Plinio Corrêa de Oliveira

 

 

Previsiones y Denuncias

en defensa de la Iglesia y de la

 civilización cristiana

 

 

 

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"CATOLICISMO" - Agosto/2005

 

De la misericordia nerviosa de la Acción Católica al nudismo de hoy

 

La relativización de la doctrina católica llevó a muchos a aceptar como normal lo que la Iglesia siempre condenó. De ahí la pregunta de Plinio Corrêa de Oliveira: “¿Quién aún es católico en la Iglesia Católica?”

 

La aceptación de la más agresiva pornografía en la TV, en los diarios, revistas, cines, teatros, internet; la generalización del biquini en las playas, piscinas, etc.; el uso habitual del “vestido” [femenino] de dos piezas separadas; la práctica ampliamente diseminada del control de la natalidad y la matanza de millones de inocentes por medio del aborto; la legalización del divorcio y de las uniones homosexuales son hechos, entre muchos otros, a la vista de cualquier persona en la vida cotidiana, que levantan algunas preguntas: ¿Cómo, desde cuándo y por qué se difundió de tal manera la inmoralidad entre los católicos, que constituyen la gran mayoría de los brasileños?

Parte de la respuesta a estas preguntas, procuraremos darla en este artículo, publicando denuncias y advertencias que Plinio Corrêa de Oliveira hizo a los medios católicos, en su libro En Defensa de la Acción Católica.

 

Cambio de mentalidad a través de la Acción Católica

Hasta la década del 30 la Iglesia presentaba en el conjunto de su Jerarquía, encabezada por el Santo Padre, así como en la totalidad de sus enseñanzas, una posición monolíticamente anticomunista y defensora de la moral y de las buenas costumbres. Esto constituía el obstáculo más importante que el comunismo —la III Revolución, después del protestantismo (I Revolución) y de la Revolución Francesa (II Revolución)— encontraba ante sí en su designio de dominar el mundo. Para que los católicos apretasen la mano que los comunistas les extendían, y para que se abriesen a la inmoralidad del siglo, era necesario producir una modificación en sus mentalidades.

Esta maniobra tuvo su más dinámico centro de irradiación, a partir de la década del 30, en sectores de gran influencia en la  Acción Católica, en cuyas filas militaban velados continuadores de los errores modernistas, condenados en 1907 por San Pío X.

Como hemos visto, Plinio Corrêa de Oliveira discernió en su origen los métodos y los errores que renacían y constituían un sistema de pensamiento y acción, denunciándolos en En Defensa de la Acción Católica, previendo las consecuencias que su difusión traería para la Iglesia y la Cristiandad.

Ya años antes de la publicación de esta obra, él venía advirtiendo a los lectores del Legionário, sobre la deformación que se llevaba a cabo en ciertos medios católicos. Ella consistía en la introducción de una mentalidad emocional y melosa, que astutamente iba colocando de lado la Fe y la razón, sustituyéndolas por sentimientos humanos de naturaleza laica y filantrópica, que no consideraban la existencia del mal.

Se llegaba así a una deformación completa de ciertos principios católicos de los más sagrados.

 

Nerviosismo misericordioso y misericordia nerviosa

Una de las características de esta mentalidad, que estaba en el origen del progresismo, era el error liberal que sostiene que todos los hombres son buenos. De ahí provenía una complacencia sentimental ilimitada con relación a los enemigos de la Iglesia, desprovista de todo fundamento. Complacencia ésta que, por otra parte, redundaba en un odio implacable a los católicos que defendían a la Iglesia contra sus adversarios.

Ese estado de espíritu fue constantemente impugnado por Plinio Corrêa de Oliveira. En 1941, por ejemplo, al comentar un folleto aparentemente impreso en los Estados Unidos, en el cual se afirmaba que el catolicismo, el nazismo y el comunismo eran solidarios en la obra de destrucción de la democracia, él escribió:

“Pero, ¿cómo es posible que semejante disparate encuentre campo en la opinión pública? ¿Cómo hay aún quien tenga la audacia de afirmar que la Iglesia, que tan duramente lucha contra el nazismo y el comunismo, es aliada de uno y de otro?

“La culpa, en buena parte, cabe a los católicos de medias tintas, a los católicos expuestos a accesos de nerviosismo misericordioso, o misericordia nerviosa, que los llena de inexplicables ternuras, finas susceptibilidades, agudo espíritu de fraternidad con todos los enemigos de la Iglesia. Si un católico ataca a un adversario de la Iglesia, ¿contra quién se indignan tales individuos? ¿Contra el adversario de la Iglesia? No, contra el católico. Los irrita más un posible exceso contra los adversarios, que los notorios excesos de los adversarios contra la Iglesia” [1].

La injusticia contenida en la deformación romántica de la misericordia es denunciada una vez más en el mismo artículo:

Esto equivale a tener más pena de Malco que de Nuestro Señor. Tener pena de Malco es bueno, Nuestro Señor nos dio ejemplo de esto. Pero llorar sobre la oreja de Malco e irritarse contra San Pedro, al punto de perder cualquier presencia de espíritu para pensar en los sufrimientos de Nuestro Señor y en la infamia de Judas, ¿no será un evidente desacierto?” [2].

 

Igualitarismo y liberalismo en la Acción Católica

Como dijimos, era en los sectores más dinámicos de la Acción Católica, que se difundían los errores que estamos señalando.

Tales sectores eran animados por un profundo espíritu igualitario y liberal, que no toleraba ni la organización fundamentalmente jerárquica de la Iglesia, como Nuestro Señor Jesucristo la instituyó, ni la separación y la lucha entre el espíritu católico y el espíritu del mundo.

En cuanto igualitarios, inculcaban la disminución o eliminación de la diferencia jerárquica existente entre el sacerdote y el laico. Deseando equiparar todas las creencias, derrumbaban las barreras que diferencian al católico del hereje.

En cuanto liberales, tendían a destruir la muralla existente entre la moral católica y la impureza reinante en el mundo, dando libre curso a las pasiones, por el rechazo sistemático de la ascesis y de las prácticas religiosas tradicionales.

En este artículo nos limitaremos a exponer advertencias que Plinio Corrêa de Oliveira hizo, sobre este aspecto liberal, en En Defensa de la Acción Católica y que hoy verificamos que están confirmadas por los hechos.

 

En la  Acción Católica: concesiones ilimitadas en materia de modas

Los desvíos de las nuevas tácticas apostólicas en sectores de la Acción Católica parecían basarse en el respeto humano. Como consecuencia de esta tendencia a adaptarse al mundo, la firmeza de los principios se iba disolviendo paulatinamente, disminuyendo también el coraje para defenderlos, dando lugar a un espíritu de concesiones ilimitadas en materia de costumbres:

“Con el pretexto de romper con la rutina, se habló de 'apostolado de infiltración'. La necesidad de este apostolado es apremiante. No obstante, nada autoriza a que, con el rótulo de esta verdad, puesta como las otras en franco delirio, se haga una condenación radical de todos los procesos de apostolado osados y de visera erguida. Se diría que el respeto humano, que nos lleva a callar la verdad, a endulzarla, a huir de toda lucha y de toda discusión, pasó a ser la fuente inspiradora de una nueva estrategia apostólica, la única que tenía curso oficial en la A.C., según los deseos de ciertos círculos. Al mismo tiempo, comenzó a formarse un espíritu de concesión ilimitada frente a  la irrupción de las nuevas modas y las nuevas costumbres. Esto se disfrazó, por lo demás, con el pretexto de una obligación grave de hacer apostolado en los ambientes cuya frecuentación la Teología Moral declara vedada a todo católico que no quiera decaer de la dignidad sobrenatural que le fue conferida por el Bautismo” [3].

 

Camaradería sexual, promovida por el igualitarismo

Uno de los reflejos del espíritu igualitario y liberal de la Acción Católica (A. C.), era la equiparación gradual de los sexos, que se realizaba en esos medios como consecuencia de la adaptación al mundo:

“Una camaradería completa nivela sexos, edades, condiciones sociales, en una igualdad presentada como la realización de la fraternidad cristiana. No sorprende que, considerando suprimidos los efectos del pecado original [4] [...] y de las tentaciones diabólicas, [en la A.C.] desprecien y se rían de muchas de las barreras que una tradición cristiana introdujo entre los sexos, en la sociedad.

“De estas barreras, algunas no se destinan tanto a proteger la inocencia sino la reputación de la joven. Muy vivaces en Brasil, constituyen preciosa protección de integridad de la vida doméstica. Además, son expresamente conformes a lo que nos dice San Pablo, cuando nos preceptúa que evitemos el mal y hasta 'nos cuidemos de cualquier apariencia de mal' [5].

“Estos elementos, con el engañoso pretexto de que la infracción de esas costumbres no es intrínsecamente inmoral, no sólo toleran, sino que aconsejan que los miembros de la A.C. los pongan de lado.

“Ejemplifiquemos: nadie ignora que, en teoría, es posible que una joven salga de noche completamente sola, con un grupo de muchachos extraños a su familia, sin que con esto caiga en pecado.

“Pero en un país como el nuestro, en que ese peligroso hábito no se introdujo, todo el mundo sabe cuanto lucra la sociedad con el repudio de una práctica tan imprudente.

“Sin embargo, estos elementos no sólo permiten, sino que aconsejan que se  proceda así en la A.C. [6].

 

Supresión de los retiros y generalización de los bailes

La supresión de los retiros espirituales y la generalización de los bailes inmorales, de que hoy, infelizmente, participan tantos católicos, e inclusive la “legitimación” de la frecuencia a lupanares, también fueron previstas, en sus comienzos, por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira:

Nadie ignora los múltiples peligros que los bailes traen consigo. Tales bailes, sin embargo, no sólo son tolerados sino recomendados, no sólo son recomendados, sino hasta impuestos: los retiros espirituales durante el carnaval son considerados una deserción, puesto que el miembro de la A.C. debe hacer apostolado en las fiestas paganas del carnaval [7]

“Hubo quien pretendiese que, yendo a lugares sospechosos y escandalosos, haría apostolado, llevando allí a Cristo” [8].

El feminismo, en los medios católicos, fue así denunciado en sus primeras manifestaciones:

“Los irrita [a miembros de la A.C.] todo lo que, recordando la delicadeza femenina, acentúa la diversidad de los sexos.

“Combaten, por ejemplo, el uso de velo en las iglesias. No censuran el uso de pantalones masculinos para las mujeres, ni el uso del cigarrillo” [9].

 

Silencio con relación a la propagación de la inmoralidad

El silencio en los medios de la A.C. contra las modas indecentes facilitó su difusión en los ambientes católicos:

“Aunque la Santa Iglesia haya establecido una distinción prudente entre las ramas masculinas y femeninas de la A.C., hay espíritus en cuyas concepciones esta distinción es casi negada en la práctica, por la interpenetración, a bien decir completa que desean para las respectivas actividades, horas de entretenimiento, etc. Todo cuanto signifique combate directo y de visera erguida contra las modas indecentes, las malas lecturas, malas compañías, malos espectáculos, pasa muchas veces bajo el más profundo silencio.

No asombra, por lo tanto, que la educación de la pureza sea hecha frecuentemente de modo temerario, impregnada de un sentimentalismo enfermizo y de ideas paganizantes, llenas de peligrosas concesiones a las costumbres modernas” [10].

 

25 años después... libertinaje completo

La radicalización de los errores aquí denunciados hoy es evidente. La inmoralidad que hace 65 años germinaba en sectores de la A.C. penetró con tal intensidad en los ambientes católicos, que la perversión del mundo y de los referidos ambientes pasó a constituir un solo todo.

He aquí dos ejemplos de cómo se manifestaba la inmoralidad en medios religiosos, descritos por Plinio Corrêa de Oliveira en 1968, en artículo para el diario Folha de S. Paulo:

“Con esto [con la campaña, promovida por la TFP, contra la infiltración comunista en la Iglesia], se evitó para el País un inmenso drama de conciencia. 'No entiendo nada más', 'estoy quedando loco', eran expresiones que en todos los rincones  se oían, o ante innovaciones religiosas que iban mucho más allá de la línea del Concilio Vaticano II, o ante hechos escabrosos como el de una Congregación de Religiosas que permitió que sus monjas fueran fotografiadas por una revista de enorme tiraje, vestidas con shorts y con avanzadísimos trajes de baño.

“O aun lo del Boletín Telepax, publicado bajo los auspicios de la CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil), en  cuyo número 125 el Padre Guido Logger, director de la Central Católica y de Cine, afirma textualmente: ‘Admito la palabra inmoral en el teatro, el desnudo en el cine y las escenas de alcoba, cuando esto tiene sentido dentro de la obra, una necesidad de dramaturgia interior, de caracterización psicológica del personaje o de una situación. Existe un erotismo sano, limpio, en el teatro y en el cine. El eros hace parte de la vida del hombre, y donde se da un retrato del hombre, el eros tiene que aparecer, si no la imagen del hombre, contemporáneo o no, no sería completa. Sería mentirosa y menos convincente’ ” [11].

 

La responsabilidad de las autoridades

¡Esto en 1968! ¿Qué escribiría hoy el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, verificando la creciente apostasía de religiosos que contraen “matrimonio” o la expansión asustadora de la homosexualidad y la pedofilia en sectores del clero, como también el misterioso silencio, de tantos eclesiásticos frente a la legalización del divorcio, de la práctica del aborto, de los casos de uniones homosexuales en tantos países de Occidente?

Parte de lo que sería su juicio, podemos conocerlo a través del artículo, publicado 32 años después de En Defensa de la Acción Católica, en la Folha de S. Paulo.

En el referido artículo muestra cómo la libertad sexual entre los católicos cuenta con la aprobación de directores de conciencia, que admiten implícita o explícitamente que habría habido una modificación en la moral católica. Tal actitud, siendo un pecado contra la Fe, formaliza una apostasía, confirmando las previsiones que hiciera en 1943:

“En una sala al lado de la Iglesia de la Piedad, en la ciudad de Salvador [Brasil], religiosos capuchinos permitieron que se instalase una boutique, en la cual venden objetos 'unisex', entre los cuales [hay] biquinis.

Como bien se puede imaginar, la iniciativa causó escándalo a muchos frecuentadores del Templo [...]

Cuando, hace algunos meses, publiqué una noticia de un convento de religiosas de España que fabricaba biquinis [12], causé entre los lectores una explicable sensación. Y, si bien  nadie osó desmentir tan insólita noticia, no faltó quien la juzgase dudosa: tanto escándalo no podía suceder...

“Ahora, caso análogo estalla en Salvador. Pues no hay tanta diferencia entre fabricar biquinis y venderlos.

“Sin embargo, ni del caso español ni del de Salvador, la inmensa mayoría de las personas saca las conclusiones debidas.

“Una de éstas, sin embargo, salta a los ojos. Si desde su fundación hasta nuestros días, la Iglesia consideró con horror el nudismo —del cual el biquini es una de las manifestaciones más agresivas— y si en nuestros días entidades eclesiásticas fabrican y venden biquinis, una de dos:

“1) o la moral católica cambió totalmente, y entonces la Iglesia no es infalible ni divina;

“2) o esas entidades eclesiásticas —al afirmar, implícita pero ostensiblemente, la legitimidad del biquini— adulteran la enseñanza de la Iglesia, y por sí mismas se excluyen de ésta.

“Ahora bien, como la primera hipótesis es absolutamente inaceptable, la segunda se impone”.

*   *   *

“No tengamos miedo de ver la verdad de frente. Este tema —el del nudismo— levanta una pregunta que va mucho más allá del caso de los dos conventos 'biquinistas'.

“Es absolutamente imposible que el uso del biquini y de otras formas de pesada agresión sexual se haya generalizado tanto, sin que haya muchos directores espirituales que concedan absolución a personas que, por su modo de vestir, no podrían recibirla. A ellos, también, la pregunta debe ser hecha.

“Si creen que la Moral de la Iglesia cambió, ¿cómo todavía se dicen católicos? Y si permiten a sus penitentes que usen biquinis, ¿con qué derecho se presentan como sacerdotes católicos?

*  *  *

“Obviamente, la pregunta va aún más lejos. De las personas del sexo femenino que participan de la agresión sexual, innumerables son las que aprendieron, en el Catecismo, que la Moral católica no cambia.

“Si ellas creen que cambió, ¿cómo pueden admitir la infalibilidad y la divinidad de la Iglesia?

“Y, si creen que no cambió, ¿cómo quieren ser consideradas como católicas?

*  *  *

“Pero —puede decir alguien— usar biquini es pecado contra el 6º o el 9º Mandamiento, según el caso. Sin embargo, una persona no peca contra la Fe por violar uno de esos Mandamientos. Luego, mi argumentación no tiene base.

“Evidentemente, no digo que quien fabrica o vende biquinis, o los usa, peca contra la Fe. Pero quien afirma, implícita o explícitamente, que la Moral de la Iglesia cambió, éste sí, peca contra la Fe”.

“Y de ahí surge una pregunta que, también, puede ser hecha a propósito de la conducta frente al comunismo y de diversos otros asuntos: ¿Quién todavía es católico apostólico romano dentro de ese inmenso magma de 600 millones de personas —cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— habitualmente considerados como miembros de la única e imperecedera Iglesia de Dios?” [13].

Si ésta era la situación en 1975, ¿cómo estará en 2009?

Si los católicos hubiesen tenido debidamente en cuenta las advertencias hechas por Plinio Corrêa de Oliveira en 1943, no tendríamos hoy esa inmensa decadencia de las costumbres y hasta de la Fe, dentro de la propia Iglesia. Comenzando en sectores influyentes de la Acción Católica, ella se diseminó por todos los medios católicos, y de éstos entró en consonancia con la inmoralidad en el mundo entero, atrayendo sobre el género humano los castigos anunciados por Nuestra Señora en Fátima.


NOTAS

 [1] Legionário, Nº 465, 10-8-41, 7 dias em revista.

[2] Idem, ibidem. 

[3] Em Defesa da Ação Católica, Artpress, São Paulo, 1983, 2da. ed., p. 13.

[4] En círculos de la AC, se insinuaba erróneamente que, como consecuencia del “mandato” que  habría incorporado sus miembros a la Jerarquía, éstos quedaban inmunes a los efectos del pecado original.

[5] I Tes. 5, 21-22.

[6] Em Defesa da Acão Católica, pp. 98-99.

[7] En este sentido, es altamente elocuente la fotografía publicada en Catolicismo, en la edición de marzo de 2005, en la cual figura Mons. Mauro Morelli, Obispo de Duque de Caxias (Río de Janeiro), participando de un desfile del carnaval. El texto dice: “Mons. Mauro Morelli aparece dando la mano a una carnavalesca, en actitud de quien está bailando samba”.

[8] Em Defesa da Acão Católica, p. 99.

[9] Op. cit., p. 99.

[10] Op. cit., p. 99.

[11] Folha de S. Paulo, 21-8-68, Das páginas da imprensa para as da História – II.

[12] Sobre el convento biquinista, ver en este libro “La rampa inexorable de la revolución indumentaria”. 

[13] Folha de S. Paulo, 5-1-75, Quem ainda é católico na Igreja Católica? 


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