Teoría extravagante: luchar contra los grandes errores dejándolos caer en el olvido

Por Plinio Corrêa de Oliveira

7 Días en revista

Legionário, Nº 745,, 17-11-1946 (*)

Circula con cierta frecuencia una teoría extravagante. Toda ideología, cuando se la contraría frontalmente se desarrolla. Por eso, cuando queremos luchar contra una idea, debemos en primer lugar no atacarla de frente. La contradicción actúa sobre las ideas como el viento sobre las brasas. (Dicen ellos) No es con el viento, sino con la ceniza que las brasas se extinguen. No se sofocan los grandes errores atacándolos, sino dejándolos caer en el olvido.

Esta misma táctica es recomendada -comentamos- con relación a los actos blasfemos y, en general, a todos los ataques contra los principios más sagrados.

En apoyo a esta tesis, se invoca un ejemplo: ¿qué consiguieron contra de la Iglesia naciente las primeras persecuciones? Sólo excitaron las convicciones de los fieles.

No se puede negar que, en algunas circunstancias muy especiales, el olvido es la mejor manera de combatir ciertas doctrinas. No es por esto que se deba adoptar, como norma común de prudencia, el principio de que la mejor manera de extinguir los incendios es dejarlos propagarse libremente, ignorándolos completamente.

A esta reflexión se añade otra. Los mayores historiadores de la Iglesia afirman que las persecuciones constituyeron una prueba terrible que, humanamente hablando, habría aniquilado el Catolicismo. Si éste no zozobró, su triunfo no se debe a razones humanas, sino a motivos sobrenaturales. Visto así el problema, se deduce que, humanamente hablando, la táctica de los Nerón y Calígula no fue mala: era excelente, y tan excelente que sólo por un milagro no alcanzó su fin.

Y es lógico. Porque, de lo contrario, si la Iglesia es un árbol que sólo crece y florece a golpes de hacha, los grandes benefactores del catolicismo serían los Nerón, los Calígula, los Stalin y los Hitlers.

Nadie llevaría la locura al punto de suscribir esta tesis.

(*) Traducción y difusión por Acción Familia (Santiago de Chile).

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