Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

¿El hábito no hace al monje?

 

 

 

 

 

 

Catolicismo, Nº 62 - Febrero de 1956 (*)

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Se diría que la afirmación de que el hábito no hace al monje, o que el uniforme no hace al héroe, es al mismo tiempo verdadera y falsa. En efecto, el hombre no se hace monje o militar auténtico por tan sólo adoptar la vestimenta propia de ese estado. Pero el hábito monástico facilita al hombre de buena voluntad el llegar a ser un buen monje. Y lo mismo se puede decir del uniforme militar.

¿Cómo ilustrar en los estilos propios de esta sección el efecto de la indumentaria sobre el estado de espíritu de un hombre? Para no herir a nadie, dejemos de lado ejemplos demasiado recientes. Y tomemos como elemento de estudio una figura histórica que ya comienza a sumergirse en las neblinas de una pasado remoto. Se trata de Guillermo II, Rey de Prusia y Emperador alemán: el Káiser.

Es imposible negar que Guillermo II fue militar hasta la médula de su alma. No fue un gran general ni era esa su función. Pero su mentalidad, su estilo de vida, su estilo de gobierno, prueban que como hombre, como jefe de familia, como soberano, el Káiser fue siempre, y ante todo, un militar.

 

Aquí aparece en un campo militar traspasando el bastón de mando a un alto oficial. Espléndidamente uniformado, montando su corcel con una naturalidad llena de gallardía, el Emperador se siente visiblemente en su ambiente propio, en una situación en que despliega toda su personalidad con seguridad, con amplitud, con brillo. El rostro, el porte, el gesto, reflejan la pasión militar que, cuanto más se exterioriza, tanto más se afirma.

 

 

Al contrario, usando traje civil, se diría que no se trata de la misma persona. Su personalidad aparece desteñida y su actitud forzada. Sus cualidades militares se vislumbran en medida suficiente como para contrastar con la indumentaria. Si el Káiser y todas sus tropas tuviesen que usar tales trajes civiles, ¿el ejército alemán habría sido lo que fue?

Evidentemente no. Porque si el uniforme no hace al buen soldado, ayuda mucho al militar a adoptar el espíritu de su clase…

¿Y por qué, mutatis mutandis, no valdrá el mismo principio para el clero?


(*) Del sitio Acción Família (Chile).


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