicina estatal”, “Conjuntura Económica”, Rio de Janeiro, Brasil, diciembre de 1987, pp. 126-129.

31) “Il Giornale”, Italia, 24-1-90, artículo “Comienzan a caer los mitos sobre Castro: Cuba no es la isla feliz que nos contaban”.

32) “U.S.-Cuba Roundtable”, International Freedom Foundation, Washington, D.C., septiembre de 1988, pp. 3 y sgs.

33) “The Cuban Revolution at Thirty”, Cuban American National Foundation, Washington, D.C., enero de 1989, pp. 6 y sgs.

34) Cfr. Ariel Remos, “Ha convertido el comunismo la economía en Cuba en débil, pobre, más dependiente del exterior e incapaz de satisfacer necesidades”, “Diario Las Américas”, Miami, 22-3-89.

35) Research Institute for Cuban Studies, University of Miami, Fla., 1989.

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