Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

Cuba y el Submarino

 

 

 

"Covadonga Informa", Madrid, junio de 1992

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Si queda un reducto revolucionario en el mundo actual, donde la bandera comunista parece insultar los rayos del sol con su presencia, ese reducto es la Cuba castrista.

Más o menos por todas partes, los comunistas han quedado amedrentados y desconcertados con el espectacular desmoronamiento del bloque soviético. Un bloque que ciertos mass media macrocapitalistas siempre se ufanaron en presentar como siendo el segundo imperio internacional, después de los Estados Unidos.

Ahora bien, el constatar que la Rusia soviética, esa nación de desdichados harapientos reducidos al vagabundeo por la más cruel de las tiranias, de repente se pulveriza, ha representado un golpe psicológico espantoso para los comunistas en el mundo entero.

Sin embargo, es un factor de aliento para todos ellos el ver que en la pequeñita Cuba, todavía arde una Troya comunista, irradiando hacia las tres Américas -e incluso Africa- sus maléficos efluvios electro-políticos.

La Isla-Prisión de Las Antillas, sin embargo, está sumergida en el caos. Castro parece estar con "falta de aire" y la única salida posible para su delicada situación es el apoyo propagandístico que le venga del exterior.

En este sentido, caravanas de vistosos forasteros no han faltado para darle el indispensable apoyo.

Recientemente todavía, alegres próceres de la izquierda-católica brasileña como el dominico Fray Betto y el ex-franciscano Fray Boff y otros del mismo género allí estuvieron. Haciendo coro con ecologistas y tribalistas, esos "hombres-show" de la teología de la liberación se dedicaron al mismo bla-bla-bla de siempre, cuyos términos, más o menos, son los siguientes:

- "En Cuba, la gente vive feliz. Hay miseria, es verdad. Pero, ¿cuál es la diferencia entre miseria y pobreza? ¿Y, al fin de cuentas, una soportable pobreza no será mejor que el consumismo? O, al menos, ¿no será un mal menor, una vez que no se obliga a la población a trabajar tanto para producir otro tanto? ¿El ocio que esa situación lleva consigo no tendrá acaso sus atractivos? ¿Y no será eso mejor que la vertiginosa escalada de la civilización del consumo?"

No pudiendo hacer otra defensa de la Isla-Cárcel, sus propugnadores se dedican a esa torpe defensa del miserabilismo. Y poco les importa si de esa forma contribuyen a que allí se perpetúen las brutalidades, las crueldades y los crímenes del comunismo stalinista, fracasado en el Este europeo.

A pesar de lo indicado, el mejor provecho de la actual situación cubana para los intereses del comunismo internacional termina siendo el de ser su porta-bandera, mientras se intenta su metamorfosis a nivel mundial.

Sólo a título de comparación, imagínese el lector un submarino, en el que el periscopio, además de su función óptica, ejerciese también la función de servir para que por su tubo entrase el aire que permite respirar a los que están en el interior de la nave.

Cuba, actualmente, representa el papel de ese periscopio hipotético. En medio de la tripulación comunista sub-acuática, sumergida en las aguas de la miseria, disminuida, desanimada y asfixiada ante la visión del naufragio del comunismo ruso, la existencia de la Cuba castrista introduce aire en esos pulmones. De tal manera que si todavía respiran es porque Castro respira. Y eso es de una gran importancia para que sobreviva el comunismo.


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