Juan Gonzalo Larrain Campbell

 

 

Plinio Corrêa de Oliveira:

 

Previsiones y Denuncias

en defensa de la Iglesia y de la civilización cristiana

40 años previendo, alertando, denunciando

 

Por las páginas de Catolicismo, Plinio Corrêa de Oliveira preve la demolición inexorable — etapa por etapa — de la Cristiandad, pero anuncia también la aurora del Reino de Cristo.

 

 Ser un varón católico, vigilante y previdente, conlleva horas muy amargas. Significa vaticinar y pronosticar, sin respeto humano, movido sólo por el deseo de la gloria de Dios, lo que por indolencia, comodismo y hasta por traición, muchos otros no quieren ver. Enfrentando muchas veces el desprecio, el silencio, el odio y hasta la calumnia de los  adversarios, y muy pocas veces recibiendo aplausos inclusive entre los beneficiarios de sus previsiones y de su actuación. Éste es precisamente el caso del  Prof. Plinio Corrêa de Oliveira.

En el presente artículo, a título de ejemplo, transcribimos algunos de los  comentarios hechos por él a lo largo de estos 40 años, en los cuales pronostica acontecimientos que marcaron la segunda mitad del siglo XX.

 

Cortina de hierro: obstáculo a ser derribado para la formación de los Estados Unidos de Europa

Hace poco se celebró el primer aniversario de la caída de la Cortina de Hierro. Todos recordamos cómo este hecho fue presentado por la  prensa del mundo entero como siendo totalmente inesperado, una enorme sorpresa del año 1989. Sin embargo ¡fue previsto con casi veinte años de anticipación!

Al comentar declaraciones hechas por el comunista italiano Giorgio Améndola, en el Comité Central del Partido Comunista Italiano, Plinio Corrêa de Oliveira, en 1971 así se expresaba: “Espera, entonces, Améndola, que Europa Occidental, dirigida por los gobiernos nacidos [de las] elecciones [de 1973], pueda acelerar mucho la formación de los  Estados Unidos de Europa e inaugurar un sistema de seguridad colectivo, que supere la Cortina de Hierro, lo cual implicaría — comento yo — expulsar del continente a los norteamericanos, terminar con la Cortina de Hierro y fundir las fuerzas de Europa Occidental y Oriental en un solo todo [1].

Hechos recientes, como los viajes de Gorbachev proponiendo la Casa Común Europea del Atlántico a los Urales, en la reunión del Consejo de Seguridad de Europa realizada en noviembre último [1990], y el fin de los  bloques militares, con el desarme de las naciones europeas, también no hacen sino corroborar el acierto de lo restante de la previsión.

 

China comunista en la ONU

A propósito de declaraciones de Mons. Helder Câmara —el ‘Arzobispo Rojo’— en las cuales pedía que China comunista fuese admitida en las Naciones Unidas, Plinio Corrêa de Oliveira alertaba para el alcance y las consecuencias de ese hecho: “Esto constituiría una inmensa victoria diplomática para el régimen de Pequín. .... Tanto más cuanto, en principio, el ingreso de China comunista en la ONU implicará la exclusión de  China Nacionalista, cuyo gobierno, establecido en Formosa, se considera, a justo título, el representante legítimo del pueblo chino en aquel organismo internacional” [2].

En 1971 China comunista substituye a China Nacionalista en la Asamblea General de la ONU y, consecuentemente, en el Consejo de Seguridad...

 

África lusitana

Otro acontecimiento que marcó la segunda mitad del siglo XX fue el desmantelamiento de los imperios coloniales europeos, como, por ejemplo, el portugués. Sobre esto Plinio Corrêa de Oliveira ya advertía:

“Es fácil percibir que el anticolonialismo trae consigo... muchas otras cuestiones, como la de la permeabilidad de las antiguas colonias a la influencia comunista, y la resurrección de un paganismo agresivo y exacerbado...

“Sea dicho esto en  función del problema de la emancipación de los  territorios ultramarinos de Portugal. ...Sin embargo, el tema [de la independencia] no puede ser tratado como si no existiera el riesgo grave de que toda África Portuguesa, entregada a sí misma, llegue a ser objeto de la misma fermentación que constituye la desgracia del Congo y de Camerún [3].

Catorce años después, los mentores de la nefasta “Revolución de los  Claveles” entregaban las colonias portuguesas a movimientos guerrilleros comunistas, lanzando esas nuevas naciones —supuestamente liberadas del colonialismo— en la miseria y en la  lucha fraticida, estableciéndose en ellas regímenes marxistas.

 

“Hay método en la locura”

Los días que corren presentan situaciones totalmente contradictorias. Ora abrimos el diario y las últimas novedades de la crisis del Golfo Pérsico nos hacen temer que, en cualquier instante, se inicie una acción militar que puede significar una guerra química, atómica, o también convertirse en un nuevo conflicto mundial; ora las  reuniones de cúpula de las grandes potencias se multiplican, y en los labios optimistas de Bush [padre] y en los labios enigmáticos de Gorbachev, junto con las sonrisas, bailan las más fascinantes promesas de paz  mundial.

¿Será, todo este estado de cosas, fruto de mera casualidad?

Plinio Corrêa de Oliveira hace 25 años mostraba que había método en la locura de la situación política contemporánea:

“En el plano internacional.... ¡cuántas veces pareció definitivamente asegurada la convivencia pacífica entre Occidente y Oriente! ¡Cuántas veces pareció irremediablemente comprometida la paz mundial! Del extremo optimismo para el extremo pesimismo, la marcha de la diplomacia se hizo siempre en un zigzag irregular, caprichoso, que ora dilataba de esperanza, ora contraía de angustia, siempre inesperadamente, este gran corazón que es, bajo ciertos aspectos, la opinión mundial. ...

“Así visto el curso caprichoso de los acontecimientos, se pregunta: ¿para dónde caminará él? ¡Quién lo puede decir! Este zigzag satánico, imprevisible en todos sus movimientos, sólo tiene un efecto seguro e indiscutible. Es el completo embrutecimiento de la opinión occidental. ...Nadie niega que una nueva guerra sería, no sólo la subversión de toda la vida pública, sino de todas las existencias particulares.

“Esta hipótesis que influye en todo, condiciona todo, mantiene todo más o menos en ‘suspense’, ora va, ora viene, ora se distancia, ora se aproxima, y nadie sabe con certeza si, de aquí a un año, de aquí a algunos meses, quizás estará distendiendo los nervios en la delectación de una larga normalidad incondicional por fin alcanzada, o estará envuelto con sus negocios, sus bienes, su familia, en el torbellino apocalíptico de la guerra atómica. Si cada persona quisiera colocarse bien nítidamente delante de este cuadro de una indiscutible realidad.... evidentemente, se embotarían en él el miedo, la esperanza y el propio instinto de conservación.

“Tal estado de alma tornaría toda su sensibilidad incapaz de vibrar rectamente. En un primer período, todo lo excitaría exageradamente. Vendría después una atonía profunda, que pasaría de los nervios a la propia inteligencia.

“Vida o muerte, verdad o error, bien o mal, belleza o fealdad... ¿qué importa? Lo esencial es vegetar sosegadamente, gozando el modesto placer de respirar en el minuto presente, sentir la normalidad de la circulación y de la digestión, y dejar imbécilmente que lo demás  siga su rumbo.... con tal que  no se perturbe la quietud estrictamente vegetativa del instante que pasa. ....

“Ahora bien, decaer de la vida humana para la vida vegetativa ¿qué es, sino pasar de ser humano para ente bruto?....

“El Damocles clásico estaba sentado en un trono, gozando de las honras y delicias del poder. El hombre moderno es un Damocles prosaico, sentado en una silla de tres pies, comido por los insectos de las más enervantes pequeñas preocupaciones personales, y que tiene por único tranquilizante humano esperar que le caiga sobre la cabeza el bouquet de rosas en vez de la bomba de hidrógeno. En materia de técnica de embotamiento, de embrutecimiento, de envilecimiento a fuego lento, no se podría inventar un  medio mejor.(...)

“La continuación de este pandemonium por algunos años más no podrá dejar de llevar a un grado imprevisible el embrutecimiento general, la decadencia del padrón humano, el declinar de la capacidad de resistir, de luchar, de vencer, de todo Occidente, tanto en el plano ideológico cuanto en el plano militar. Como bajo  un viento pestífero, van disminuyendo todas nuestras energías vitales. Dentro de algunos años, estaremos tal vez maduros para aceptar sin resistencia alguna inmensa sorpresa, alguna claudicación  vergonzosa, súbita, completa.

“Ahora bien, .... parece muy claro que ‘hay método en la locura’ de  nuestra situación política” [4].

 

Reino de Cristo

Las previsiones aquí citadas señalan un avance constante de la Revolución rumbo a la destrucción total de lo que aún resta de la Cristiandad.

¿Será el aniquilamiento irremediable de la Cristiandad el fin último de nuestra era? A esta pregunta responden las propias palabras de Plinio Corrêa de Oliveira en el primer número de Catolicismo, en el artículo titulado La Cruzada del siglo XX: “Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos para la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos para la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la resolución de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con que los Cruzados marcharon sobre Jerusalén. Porque si nuestros mayores supieron morir para reconquistar el Sepulcro de Cristo, ¿cómo no vamos a querer nosotros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir  para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador, es decir,  su reinado sobre las almas y sobre la sociedad, que Él creó y salvó para amarlo eternamente?”[5].


NOTAS

[1] Catolicismo, noviembre-diciembre de 1971.

[2] Catolicismo, febrero de 1969.

[3] Catolicismo, abril de 1961.

[4] Catolicismo, enero de 1955.

[5] Catolicismo, enero de 1951.


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