Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

¿Será anacrónico

todo lo que no es "moderno"?

 

"Catolicismo" N.º 69 - Septiembre de 1956

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( Edificio Holiday - Recife - Estado de Pernambuco)

Larga fachada según el estilo moderno. Masa aplastante. Ausencia total e inexorable de decoración, que supera con creces los límites de lo sencillo y lo severo, para descender por completo a lo pobre, lo indigente incluso, y lo siniestro. Para su vivienda, el hombre desea algo que alíe a la distinción una afabilidad, una amenidad acogedora, que le dé la sensación de protección y reposo. Para ello es indispensable que la vivienda sea susceptible de dejarse impregnar por el espíritu del hombre, y casi diríamos por el calor de su presencia. Y esto no sólo en el interior, sino también en la fachada. Del hombre, decíamos, y de cada hombre, con sus diversidades, con las mil originalidades brillantes, curiosas o modestas que Dios ha dado a cada alma, y cuya manifestación constituye uno de los encantos de la vida.

¿Cómo imaginar que, en este inmenso edificio de hormigón, cuya única pretensión es ser posante por su masa, geométricamente correcta por sus proporciones y vigorosa en su implacable y sombría uniformidad, las familias instaladas en él puedan dejar cada una la pintoresca, pequeña, variada casi diríamos hasta el infinito, huella de su forma de ser?

Por el contrario, ¿no será ese edificio un terrible medio de socializar, nivelar, comprimir y despersonalizar, sobre todo si se considera el efecto, no de un solo edificio, sino de toda una ciudad en este estilo...?

En contraste con esta fachada ultramoderna, considérese este edificio de apartamentos de estilo tradicional. No diremos que es una obra maestra. Pero es razonablemente agradable de ver. Lo que la extensión de la fachada podría tener de excesivo se disimula y se reduce a las proporciones del hombre por diversos medios. El edificio tiene una parte central alrededor de la cual se disponen dos cuerpos a cada lado, distintos y simétricos entre sí. Se evita una uniformidad caricaturesca en la fachada mediante terrazas y agradables “jardineras”. Todo está proporcionado, y atiende a la regla esencial de la variedad de detalles y partes en la unidad armoniosa del conjunto.

Pero, alguien dirá, esto es viejo. Debemos adaptarnos a los tiempos. Cada edad tiene sus propias características. Es necesario aceptar las que nos imponen los días en que vivimos y las circunstancias que nos rodean. Nadie, absolutamente nadie, podría construir una ciudad en el siglo XX al estilo del segundo cliché. Y sólo las mentalidades irremediablemente apegadas al pasado, a formas de ser, sentir y pensar definitivamente extinguidas, podrían rechazar el espíritu y las exigencias de nuestro tiempo de forma tan completa como lo hace el autor de esta reseña con relación a la primera figura.

¿Cómo responder a esta objeción, tan frecuentemente repetida respecto a ciertos comentarios publicados en esta sección?

Consideradas las cosas de forma totalmente abstracta, sólo un demente podría ser sistemáticamente opuesto a lo que se produce en su tiempo, y sistemáticamente favorable a lo que se producía en tiempos anteriores. Así nadie puede ser, nadie es partidario de todo lo antiguo, y hostil a todo lo moderno. Pero, dicho esto, nos apresuramos a añadir que de las palabras “antiguo” y “moderno” se hace un miserable abuso, que nos negamos a aceptar. Si por “moderno” se entiende todo lo que se hace en nuestros días, sea cual sea su orientación o inspiración, “Catolicismo” es tan moderno —y esta sección de “Ambientes, Costumbres, Civilizaciones” también— como la más extremada de las hojas que hacen apología sistemática de Picasso, Le Corbusier, etc. Porque todos tenemos la misma nota esencial de la modernidad, que es existir en el siglo XX, y muy precisamente en 1956. Pero si se discrimina lo que existe hoy en día, para atribuir el epíteto de “moderno” a algunas cosas y negarlo a otras, tenemos derecho a discutir los criterios de esta discriminación. Sobre todo, si ella reserva este epíteto para las obras de una inspiración y lo niega a las de una inspiración contraria. ¿Por qué, después de todo, nuestra construcción del primer cliché, y sus homólogos, son modernos? ¿Porque rompieron con toda la tradición? Si la modernidad es el antitradicionalismo, entonces somos antimodernos. Pues queremos un progreso en la línea de la tradición, como recomienda el Santo Padre Pío XII en sus discursos a la nobleza romana (ver “Catolicismo”, n.º 63 a 65). ¿O son modernas porque no se hizo nada similar en una época anterior? Esto nos recuerda la ilusión de ciertos brasileños que piensan que les debe gustar la ‘macumba’ [*] porque los turistas que vienen aquí afirman no haber visto nada parecido en otros lugares. La ‘macumba’ es típica de nuestro país, tal vez. Al igual que el estilo de este primer edificio es típico de nuestro siglo. Pero el hombre no sólo tiene de típico cualidades sino también defectos. Y del hecho de comprobar que este estilo es típico no se puede deducir que sea bueno.

Finalmente —y sea esto para edificación de nuestros "modernos"— el edificio de nuestra segunda foto es muy moderno, ya que fue construido recientemente, y es un elemento integral de toda una ciudad construida según la misma concepción, por gente... ¡muy insospechada de obedecer a los principios del pasado! Este edificio, que tantos ingenieros occidentales dudarían en levantar hoy en día, fue erigido en la reconstruida Stalingrado de la posguerra. ¿Qué le falta, pues, para ser "moderno", al menos según ciertos criterios?

De lo que se desprende que nuestra sección no tiene nada de retrógrada, y que muchos arquitectos comunistas no nos darían el calificativo de anacrónicos, al contrario de lo que hacen no pocos católicos...

Pero, se dirá, Rusia hizo construir este y otros edificios del mismo tipo simplemente con fines de propaganda en Occidente, porque se oponen al colectivismo que es el espíritu mismo del socialismo. Así que los rusos reconocen que es tan profundo, en pleno siglo XX, el apego de Occidente a los estilos tradicionales que vale la pena, sólo con fines propagandísticos, gastar millones de rublos en la construcción de una ciudad con formas que no les gustan. Y en este caso, ¿por qué llamar a estos estilos anacrónicos?

En realidad, el llamado arte moderno, al que negamos el monopolio de la modernidad, deforma, desequilibra y destruye las almas. Los dirigentes rusos estarán muy satisfechos de que esta escuela artística florezca entre sus adversarios. ¿Lo querrían para ellos? Este no es el caso. Quizá esperen a que el comunismo haya vencido en todo el mundo para aplicar este instrumento de destrucción psíquica a su propio pueblo. Por el momento, esto no les conviene, ya que el pueblo ruso es su instrumento en la demolición de lo que queda de la Cristiandad. Este y otros hechos explican bien la palpitante contradicción: el estilo socializador en los países que no son socialistas, y el estilo tradicional en los países que están totalmente dominados por el socialismo.

En cualquier caso, hay que señalar: si los que aman los estilos tradicionales y rechazan los vapuleos “modernos” tienen una mentalidad inmovilizada en el pasado, habrá que decir que los dirigentes comunistas son hombres totalmente inmovilizados en la época de la burguesía o quizás de la aristocracia.

El tema desborda los límites de esta sección. No pretendemos haberle agotado. Pero creemos haber introducido en el asunto algunos "aperçus" esclarecedores y oportunos...

 


NOTAS

[*] "Macumba" - Ceremonia de brujería de origen africano, frecuentemente causando posesiones o maleficios de origen diabólica. Según el fallecido padre Gabriele Amorth, exorcista oficial de Roma, la posesión/maleficio causado por la macumba era de los más difíciles de sanar (Racconti di un Esorcista, transmitido en Italia por la Radio Maria).

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