ESTADOS UNIDOS
La TFP observa, reflexiona y actúa
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TRADICION FAMILIA PROPIEDAD El estudio sobre el drama de los católicos ucranianos –ampliamente divulgado en diez estados norteamericanos- recibe una carta de apoyo del Cardenal Josyf Slipyj 1977 La tragedia de una nación olvidada por Occidente Enero - "Ruego a Dios que bendiga con el mayor éxito su trabajo idealista en favor de nuestra Iglesia y de nuestro pueblo", afirma el Cardenal Josyf Slipyj, Arzobispo Mayor de los ucranianos, en carta a "Crusade". La misiva es enviada a propósito del estudio Oro, luto y sangre — Ucrania, una tragedia sin fronteras, en el que la revista describe el drama de los católicos ucranianos martirizados por el comunismo ruso y abandonados por Occidente. Socios y cooperadores de la TFP hacen campañas públicas para difundir "Crusade" frente a veintiocho iglesias ucranianas católicas de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pensilvania, Illinois, Ohio, Kansas, Missouri, Michigan y California. Se agotan los 9.000 ejemplares de dos ediciones (9). La iniciativa repercute en la prensa nacional (10) e internacional (11). * Los esfuerzos por suprimir a la Iglesia Católica en Ucrania vienen de lejos. Ya en 1623 es martirizado San Josaphat, Arzobispo de Polock, gran artífice del Acuerdo de Brest de 1596 que determina la vuelta de los ucranianos al seno de la Santa Iglesia. Posteriormente, varios zares, como Pedro el Grande, Catalina II y Alejandro II, emplean la fuerza para obligar a los ocho millones de católicos ucranianos a ingresar en la Iglesia ortodoxa rusa (I.O.), sin conseguirlo. Cuando las tropas comunistas invaden Ucrania en la Segunda Guerra Mundial, un sínodo de la I.O., hajo la presión de Stalin, anula el acuerdo de Brest y declara que los católicos ucranianos pasan a depender del Patriarcado de Moscú. En 1945 todos los obispos ucranianos son hechos prisioneros por el Gobierno comunista, los templos católicos son ocupados por los cismáticos rusos y la Iglesia Católica ucraniana pasa a la clandestinidad. La Ostpolitik vaticana agudiza la tragedia hasta el extremo. Observadores de la I.O. son invitados al Concilio Vaticano II con el compromiso explícito, por parte del Vaticano, de que el Concilio no condenará el comunismo. La Santa Sede prohibe al Cardenal Slipyj hacer declaraciones anticomunistas y al Obispo de Lutsk, Monseñor Velychovsky, lo trata como a un simple sacerdote, mientras que al metropolita de la I.O., Nikodim, se le autoriza a celebrar una liturgia sobre la tumba de San Pedro. A pesar de la prohihición, el Cardenal Slipyj lamenta que en un sínodo de la I.O. ninguno de los delegados del Vaticano presentes protestara cuando Pimen, el Patriarca de Moscú, declaró que la unión de Brest había sido anulada (Cfr. "Visti y Rymu", Rik 9, N°s 16-17, Roma, diciembre 1971). "Crusade" termina exhortando a la opinión pública occidental y a los ucranianos en el exilio a que no permanezcan indiferentes ante esa situación clamorosamente injusta. 10. "America", Philadelfia, febrero 1977; "Hungarian News", 27-3-1977; "Maechter und Anzeiger", 15-4-1977; "Student Wurzburg Germany", mayo-junio 1977; "The Remnant", St. Paul (Minnesota), 16-6-1977; "The Patriarchate", julio 1977; "Western Catholic Reporter Week", 22-8-1977; "Narodna Volya", 22-9-1977; "The Church's Herald", Chicago, 27-9-1977; "Kronika", 1977; "Danizdat", "Ucranian Weekly", "Magyar Uisag", Cleveland (Ohio). 11. Cfr. "Crusade", Vol. IX, N° 3, julio-septiembre de 1979; "East West Digest", Londres; "Schlach Permoby", Munich; "Danizdat", Copenhage; "The Calgary Herald", 20-8-1977 y "Winnipeg Free Press", 30-8-1977, ambos de Canadá. El servicio de prensa ucraniano en Roma, "Vistiz Riymn", hace comentarios particularmente favorables. |