Plinio Corrêa de Oliveira

 

La oposición de los banales y de los “profetas del sentido común”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Revolución y Contra-Revolución, Parte III, Cap. 3, C y D

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C. Una contribución sin pretensiones

Bien sabemos cuánto los cuadros panorámicos como éste, por su naturaleza vastos y sumarios, son pasibles de objeciones en muchos de sus aspectos.

Necesariamente abreviado por las limitaciones de espacio del presente capítulo, este cuadro ofrece su contribución sin pretensiones para las reflexiones de los espíritus dotados de aquella osada y peculiar finura de observación y de análisis que, en todas las épocas, proporciona a algunos hombres prever el día de mañana.

D. La oposición de los banales

Los otros harán, a ese propósito, lo que en todas las épocas hicieron los espíritus banales y sin osadía. Sonreirán y tacharán de imposibles tales transformaciones, porque éstas son propias a alterar sus hábitos mentales. Porque ellas son aberrantes al sentido común, y a los hombres banales el sentido común les parece la única vía habitual del acontecer histórico. Sonreirán incrédulos y optimistas ante esas perspectivas, como León X sonrió a propósito de la trivial “querella de frailes”, que fue lo único que consiguió discernir en la I Revolución naciente.

Izq. Papa León X. A la dcha., Luís XVI de Francia

O como el feneloniano Luis XVI sonrió ante las primeras efervescencias de la II Revolución, las cuales se le presentaban en espléndidos salones palaciegos, mecidas a veces al son argentino del clavicordio, o luciendo discretamente en los ambientes y en las escenas bucólicas a la manera del Hameau de su esposa. Como sonríen, aun hoy, optimistas, escépticos, ante los manejos del risueño comunismo post-staliniano, o las convulsiones que presagian la IV Revolución, muchos de los representantes —y hasta de los más altos— de la Iglesia y de la sociedad temporal en Occidente.

Si algún día la III o la IV Revolución dominaren la vida temporal de la humanidad, acolitadas en la esfera espiritual por el progresismo ecuménico, lo deberán más a la incuria y colaboración de estos risueños optimistas profetas del “sentido común” que a toda la saña de las huestes y de los servicios de propaganda revolucionarios. ¡Extraños profetas éstos, cuyas profecías consisten en afirmar invariablemente que “nada ocurrirá”!

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Comentario agregado por el autor en 1992:

La oposición de los “profetas del sentido común”

Esas varias formas de optimismo acabaron por contrastar de tal manera con los hechos que sobrevinieron a las anteriores ediciones de Revolución y Contra-Revolución que, para sobrevivir, los espíritus adeptos a ellas se refugiaron en la esperanza falaz y meramente hipotética de que los últimos acontecimientos en el Este europeo determinarán la desaparición definitiva del comunismo, y por tanto del proceso revolucionario del cual éste era, hasta hace poco, la punta de lanza. Sobre esas esperanzas, ver en esta edición los añadidos al comienzo del Capítulo II de esta III Parte.


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