Por Plinio Corrêa de Oliveira
“Santos del Día” [1], 1964 e 1968 [2]
A D V E R T E N C I A
Este texto es trascripción y adaptación de cinta grabada con las conferencias del profesor Plinio Corrêa de Oliveira dirigida a los socios y cooperadores de la TFP. Conserva, por tanto, el estilo coloquial y hablado, sin haber pasado por ninguna revisión del autor.
Si el profesor Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros sin duda pediría que fuera colocada una explícita mención a su filial disposición de rectificar cualquier eventual discrepancia en relación al Magisterio inmutable de la Iglesia. Es lo que hacemos constar, con sus propias palabras, como homenaje a tan escrupuloso estado de espíritu:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial ardor a las enseñanzas tradicionales de la Santa Iglesia. No obstante, si por lapso, algo en él hubiera en desacuerdo con dichas enseñanzas, desde ya y categóricamente lo rechaza”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que se les da en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición apareció publicada en el número 100 de la revista “Catolicismo”, en abril de 1959.
San Fernando de Castilla – Índice de los Privilegios reales – Catedral de Santiago de Compostela
“Santo del Día”, 1964 (sin fecha precisa; n.d.r.)
Vamos a comentar hoy un extracto de la vida de San Fernando de Castilla (1199-1252). Se trata de algunos consejos que dio a su hijo, Alfonso X:“Huye de los necios y de todos aquellos que no son discretos, porque peor que el traidor es el necio, y más demorado en enmendarse”.El arzobispo de São Paulo, Don Duarte Leopoldo e Silva decía que prefería tener un enemigo inteligente, que un aliado necio. Con un enemigo inteligente, uno prevé lo que él va a hacer y se defiende. Pero con un aliado cretino, ¿qué defensa hay?…“Cuando viereis crecer el daño no esperes el tiempo de la venganza. No esperes hacerte amigo de aquel que se hace tu enemigo sin causa y por mala voluntad, ni esperes enmienda de aquel que yerra muchas veces”.Cada uno de esos consejos es anti-“herejía blanca”… [3]. Según la “herejía blanca”, se debería decir: “Hijo mío, huid del traidor, ten pena del necio, porque el traidor es peor que el necio”. Consejo de San Fernando: “Hijo mío, huye del necio y de todos aquellos que son tontos, cretinos, porque el necio es peor que el traidor y es más difícil que se enmiende”.
Aquí hay una observación curiosa: ¡que un bobo se enmiende es de las cosas más difíciles del mundo! Y es la razón por la cual las conversiones son tan raras en la corriente de opinión que corresponde al estado psicológico de la bobería institucionalizada e intencional, de una bobería optimista y que no ve las cosas. Una persona con tal mentalidad es más difícil de convertir que un comunista.
Aquí viene de la mano la sugerencia que no creamos en la inocencia de la bobería cuando se trata de materia católica, porque todo el mundo recibe la gracia de Dios para no ser bobo. Y hay una forma de pecado de espíritu y de endurecimiento de la bobería, que es una de las cosas más difíciles de enmienda. Hay un dicho que dice “el bobo es el caballo del diablo”…
“Cuando viereis crecer el daño, no esperes el tiempo de la venganza”.Mucha gente diría lo contrario: cuando el mal es pequeño, no intervengas, porque aún puede haber remedio de por sí. Sólo intervenga cuando el mal sea grande. Se debe decir lo contrario: cuando el mal es pequeño, intervenga corriendo y extíngalo luego, porque si no, se vuelve grande. Todo mal tiene la tendencia a volverse enorme. Por eso, debe ser aplastado cuando es pequeño. Y es tan cierto que nuestros enemigos así lo entienden, que cuando se trata de nosotros ellos actúan así. ¡No pierden un minuto contra nosotros! Esa mentalidad no es boba, nadie [inteligente] comete esos errores. Tales errores sólo son cometidos por los “centristas” cuando se trata de la izquierda; cuando se trata de la derecha, la técnica de ellos es bien diferente… Esto prueba la culpabilidad abominable de esa bobería que comentaba antes.“No esperes hacerte amigo de aquel que se hace tu enemigo sin causa y por mala voluntad”.La expresión es muy fina. Cuando alguien se hace mi enemigo por una voluntad ordenada, por una causa justa, yo debo procurar hacer de él mi amigo, porque debo penitenciarme, debo arrepentirme de lo que hice, debo reparar el mal hecho y debo agradecer si él tuviere la condescendencia de hacerse mi amigo. Esa amistad yo debo desearla.
Pero cuando alguien, sin razón alguna, se hace mi enemigo, buscar hacerlo mi amigo con concesiones, con retrocesos, con pruebas de confianza, es un verdadero sin sentido.
Me recuerdo que en una ocasión, charlando (a mediados de los 40) con una persona, le dije que “Acción Católica” se estaba infiltrando con todo tipo de personas malas. Pensé que se aburriría con esa declaración, pero me dijo: “Es bastante cierto, Dr. Plinio”. Le pregunté si no temía las consecuencias de eso. Respondió: “Así es como lo hacemos: atrae a todos los malos al mismo cesto y luego se convierten…” Y el resultado es el que está aquí. El cesto casi se comió Brasil… [N.R.: aquí el autor se refiere al proceso de decadencia de Acción Católica, que bajo ese falso espíritu caritativo se fue contaminando con el espíritu progresista que dio origen al así llamado “izquierdismo católico”. Para más información ver aquí]. Pero lo dijo con algún tipo de piedad de mí, como si yo fuera un hombre grosero que no entendía la finura de su actitud. Yo tampoco discutí con él. Cuando el espíritu humano llega a este punto, ya no se discute…
Se debe precisamente combatir este estado de ánimo con el ejemplo de los santos. Hasta podríamos hacer, en un día de su fiesta, un florilegio de pensamientos de San Fernando, planteando la siguiente pregunta: En tal caso, ¿qué respondería San Fernando? Y veríamos lo que dijo al respecto.
* * *
“Santo del Día”, 29 de mayo de 1968
San Fernando de Castilla. La biografía está sacada de “La Vie des Saints”, por Edouard Daras:“Él fue hijo de Alfonso, rey de León, y de Berenguela de Castilla. Nació a finales del siglo XII. Subió al trono a los 18 años, convirtiéndose en uno de los grandes soberanos cristianos”.
“A los 27 años, se alzó en armas contra los moros, que mantenían parte de España bajo su yugo; y sólo las depuso cuando murió. Fue un notable batallador. En el día de San Pedro del año 1236 entró en Córdoba, que los infieles dominaban hacía cinco siglos. Consagró la gran mezquita de la ciudad a la Santísima Virgen e hizo que los mahometanos transportasen sobre sus hombros las campanas de Compostela”.
¡Es, innegablemente, una belleza!…
“Marchó sobre Sevilla y la conquistó con fuerzas tan inferiores a las del enemigo, que el general que entregó la ciudad, mirándola con lágrimas en los ojos comentó: ‘Solamente un santo podría, con tales tropas, apoderarse de una plaza tan fuerte y populosa’”.
“Su espada sólo la usó al servicio de Cristo. ‘Señor, decía, vos que escudriñáis los corazones, sabéis que busco vuestra gloria y no la mía. No me propongo conquistar reinos perecibles, sino difundir el conocimiento de vuestro Nombre’”.
¡Qué linda oración contra el defecto de la pretensión! ¡Poder decir que, en todas las acciones de apostolado, se busca exclusivamente la gloria de Dios y no la propia! No nos proponemos conquistarnos un prestigio perecible, sino que queremos difundir el conocimiento de la verdad de Nuestro Señor Jesucristo, o sea, la doctrina de la Santa Iglesia católica, apostólica, romana.
“Su ejército era un ejército cristiano. La Santísima Virgen era su patrona y su imagen era transportada como símbolo de protección y victoria. El rey era el ejemplo. Ayunaba, usando un cilicio en forma de cruz y pasaba en oración las noches que antecedían las batallas. Esas guerras continuas nunca lo indujeron a cargar con impuestos a su pueblo. Confiaba en el auxilio de la Providencia y afirmaba temer más las maldiciones de una pobre mujer que las de un ejército de moros”.
Tabla que muestra a Axataf entregando las llaves de Sevilla a Fernando III frente a una de las puertas de la ciudad, obra de alrededor de 1750. El cuadro muestra también a la Virgen de los Reyes (patrona de Sevilla) en los cielos en el momento de la entrega.
¡Y que vengan a hablar que en la Edad Media no había sentido de preocupación por los pobres, que no había preocupación con el derecho de los pequeños…! Ustedes están viendo aquí a un hombre que tiene más miedo de cometer un pecado lanzando contra una pobre mujer un impuesto injusto de que enfrentar un ejército de moros.
“Este gran príncipe murió cuando se preparaba para una expedición en África, contra los últimos enemigos de su país. Al llevarle el Santísimo Sacramento, se lanzó de rodillas rodeando su cuello con una cuerda en señal de sujeción al Rey de reyes”.
Las postrimerías de Fernando III el Santo – Virgilio Mattoni – 1887 – Real Alcázar de Sevilla
“San Fernando también amó y protegió la cultura, habiendo fundado la célebre Universidad de Salamanca”.
Un tan gran santo no podía amar la cultura en abstracto como ese texto induce a pensar. Él amaba la cultura como un reflejo de la gloria de Dios y un instrumento para la difusión del Reino de Dios.
“Después de más de cuatro siglos, su cuerpo fue encontrado incorrupto, cuando Clemente XI lo canonizó en 1671”.
Valía la pena leer, aunque no comentando, tan grande vida de tan grande santo.
Urna con el cuerpo de San Fernando, en la Catedral de Sevilla
NOTAS:
[1] Los “Santos del Día“ eran unas breves reuniones en las que el Prof. Plinio ofrecía una reflexión o comentario relacionado con el santo o fiesta religiosa que se celebraba aquel día.
[2] Excerpta de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a socios y cooperadores de la TFP en 1964 (sin fecha precisa) y 29 de mayo de 1968. Sin revisión del autor. Traducción, resumen y adaptación por “Tradición y Acción“.
[3] “Herejía blanca” – Expresión utilizada por el Prof. Plinio en el sentido de una actitud sentimental que se manifiesta sobre todo en cierto tipo de piedad edulcorada y una posición doctrinal relativista que busca justificarse bajo el pretexto de una pretendida ‘caridad’ hacia el próximo – cfr. “O Cruzado do século XX – Plinio Corrêa de Oliveira”, Roberto de Mattei, Ed. Civilização, Porto, 1998, tópico 7. Véase también: “Almas delicadas sin debilidad, y fuertes sin brutalidad” y “La verdadera santidad es fuerza de alma y no debilidad sentimental” y “¿El ángel de la guarda es menos inteligente que el demonio?”.