Parte II

 

 

Capítulo 9

1990

Para los católicos cubanos

que rechazan una convergencia con el comunismo: futuro cargado de aprensiones e incógnitas

 

 

 

 

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Enero de 1990:

En La Habana, nuevo encuentro internacional católico-marxista

Entre los días 16 y 18 de enero se efectúa en La Habana el seminario “Cristianismo, Socialismo, Marxismo”, organizado conjuntamente por el profesor Alfredo Luciani, presidente de la Acción Socialista Cristiana Europea (ASCE), y el Centro de Estudios Europeos del gobierno cubano.

Del Viejo Continente fueron invitados para tal efecto cinco sacerdotes conocidos por sus estudios sobre el marxismo, entre los cuales, el P. Jean-Yves Calvez SJ, redactor de la revista francesa “Etudes”; el P. Angelo Macchi SJ, director de la revista italiana “Aggiornamenti Sociali”; y el P. Jordán Gallego OP, quien durante seis años fue secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo con los No Creyentes. La parte cubana estuvo representada, entre otros, por Julio Ballesta, director del Centro de Estudios Europeos, y Raúl Gómez Treto, antiguo líder católico y notorio colaborador del régimen castrista.

El Dr. Felipe Carneado, Jefe de la Oficina de Asuntos Religiosos del PCC, destacó en palabras de bienvenida que el encuentro “podría llegar a ser un elemento de promoción de la acción conjunta cristiano-marxista para solucionar los problemas generales de la humanidad”.

Según el P. Jordán Gallego OP, el seminario se perfiló como “un encuentro a tres bandas —marxismo, socialismo y cristianismo— con Cuba como telón de fondo”. El dominico español señaló también que las discusiones se desarrollaron “siempre dentro de una amistad y cordialidad”, y que algunos medios informativos europeos vieron en el evento “una apertura del Gobierno cubano hacia un socialismo nuevo y humanista”. Un diario italiano llegó a informar sobre el mismo en noticia titulada “Se ha colocado la cabeza de puente para la visita del Papa a la isla en 1991”.1

La publicación católica “The Universe”, editada en Londres, señaló que “resultaba evidente que los teólogos europeos tenían el tácito «imprimatur» de la Santa Sede”.2 Y Vivian Hewitt, corresponsal en Roma del semanario inglés “Catholic Herald”,3 aseveró que la presencia de los sacerdotes contó con “el asentimiento del Vaticano”.

Según el “Resumen Semanal Granma”, editado en La Habana, fue aprobado un documento titulado “Por un socialismo latino”, el cual propone la creación de un “nuevo modelo de cultura que combine los valores del cristianismo con los del socialismo en sus expresiones auténticas de democracia y libertad”. Quienes por la parte católica hayan suscrito ese documento, parecen haber ignorado la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre la incompatibilidad total entre el catolicismo y “la perversa dogmática del socialismo”.4 Y el realce que la publicación comunista otorgó a dicho seminario, permite suponer que los participantes europeos no hayan cuestionado substancialmente los eventuales aportes de “libertad” y “democracia” del socialismo cubano a ese singular “modelo” en gestación.

 

Febrero de 1990:

Dirigente comunista pide a jerarquía católica cubana

mayor compromiso revolucionario

A comienzos de febrero, Jorge Gómez Barata, jefe de la Sección Internacional del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) del régimen castrista, reprocha a la jerarquía católica de la isla la falta de un mayor compromiso de ésta con la Revolución.

Sus declaraciones, efectuadas al madrileño “Diario 16”,* sorprenderán al lector que haya acompañado hasta aquí el proceso de convergencia comuno-católica en la isla del Caribe, del cual vienen siendo activos protagonistas varios prelados cubanos. El funcionario comunista afirma que la jerarquía católica no se ha identificado lo suficiente con lo que él denomina “intereses nacionales”, y que por esa razón habría “perdido todas sus oportunidades históricas de estar con el pueblo”. Gómez llega a insinuar cínicamente que la baja asistencia a los templos no se debería a la implacable persecución religiosa del régimen, sino, por el contrario, a que "la mayoría de los católicos cubanos son revolucionarios”, y no se sentirían interpretados por sus Pastores...

Las palabras del funcionario comunista deben haber resultado particularmente amargas para aquellos eclesiásticos de la isla que durante los últimos veinte años no sólo han colaborado de una u otra forma con el régimen, sino que han caminado rumbo a una coincidencia en las propias metas del socialismo cubano. Un ejemplo reciente lo constituyen declaraciones del Arzobispo de La Habana, y Presidente de la Conferencia Episcopal Cubana, Monseñor Jaime Lucas Ortega y Alamino, planteando la posibilidad de que jóvenes católicos militen en la Unión de Jóvenes Comunistas,6 sin contradicción con su fe.

*   *   *

A fines de mes, agencias internacionales informaron que el Cardenal Bernard Law, Arzobispo de Boston, visitó por tercera vez la isla. Al igual que en anteriores ocasiones, el Purpurado se entrevistó con el tirano, con quien habría conversado sobre la probable visita de Juan Pablo II a Cuba.

Según trascendió, poco antes de su viaje a La Habana, el Cardenal Law había mantenido contactos con el Presidente norteamericano George Bush.7

 

Marzo de 1990:

Fidel Castro considera insuficiente “autocrítica” de Iglesia cubana...

A mediados de marzo, Fidel Castro viaja a Brasil para las ceremonias de toma de posesión del nuevo Presidente de dicho país.

Durante su permanencia, que se prolongó por una semana, éste efectuó una visita a la sede de la Conferencia Episcopal Brasileña, en Brasilia, donde no escatimó elogios a actitudes pro-izquierdistas de dicho organismo episcopal en materia económico-social, y se quejó de la posición que el Episcopado cubano vendría adoptando “en las últimas semanas”.8

Posteriormente, en la ciudad de São Paulo —durante un encuentro con cerca de mil representantes de “comunidades cristianas de base”— Castro fue mucho más explícito en sus críticas al Episcopado cubano. Y aludió a hitos del proceso de convergencia comuno-católica ocurridos en Cuba ya no “en las últimas semanas”, sino en los últimos años, con cuyos resultados él no estaría conforme.

Después de narrar al auditorio las "esperanzas” que había puesto en la difusión del libro “Fidel y la Religión” —y en la supuesta abertura del régimen hacia los católicos que ello significaba— el dictador se quejó que de parte de los Obispos “no hubo ningún avance”, y “no se dio la respuesta recíproca que hubiéramos deseado recibir”. Por otro lado, en una alusión al Encuentro Nacional Eclesial Cubano, realizado en 1986, Castro opinó que “hicieron una levísima autocrítica y nada más”. Y concluyó diciendo que los problemas “lamentablemente” han sido “con la alta jerarquía de la Iglesia católica”.9

Vale la pena detenerse en esos dos acontecimientos mencionados por Castro: el lanzamiento del libro-entrevista “Fidel y la Religión”, y el ENEC. La valoración que el tirano hace de ambos, está lejos de corresponder con la realidad: recorra el lector los Capítulos 3 y 4 de esta Parte II, en que se analizan documentadamente esos hechos, y se verá cuánto ellos favorecieron, en la práctica, al régimen. Para ese resultado, contribuyeron en gran medida varios de los eclesiásticos que hoy Fidel Castro critica. Por tanto, es falso decir que “no hubo ningún avance”, y que el tirano no obtuvo, en tantas ocasiones, la “reciprocidad” deseada. Y él lo sabe perfectamente.

¿Por qué, entonces, la insistencia de Castro en esas críticas públicas que, él lo sabía, serían trasmitidas a numerosos países por los medios de prensa que generosamente le estaban dando cobertura?

Si se considera la política convergencial del Episcopado de la isla en relación al castro-comunismo, a lo largo de los últimos veinte años, no será difícil comprender que ésta haya suscitado desconfianzas y rechazos de incontables fieles católicos anticomunistas cubanos. En estas páginas se han citado documentos de fuentes insospechadas, que muestran que ese rechazo existe, tanto dentro de la isla, cuanto en el exilio. Eso ha provocado necesariamente una retracción en la influencia de dichos prelados, de los que Castro tanto depende para coronar con éxito su “política religiosa”. Por lo anterior, no es aventurado preguntarse si el hábil tirano, con esas críticas estridentes10 al desacreditado Episcopado cubano, estará intentando, paradojalmente, restituirle una cierta dosis de prestigio, al menos a los ojos de muchos incautos y optimistas a ultranza.

 

Marzo de 1990:

Raúl Castro convoca el 4° Congreso del PCC

y ofrece comunicación “sincera”

con cristianos que apoyen el sistema comunista

Desde Santiago de Cuba, el “número dos” del régimen cubano, Raúl Castro, convocó el 4o Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que se efectuará en el primer semestre de 1991. En su discurso, llamó a los comunistas cubanos a establecer una “comunicación sincera” con aquellos cristianos de la isla que “comparten” y “asumen” el "proyecto de justicia social y desarrollo” marxista-leninista vigente, “aunque en algunos aspectos ideológicos” esos “creyentes” se diferencien del régimen”. Más adelante, Raúl Castro llamó a “acabar con cualquier manifestación de dogmatismo”. E introdujo también conceptos como “diversidad de criterios”, análisis “crítico”, “participación” y “métodos y estilos cada vez más democráticos”, pero reiterando que ellos son válidos siempre que no se cuestione el mantenimiento del sistema comunista en la isla.11

Si se presta atención al lenguaje utilizado por los Obispos cubanos en su Carta Pastoral colectiva de diciembre de 1989, ya analizada en el Capítulo anterior, no se puede dejar de constatar una analogía entre varios conceptos allí vertidos, y algunos contenidos en el discurso de Raúl Castro; como si éste tratase de atender los nada exigentes pedidos episcopales. Como se recordará, la mencionada Carta Pastoral no cuestiona las bases del sistema comunista vigente, reconoce el “desarrollo social alcanzado”, y propugna un “proyecto” “renovado”, abierto a la “crítica” y a una “mayor participación”, “por y para el diálogo nacional”.

 

Abril de 1990:

Fidel Castro anuncia que incentivará ingreso de cristianos

en el Partido Comunista

En la primera quincena de abril, Fidel Castro hace en La Habana un llamado a la “unidad revolucionaria” entre cristianos y marxistas, argumentando que “el ideal de un cristiano fiel al pensamiento de su religión es el socialismo”. El dictador agrega que ha habido “discriminación política” incluso contra los “cristianos revolucionarios”, pero que ve en el presente una “coyuntura histórica favorable” para el ingreso de ellos en el Partido Comunista.12 Dichas afirmaciones fueron calificadas por versiones de prensa como siendo “conciliadoras en relación a la Iglesia Católica”, pero en realidad dejan en evidencia una vez más los objetivos fraudulentos de la “política religiosa” castrista.

 

Abril-Mayo de 1990:

Afirmaciones y desmentidos sobre viaje de Juan Pablo II a Cuba

El 22 de abril, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, anuncia en Checoeslovaquia —donde se encuentra acompañando a Juan Pablo II— que el Pontífice visitará Cuba en diciembre de 1990. Dos días después, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba difunde una escueta nota en que afirma que “no existe convenio alguno” entre el Vaticano y el régimen sobre tal visita.

Comentaristas internacionales interpretaron esta nota como siendo un desmentido a la versión del vocero vaticano. Sin embargo, una lectura atenta de las palabras utilizadas por dicho comunicado sugiere que el Ministerio no niega la posibilidad de tal visita, sino que constata la no existencia de un acuerdo definitivo al respecto.13 El propio Castro, hablando en mayo ante un grupo de periodistas españoles, dará esta interpretación: “Para que se produzca el viaje (de Juan Pablo II), debe haber un acuerdo entre las dos partes”, siendo que hasta el momento no lo hay.14

En caso que el viaje papal no se concretase en diciembre de 1990, éste podría quedar aplazado para fines de 1991. El primer semestre de 1991 estaría reservado por el régimen para preparar el 4o. Congreso del PCC, una de cuyas metas anunciadas sería abrir las puertas del Partido a los “cristianos revolucionarios”.

 

Mayo de 1990:

Eventual visita de Juan Pablo II a Cuba,

interpretada como consagración implícita

de “teología de la reconciliación”

El semanario francés "L'Événement du Jeudi” publica un artículo de su colaborador A. Hertoghe, en el que afirma:

“Paris, mayo de 1990. Si Juan Pablo II visita finalmente la isla de Cuba, un hombre hoy día en el otoño de su vida, tendrá la sensación de haber cumplido su misión sobre la tierra. Porque nadie como el Padre René David ha gastado tantas energías para lograr el acercamiento entre el régimen comunista de Fidel Castro con la Iglesia Católica. Su «teología de la reconciliación» inspiró ampliamente el Documento final del «Encuentro Nacional Eclesial Cubano» en 1988.15 (...)

“«Un pequeño Pentecostés», como lo define el sacerdote francés que dirige el Seminario de la capital cubana, «el ENEC fue la palestra en donde se decidió construir la civilización del amor, a partir de la sociedad socialista vigente»”.16

Esta interpretación sobre el alcance de la visita de Juan Pablo II a Cuba sólo podrá tener como efecto desalentar a los cubanos anticomunistas. Tanto más cuanto que la “teología de la reconciliación”, elaborada por el Padre David, propugna la adhesión de los cristianos a las metas socio-económicas del comunismo: “El objetivo del comunismo —(...) la realización de una sociedad sin clases— está en sintonía con las exigencias espirituales de la fe”.17

Respecto del papel del Padre David en el proceso de convergencia comuno-católica analizado en el presente estudio, así como sobre su “teología de la reconciliación”, el lector puede consultar la Parte II, Capítulo 3, y la Parte III, Capítulo 5.

 

Mayo de 1990:

Alcalde de Miami a Juan Pablo II:

en Cuba se violan todos los derechos humanos

El Alcalde de Miami, Xavier Suárez, al ser recibido junto a su esposa por Juan Pablo II, en el Vaticano, se refirió al “sufrimiento por el que han pasado diez millones de cubanos dentro de la isla, y más de medio millón de ellos en el exilio”. En la ocasión, Suárez también pidió la ayuda del Pontífice para la causa de la libertad de la isla, expresándole que “en Cuba se violan todos los derechos humanos” y mencionando “las profundas contradicciones que existen entre el régimen de la isla y el espíritu de la Iglesia Católica”.18

 

Mayo-Junio de 1990: La inestable situación internacional y su incidencia en el futuro del acercamiento comuno-católico en Cuba

Se llega al final de esta cronología en momentos en que el panorama político-religioso mundial plantea numerosas incógnitas. Ellas dicen respecto, especialmente, a la situación interna del deteriorado imperio soviético, y al futuro político de quien es —por lo menos hasta el momento en que se escriben estas páginas de cierre— su cabeza visible, Mikhail Gorbachev. Ello, a su vez, no dejará de repercutir en los rumbos de la política exterior norteamericana, y de la propia “ostpolitik” vaticana. Con los resultados inciertos de la reunión de cúpula Bush-Gorbachev, efectuada en Washington entre fines de mayo y comienzos de junio de 1990, esas incógnitas no hacen sino acentuarse.

En lo que al problema del castrismo respecta, no hay indicios de que en ese encuentro el gobierno norteamericano haya exigido a Gorbachev una definición sobre el apoyo económico y militar que el régimen soviético continúa otorgando a La Habana, pese a documentadas denuncias públicas efectuadas días antes por el exilio cubano.19

Es claro que la supervivencia del régimen castrista depende de la continuidad de esa ayuda; y que ello se reflejará necesariamente en el futuro del diálogo comuno-católico en Cuba.

Ese diálogo, según consta en la cronología, avanzó en forma cadenciada —con altibajos que fueron siendo superados— hasta la segunda mitad de 1989. En ese período comenzaron a aflorar ciertos hechos en dicho proceso, que fueron interpretadas por medios de prensa del extranjero como siendo un giro radical del Episcopado cubano en relación a Castro y su régimen. Esas versiones fueron reforzadas por ataques verbales del propio Castro a los Obispos. Sin embargo, el documento episcopal más significativo desde que esas contramarchas se hicieron visibles, fue la ya comentada Carta Pastoral colectiva de los Obispos, difundida en diciembre de 1989. Y, como se vio, dicho documento de ningún modo significó una rectificación doctrinal de rumbos en el lamentable camino transitado por esos Pastores durante largos años. Es verdad que ciertas expresiones en él contenidas podrían ser interpretadas como una crítica, si no del régimen socio-económico vigente, de aspectos de la política interna conducida por Castro. Pero en ningún caso ellas tienen el carácter oposicionista que un lector poco informado de la realidad de la isla podría imaginar. En efecto, esas opiniones no van más allá de las “autocríticas” hechas por Raúl Castro, hermano del dictador, en discurso pronunciado en Santiago de Cuba, a mediados de marzo.20

¿Cuál será la actitud futura del Episcopado si la situación internacional toma un rumbo que consolide al dictador? ¿Y cuál, por el contrario, si se debilita el liderazgo de Castro, llegando a producirse incluso su caída?

Más allá del terreno de las conjeturas, queda clara ante el lector una constatación: la responsabilidad del Episcopado cubano en su política de acercamiento y colaboración, hasta hoy, con el régimen castrista.

Si esa trágica situación se prolonga, los hechos aquí consignados servirán para que el exilio cubano, y los anticomunistas de las tres Américas, mantengan el espíritu atento y continúen denunciando ante el mundo lo que ocurre en Cuba.

Si, por el contrario, la evolución que los acontecimientos tomen determinan una caída no sólo del dictador, sino del propio régimen, los autores de este libro consideran ampliamente cumplida la finalidad del mismo, en la medida en que éste sirva ante la Historia como un ayuda-memoria sobre los aspectos más dolorosos, para los católicos cubanos, de la gran tragedia que significaron más de tres décadas de dictadura marxista en Cuba. Más aún. El ejemplo histórico recientísimo de la convergencia comuno-católica exigirá que la vigilancia continúe, para que los católicos embarcados en ese nefasto proceso no emprendan nuevas —y, tal vez, más sutiles y peligrosas— formas de favorecer el mal.

Podría considerarse una hipótesis intermedia, no debidamente focalizada por los analistas internacionales, de una sustitución del dictador, en un marco inestable, donde diversas facciones disputarían el poder. En este caso, al igual que en ciertos países de Europa del Este, se produciría una situación de confusión presumiblemente orquestada,21 donde sería difícil determinar si el nuevo régimen está dispuesto a dar las espaldas, decididamente, al nefasto capitalismo de Estado, rumbo a un sistema socio-económico basado en la propiedad privada y la libre iniciativa. Si esta situación se configura, la obra que hoy presentamos tendría igualmente actualidad. Pues ella sería un testimonio documental sobre la nefasta colaboración de la “izquierda católica” cubana con el régimen anterior, haciendo desde ya altamente sospechosa su eventual influencia y gravitación en el nuevo marco político-religioso que venga a establecerse.

Notas:

1) “Propuesta para combinar valores del cristianismo y del socialismo”, “Resumen Semanal Granma”, 18-2-90, p. 3; y “Comienza el deshielo entre católicos y marxistas en Cuba”, “La Vanguardia”, Barcelona, 18-2-90, p. 44.

2) 28-1-90.

3) 26-1-90.

4) León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, BAC, Documentos Políticos, pp. 65-66. En la misma Encíclica, el Pontífice se refiere también a “la plaga del socialismo”. Podrían citarse otros documentos pontificios en este sentido. Pío XI, por ejemplo, afirmó que “el socialismo es incompatible con los dogmas de la Iglesia Católica”, y que “nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista” (Encíclica “Quadragessimo Anno”, BAC, Documentos Sociales, pp. 679, 680 y 681)

5) 9-2-90.

6) “El Diario-La Prensa”, Nueva York, 23-2-90.

7) “Diario do Grande ABC”, São Paulo, 22-2-90, y “El Independiente”, Madrid, 24-2-90.

8) “Jornal do Brasil”, 18-3-90. La versión de lo conversado por Castro fue dada por el P. Virgilio Uchoa, funcionario de la Conferencia Episcopal Brasileña.

9) “Resumen Semanal Granma”, 8-4-90.

10) El periodista Gerardo González Vega, de la agencia de noticias EFE, en informe enviado desde La Habana, calificó esos ataques como una “novedad inesperada”. En efecto, comenta, ellos se produjeron “después de que en los últimos tiempos existiese un evidente acercamiento Iglesia-Estado, concretado en las reuniones de Castro y otros funcionarios del Partido Comunista de Cuba (PCC) con la jerarquía católica” (“Diario Las Américas”, 11-4-90. Y Juan M. Clark, profesor de sociología del Miami Dade Community College, autor de un ensayo titulado “La represión religiosa en Cuba”, consideró que esas críticas fueron “exageradas y sin fundamento” (“La Voz Libre”, Los Angeles, 26-4-90).

11) “Ideal” y “ABC”, Madrid, 17 y 19-3-90; “Resumen Semanal Granma”, 25-3-90.

12) “Diario Las Américas”, 11-4-90; “Jornal do Brasil” y “Folha de Londrina”, 12-4-90

13) “Folha de S. Paulo”, 23-4-90, “ABC”, Madrid, 25-4-90, y “La Voz Libre”, Los Angeles, 26-4-90.

14) "ABC”, Madrid, 12-5-90.

15) De hecho, el ENEC se efectuó en 1986. Por un lapso del columnista, o un error de imprenta, figura en dicho artículo el año 1988.

16) Artículo reproducido por el semanario “El Catolicismo”, de Bogotá, 20-5-90.

17) “Il Regno”, junio de 1986.

La doctrina tradicional de la Iglesia enseña que la construcción de una sociedad sin clases jerarquizadas y armónicas es, además de una utopía, un gravísimo error. León XIII afirma en la Encíclica “Rerum Novarum”: “Como primer principio, pues, debe establecerse que hay que respetar la condición propia de la humanidad, es decir, que es imposible quitar, en la sociedad civil, toda desigualdad. Lo andan intentando, es verdad, los socialistas; pero toda tentativa contra la misma naturaleza de las cosas resulta inútil. En la naturaleza de los hombres existe la mayor variedad: no todos poseen el mismo ingenio, ni la misma actividad, salud o fuerza. Y de diferencias tan inevitables síguense necesariamente las diferencias de las condiciones sociales, sobre todo en la fortuna” (Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios, Acción Católica Española, 1955, p. 359). El mismo León XIII, en su Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, después de explicar que “la igualdad de los hombres consiste en que, teniendo todos la misma naturaleza, están llamados todos a la misma eminente dignidad de hijos de Dios”, afirma: “Sin embargo, existe una desigualdad de derecho y de autoridad, que deriva del mismo Autor de la naturaleza, de quien procede toda familia en los cielos y en la tierra (Eph. 3,15)” (BAC, Documentos Políticos, p. 66).

Pío XII, en el Discurso “Benignitas et Humanitas”, expresa al respecto: “En un pueblo digno de este nombre, todas las desigualdades, derivadas no del capricho, sino de la naturaleza misma de las cosas, desigualdades de cultura, de riquezas, de posición social —sin perjuicio, naturalmente, de la justicia y de la mutua caridad— no son, en realidad, obstáculo alguno para que exista y predomine un auténtico espíritu de comunidad y de fraternidad. Más aún, esas desigualdades naturales, lejos de menoscabar en modo alguno la igualdad civil, confieren a ésta su legítimo significado (...)” (BAC, Documentos Políticos, p. 876).

18) “Diario Las Américas”, 4-5-90.

19) “En pro de Cuba, la nación más oprimida en el mundo de hoy — Contradicción clamorosa: Gorbachev continúa sustentando al dictador Castro”, “Diario Las Américas”, 26-5-90, “The Washington Times”, 30-5-90, y “The Washington Post”, 31-5-90. Publicación auspiciada por la agrupación “Cubanos Desterrados”, firmada por su director Sergio F. de Paz, y con el respaldo de Rolando Plá y Rafael Fajardo, del “Club Cubano de Elizabeth” (New Jersey); Angel Alberto y Rogelio Galano, del “Lyceo Cubano de Bridgeport” (Conneticut); Armando Pérez Roura, director gerente-general de Radio Mambí (WAQI), de Miami; Manuel Alzugaray, del Miami Medical Times; Pedro Fuentes Cid, de la Asociación de Ex-Presos Políticos y Sergio Pino, del Latin Builders Assoc.; así como otras personalidades del exilio y numeroso público en general, que contribuyó economicamente para hacer posible estas costosas publicaciones de prensa.

20) cfr. “Resumen Semanal Granma”, 25-3-90.

21) Véanse a este respecto, por ejemplo, la evolución que los acontecimientos están tomando en Rumania y Bulgaria, en la primera quincena de junio de 1990.

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